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Buenas tardes,
vengo a compartir con ustedes
una historia diferente.
espero que les guste.
EL DOLOR DE LA CRUZ.
CAPITULO UNO.
UNA GRAN PERDIDA.
La tarde comienza a caer, desde lo alto de una colina Candy divisa el hogar de pony, guía al caballo para bajar por la ladera, el potro va al galope por una bella arbolada cerca del orfanato.
Al encontrar el camino que lleva directo al hospicio, llama su atención una cruz tallada en madera al lado del camino, la rubia decide bajar de su montura, mira con cuidado el nombre inscrito en la cruz, su sorpresa es enorme, siente un gran dolor que atraviesa su corazón. Cae de rodillas y sus lágrimas comienzan a derramarse sin control. Sus palabras salen como un gran lamento lleno de dolor.
─ ¡Señorita Pony! ¡mi mamá! ¿Por qué no supe de su muerte? ¿Por qué? ─La rubia se aferra a la cruz. Se abandona a su dolor, siente como alguien toca su hombro.
─Candy ¿Qué haces aquí? ─Le dice la monja extrañada de encontrarla en ese lugar.
─ ¡Hermana María, la señorita Pony! ─La rubia abraza con fuerza a la monja ─ ¿porque no me avisaron? ¿porque hermana? ¿porque?
─Tranquilízate Candy, la señorita Pony está bien.
─ ¿Cómo? Y entonces ¿porque esta aquí esta cruz con el nombre de la señorita Pony? ─La rubia limpia sus lágrimas y observa con atención a la hermana María.
─Es culpa de Bob, un nuevo chiquillo que llego al hogar hace algún tiempo, es un poco raro, hace cruces cuando las personas que se enojan con él o con quienes pelea. Todos los que vivimos en el hogar ya hemos muerto una vez ─ La monja le sonríe a la rubia. ─Ven vamos al hogar, ahí te contaremos el porqué.
Candy toma las riendas de su caballo y camina junto a la hermana María, al llegar al orfanato las reciben todos los niños. Muchos de ellos no conocen a Candy, otros pocos si, la recuerdan con mucho cariño.
─ ¡Bienvenida jefe!
─¡Jimmy! ¡Cómo has crecido!
─También tú jefe, te ves muy hermosa.
─Gracias Jimmy.
─¿Cómo está el señor Cartright?
─ Muy bien, con una salud envidiable. ¿Dime jefe vienes a quedarte?
─No Jimmy, solo estoy de pasada.
─Basta chicos dejen que Candy descanse un poco.
Cuando los niños se van a jugar, la hermana María y Candy entran hasta la salita donde se encuentra la señorita Pony, la joven corre a abrazarla.
─¡Candy! Querida has venido. ─Sus ojos de la chica vuelven a cristalizarse.
─Señorita Pony la encontré en la cruz que coloco Bob en el camino que viene al hogar.
─¡Oh! Candy no sabes cuánto lo siento.
─Señorita Pony, me parece de muy mal gusto hacer cruces para la gente viva. ¿Por qué no lo reprende?
─Ven siéntate, te contare la historia de Bob y entonces entenderás porque las hace.
*
*
*
*
*
Todas las mañanas son un dulce despertar, lo primero que veo es su dulce rostro, que me mira con tanto amor y ternura, una sonrisa que hace que todas las fibras de mi ser vibren y me sienta muy feliz, dice mi nombre con tanto afecto que lo único que quiero es tomar su cara y besar su mejilla, darle un fuerte abrazo.
Sus manos rodean mi cuerpo y me atrae hacia ella diciéndome que ya es tarde que no sea tan dormilón, me coloca de pie sobre la cama y me quita el pijama, comienza a vestirme con tanto cuidado, cerciorándose que todo esté bien colocado, al terminar su labor, me da un beso en la frente y yo salto de la cama y salgo a toda velocidad hacia el patio donde me gusta jugar, oigo decir a mi madre que solo juegue un poco porque no tardara en estar listo el desayuno.
