Lilqalab
Por el corazón
By Alnair Skat
CAPÍTULO VI
Candy recostada sobre su cama miraba al techo, recordaba las noches anteriores y la total compenetración que se dio con Terry, pero ¿Qué pasaba? ¿Cómo era posible que un día fuera tan lindo y otro un salvaje insensible? — ¡Y yo una tonta por desear verte! Te odio Terry — Gritó tapándose la cara con la almohada — ¿Así que me odias? Y yo que pensaba invitarte a caminar un rato antes de la media noche y te conviertas en calabaza — Dijo el chico soltando una carcajada. Ella se quedó inmóvil sabía que, si se descubría la cara, sería un motivo más para las burlas del joven, dado que estaría roja como tomate.
Terry se acercó y de súbito quitó la almohada de la cara de ella — ¿Qué? Pecosa, ¿Acaso me esperabas? Sé que soy irresistible, pero no para que me esperes toda la noche en vela — Comentó acercando su cara a la de ella, quien no se decidía a mirarle. Sentía su aliento tan cerca, que un leve estremecimiento la recorrió por todo el cuerpo, era tan fácil abrir los ojos, lanzarse a su cuello con sus brazos y besarlo, probar por fin esos labios que le atraían como un imán, satisfacer por un momento el anhelo que la consumía desde hacía varios días. En eso tocaron a su puerta, él se separó de inmediato desconcertado — ¿Qué tonto? ¡Pensé que era a mi a quien esperabas! —Comentó con una voz fría, que provocó que ella se sentara rápidamente — ¡No yo, no… espero a…! —Trataba de decir cuando Anthony ya abría la puerta.
— Pero ¿Qué haces aquí, Terry? ¿Candy? — Nada, pasaba a despedirme de tu novia, ya lo hice, ahora me voy, tienes todo el camino libre, niño bonito — Respondió, mientras salía apresuradamente, sin mirar a la joven, que se había quedado paralizada con la escena. El castaño iba a toda prisa — ¡Qué tonto! Y yo que pensé que era a mi a quien esperaba, no debí ceder a mis impulsos por verla, hablarle, estar cerca de ella, lo bueno es que ya se va y con ella este estúpido sentimiento que no tiene razón de ser — Se decía así mismo, pero no podía evitar sentirse mal, una opresión se hacía cargo de su pecho, mientras que un enorme dolor nublaba su vista, no tenía por qué, pero los celos lo consumían.
— ¿Me puedes explicar qué fue todo esto, Candy? ¿Por qué permites que ese tipo te visite a estas horas? ¿Tienes algo que ver con él? ¡No, no me digas! Tan solo bastaron unos días para que te hayas rebajado al grado de recibirlo en tu habitación — ¡Por favor Anthony! ¡No digas tonterías! Me estas faltando al respeto — ¡Más te lo has faltado tú misma al ceder a tus bajas pasiones! Pero me hubiera dicho que, para obtener tu amor, sólo tenía que faltarte al respeto — Al decir esto sintió arder su mejilla después de una bofetada que ella le había propinado, él que ya la tenía agarrada de la cintura sintió como lo aventaba con fuerza — ¡Sal de mi habitación! — Pe…ro, Candy, ¡He dicho que salgas de mi habitación! — Lo siento, Candy, yo… no quise… — ¡Nada, vete Anthony! —Le ordenó la joven desencajada.
El rubio abandonó la habitación contrariado, sabía que ofendió a la chica, pero no pudo controlar sus celos — ¿Por qué a él le permitía todo? ¿Qué había hecho para conseguir su atención en tan poco tiempo? — Murmuraba. Stear que no se cansaba de rondar por el palacio encontrando increíbles obras de arte, así como una oficina con maravillosos inventos, que lo traían loco, cuando vio a su primo le dijo — ¡Eh! Tonny, ¿También trasnochando? Yo quería quedarme todavía en ese hermoso laboratorio, pero ya no me dejaron — ¡Ahora no Stear! Por favor — ¿Qué te pasó? ¿Contra qué chocaste? — Dijo el chico de gafas, mirando la sonrosada mejilla — ¡Y vaya que fue un buen choque! — Reiteró burlándose. Anthony no quiso decir más, no debía descargar su frustración en su primo, así pasó de largo directo a su habitación, Stear, ya no dijo nada, sólo subió los hombros resignado al silencio del joven malhumorado.
