A TWIST OF FATE
CAPÍTULO 7
Ambos entraron a la casa y Candy fue la primera en hablar.
—Bueno supongo que usted va descansar yo tengo mucho por hacer aún, debo alistar y acabar de poner cosas en las habitaciones.
—Dejame ayudarte.
—¿Cómo dice?
—En qué quedamos
—Oh si disculpa no eres un viejito, ¿cómo dices? tú ayudarme.
—Vamos, esto será divertido acabaremos más pronto entre los dos y después tendremos nuestra recompensa.
—¡Que…! Preguntó Candy imaginando cosas que se estaba negando a sentir desde la noche anterior.
—Si, yo te ayudo, y qué te parece si ordenamos una pizza y vemos una película con palomitas hace cuánto no lo haces, será divertido un tiempo para ti.
—Mmm... suena tentadora la oferta mmm… déjame pensarlo —le dijo poniendo un dedo en sus labios.
Terry inmediatamente pensó cómo sería besar esos labios tan rosados y mordisquear de ellos «contrólate...»
—Pero tu eres mi huésped no es correcto, has venido a descansar.
—Si supieras lo estresante de mi trabajo, esto será una distracción y también tiene mucho que no como pizza, ¡anda vamos!
—Esta bien le —dijo Candy, extendiendo su mano en señal de trato.
Ambos abrieron las cajas restantes acomodaron toallas y canastas en los baños con todo lo necesario para los huéspedes, ambos subían y bajaban las escaleras se miraban a los ojos y reían cómplices, acabaron de acomodar toda la loza del comedor y despedazaron cajas divertidos para ponerlo todo en el basurero de reciclaje.
—Creo que lo logramos al fin terminamos —dijo Candy dando un suspiro y dejándose caer en el sillón de la sala.
—Bueno pues entonces es hora de nuestra recompensa.
Ambos cenaron pizza jugando, quien daba la mordida más grande oh terminaba más rápido la rebanada, después eligieron la película verían.
—Que tal vaselina —dijo Candy es un clásico.
—No mejor algo de Netflix le decía Terry.
Al final los dos decidieron ver la misma película pero Candy sin pensarlo se quedó dormida y se recargo en su hombro. Era tan cálida esa sensación de cercanía, permaneció así por un rato y él le habló:
—Candy, es mejor que vayas a descansar yo recogeré todo, anda pecosa.
—¡Ahh! —gruño Candy entre sueños. Él se retiró y la dejó en el sillón cubriendola una pequeña cobija. Pensó que tal vez despertaría en lo que limpiaba lo de la cena, pero no fue así. Decidió levantarla entre sus brazos pegándole a su pecho, decidió llevarla a su habitación, y sin pensarlo beso su frente en un tierno beso, ella sintió esa cálida sensación de sus labios, cuando era la última vez que ella se había sentido así, no lo sabía, esto era totalmente diferente a lo que había vivido con Michael, ella simplemente se aferró a su hombros y pecho, él entró a la habitación y cuando la iba depositar en su cama ella lo beso y él sin pensarlo respondió a ese beso. En los cinco años de relación con Mike, nunca lo había hecho así con esa pasión.
Le rodeo el cuello con los brazos para estrecharlo aún más. Ambos sintieron la fuerza del deseo y se miraron a los ojos con la tenue luz de la habitación, se podían decir tanto con sus miradas, él la tomó por el derrier la sujeto de una de sus piernas para ponerla a horcajadas pegándose contra la pared sosteniendola, Terry gimió de deseo y pronunció su nombre contra sus labios, algo le decía que debía detenerse que primero le debía contar quién era pero en esos momentos Candy lo beso aún con más fuerza. La pegó contra la fría pared, pero el frío no aplacó el fuego que crecía dentro de ella. Con cada caricia de su lengua, con cada caricia de sus manos, se avivan las llamas que ella había creído estaban apagadas para siempre después de su ruptura con Mike.
Cuando sintió las manos de Terry deslizándose por debajo de su camiseta para poder tocar sus senos. Ella levantó las manos y se deshizo de la prenda solo quedando en un sostén color carne de encaje, el miro, el broche era delantero y con su boca abrió de él dejando al desnudo sus blancos senos con unos rosados pezones erguidos exigiendo su prioridad. Terry la besó haciendo que ella se se arqueara al sentir sus placenteros labios.
Estaban yendo demasiado rápido. ¿De verdad estaba lista para acostarse con un hombre que apenas conocía? El hombre que tal vez le arrebataría a Daniel sin ella saberlo.
