CAPÍTULO 3
Sacó del bolsillo de sus jeans el celular, busco el estado del clima y observó que se avecinaban dos días de lluvia y tormentas eléctricas, el pequeño monitor de sonido que tenía a su lado le hacía saber que el pequeño seguía dormido, así que decidió empezar abrir algunas de las cajas que tenía en la estancia, para acomodar al otro día todo en las habitaciones
Cuando de repente escuchó unos fuertes golpes en la puerta, ¿Quién era a esas horas? ¿Y por qué tanta impaciencia al tocar la puerta? Pensó que ojalá esos golpes no despertarán al pequeño Stear. Recorrió la estancia y se apresuró a abrir la puerta, al hacerlo el fuerte viento empujó, una ráfaga de viento hizo que varias hojas de los árboles entrarán. El desconocido entró a la casa.
Era un desconocido, no era Michael, como había creído una décima de segundo. Dónde estaba en esos días ¿Quizás en Londres? ¿Japón? ¿Dubai? No lo sabía. Ese hombre no se parecía en nada a Michael, pero en el fondo ella había guardado la esperanza de que Michael cambiará de parecer y la buscará, simplemente cuando ella le contó lo del niño a su novio Mike, como le decía ella, le había dicho que no estaba listo para ser padre y aún le faltaban muchas cosas por vivir antes de adquirir esa responsabilidad, una manera muy sutil de romper una relación de cinco años. Su amiga Annie le había dicho que regresaría arrepentido pidiendo perdón, de eso ya habían pasado seis meses. Exactamente el cumpleaños del niño en un parque, fatídico día también de la muerte de su cuñado y hermana, aún recordaba la escena de todo preparado para la fiesta y entrará esa llamada de la policía recuperando un carro en en lago Michigan y después de los laboratorios la Croix. Ella no se extrañó que no llegaran a dormir sabía que ambos estaban doblando turnos y haciendo un esfuerzo sobrehumano para lograr que la vacuna del covid estuviera lista para el verano en los laboratorios que trabajaban, la fiesta era algo muy pequeño solo ella y sus padres Tom con su esposa e hijo. Pero el día se volvió fatídico totalmente.
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Rápidamente, Candy cerró la puerta observando al joven delante de ella con el cabello alborotado por el viento. El hombre permaneció quieto delante de ella, lo que permitió mirar con detenimiento, sus ojos captaron atención y sin querer hacerlo observó sus labios eran sumamente sensuales. Se negó a sí misma el pensamiento que cruzó por su mente «estas loca» pensó
—¿Quién es usted? —Preguntó mientras recuperaba el habla, tragó saliva al mirarlo nuevamente y poder sentir sobre ella esa mirada de ojos azules penetrarte. Es como si la estuviera analizando.
En esos segundos sintió un poco de alivió en el sentido que le atraían otros hombres, ósea que no moriría de amor por el idiota de Michael, el libido se hizo presente haciéndola estremecerse, esa boca le provoco un hormigueo en el vientre.
«¡Estupendo justo lo que necesito, primero mamá, empezar un negocio propio y para colmo esta sensación, mi libido se despierta genial! acaso Stear y Paty me están jugando una broma»
—Lo que me faltaba —esto último lo pronuncio en voz alta.
—Le pido una disculpa señorita —respondió una voz varonil aterciopelada.
Una oleada de tristeza se apoderó de Candy y se le cerró la garganta a punto de las lágrimas, por algún motivo le habría recordado a su difunto cuñado. Ella trató de hacer el esfuerzo de disimular no le costaba trabajo, como doctora en el área de cirugía infantil muchas veces tuvo que dar desgarradoras noticias a padres y tenía que ser fuerte para ellos.
«Eres la mejor siendo fuerte, si es así entonces porque no puedes pronunciar palabras, abre la boca» —Soy una idiota pronuncio en voz alta.
—Hay algún problema.
—No, disculpa solo es que tengo días de no dormir bien, pero olvidalo, más bien yo debería preguntar en qué puedo ayudarte.
Terry por algún momento se sintió confundido en el momento que le abrieran la puerta, había visto a Patricia O'Brian un par de veces, una linda chica castaña de ojos oscuros y curvilínea, cosa con la que bromeó con su hermano.
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—Nada perdido Stear, estoy seguro que los lentes no le miraste.
—Eres un idiota hermano, no puedo negar que es perfecta, pero lo mejor de todo es inteligente y ama la biotecnología igual que yo.
—No puede ser, en esta familia no tenemos con un Nerd, ahora serán dos.
Stear aventó una almohada en la cabeza de Terry.
—Ven acá pequeño Grandchester te enseñaré una lección para que no me vuelvas a llamar Nerd.
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No le había pasado que la cuñada de su hermano fuera bajita de cabello rubio ondulado, unos grandes ojos verdes turquesa y con cintura estrecha.
