LINK CAP 5 PARTE I
La tomo de la mano y está temblando, creo que el hecho de besarla la ha tomado por sorpresa, pero su sonrojo precioso me tiene enamorado, esos labios me tienen bobo... toda ella se han adueñado de mi alma.
Del otro lado del malecón se han concentrado todos los turistas y pobladores, hay fogatas por doquier y en el centro de la celebración, una enorme hoguera qué es la atracción de todo, ahí se encuentran las personas bailando descalzos, con sus rostros maquillado, soy tomado de la mano de Candice, quien se deja embargar con el furor de la fiesta.
—¡Cuidado Candy! —Replico la darme cuenta que se ha acercado mucho al fuego.
Ella se voltea, detrás la enorme hoguera alarga su sombra, el fulgor la hace verse tan hermosa, alrededor de nosotros hay varias personas bailando al ritmo de música celta, pero para mí, solo ella existe aquí. Me acerco, sus ojos verdes resplandecen con las llamas que a nuestro alrededor romantizan el ambiente.
¿Me he enamorado estúpidamente de esta chica tan increíble que en un día ha demostrado que era importante para mí?
—¿Qué pasa?
—Nadie me ha llamado así... salvó en mis sueños. Alguien me llama con ese nombre... y también me llama pecosa... igual que tú.
Aquella conflagracion que se hizo en mi pecho genuino e increíble, si, supongo que Beltane ha hecho de las suyas, este día ha sido de muchas transiciones y descubrimientos espirituales; hoy he descubierto algo más grande delante de ella.
—Bueno... imaginare que soy yo tratando de perseguirte por la playa —Le embromo sonriendo —Por ahora, quiero bailar contigo alrededor del fuego.
La tomo por la cintura, es pequeña entre mis manos, mis pulgares hacen círculos en el reborde de la cinta de su vestido, la incito a seguir este ritual mágico y ancestral que ha formado parte de esta tierra, ella se mueve de forma celestial, su pelo rubio se ha soltado, toda ella es salvajismo y fuego, como si formará parte de este lugar.
Al ritmo de esa música celta que invade cada célula, empezamos a danzar en círculos siguiendo los pasos del resto de las personas, dando saltos sobre el heno y las flores debajo nuestro, miró a Candy y unimos las palmas de nuestras manos, nuestras pulseras se unen a nuestro baile, la veo brillar justo aquí como el diamante que es, no le importa ser descoordinada o crearse nuevos pasos, supongo que así es una criatura cómo ella, bella e indomable.
Un hombre le ofrece una corona de flores y ella las acepta sin más, no sé si eran celos, pero no tolero que nadie más se acerque a Candy. Pero incluso sus ojos y su sonrisa viniendo a mi y llevándome de su mano a seguir en nuestro baile hacen que mi fiera interna se aplaque.
Todo mi ser quema como la enorme hoguera que nos da luz y calor, el ambiente se hace más intenso, incluso cuando la brisa fría nos alerta de una lluvia inminente, quiero seguir danzando con ella, descalzos y al calor del fuego de Beltane. La tomo por la cintura y la elevó por encima de suelo, su espalda se curva y yo la sostengo sobre mis hombros, mis manos sobre su cuerpo tiemblan, ella es magia pura, o quizás alguna fuerza sobrenatural me atrae a ella.
La hago descender solo para poder besarla en medio del frenesí que ha provocado en mi... Si, la anhelo desde hace tanto y mis sueños fueron el aliciente que me llevaron a encontrarla justo aquí.
Unas cuantas gotas de lluvia, la cuál había comenzado nos irrumpieron, seguimos danzando, sigo mirándola, sigo abrazándola, las gotas se hicieron grandes y pude reaccionar, aunque quisiera seguir aquí, debiamos lanzarnos a correr a buscar un refugio en la bahía, dónde ella me había mencionado estaba el sitio dónde se hospedaba.
Aun tomados de la mano, ella logró sorprenderme otra vez; freno la carrera y me arrastró riendo con picardía al mar.
—¿Nunca has nadado en el mar mientras llueve? —Pregunta, pero su mirada tenía la certeza de que yo respondería que no. Así que hechizado por aquella ninfa pronuncio con malicia.
—Enséñame… —Insistí y su mirada me hizo seguirle.
Con las sensaciones siendo un caos total, me permito conocer la delicia de la lluvia y el mar juntos, quizás como una metáfora de lo que ocurría entre aquella extraña y yo, estábamos hechos de los mismos componentes y éramos en esencia la misma cosa, pero distintos a la vez… agua dulce y salada mezclándose para formar el equilibrio perfecto.
Me siento parte de algo por primera vez en mi vida, pertenezco a ese lugar, soy parte de la magnificencia de la naturaleza, mientras ese ser mágico y pecoso me enseña que yo era parte de un todo y a la vez estaba completo. Nadamos despreocupados, jugamos y disfrutamos como si el mundo se hubiese detenido para nosotros.
Ya era muy de noche, y ella estaba empapada cuando cruzamos el lobby de la posada dónde ella se quedaba, dejando las bicicletas en un lugar seguro, con velocidad, una señora de rostro redondo y sonrisa de maestra del salón de infantes, nos dio frazadas, nos ofreció té, nos hacía enfasis de que la feria de la villa siempre atrae mucho público de los poblados vecinos, al menos eso nos explicó.
Candy ya tenía habitación, y me ofreció un cuarto para quedarme, pero declino su protectora oferta, nos informa que la tormenta tardaría en llegar. Se disculpa por el clima cambiante de escocia de manera que parece estar más orgullosa de ello que contrariada, mientras otra señora que iba de paso a la recepción alega que “una pareja de esposos tan linda” debe de aprovechar su mejor habitación para pasar las románticas noches de verano nórdico. Candy y yo nos miramos sonrientes, si... seguro que si ella me lo pidiera, me quedaría al lado suyo.
—Terry... ha sido un día genial.
—¡Lo sé! —Digo señalando lo obvio —Ha sido el mejor día del vida.
—Tambien el mío... pero han sido muchas aventuras el día de hoy. Debes ir a descansar.
Era la parte que más había temido este día, separarme de ella, trago en seco, no quiero hacerlo ¡Necesito quedarme con Candice! El corazón se me hace pequeño... no quiero despedirme.
Caminamos hasta el pórtico, y antes de que me muera de tristeza la tomo de los hombros y hago la propuesta más loca y quizás irresponsable del mundo... no la conozco y sin embargo me ha enamorado.
—¡Candy! —Exclamo con un dolor en mi pecho que apenas si me dejaba hablar, pero debo hacerlo —Yo... ven conmigo.
—¿Cómo? —Dice con sus grandes y bellos ojos verdes abiertos.
—Pasa la noche conmigo en la Villa Grandchester... —Estiro mi brazo hacia ella, frío o nerviosismo, no lo sé, pero tiemblo con su presencia —Quedate conmigo a ver el amanecer... Por favor, Candy... te necesito está noche.
Su pecho se agita ante mi apresurada y loca propuesta, duda, lo veo en sus ojos, huelo el aroma de su perfume a rosas desde aquí, la humedad de la lluvia lo ha resaltado... enloquezco por ella... y su respuesta me deja sin aliento.
—Acepto... Terry.
Ha tomando mi mano, no deja de sonreirme, y las llamas de Beltane han quedado convertidas en nada, porque ahora mi corazón está ardiendo aquí y ahora por ella.
Continuará...