Buonasera, estoy de regreso y muy feliz por presentarles el primer capítulo de este minific escrito en conjunto, por:
Narcissus, Odda Grandchester, Yuriko Yokinawa, Ayame DV, Rossy Castaneda y Yo
En verdad ha sido todo un placer el poder compartir letras con todas ustedes, un placer y un honor.
También muchas gracias a Cici Grandchester por su bella edición, y a Ayame, D.V. Por el bello fanart
Espero lo disfruten.
Notas, acordes y un encuentro
Link capítulo 2
Capítulo 1: Entre un Sueño de amor y un waltz.
Por Gissa Graham.
Mis manos se encuentran prácticamente al centro, solo la izquierda pasea un poco más allá de vez en vez para regresar a hacerle compañía a la derecha y continuar moviéndose en armonía, mientras que en mi mente recito aquel famoso poema de Ferdinand Freiligrath:
¡Oh, ama, ama tanto como puedas!
¡Oh, ama, ama tanto como debas!
Llegará la hora, llegará la hora
en que sobre las tumbas te lamentarás...
Mis largos dedos juegan con el blanco y negro de mi Steinway & Sons, misma marca que el piano de mi madre, donde ella tantas veces tocó esta misma pieza para mí, y después, al terminar, feliz me recitaba el poema en la que fue inspirada tan bella obra musical. Un piano de la misma marca, pero no del mismo modelo, al final no importa si aquel era de cola y este es vertical, las teclas están acomodadas en el mismo orden y con la justa presión por el momento preciso, el sonido, el mágico sonido, es prácticamente el mismo. Y al tiempo que tocó sigo viendo el rostro de mi madre, de Eleanor, como cuando ella era joven y yo solo un niño, con su larga cabellera dorada, la espalda recta y, sus también, largos dedos produciendo esos magníficos sonidos. Es tan nítida esa imagen, que casi la siento real, casi puedo volver a acariciar sus delicadas manos guiando las mías a través del teclado.
...Asegúrate de que tu corazón arda,
y sostén y mantén el amor
tanto como el otro corazón ardientemente lata
con su amor por ti...
Y sigo recitando aquel “Sueño de amor” que inspiró este otro que me he empeñado en tocar una y otra vez por las últimas semanas. Siempre Liszt, siempre su Liebestraum No. 3.
El aire se ha colado por la ventana, tal vez atraído por la música, provocando que la cortina de mi derecha entre para casi tocar mi rostro, el mismo viento la ha resguardado hasta posarla encima de mis manos, pero esta tela tan diáfana y ligera no me estorba, mis dedos siguen moviéndose, y yo continuo recordando.
No, ésta no fue la primer pieza que aprendí a tocar, ni siquiera la primera que mi madre tocó para mí, pero si es la que más me la recuerda. Antes de que ella se quedara allá, en Nueva York, antes de que le perdonara a él, me decía: “¡Oh, ama, ama tanto como puedas!¡Oh, ama, ama tanto como debas!” Y tocaba esta melancólica melodía, y a pesar de ello, de lo triste que parece por ratos, entibiaba mi corazón y lo sigue haciendo, como dándome consuelo. Me hace pensar que Eleanor ha amado tanto, y yo que sigo sin comprender por qué le ama así a él, tan incondicional, a pesar de lo que siga sucediendo, de que él la volvió a dejar una vez más. ¿Será que no quiere arrepentirse cuando la hora llegue?
Vuelvo a comenzar, después de retirar la cortina que reposaba sobre mis manos. Suspiro y una leve sonrisa ladeada asoma en la comisura de mi boca. La melodía es melancólica, sin duda, pero llena de calidez mi alma, porque la veo, la veo feliz pidiéndome que ame.
Detengo mis dedos y parece que mis manos flotan sobre la madera finamente pintada en ébano y marfil, sonrío con más amplitud, más de dos semanas tocando esto, seguramente ya he hartado a todos mis vecinos, quienes no escuchan ni sienten esta canción como lo hago yo, creo que es momento de tocar algo mucho más alegre, por ellos, y porque también necesito algo que me llene. Entonces otra melodía resuena en mi cabeza, una que me hace sonreír como lo hace hacer a ella las escasas veces que la interpreto en su presencia, siempre riéndose por mis fallos, y no es que no me guste la canción, de hecho la amo, si bien no es la más complicada no es precisamente una pieza sencilla de interpretar.
Dispuesto a cambiar mi estado de ánimo, re acomodo mis manos que aún siguen casi al centro, pero sobre otras teclas. Muevo mis dedos de arriba abajo, cierro los párpados y las notas comienzan a llegar a mí.
Los dedos de la mano derecha tienen que ser veloces, apenas y se despegan de las teclas cuando otra nota ya está sonando, ¡oh sí, esto es bello!, mientras que los de la izquierda van un poco más lentos. Aquí viene la parte donde tengo que mover mi brazo para atravesar casi una cuarta parte del teclado y así continuar con ese fragmento que desde niño se me ha complicado.