Terry metió las manos a su bolsillo y se dió cuenta que ella no tenía idea de quién era, suposo que aquella mujer que estaba a cargo de su sobrino lo conocería; no era así seguramente entonces Stear no hablaba de él, eso lo hizo sentir un pinchazo en su pecho, entonces decidió callar quien era, seria lo mejor por el momento. Observó las leves curvas femeninas detrás de una playera blanca y unos jeans, de repente sintió una oleada de calor. Recordó la sugerencia de su padre ”Si es necesario cásate con ella" y por extraño que pareciera no le incomodó la idea, de hecho la pudo visualizar vestida de blanco caminando hacia él en el altar, sacudió la cabeza ante esa imagen.
Estaba ahí por su sobrino, ¿realmente valía la pena aquello? ¿casarse sin amor? Tendría que darle un hogar a su sobrino y sabía en el fondo que cualquier opción era mejor antes de entregárselo al Duque de Grandchester.
Que plan debía seguir en ese momento no lo sabía, debía ir sobre la marcha. El que ella no supiera quién era, tal vez era algo que podía usar a su favor.
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Terry no creía en el destino ni la intervención divina, pero una advertencia alguien le estaba dando, antes de llegar al pequeño pueblo de Pony hill, el estúpido carro Tesla nuevo, se paró por alguna razón enfrente de un pequeño horfanato. Sus recuerdos de él y su hermano de niños vinieron a su mente, el abandono en un internado, educación lo llama la gente rica, ¿qué hubiera sido mejor? Tal vez ser huérfano cuando miro aquellos niños felices y cenado cuando una monja salió a su encuentro y le ofreció ayuda.
—Joven se encuentra bien —preguntó aquella mujer chaparrita regordeta de anteojos cuando lo miro desesperado quitando su saco y desabrochando el cuello de su camisa.
—Creo que si, este carro de la nada dejo de funcionar y mi celular se quedó sin batería necesito llamar al servicio de emergencia de los carros Tesla.
—Adelante joven, pase por favor, en la oficina tenemos un teléfono y en lo que llega su ayuda lo invitamos a cenar.
Observó la sonrisa de cada niño y el cariño con que atendían aquellos pequeños.
—Y dígame joven —preguntó una de las monjas observando que por sus zapatos y reloj era un hombre adinerado—. Que lo trae a Chicago, o más bien a este pequeño poblado de Pony Hill.
—Estaba buscando una dirección, —pensó que debía decir antes de hablar—. Me han dicho que están reformando una pequeña mansión en una hermosa casa de huéspedes y estoy interesado en refugiarme en ese lugar, fuera de cualquier bullicio de ciudad me hace buena falta un descanso.
—Oh debe ser la casa "Don't Forgive Me" es la casa de Candy, —dijo la señorita Pony.
—Si, es esa... me han hablado de ella.
—¿Que raro todavía no es la inauguración? —inquirió la hermana Lane escudriñando al joven.
Terry carraspeó y dió un sorbo a su té y respondió:
—Bueno verá quiero ser un inversionista y he venido también a proponerle un negocio a su dueña «si, si, eso un negocio de ser mi esposa para luego arrebatarle a mi sobrino» pensó con remordimiento.
—Bueno si es así, nosotras conocemos a la dueña —dijo la mujer de anteojos—. Solo queda a unas dos millas de distancia podrías llegar caminando y apresúrate antes de que llegue la tormenta.
—¿Cual tormenta? —Preguntó incrédulo Terry.
—Bueno hijo —dijo la religiosa está anunciada una tormenta por dos días, creo que tendrás que irte caminando, déjanos instrucciones para las personas que vengan por tu carro, que sinceramente no creo sea esta noche —se logró escuchar un relámpago a la lejanía— Está tormenta llegará aquí en dos horas y creeme los vientos de Chicago y tormentas son temibles.
—Está bien.
Y así es como Terry había decidido caminar hasta la pequeña mansión de su hermano, las mujeres le dijeron que camino seguir. Ambas lo observaron alejarse caminando, se miraron y sonrieron como si supiesen que el destino estaba apunto de jugar con la vida de su pequeña Candy, niña que cuidarán hasta el día que la familia adinerada O’Brian la adoptará. Ambas mujeres cuidarón de Candy hasta los siete años, y esa pequeña al volverse mujer nunca se había olvidado de ellas ni de los niños aún volviéndose una doctora reconocida y su hermana Patricia junto con su esposo siempre habían apoyado la casa hogar, ambas mujeres se miraron como si tuvieran cierto presentimiento; se guardaron para sí mismas sus pensamientos. Es como si supieran que a la vuelta de la esquina estaba a punto de surgir un cambio de destino para ambos jóvenes.
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—¿Hay algún problema? —preguntó Candy por tercera vez al ver que aquel hombre se había perdido en algún lugar de sus pensamientos.
