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Saludos mis guerreras, les presento el capítulo final
de mi primera historia que espero haya sido de su agrado.
“DESCUBRIENDO AL DOCTOR MARTI”
CAPÍTULO III
EL ÁNGEL EN MI CAMINO
En uno de esos tantos días de amarga tristeza y agonía, donde ya no sabía si era de noche o de día ya que caminaba sin rumbo y sin decisión, llegué cerca de una muy humilde casita donde vivía una ancianita con su pequeña nietecita.
Yo tropecé en el camino y caí derrumbado, sin ánimo para seguir; cuando escuché una muy dulce y frágil voz diciéndome: - ¿Señor está bien? ¿Por favor no se quede ahí? Venga conmigo y curaré sus heridas, soy una excelente enfermera y estudiaré mucho para ser una gran doctora, como lo fue mi mamita.
─ Esas palabras me llegaron a lo más profundo de mi corazón tan maltrecho y mal herido, no sé cómo, pero logré levantarme y miré con curiosidad a esa pequeña personita que me había animado, era una chiquita de 6 años que me extendía su mano para ayudarme a caminar y encaminarme hacia su casita.
Como un imán que me atraía, sentí un impulso enorme y me aferré a esa pequeña manita que me transmitió tanta ternura que sin objeción caminé y la seguí hasta su hogar. Ahí se encontraba su abuelita cocinando para su nietecita, ella al ver mi estado se apresuró a acercarme una silla y ofrecerme un vaso de agua.
La pequeña corrió y entró a su habitación saliendo rápidamente de él con un maletín de doctor en mano para atenderme y revisarme, tal como me lo había dicho cuando me encontró tirado en la calle. Me dijo: - Ahora eres mi paciente y deberás permitirme revisarte y curarte, mi mamita me enseñó mucho así que quietecito y déjame curarte.
Su abuelita le llevó un pequeño balde con agua y ella con sus pequeñas manitas limpio y desinfectó mis raspones de la cara y de mis manos, no puedo describir lo que sentí cuando esa pequeñita con tanto esmero me atendió y curó mis heridas, fue el bálsamo que necesitaba mi alma para dejar de sufrir, ¿Era acaso un ángel que Dios había mandado para guiarme en esta solitaria y vacía vida que llevaba? Todas esas preguntas me hacían en mi interior al observar a esa hermosa niña, que con tanta ternura me veía, sus ojos eran tan similares a los Margaret que no pude resistir su mirada y eché a llorar de tanta alegría de verlos nuevamente.
¡Esa pequeña había logrado quitarme el estado de embriagues en el que me encontraba con solo verme a los ojos! Fue entonces cuando comprendí lo irresponsable y tonto que había sido con mi vida, ya que en vez de estar curando y sanando a mis pacientitos era yo el atendido por una hermosa niña con un corazón de oro.
Esta pequeñita secó mis lágrimas y me dijo cariñosamente: ─ ¡Ya estas curado! Prométeme que te cuidarás y no tendrás más accidentes.
─ Firmemente levanté mi mano y le juré a esa pequeñita que me cuidaría y que la ayudaría a cumplir su sueño para que pueda estudiar y lograr su sueño de convertirse en doctora.
Desde entonces no volví a tomar una sola gota de alcohol, me regeneré y no dejo de visitar y ayudar a mi ángel de la guarda que es mi pequeña Laura. Ella es mi motor que me impulsó a salir de ese infierno que yo mismo me fui creando, por mi falta de madurez y quedarme tan solo.
Tengo poco más de una semana que regresé reorganizando toda la clínica, avisando a mis pacientes que he vuelto y por ello es que solicité a una enfermera para que me ayude ya que Margaret era quien lo hacía.
Entonces Candy ¿aceptas ser mi ayudante? A lo cual nuestra bella pecosa aceptó gustosa.
F I N
Última edición por Silvia SG el Jue Abr 29, 2021 1:42 pm, editado 1 vez
