DEBER O AMOR
BY. PECAS TG
Terry se quedó helado en el centro del salón, preguntándose qué demonios estaban haciendo allí sus padres y los de Candy. Reconoció la expresión en el rostro enérgico de su madre. Era la mirada aterradora que ponía cuando había decidido que algo iba mal en la familia y estaba dispuesta a solucionarlo. Terry deseó dar media vuelta y salir corriendo.
-- ¿Se puede saber qué les pasa? -- inquirió con impaciencia la hermosa Eleonor Grandchester, mirando con enojo a su hijo -- Emily me llamó esta mañana y parecía que el mundo se estaba viniendo abajo.
-- Algo va mal -- declaró con gravedad la delgada y nerviosa Emily White, contemplando con ojos entornados la cabeza gacha de su hija -- Tenemos que saber lo que ha pasado para poder ayudaros.
«¿Cómo has podido hacerme esto?» quiso decir Terry al mirar a su padre con el ceño fruncido, a lo que Richael Grandchester respondió encogiéndose de hombros con indefensión. El padre de Candy, James White, lo imitó.
-- No había necesidad de que vinieran corriendo.
-- ¿Quieres decir que Emely está equivocada? ¿Que Candy y tú no tienen problemas? -- inquirió Eleonor, retándolo a que le mintiera.
-- Eh... nosotros... -- flaqueó, incapaz de reunir el valor suficiente para anunciar lo que sin duda alguna crearía el caos en la habitación.
Emely aprovechó aquel extraño momento para exclamar triunfante:
-- ¡Lo sabía! -- se encaró directamente a su hija -- . Candice Emely White, ¿qué has hecho? Candy bajó las manos y la miró con indignación.
-- ¡Yo no he hecho nada!
-- Lo ves, Emely, ya te dije que no debíamos entrar aquí de esta forma -- protestó James --. Seguramente los chicos tenían que resolver algunas cuestiones antes de la boda. Eleonor y tú siempre estáis sacando las cosas de quicio.
-- Conocemos a nuestros hijos -- balbuceó Emely.
-- Y sabemos cuándo nos necesitan -- añadió Eleonor.
Las dos amigas de toda la vida hablaban a dúo con frecuencia.
-- Todavía no he oído decir nada a los chicos -- comentó James -- . Yo creo que si quisieran ayuda, la habrían pedido.
- Exactamente -- corroboró Terry.
Emely tomó súbitamente la mano izquierda de Candy.
-- ¿Por qué no llevas tu anillo de compromiso? Candy volvió la cabeza hacia Terry. Sus miradas se cruzaron, y Terry supo que al menos, en aquel momento, estaban totalmente de acuerdo. Los dos deseaban que los tragara la tierra. Observó cómo Candy inspiraba profundamente... y daba la noticia con voz firme y neutral.
-- Terry y yo ya no estamos comprometidos, mamá. Hemos anulado la boda.
La reacción, después de un largo momento de silenciosa perplejidad, fue tan terrible como Terry había predicho. Los cuatro padres empezaron a hablar a la vez, y hubo una confusión de gritos maternales de desconsuelo y súplicas paternales de mantener la calma.
-- ¿Cómo has podido romper el compromiso cuando ni siquiera faltan dos semanas para la boda? -- inquirió Eleonor, levantando las manos en el aire -- . ¿Es que no te das cuenta de todo el trabajo que ha supuesto para Emely y para mí?
-- ¿Qué has hecho, Candy? -- gimió su madre -- . ¿Cómo has podido espantar a un hombre que habría sido un marido y un padre maravillosos? ¿Un hombre al que has conocido y querido toda tu vida?
Terry hizo una mueca. Sin duda Candy lo quería a su manera, pero como ella misma había señalado, eso no bastaba. A la hora de la verdad, Terry no había dado la talla. No era lo que ella quería.
Claro que Candy no sabía que ella era exactamente lo que él quería. Que no podía imaginarse deseando a ninguna otra mujer. Que perderla era la experiencia más dolorosa de su vida.
Los dos matrimonios seguían balbuciendo. Las lágrimas se derramaban por el rostro de Emely. James le daba palmaditas en el hombro, como si compartiera el deseo de Terry de que la tierra lo tragara. Richael estaba empezando a enfadarse, como si todavía pudiera Castigar a Candy y a Terry hasta que fueran razonables e hicieran lo que se les decía.
-- ¿Qué podemos hacer para arreglarlo? - preguntó Emely -- ¿Qué ha fallado?
Candy movió la cabeza.
-- No puedes hacer nada, mamá. Esta vez, no. Terry y yo ya lo hemos decidido.
-- ¿Ha sido idea tuya, verdad? - preguntó Emely con resignación -- . Lo supe nada más oír tu voz en mi contestador. Saliste huyendo y el pobre Terry te siguió hasta aquí para intentar hacerte razonar, pero no sirvió de nada.
-- Terry es un buen hombre -- le dijo James a su hija con la voz preocupada de un padre -- . Sólido. Estable. Podrá mantenerte y cuidar de ti.
Terry apenas podía dar crédito a sus oídos.
-- ¿La vas a despedir de la agencia, James? preguntó, dando un paso protector hacia Candy. Sorprendido, James lo negó con la cabeza.
-- Por supuesto que no. Es la mejor contable que tengo en plantilla.
-- Entonces es perfectamente capaz de mantenerse ella sola. No me necesita para que la cuide.
-- Gracias -- murmuró Candy, acercándose un poco a él para que pudiera oírla.
-- Está demasiado obsesionada con su trabajo -- acusó Emely a su marido --. La has estado entrenando desde que era pequeña para que asumiera el negocio algún día y se te ha olvidado recordarle lo importante que es ahorrar tiempo para una familia. ¿Es que la agencia va a ayudarla cuando esté cansada o triste? ¿O cuando sea una vieja solterona?
Candy parpadeó y Terry supo que le desolaba la idea de que la relegaran prematuramente no sólo a la soltería, sino a la ancianidad.
-- No es culpa mía que no le duren los novios --repuso James en tono defensivo -- . Terry es el mejor de todos con los que ha salido, y yo mismo lo he dicho, pero no puedo obligarlos a que sigan juntos.
Terry estaba empezando a irritarse en nombre de Candy. ¿Qué clase de apoyo familiar era aquel? Acababa de romper su compromiso y debía estar angustiada, aunque no tuviera el corazón roto. Sus padres debían apoyarla moralmente, en lugar de criticarla.
CONTINUARÁ..Gracias por leer