Hoy me toca ser un caballero con armadura y por supuesto tengo un lindo caballo y una espada que mi papá me hizo especialmente para mí, los tallo en madera y los pinto del color que a mí más me gusta, corro por todos lados, porque enfrento a un gran dragón de dos cabezas que quiere atacar el castillo donde vive mi hermosa dama, con astucia logro derrotarlo, subo a un montículo y declaro mi victoria. Es entonces me doy cuenta que entran varias personas entrar al patio donde juego, se dirigen al lugar donde mi papá trabaja la madera, se ven afligidos y triste, hablan algo con mi progenitor, una mujer se cubre su rostro y el hombre que va con ella la encierra en un abrazo, puedo escuchar sus sollozos, algo le duele a esta mujer ¿Qué será?
Mi atención se centra nuevamente en mi espada y mi corcel, imaginándome un lugar hermoso donde pueda montar a mi caballo y pueda cabalgar a toda velocidad, el día a transcurrido muy rápido, mi mamá me pide que vaya a llamar a papá para cenar, llego a su taller situado al final del patio, lo veo muy concentrado en su labor, al llegar hasta donde él se encuentra, lo veo tallando una cruz.
─Papá, no te parece que esa cruz es demasiado grande para colgarla en la pared de alguien. ─Mi padre me observa y sonríe y deja ir un gran suspiro.
─Está cruz hijo mío, no es para colocarla en una pared. ─estoy confundido, una cruz siempre debe estar en la cabecera de una cama o en la habitación donde se encuentra el hogar. Mi mamá, siempre dice que lo primero que debemos hacer cuando abrimos los ojos y desperezarnos, hincarnos frente a la cruz y rezar una plegaria para que nos vaya bien en el día además de pedir por el prójimo.
─Entonces ¿para qué es? ─Le pregunto.
─Para una pequeña niña que murió hace unas semanas.
─Y si ya murió ¿para que la quiere?
Mi padre me hace una seña con su mano para que me acerque a él, me sienta en su regazo, sus ojos ven los míos con mucha seriedad.
─Mira hijo, la cruz simboliza algo importante para las personas. Un consuelo y aliciente para la vida, pero también nos acompaña en el momento en que partimos de este mundo.
─No entiendo, ¿cómo es eso?
─Cuando las personas mueren, sus cuerpos son depositados en un lugar llamado cementerio. Entonces sus familiares colocan en sus tumbas una cruz, que acompaña su última morada.
─Y entonces esta cruz, es para la última morada de la niña.
─Así es hijo.
─ ¿Y porque la gente se muere papá?
─Es la ley de la vida hijo. Nacemos, crecemos y morimos.
Comienzo a sentir un dolor en mi pecho y mis lágrimas comienzan a derramarse. Me bajo del regazo de mi padre y corro hacia el lugar donde se encuentra mi mamá, escucho que a lo lejos mi padre me llama, pero mis pies no se detienen, quiero verla. Cuando llego al lugar donde se encuentra la abrazo con mucha fuerza.
─ ¡Mamita verdad que tú nunca te vas a morir? ¿Nunca me vas a dejar solo?
Sus ojos se posan en mi cara, me limpia mis lágrimas y la nariz con un trapo y escucho su dulce voz decirme.
─Claro que no hijo, siempre estaré a tu lado, ven ya no llores. ─me levanta del suelo y me acurruca en sus brazos, llenando mis mejillas de besos. La promesa de mi madre me tranquiliza, tanto que dejo de llorar y solo me quedan los suspiros profundos que quedan después de desahogar mi ser.
El tiempo ha pasado y ya soy un poco más grande, ayudo un poco más en las labores de la casa. Mi papá ha dejado de trabajar la madera, es invierno y la nieve no deja de caer, el trabajo está muy escaso, entonces decide ir al pueblo en busca de alguna labor que le pueda dar algo de dinero. Se despide de mi madre dándole un beso en la frente y de mi abrazándome con fuerza, antes de marcharse me dice con voz muy seria.
─Estaré ausente algunos días Bob, serás el hombre de la casa y cuidaras de tu mamá.
─Sí señor, no se preocupe yo la cuidare.