La corriente emocional que los recorría a ambos, se conectaba con el deseo, era algo más fuerte que ellos. El la miró por unos instantes y ella de igual modo como si ambos quisieran decir algo pero no podían. La boca hambrienta de Terry deseaba retomar lo de unos segundos atrás. Candy sentía surgir un palpitante anhelo, no quería que él parase. Parecía que ambos abrían una caja de Pandora. Ambos se deseaban.
El la llevo a la cama nuevamente y la deposito se incorporó, quitó de su playera y Terry cubrió su cuerpo con el suyo; su peso de alguna manera la hacía sentirse segura. Se había sentido muerta desde que Mike la dejara cuando más lo necesitaba y ahora era como si enfrente de ella después de un tiempo en deriva se encontrará un ancla firme para mantenerse.
—Haz el amor conmigo, Terry —susurró contra sus labios. Demuéstrame que eres todo lo que necesito en estos momentos ¡por favor!
Aquellas palabras hicieron prender un fuego en el interior de él. Y ella estuvo encantada de recibir los resultados. Él deslizó las manos por su cuerpo acariciando su cenos, desabrochó su pantalón y lo bajó con suavidad hasta dejarla con tan solo la última prenda restante. El se volvió a poner encima de ella, y las manos des Candy volaron al instante hacia su pecho ya desnudo, acariciaba de él, deslizó sus uñas por sus abdominales, dejando una marca de media luna, justo encima de sus jeans y cuando ella pensaba desabrochar de ellos él se retiró, escapando de su alcance. Inició entonces él un lento viaje por su cuerpo dejando un camino de besos por sus piernas su ombligo subiendo hasta sus senos, saboreo y succiono con fuerza sus erguidos pezones hasta que Candy soltó un gemido hundiendo sus dedos en el cabello de él. La pequeña hoguera que había encendido Terry se había convertido en un fuego violento. Anhelante tiró de él, y lo besó con fuerza, no quería apartarse de él. El se separó y nuevamente le hizo un camino de besos hasta su vientre y mordisqueo el tembloroso interior entre sus muslos, él jugueteaba aún con sus pequeñas braguitas, y en un ágil movimiento la despojó de esa última prenda restante. Candy suspiró por fin lo tendría pensó, pero se equivocó el continúo con los Jeans, acaso pretendía volverla loca.
Y él se agachó y abrió aún más sus muslos.
—!Terry! —ella jadeo.
—El se detuvo y la miró desde el interior de sus muslos.
—¿Si, pecosa?
—¿Que vas a…? ¿No irás a…?
Ni siquiera se atrevía a preguntarlo. La avergonzaba admitir algo que jamás había experimentado. Ella lo miró con los ojos entrecerrados justo en el momento que comenzaba a sonrojarse.
—¿Que pasa? ¿No has disfrutado nunca de este placer?
Candy cerró sus ojos y negó con la cabeza.
Ya veo ese tal Mike fallo, seguramente siempre pensó en complacerse asi mismo y no en complacerte a ti. Pues pienso remediar eso ahora mismo.
—No sé, Terry... no estoy segura de…
Sin previa advertencia, Terry deslizó su lengua entre su carne henchida, ahogando sus protestas. Un placer como jamás lo había experimentado atravesó su cuerpo.
—¡Terry ahhh…! —exclamó mientras arqueaba su espalda en la cama.
Terry espero un poco para acariciar con su lengua. Ella mordió su labio para evitar gritar. Le resultó difícil , sobre todo cuando el rodeo sus piernas con sus brazos y presionó sus manos contra el interior de sus muslos, para hacerla abriese más para él.
Las sensaciones provocadas por aquellas caricias tan íntimas la hicieron olvidar la vergüenza, el contacto de su sedosa lengua en su parte más íntima la llevó al orgasmo mucho más rápido de lo que había anticipado. Él sintió las palpitaciones de su orgasmo y no cedió siguió dando círculos con su lengua en su botón rosado haciendo que ella gritara «Si, si» mientras la llevaba a su límite.
Espero unos segundos se incorporó, desabrochó su pantalón y lo dejó caer junto con su ropa interior, estaba listo para hundirse en ella.
Y Cuando respiraba entrecortada lo sintió posicionarse encima de ella hundiéndose, empezó a presionar lentamente contra ella. Él había deseado ese momento más que cualquier cosa, ella era una mujer muy hermosa y el deseo se convertía en algo que él mismo no comprendía, nunca había tomado a una mujer así, sintiendo esa sensación de ser uno solo.
Con su acento Inglés le dijo al oído —Eres tan hermosa Candy.
Una y otra vez se movía y ella respondía al Vaivén que él imponía.
—Abre los ojos para mí Pecosa —le pidió con ternura en el momento que estaba apunto de venirse.
Ambos se miraron y los dos con gemidos pronunciaron el nombre del otro, los dos llegaron al clímax convulsionando sus partes más íntimas.