Y sucedió; esta es la parte en la que fallo.
Suspiro con un poco de desconsuelo, pero aflojo nuevamente los dedos, sacudo las manos, e inicio. Chopin era un genio, pero su Minute Waltz será conquistado esta tarde por mí, o al menos lo intentare antes de que algún vecino venga a pedirme que pare, como ha sucedido los últimos cuatro días o cinco, o seis, no lo tengo muy claro.
Y vuelvo a iniciar. Mis manos danzan casi con perfección, pero en la misma parte vuelvo a perder il tempo, pierdo la concentración y olvido aquella parte.
Reinicio una vez más, soy demasiado necio. Pongo mi espalda aún más recta en esta ocasión, aunque antes de iniciar estiro mi brazo izquierdo para alcanzar el vaso con té helado que he dejado reposando en una credenza, una preciosidad de madera de nogal quemada para darle ese bello y único color negro, mi color preferido, casi todo aquí es de ese tono, incluyendo mi ropa, menos mi playera gris, simplemente gris, con un único detalle, las letras YSL grandes y blancas al centro.
Acomodo mi cabello en una coleta baja, mi concentración tiene que ser absoluta, ni mi larga cabellera me estorbara, cosa bella de la pandemia, sin tener que tener la necesidad u obligación de caracterizarme para el teatro, no he tenido que cortar mi cabello, lo único bello que ha dejado, por lo demás, vuelvo a recordar a Eleanor, un año sin verla frente a frente, sin abrazarla. Vuelvo a suspirar y mejor continuo, siempre es mejor solo recordar lo bello, lo positivo.
Me decido, hoy venceré este Minute.
Inicio de nuevo, todo va genial hasta que descubro que es mi misma desesperación, el saber que siempre es en la misma parte en la que fallo la que me hace hacerlo mal y me detengo. ¡Joder! No debí de pensar en lo que sucede en estos tiempos, justo cuando mi humor parecía mejorar.
Mi espalda ha quedado gacha, como mi actitud. Solo porque amo mucho este piano, sino de seguro ya lo hubiese golpeado.
Es momento de dejar todo en pausa, aunque sea por un día, porque no desistiré de conquistar el Minute, que sin ser tan complicado me ha tendido desde niño queriéndolo hacer perfecto.
Cierro la tapa negra, tan negra como el piano, con excepción de los detalles dorados característicos de los Steinways, pretendo concentrarme en los ornamentos para no pensar, cuando... aquella parte del Minute de Chopin que no me sale empieza a sonar, parpadeo varias veces para asegurarme que no solo la escucho en mi imaginación. Inclinó mi cuerpo hacia adelante. Luego regreso hacia atrás llevando una mano a mi boca con sorpresa.
Alguien del otro lado de la pared está continuando la pieza musical en donde yo me quede, y lo hace con una gran belleza, incluso más de la que yo llegare a tener al interpretarla, modestia aparte, al interpretar esa obra en particular, las demás se me dan casi solas.
Termina, y yo sonrío feliz por aquel acompañamiento. ¿Y si lo repito?
Destapó las teclas con cuidado, mi instrumento favorito siempre lo trato con reverencia y doy inicio. Todo va bien... pero me detengo, en la misma parte que las veces anteriores. Guardo silencio unos segundos... y lo escucho, de nuevo esta ahí, aquella bella interpretación. Sonrío. Dejó que pasen los mismos acordes que siempre se me han complicado y me uno a ese gran pianista, sea un él o una ella. A lo mejor una ella eso creo que me agradaría más.
Solo fue un minuto, un único minuto en el que me deje envolver por la música, en el que cerré mis párpados y fui uno con el piano, y con el o la pianista.
Me dan ganas de volver a comenzar, de interpretar de nuevo, pero creo que no hay que abusar, no del nuevo, o nueva, inquilina. El apartamento de a lado estaba vacío, según recuerdo, hasta hoy en la mañana, o hasta ayer; eso o mi vecino se canso de siempre escuchar lo mismo, y por eso me acompaño, alegre de oír algo nuevo, aunque, claro, primero a de haber sentido pena porque no podía terminar de interpretarla.
Como sea, fue genial, muy genial. Un momento espléndido después de estas tres semanas de mierda que he tenido, el encierro no me afecta, no como el saber que no tengo la libertad de elegir dónde y cuándo hacerlo, y esto últimos días esa sensación a acrecentado en mí.
Pero mañana ya será un nuevo día, tal vez vuelva a ser estupendo, vuelva a interpretar algo nuevo y mi... pianista desconocido me acompañe al igual que hoy.
Gracias por perderse entre mis letras
Última edición por Gissa Alvarez el Miér Abr 28, 2021 6:21 pm, editado 2 veces