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DEBER O AMOR
BY.PECAS TG
-- Siempre que vamos a algún sitio, tengo que esperar porque se te ha olvidado el pintalabios. O la funda de las gafas. O la chaqueta. O el talonario. O...,
-- Me hago a la idea -- lo interrumpo con los dientes apretados.
Pero en aquella ocasión, era Terry el que no podía parar, igualmente molesto por sus manías.
-- ¿Cuántas veces te has dejado las llaves dentro del coche? ¿Cuántas veces te has olvidado de cerrar con llave la puerta de tu apartamento? ¿Cómo puedes culparme de comprobarlo todo obsesivamente cuando tú eres tan distraída?
-- ¿Distraída? -- plantó las manos sobre la mesa y se puso en pie, inclinándose hacia él para hacer más énfasis .-- Sólo porque no soy tan mecánica como una envasadora, no quiere decir que sea distraída.
Muy lentamente, Terry se puso en pie.
-- ¿Vas a decirme que no me dejaste esperando dos horas en el aeropuerto el mes pasado porque se te olvidó venir a recogerme? ¿Y no fuiste tú la que dejó una sartén al fuego un día antes de irte a la oficina? De no ser porque tu vecina avisó a los bomberos, podrías haber prendido fuego a todo el edificio.
-- He cometido un par de errores - reconoció con enojo .-- Cualquier persona que no es tan obsesivamente perfecta como tú comete algún error de vez en cuando. Pero no soy idiota. He sido premio extraordinario de licenciatura y soy la contable más eficiente y capaz de la agencia de publicidad.
-- Yo no te he llamado idiota, solo distraída. Hay una diferencia... y te darías cuenta si alguna vez controlaras tu detestable mal genio.
-- ¿Mi detestable mal genio? ¿Te atreves a echarme en cara que tengo mal genio? Tú, que tienes fama de gritar tan alto que hasta las ventanas tiemblan cuando estás furioso.
-- ¡Yo no grito! -- vociferó Terry.
Miena gimió y se refugió detrás de su cuenco de comida.
-- Mira lo que has hecho -- Candy corrió a consolar al angustiado animal. -- No pasa nada, cielo es que, habla muy fuerte cuando las cosas no van exactamente como él quiere.
Terry estaba tan rígido que podría haber tenido una escoba pegada a la espalda.
--- ¿No te alegras de haberte dado cuenta de todos mis defectos antes de cometer el terrible error de casarte conmigo? Podrías haber tenido que aguantarme a mí, con mis irritantes rutinas y mi terrible mal genio, durante el resto de tu vida.
El labio inferior le temblaba, pero Candy no apartó la vista de la perra.
- Sí, supongo que me alegro.
-- Y yo también. Detestaría pensar que todo lo que hago saca de quicio a mi esposa.
Dio media vuelta y salió de la cocina antes de que Candy pudiera responder. Con los ojos anegados de lágrimas, Candy tragó saliva para deshacer el nudo que tenía en la garganta. Lamentaba perder a su amigo de toda la vida más que al extraño que era en aquellos momentos su prometido.
.
Terry no sabía por qué se había quedado en la casa después de su riña con Candy. De haber tenido un ápice de sentido común, habría hecho el equipaje y se habría ido en lugar de soportar la tensión existente entre ellos... o las críticas de Candy, pensó con amargura.
De acuerdo, tenía varios hábitos fuertemente arraigados. Sí, le gustaba tener la vida planeada y organizada, pero eso no lo convertía en un imbécil, ¿no? Tenía muchas cosas a su favor. Todavía había muchas mujeres que morían por casarse con él, con manías y todo. Sólo porque no le había interesado ninguna en particular hacía tiempo, no significaba que tendría que vivir como un monje porque Candy se había deshecho de él.
Hizo una mueca al pensar en aquel desagradable término. Bajó la tapa de su ordenador portátil, en el que no había podido concentrarse de todas formas, y empezó a dar vueltas por su dormitorio. Habían pasado un par de horas desde que había salido hecho una furia de la cocina, y había estado allí sentado echando humo desde entonces. No, echando humo, no, se corrigió enseguida, sabiendo que así lo habría descrito Candy. Deliberando. Intentando asumir la nueva dirección que había tomado su vida de repente.
Se frotó el pecho, tratando de suavizar el dolor que sentía en el corazón. Lo superaría, se dijo, sólo necesitaba un poco de tiempo para asumir la situación.
Lo mejor sería irse. Quedarse allí con Candy era un error. Debía volver a casa y empezar a planear cómo querría pasar el resto de su vida después de su malograda boda.
Hizo una mueca y se pasó la mano por la cara, sintiendo que empezaba a dolerle la cabeza. Cielos, tendría que decírselo a su madre.
Acababa de sacar su bolsa de viaje cuando oyó a Candy llamándolo por su nombre.
-- ¿Terry? ¡Terry!
La urgencia de su tono de voz le hizo dejarlo todo y correr
CONTINUARÁ.....Gracias por leer
, estoy en suspenso , esperando e! Próximo porfis!! 