POR ODDA GRANDCHESTER Y MAXINEWINTERS19
CAPÍTULO 1 —FINAL.
Link CAP 1, PARTE I
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—¡Muy bien! Pero te advierto extraño, que se defenderme… crecí con muchos, pero muchos hermanos –Y ambos reímos de su mueca de chica fuerte.
—Ok, ok, entonces seré yo quien tal vez necesite cuidarse, así que buscaré mis refuerzos a ver si con ellos logro tu simpatía.
—Te hará falta un pelotón de guerra para eso. – se burlaba de mis intentos.
—Ya lo veras, señalándole el establo. –Y mágicamente abrió los ojos, sonrió grande y corrió con la ilusión de una niña pequeña, sin duda esta extraña mujer me tenía cautivado y desconcertado.
Verla interactuar con los ejemplares que escogí para el paseo, me deja conmovido, los caballos la aceptan sin miramientos, ella junta su frente a la de la yegua besándola… es como ver dos almas mientras se conocen; cuan especial me parece esta mujer. Cabalgamos por el campo libre sin obstáculos ni prisa, no me sorprende descubrir que sabe hacerlo ¡Y vaya manera!
Que llevase vestido no le impide montar a la hermosa bestia, pues desestimando mi ofrecimiento de buscar ropa adecuada en la villa, ella se limita a hacer un movimiento ágil y quizás poco grácil, inclinándose y tomando desde abajo la parte de atrás de su falda, la pasa entre sus piernas y se la anuda en la cintura, creando con esto un improvisado pantalón.
Ver su cabello ondear al viento, su figura asiendo al animal con sus muslos marcados entre la tela del vestido, es una visión de sensualidad única. Ella tiene una gracia al cabalgar que me quitaba el aliento, es una diosa de ojos verdes que me han arrojado un hechizo y no puedo parar de mirarla... podría quedarme así, viéndola para siempre.
—¡Terrence! —Exclama mi nombre, y eso me saca de mis locas ensoñaciones... hasta su voz me excita.
Oh sí, el psicólogo tendrá buenos honorarios la próxima vez que lo vea, porque ahora sí enloqueceré.
—¿Qué es eso? —Preguntan al tiempo que señala con su mano el pueblo que está bajando la colina. Doy una carcajada porque veo las carpas y escucho la algarabía que se empieza a formar, era por la entrada del verano.
—Es una feria, parece que los escoceses empiezan a celebrar.
—¡Una Feria! ¿No me digas que eso que se ve a lo lejos es una Feria? –celebra emocionada, veíamos lo que se orquestaba en el pueblo desde lo alto de una colina.
—Y no es una simple feria, es la feria anual del poblado. Te dije que conocerías lo mejor de Escocia, su gente.
—¡Wow! Que increíble —Menciona con ojos expresivos.
—Si tú quieres podemos ir — Mi plan es sencillo, pues consiste en aceptar las insistencias de mi madre para que saliera de la villa e ir donde había rehuido hacer acto de presencia toda la semana.
—¿Lo dices en serio? —Sus ojos brillan más ante mi propuesta. Y eso aseveró en mí las ganas de seguir disfrutando de su increíble presencia —Claro, cambiaríamos de medio de transporte para poder disfrutar de cada momento en la feria ¿Qué opinas Candice?
Ella se muerde los labios, y yo aguardo su maravillosa respuesta.
—Bueno... cómo diría mi hermano ¡El que tenga miedo a morir que no nazca!
—¡Ese si es una respuesta! —Y con ello, tiro de las riendas, y cabalgamos de regreso a la villa. Los caballos no serán el mejor medio de transporte para mezclarnos en una feria, así que optamos por un segundo medio ecológico.
Y que, por cierto, hacía años que no usaba.
Retornamos a paso lento, mientras ella sigue viendo todo el prado y tomando fotos, yo la admito y grabó en mi memoria sus risas, las delicadas curvas de su cuerpo y esa altanería qué es lo que más me atrae de ella. Nos vamos directo al establo para dejar a los caballos, la ayudo a bajar y mis manos sienten electricidad al tocar su piel así sea de modo accidental... debo controlarme o ella se dará cuenta de mis actitudes y pensara que estoy loco.
La invitó a pasar a la casa, y creo que nunca antes había entrado en un lugar así, se queda mirando todo de forma minuciosa, tocando con la punta de los dedos las paredes y los muebles del salón principal... Si, los museos son peligrosos para alguien que toca todo lo que ve.
—¿Entonces vives solo aquí? —Pregunta la hermosa chica con la boca abierta.
—En realidad no. Está casa ha pertenecido a mi familia por dos siglos. Yo solo vengo cuando la ciudad me harta —Digo mientras busco el juego de llaves del ático en algún lugar del salón. Candy se acerca a la chimenea y mira el escudo de la familia Grandchester.
—¿Eres de la realeza? —Su voz parece llena de confusión.
—Si... de hecho, he de cargar con el pesado título del quinto duque de Grandchester —Vacilo mi respuesta, y eso hace que está bella mujer se sonroje al declarar mi título.
—Lo... ¿Lo dices en serio o es una broma? —Volvio a preguntar, yo trataba de disimular mis risas ante la incredulidad de su rostro.
Asiento nuevamente sólo para que su rostro palideciera más y más. Supongo que no era lo que esperaba.
—¡Ay! Perdone entonces su alteza... milord... excelencia ¿Cómo carajo es? —Replica entre nervios y con ese bello sonrojo a punto de hacerla explorar. Pero soy yo quien se va en risas al ver su expresión.
—¡Jajajajaja! Tranquila, tranquila Candy. No te esponjes —La tomo de los hombros y hago que me vea al rostro —Al fin y al cabo, solo somos humanos ordinarios y corrientes, al diablo la etiqueta y los modales mientras disfrutamos la belleza de Escocia.
—Es la primera sensatez que te escucho decir, ¿Eres así o solo quieres lucirte conmigo, Terrence?
—¿A qué te refieres?
—¿Eres un caballero rebelde o un aristócrata engreído?
—Eso tendrás que descubrirlo por ti misma. – Le dije, mostrándole las llaves del ático —Con su permiso, he de buscar un medio de transporte adecuado.
Salgo del enorme salón con mi corazón a punto de estallar, porque esa bella mujer que encontré en el campo había salido de mis sueños para ser partícipe de mis locos actos en la realidad.
Continuará...