—He… ah… sí perdona —volvió de sus pensamientos de lo que había hablado con aquellas mujeres.
—La señorita Pony, si, así me dijo le llamara me mandó a esta direccion sabes, mi automóvil se descompuso exactamente enfrente de su casa hogar, y ellas me auxiliaron, pedí ayuda pero por la tormenta que se avecina lo más seguro es que no llegara y me dijeron «que digo, que digo» pensó. Bueno me dijeron tal vez tu me podrias hospedar llegue caminando y es el lugar más cercano a ellas, me dijeron estas apunto de abrir esta casa como un pequeño hotel o casa de huéspedes.
—Bueno, pienso abrirlo en unas dos semanas ya que las habitaciones no están listas, mañana debería trabajar en ellas, pero si mis madres te mandaron cofio totalmente en ellas.
—¿Tus madres? repitió sorprendido.
—Oh si ellas fueron mis madres durante mi niñez hasta que fui adoptada por la familia O'Brien, esas mujeres siempre serán parte de mi.
—Entiendo, perdona no quise ser indiscreto.
—No te preocupes, yo no me avergüenzo de ser huérfana de padres, padre no es el que engendra sino el que cría con amor y cariño.
Terry se quedo pensando en las palabras de la rubia, tenía tanta razón él sin embargo teniendo padre de sangre siempre se había sentido huérfano ante el rechazo de él y tiempo después el de su hermano, así lo había sentido él cuando se alejó de él. Las cosas no estaban yendo como él las había planeado, a ella le decía una cosa y a las amables mujeres les habia dicho otra, pero pensándolo bien no era una mala idea trataría de asociarse con ella de modo que fueran negocios y poco a poco acercarse y saber más, tal vez ella le entregaría a su sobrino sin que hubiera ninguna boda. La suerte estaba de su lado y tal vez esa tormenta era lo mejor que podía sucederle en esos momentos.
—Espero no me eches a la calle, ¡de verdad no tengo a donde ir!
Ella observó sus traje y zapatos y se dio cuenta que pobre no era, con esos zapatos de más de dos mil dólares y el reloj Cartier que llevaba podía ver qué era alguien adinerado.
—No lo digas adivinare, eres un rico que está huyendo de todo el bullicio de la ciudad y decidiste darte unos días de descanso hasta…
—Hasta que ese maldito carro Tesla se averió, lo puedes creer tan caro y me ha hecho esto, pero bueno las cosas pasan por algo no lo crees, esto es mejor que un hotel normal espero poder descansar y tomar decisiones importantes.
—Ya veo, no te preocupes dame unos minutos y te tendré lista una habitación, por favor pasa y siéntate.
Terry camino hacia la sala y observó encima de la chimenea un par de fotografías, en una de ellas estaba su hermano Stear con su esposa el dia de su boda, en otra estaba candy abrazada de la que fuera la esposa de su hermano y en una última estaba amba pareja con un bebe recién nacido en brazos se acerco y tomo la foto. —Sé que fuiste feliz hermano, aunque no pude estar a tu lado, ese es un pequeño consuelo para mi —dijo casi en un susurro.
—Ellos eran mi hermana y mi cuñado fallecieron hace seis meses.
Terry trago saliva y logró contestar —lo siento mucho, no era mi intención ser entrometido solo estaba mirando.
—¿Está bien señor?
—Oh perdón con todo lo sucedido no dije mi nombre, —sabía que debía cambiar su apellido o reconocería que era hermano o familiar de Stear—. Me llamo Terrence Baker —decidió usar el apellido de su madre, siempre que podía lo usaba evitaba usar el Granchester, apellido que realmente era un lastre en lugar de honor el llevarlo—. Pero me puedes llamar Terry.
—Mucho gusto —extendió la mano Candy—. El mio es Candice O’Brian; me puedes llamar Candy, tu habitación esta lista.
—Tal vez quieras algo de beber, o tomar, no sere la mejor anfitriona pues como te digo todavía faltan dos semanas para que este lugar sea abierto y no esperaba a nadie pero si tienes hambre…
—No, no estoy bien, no te preocupes.
—Bueno, entonces vamos te muestro tu habitación
Ambos se encaminaron hacia las escaleras y en el momento que se disponían a subir, del pequeño monitor en la mesa de la cocina se hizo el sonido de murmullos infantiles, en la habitación del pequeño Daniel.
—¿Tienes un niño? —preguntó Terry, tratando de fingir que no sabía de la existencia del pequeño.
Terry observó el rostro de Candy, y la variedad de emociones en su rostro, le causó cierta fascinación mirarla de ese modo. Al mismo tiempo le inquieto que ella revelara sus sentimientos con tanta facilidad para él.
Después de unos momentos respondió —Si, es mi niño…
Continuará...