Mi padre se marcha y nos deja a mí y a mi madre solos en casa, los días transcurren lentos, no puedo salir a jugar porque no deja de caer nieve, el frio que hace me cala hasta los huesos. Mi mamá se da cuenta que nos hace falta leña para el hogar, me dispongo a salir por ella, pero mi mamá me detiene, diciendo que aun soy pequeño y no puedo traer lo suficiente de una sola vuelta. Además, no quiere que me enfrié y enferme, me explica que debo de cuidarme porque no hay dinero para curarnos si llegara a pasar.
Entonces mi mamá sale de la casa hacia el taller de mi padre, el aire helado golpea su cara con fuerza, sus ropas se agitan de un lado para otro, será que ella es muy fuerte, porque no creo que ese suéter y ese chal que lleva enzima le cubran el frio. Siento que mi madre se ha tardado demasiado, está comenzando a oscurecer, siento miedo. Jalo una silla y la llevo hasta la ventana, me subo en ella y limpio con mi manita el vidrio pañoso para poder ver bien hacia afuera, a lo lejos diviso una silueta que viene saliendo de una arboleda que se encuentra en final de nuestro patio, es mi mamita. Bajo con cuidado de la silla y corro a abrirle la puerta, siento como ráfagas de frio helado entran a la casa. Por fin ella está en casa, me siento más seguro. La ayudo a colocar las maderas cerca del hogar y lo alimento para que el fuego no se apague, mi mamá me sonríe y besa mi frente.
Al siguiente día me despierto yo solito, mi barriguita ruge de hambre, no sé porque mi mamita no ha venido a despertarme, comienzo a vestirme, rezo mis oraciones y al terminar salgo corriendo en su búsqueda, pero al llegar a la cocina, no hay nadie, está el lugar solo, me rasco mi cabecita pensando ¿dónde puede estar? Corro hasta su habitación y ahí esta acostada, me subo a su cama y le hablo.
─Mamita tengo hambre. ─ella abre sus ojitos lentamente, su carita está llena de agua, su cabello esta empapado, comienza a toser muy fuerte. ─Te sientes mal mamita.
─Solo un poquito mi niño.
Recuerdo que una vez que mi papa no se levantó de la cama y estaba todo mojado como mi mamá, ella le ponía pañuelos húmedos en la frente, entonces corrí a la cocina y tomé un cuenco con agua y algunos paños que estaban en un cajón, los puse en una silla cerca de la cama de mi mamá, tomé uno paño y lo exprimí lo más que pude y se lo puse en su frente que estaba muy pero muy caliente, ella solo me sonrió y se quedó dormida.
Yo seguía teniendo hambre, entonces regrese a la cocina, vi sobre la mesa un pequeño canasto con dos panes, tome la mitad de uno, comencé a comerlo lentamente, busque un poco de leche, pero no la encontré, tal vez no había, entonces tome un poco de agua y la bebí.
Después fui a ver como seguía mi mama, seguía dormida, pero hablaba cosas que no le entendía, seguí cambiando los paños que le ponía a mi mamá. Le hablé para ver si quería comer un poco de pan, pero no me contesto.
Jugué un buen rato ahí en su cuarto, que no supe en que momento me quede dormido, cuando abrí mis ojitos ya era de noche, camine unos cuantos pasos para ver si mi mamá seguía dormida y así era.
Tres días pasaron y ya no tenía que comer y mi mamá seguía en su cama sin poderse levantar. Estaba muy preocupado, ella casi no había comido en estos días, solo un pequeño trozo de pan y un poco de agua, siempre estaba al lado de ella por si necesitaba algo, ya entrada la noche escuche que emitía ruidos muy raros, como si no pudiera respirar, en ese instante escuche que la puerta de la entrada de la casa se abría, corrí para ver quien entraba por ella. Era mi papá, sin perder tiempo lo lleve a la habitación.
─Papá que bueno que llegas, mamá no se ha levantado de su cama, tiene días acostada y siempre está muy caliente.
─Edith, Edith, cariño que te pasa, por favor responde. ─ y mi mamá no respondió, ya no escuche su voz. Mi papá comenzó a llorar desconsoladamente y en ese momento supe que mi mamá había muerto.
Continuara…
Espero que la lectura haya sido de tu agrado 
Última edición por Inez Ruiz el Mar Abr 27, 2021 6:11 pm, editado 1 vez
de verdad diferente , pero emocionante 
quiero saber mas en espera del proximo capitulo
