DEBER O AMOR
BY..PECAS TG
-- No es macho - dijo un momento después- , sino hembra. Y está preñada.
Candy abrió los ojos de par en par.
-- ¿Estás seguro?
-- No soy veterinario, pero eso creo.
-- Cielos, ¿qué vamos a hacer con ella?
Lavándose las manos en la pila, Terry arqueó una ceja. Candy carraspeó.
-- Quería decir, qué voy a hacer con ella.
-- Yo diría que la prioridad es bañarla.
-- Estoy de acuerdo.
Candy se dirigió al armario de las toallas. Cuando por fin localizó unas viejas y las llevó al cuarto de baño, Terry ya estaba allí. Le enseñó un frasco de plástico de champú para perros.
-- ,En la etiqueta dice que mata las pulgas.
Candy lo miró con curiosidad.
-- ¿Dónde lo has encontrado?
-- Mi madre lo dejó aquí. Era la marca que utilizaba con roky
Roky había sido la mascota de la familia Granchester durante muchos años y había participado en casi todas las excursiones de la familia. El pequeño caniche negro había muerto recientemente, para desconsuelo de sus amos.
Candy empezó a llenar la bañera.
-- Espero que no le importe mojarse. En su delicado estado, no me gustaría tener que forzarla.
Pero la perra no ofreció resistencia cuando Candy la metió con cuidado en la bañera. Utilizando la alcachofa de la ducha, la empapó y empezó a extenderle el champú.
-- Aj, el agua se está poniendo asquerosa.
-- Me sorprendes -- declaró Terry, que la estaba observando desde el umbral, con los brazos cruzados.
-- ¿Por qué? - preguntó distraídamente, enjabonando las grandes orejas del animal.
-- No imaginaba que te preocuparías por un chucho maloliente. Nunca te gustó mucho ensuciarte las manos.
-- Bueno, no podía dejar que se muriera de hambre. Y no me importa ensuciarme las manos de vez en cuando -- añadió, adivinando, a qué se refería --. Pero no me gusta tocar algo tan escurridizo como un pez. Nunca he entendido qué te atrae de tu pasatiempo favorito.
-- Mi segundo pasatiempo favorito.
No había expresión alguna en su rostro cuando Candy volvió la cabeza, ruborizándose repentinamente. Enseguida volvió a prestar atención al animal, diciéndose que Terry seguramente no se había referido a lo que automáticamente había supuesto.
Después de cerciorarse de que la perra estaba tan limpia como era posible, Candy vació la bañera, arrugando la nariz por la porquería que quedaba, y envolvió con una toalla al tembloroso animal. Terry se acercó para ayudarla. Trabajaron juntos en silencio para secarlo.
Candy se puso de cuclillas para estudiar el resultado de sus esfuerzos. El color blanco sucio siempre sería el color predominante de la perra, con manchas grises desperdigadas por su cuerpo. No ganaría ningún concurso de belleza, pero tenía una cara muy graciosa.
-- Si se ha perdido, ¿crees que sus dueños pueden haber dado aviso en el refugio de animales de la zona? - preguntó.
-- Es posible -- repuso Terry, pero no parecía muy optimista.
-- Llamaré a ver. Pero antes de nada, tengo que lavar esta bañera.
Terry miró su reloj.
-- Ya son casi las doce. Me acercaré al pueblo y compraré comida para perros; ¿Quieres que de paso traiga unas hamburguesas o comida china?
-- Buena idea, gracias. Mientras tanto, yo llamaré al refugio. Ah, y a la oficina del periódico local. Tal vez alguien haya puesto un anuncio.
Candy pensó que la mirada que Terry le dirigió al irse reflejaba lástima, como si creyera que se estaba engañando. Sabía que no tenía muchas posibilidades de encontrar al amo del animal, pero tenía que intentarlo. Seguro que alguien podía dar cobijo a un chucho tan dulce y bien amaestrado.
No sabía por qué se había encariñado tanto de él.
No era la típica persona amante de los perros. Pero la mirada triste y perdida de la perra la había conmovido. Tal vez, porque podía identificarse perfectamente con aquella sensación de incertidumbre hacia lo que el futuro podía depararle. Sabía exactamente lo que era anhelar un remanso de paz y seguridad.
Terry regresó una hora después con los brazos cargados de paquetes. Encontró a Candy sentada en el sofá viendo una película antigua en la televisión, con la perra durmiendo apaciblemente en su regazo.
-- ¿Has encontrado a los dueños?
Candy lo negó con la cabeza.
-- Por lo que he podido averiguar, nadie ha dado por perdida a una perra de mezcla que concuerde con la descripción de ésta.
-- Entonces, ¿qué vas a hacer con ella?
-- No lo sé. Supongo que la cuidaré esta noche y mañana lo decidiré.
«Mañana» era domingo, el día en que tanto Candy como Terry planeaban volver a casa. Candy tenía que tomar varias decisiones en las veinticuatro horas siguientes, reflexionó Terry. El destino de una perra abandonada era el menor de sus problemas.
-- He traído comida - anunció, dejando los paquetes sobre la mesa de centro- . Pollo para el chucho y carne a la barbacoa para nosotros.
Los ojos de Candy se iluminaron de interés.
-- ¿Carne a la barbacoa?
Terry asintió.
-- Últimamente he tenido que asistir a tantas comidas de gourmet que tenía ganas de tomar comida de verdad. He comprado sándwiches de cerdo a la barbacoa, ensalada de col y alubias con tomate. Y de postre, tarta de melocotón.
El tono de Candy parecía reflejar estudiada indiferencia.
-- No está mal.
-- Entonces, comamos.
-- Vamos, Miena -- urgió Candy a la perra dormida -- Terry ha traído el almuerzo.
-- ¿Miena? -- repuso Terty elevando las cejas.
Candy se ruborizó ligeramente.
-- Tenía que llamarla de alguna manera.
Terry estaba perplejo por la rapidez con la que Candy había congeniado con la perra. Nunca la había visto exhibir demasiado interés por las mascotas.
Se le ocurrió pensar que tal vez no conociera a Candy tan bien como pensaba, a pesar de la amistad que los había unido tantos años. ¿Podía ser, se preguntó, que hubiera cosas que no se había molestado en averiguar simplemente porque creía saber las respuestas? Tal vez, conocerse desde siempre les había impedido conocerse a fondo.
Como parecía un acertijo demasiado difícil para resolver con el estómago vacío, relegó aquellas preguntas a un segundo plano y siguió a Candy y a Miena a la cocina.
CONTINUARÁ....Gracias por leer