Que era esto que estaba sucediendo en ambos, ni ellos mismos lo entendían, era el amor que abrazaba su corazón.
El se dejó caer en la cama y la miró sonriendo.
—Fue maravilloso…
—Ni que lo digas —dijo Candy recordando cuando él probó de su intimidad—. Me has hecho ver colores.
Terry no pudo evitar sonreír ante su sinceridad, él la jaló hacia sí y la acomodo en su brazo.
—Creeme yo seré el más feliz de hacer tu vida de colores pecosa.
—No me digas así.
—Pero es que estás pecosa, no puedo mentir, no soy mentiroso «¡Maldición!» se dijo sabiendo que lo era.
Sintió un frío helado al recordar que debía hablar con ella. Sin pensarlo ambos quedaron dormidos y un rato después Candy se paró con cuidado necesitaba una ducha. Cuando estaba a solas con los ojos cerrados disfrutando del agua caliente caer por su cara sintió la presencia de él a sus espaldas haciendo que volteara.
—Por qué no me has invitado, yo también deseo bañarme.
Este…, yo —tartamudeo Candy ante su presencia y viéndolo desnudo.
—No me digas que tienes pena, después de anoche.
—Y si así fuera… hay algún problema.
—No ninguno, es solo que eso me excita aún más, déjame mirarte, eres tan hermosa —le dijo con un beso.
Ella respondió a sus labios.
—Te deseo —la profunda voz de Terry la hizo temblar.
Ella lo anhelaba de igual modo, quiso buscarlo al despertarse, pero decidió bañarse, qué pensaría él si ella lo buscaba. Era una sensación que la excitaba pero a la vez la asustaba.
—Yo también te deseo —susurró al tiempo que enredaba sus brazos en su cuello.
Ambos se besaban con pasión, enredando sus lenguas y mordisqueando sus labios, el ritmo de su respiración empezaba a ser agitado en ambos, el deseo en ambos se respiraba por cada poro de su piel. El la levantó en sus brazos, a horcajadas pegandole contra la fría pared de la ducha. Ella lanzó un grito ahogado de sorpresa.
—Te necesito, quiero estar dentro de ti —le dijo mientras él recargaba sus rodillas para empezar con el Vaivén que su cuerpo exigía.
Él apretó sus dientes controlandose, quería que ella lo necesitará como él la necesitaba en esos momentos, beso de unos de sus pechos y después la volvió a mirar a los ojos mientras seguía moviéndose.
—Yo también te necesito —logró decir Candy—. Hazme tuya nuevamente —gimió ante lo que se avecinaba. Un temblor los hizo estremecerse a los dos, señal de que nuevamente alcanzaban un orgasmo juntos.
Salieron de la ducha besandose.
—Bueno es que usted no se cansa señor Beaker.
—Contigo nunca me cansaría pecosa —mordisqueo su nariz.
Será mejor que vayas a vestirte —dijo Candy, toma otro cambio de ropa, en lo que hago el desayuno, muero de hambre.
—Está bien, en unos momentos bajo para estar contigo, pero después del desayuno yo no respondo de lo que pueda pasar —le dijo guiñandole el ojo.
Candy bajó y observó que el teléfono de Terry estaba descargado en la mesa de la cocina, por suerte tenía un cargador de su iPhone, ella había ordenado varios cargadores para diferentes tipos de entrada de celular para sus clientes, sabía que solían olvidarlos, perderlos, y hasta descomponerse.
Lo conecto y mientras preparaba el café y sacaba las cosas para el desayuno, el celular prendió, ella lo observó iluminarse.
Momentos después vibró, una llamada estaba entrando, lo ignoro no debía ser entrometida pero la persona era insiste sonó dos veces más.
—Tal vez sea una emergencia, contestaré y le daré el recado.
—Bueno, señor Grandchester, por fin contesta me urgía localizarlo, su padre Richard, necesita hablar con usted, bueno... bueno... está ahí joven Terry. —mencionaba el abogado de Richard Granchester al otro lado del auricular.
—Terry Granchester —Candy se quedó sorprendida ante la noticia no pronuncio palabras. Él era nada menos que el hermano de Stear, en ese momento lo observó bajando las escaleras y sintio el suelo abrirse debajo de ella.
—¿Qué pasa Candy? Pareces fantasma estás pálida —él observó su celular en su mano y lo tomo escucho que alguien hablaba.
—Bueno —dijo Terry.
—Oh gracias a Dios, soy Clover Rogers, el abogada de su padre, le llamó por qué se ha puesto grave lo han tenido que hospitalizar.
—Le llamo en unos minutos Clover, estoy ocupado.
—Pero joven Grandchester —Terry colgó la llamada.
—Asi que eres Terrence Granchester…
Continuará…