Candy no podía creer que eso hubiera pasado — Pero, ¿Qué fue todo eso? ¡Estuve tan cerca! ¡Lo tuve tan cerca! ¡Dios! Tengo que hablar con él, no me puedo ir así, debemos hablar — Se dijo saliendo determinada de su recámara para ir en busca del castaño. No sabía dónde estaba la habitación de él así que decidió salir a los jardines para observar los balcones y tal vez así podría identificar la de él, sin embargo, la suerte le favoreció, él fumaba como desesperado un cigarro recargado en una palmera, cuando la vio acercarse no se inmutó, por el contrario, ignoró su presencia, ella nerviosa no se atrevía a hablar, hasta que él dijo — ¿Ya tan rápido terminó la noche? O es ¿Qué ese novio tuyo no te da lo que necesitas? ¡Mejor vete, Candy!
— ¡No! No me iré, necesitamos hablar —¿Hablar? ¡Por favor! Respeta a tu novio y no juegues con fuego, niña — ¡No me hagas las cosas más difíciles, Terry! Tengo que explicarte —¡No necesitas explicarme nada! Todo está más que claro, yo fui un iluso al pensar que tu y yo… — Que tu y yo, ¿Qué? — Cuestionó la chica acercándose a él. Los aromas de sus cuerpos los involucraban en una serie de sensaciones entre mezcladas con deseo y angustia, dolor y amor, necesidad y rechazo. Él la tomó por la barbilla y le dijo en voz sensualmente baja — ¿Acaso vienes a declararme tu amor, pequeña pecosa? — ¡Esa frase! Ya me la han dicho antes, aseveró la chica, eso ocasionó que el momento se rompiera — ¿Sí? Pues vete con quien te la haya dicho — Refutó el chico decepcionado y molesto alejándose de ella —¿Así es como será siempre? ¡Huyes! Engreído, grosero… — Decía, siguiendo con pasos rápidos, casi corría detrás de él, dado que sus largas piernas le permitían dar grandes zancadas.
Seguían el sendero de palmeras y pasto — ¡Terry! Chilló ella, apresurándose hasta quedar frente a él —¿Por qué? Te sientes tan seguro de que seguiré, pues estás muy equivocado — ¡Pues yo veo lo contrario! Vienes siguiéndome, pecosa — Dijo mirándola fijamente a los ojos — ¿Qué es lo que quieres? — Al sentir la vibrante mirada azul, ella enmudeció, por un instante se observaron, pero ella dio un paso atrás quedando de espaldas a una palmera; él no se contuvo y pegó su cuerpo junto al de ella — ¡Ahora no tienes escapatoria, pecosa! — ¡Te…rry! — Musitó la rubia, que apenas podía hablar. Él ya se había posesionado de su cintura, mientras que con su nariz acariciaba su mejilla. Candy sentía como se perdía en la necesidad de sentirlo más y más cerca, quiso empujarlo, pero la fuerza de su pecho, la firmeza con que sus brazos la tenía de la cintura se lo impidieron — ¡Por favor! — ¡Te dije que no escaparías! — Respondió él con una voz ronca que acariciaba como si fuera terciopelo los sentidos de ella. Poco a poco fue acercando la boca a su oído, iba bajando hacía el cuello. Candy cerró los ojos dispuesta a dejarse llevar por lo que sentía.
Sin más explicaciones, él se separó bruscamente de ella y le dijo burlonamente — ¡Bien! Ya sabes cómo decirle a tu novio que te haga sentir mujer, pecosa, ahora vete con él. Iba a decir más, pero sintió una bofetada, seguido de golpes que la chica le daba en el pecho, mientras le decía enojada — ¡Eres un…! Estúpido, engreído ¿Cómo te atreves a… a? — Él tomó sus muñecas para evitar que le siguiera propinando golpes y por un instante sin reparar en el respeto que le debía a la relación de la joven con Anthony la besó. Al momento, todo dejó de existir, un mareo los sacudió a los dos, transportándolos a un colegio, un festival, un beso… Flores, mariposas, energía electrizante desbordaban los dos en esos momentos, no existía dada más, solo querían disfrutar que estaban juntos.
Después de unos instantes, el momento terminó con otra bofetada, él desconcertado y con cara de incredulidad preguntó — ¿Qué pasó? Discúlpame, no debí, adiós Candy — Decía mientras se daba la vuelta para retirarse — Espera… ¡Terry! Perdóname tú a mi por favor, no sé qué me pasó, esto me recordó a otro instante similar — ¡No me digas eso! Por favor, no estoy para que me compares con nadie, adiós Candy — No, espera, detente, tenemos que hablar, déjame explicar… — ¿Qué me vas a decir? Que otro te ha besado igual, no, no gracias — Decía el chico ya demasiado irritado.
— ¡No! Espera, me refiero a que… Desde que te vi la primera vez, sentí que ya te conocía de tiempo atrás, pero no sé de dónde, cómo o por qué, sólo que creo que te he conocido desde siempre. He tenido sueños en los que nos veo a los dos en otro tiempo, con otras ropas, pero somos tu y yo — Aclaró ella, tomándolo del brazo.
El desconcierto de Terry fue notorio — ¡Dime! ¿Qué más? —Pues no sé, Terry, pero cada vez que te tengo cerca es como si mi alma te hubiese esperado por mucho tiempo, no te lo puedo explicar bien, a bien, es sólo que así lo siento, ¡No es broma lo prometo! Tengo varios días tratando de dilucidar de dónde proviene esta sensación, incluso lo platiqué con mi hermano y él dice que siente lo mismo, respecto a ti, dice que cree que te tiene afecto, dirás que estamos locos, pero de verdad lo hemos comentado.
Terry pensaba en la conjunción de sensaciones que él mismo experimentaba, también, tanto con la chica como con Albert, así que se animó a hablar — Ahora que lo dices, yo no había querido tocar el tema porque creí que pensarías que estoy loco, pero yo también tengo los mismos sueños, contigo y las cosas que te digo, pareciera que ya te las había dicho alguna vez, te he soñado junto conmigo en un colegio, sentados al frente de un lago, o en una colina, de hecho siento que no puedo dejar que te vayas, pero no tengo elementos viables para que te quedes, eso me descontrola y más cuando te veo con tu novio —
— Mira, no quiero que nos confundamos, es preferible dejar todo así, finalmente cuando te vayas toda esta confusión pasará — Decía el castaño dándole la espalda — ¿De verdad no quieres saber? Pues yo sí quiero identificar de dónde viene todo este amor que siento por ti — Al escuchar esto último él se dio la vuelta — ¿Qué dijiste? Repítelo — ¡Que siento que te amo de otra vida, tonto! — ¿Estás segura? Candy, no juegues con esa palabra, yo no se la diría a nadie hasta estar seguro de ello — ¡Es verdad! Así me siento, enamorada ¿Y tú? ¿Qué sientes por mí, Terry? — ¡Pecosa, yo...! Yo también siento lo mismo, pero se me hacía un sentimiento muy profundo para sentirlo por alguien que acabo de conocer.
— ¿Entonces? ¿Qué opinas? ¿Nos damos la oportunidad de investigar? — Dijo ella entusiasmada — ¡No! No puedo hacer esto, debo respetar tu relación con tu novio, tú eres la que tiene que decidir — ¡No, Terry! No tengo nada que decidir, porque Anthony no es mi novio, es mi primo y ha querido avanzar, pero yo no le he dado motivo. Nunca me ha interesado como hombre, lo quiero mucho, pero no es lo que siento por ti — ¡Pecosa, escandalosa! ¿Has permitido que muera de celos? ¡Rebanándome el cerebro pensando en que hacía mal! — ¡No, claro que no! Simplemente que todos estos sueños y pensamientos se han dado paulatinamente, es cierto que me atrajiste desde el primer momento que te vi, pero nunca imaginé, que desembocarías tantas emociones en mi — Decía ella, acariciando la cara del chico — Pero ¿Qué haremos para averiguar si lo que sentimos viene de otra vida? — No lo sé, pero ya se nos ocurrirá — Decía ella.
Simulando una tos que estaba lejos de tener, Stear llamó su atención — ¡Lamento interrumpir, pero no pude evitar escucharlos! Y verlos jajaja… Pero sé de alguien que nos puede ayudar, yo mismo he leído mucho de eso, pero enfocado en la rama científica — Decía, evitando mirar a los jóvenes, que prestaban atención a lo que había dicho él — ¿Estás seguro, Stear? ¿De quién hablas? ¿Quién nos puede ayudar? — Cuestionaba la chica.
Stear iba a contestar, cuando el sonido de las sirenas de seguridad sonó por doquier, se fueron encendiendo las ventanas del palacio, Terry abrazó a Candy y comentó — ¡Pronto! Corran, justo decía eso cuando Jon y George se acercaban a ellos corriendo — ¡Señor! ¡Señor! Al bunker de seguridad ¡Pronto! ¡Iremos por los demás! — ¿Mi padre? ¿Dónde está él? — No lo sé señor, en su habitación no estaba, lo estamos buscando — Jon, llévate a Candy al bunker yo iré por mi padre y los demás, rápido.
— ¡No! No, yo iré contigo, por favor no otra vez, tenemos que estar juntos — Increpó ella, mientras que Stear ya corría al interior del palacio en busca de su hermano y los demás. Terry no soltó la mano de la chica, al contrario, la tomó con firmeza y echaron a correr al interior del palacio, en tanto varios helicópteros intentaban aterrizar en los jardines y helipuerto, mientras que personal de seguridad disparaba para evitar su cometido.
Continuará…