The society of the devil se hace presente nuevamente con el segundo reto lanzado por la jefa Gezabel. Esperamos lo disfruten.
Me encontraba en el país andino por una gira con la compañía de teatro, una de las pocas que aún quedaban. Ya llevaba tres días ahí y me pareció una buena idea conocer a los lugareños. Así fue como fui a dar a ese bar, donde recargado sobre la barra y escuchando esa canción a todo volumen y con algunas copas ya en el cuerpo mi mente empezó a recordar lo que había sido mi vida hasta ahora.
Desde pequeño tuve una vida algo peculiar por así decirlo, mis padres se divorciaron cuando yo aún era muy pequeño, por lo que honestamente no tengo recuerdos de nosotros viviendo como familia. Mi padre es un gran empresario de la industria automotriz y mi madre una modelo bastante reconocida. Nunca he tenido en claro que signifique para mi madre, pues en esa época lo más importante para ella era consagrarse como la mejor actriz, y por tal motivo yo terminé viviendo con mi padre lo que al inicio se suponía sería solo por una temporada.
Mi padre siempre fue bastante esquivo, por lo que vivir con él no sería problema. El problema fue que nunca imaginé que él hubiese seguido con su vida y que ya tendría otra pareja. Y ella sí que fue todo un problema, al parecer mi presencia le disgustó desde el primer día que me vio y apenas pudo se encargó de dejarme en claro que no era bienvenido en su casa y que yo no formaba parte de su familia. Su habilidad para insultar era fabulosa y su lista de insultos interminable, la cual descargó en mi día tras día. Jamás le comenté de esto a mi padre, solo me limitaba a ignorarla, aunque sus palabras calaban hondo en el pequeño que era en ese entonces.
A la corta edad de 10 años no contaba con ninguna figura materna que me mimara, o me consolara cuando había tenido un mal día. Traté varias veces de tener más comunicación con mamá, aunque fuera a la distancia, pero al parecer el tiempo nunca era suficiente para su trabajo demandante. Con la pareja de mi papá jamás intenté ni siquiera conversar, ella me detestaba y me lo había dejado muy claro, así que no le vi el caso a que yo intentara cambiar eso.
Seguí con mi vida y a los diecisiete años no pude soportar más la vida en la casa de mi padre, por lo que salí de ahí sin siquiera despedirme. Nunca había sentido esa casa como mi hogar, así que supuse que para ellos tampoco era un miembro infaltable.
Siempre me había interesado la actuación, por lo que, ingresé a la carrera de actuación teatral de la Universidad local. Tal vez había nacido con un don innato o tal vez era tanta mi pasión por la actuación que desde un inicio empecé a sobresalir de los demás. Yo estaba sumamente feliz por ello, sentía que lo que me deparaba el futuro eran solo éxitos y por fin esa esquiva felicidad.
Y todo hubiese sido así, si no la hubiera conocido a ella. Una pelirroja hermosa y despampanante que me hechizo con su soltura y su seguridad en sí misma. Elisa era una niña rica criada para vivir la vida sin preocupaciones. Empezamos a salir y todo parecía genial, nos llevábamos muy bien en todos los aspectos, ambos disfrutábamos de la vida como es lo normal a los 19 años.
Los problemas vinieron después, con el paso del tiempo me di cuenta de algunas actitudes que no me agradaban de ella, Elisa era un demonio cuando quería, no tenía límites y eso me tocó vivirlo en persona cuando decidí terminar mi relación con ella.
Al principio pareció tomarlo bien, por lo menos en apariencia. Cada semana ella me escribía para saber cómo estaba, o me invitaba a salir, aunque yo normalmente declinaba sus invitaciones, ella era muy insistente y hubo ocasiones en las que no me quedo de otra que aceptar.
En una de esas ocasiones salimos a un bar cercano a la universidad, ya que mi departamento estaba a los alrededores de esta. Estábamos tomando unas cervezas, cuando ella me pidió que le trajera hielo porque su bebida estaba caliente. Nunca imagine lo que este pequeño acto de caballerosidad desataría después. Elisa aprovechándose de mi ausencia coloco algún somnífero en mi bebida. Yo sin saber lo que había pasado, ni lo que vendría después, le entregué lo solicitado y me senté nuevamente para seguir bebiendo.
Al poco tiempo de terminarme la cerveza me empecé a sentir aletargado, me costaba hasta hilar mis pensamientos y ni que decir de las palabras, creo que solo podía balbucear cosas ininteligibles. Por supuesto que después de esto Elisa me acusó de haberla forzado a estar conmigo mientras que yo me encontraba en estado de ebriedad y que por ello no me recordaba nada de lo sucedido. Como era de esperarse eso no terminaba ahí, pues supuestamente, nuestra noche de pasión había dado frutos y por esa razón ella estaba embarazada.
Yo estaba que no lo creía ¿En serio pasaban este tipo de cosas en la vida real? La situación era tan risible, de no ser porque la familia de Elisa eran gente muy adinerada e influyente y no eran personas con las que quisieras estar en malos términos. Jamás pensé en acudir a mi padre, él nunca me busco una vez que salí de su casa por lo que asumí que estaba mejor sin mí. De mi madre ni hablar, tenía años sin recibir noticias de ella.
¿Qué hacer? Era en lo que pensaba día y noche. Por supuesto que ni por asomo paso por mi mente asumir un compromiso con Elisa, antes preferiría cualquier otro tipo de consecuencia. Tan decidido estaba que saque mis nulas capacidades detectivescas, porque no di con nada que pudiera ayudarme. Visité el bar, conversé con el barman, con los meseros, pero nada, casualmente nadie sabia nada, nadie había visto nada o simplemente no lo recordaban. Claro, no era difícil asumir que Elisa o su familia tenían intimidados a todos quienes pudieran contar una versión diferente que la que ellos decían.
Casi estaba por darme por vencido, en cuanto a la búsqueda de algún testigo que pudiera decir lo que realmente había pasado, cuando recibí un mensaje de WhatsApp de un número que no reconocí. En este mencionaban que querían verme para un asunto importante que me convenía.
Primero pensé que podría ser la misma Elisa o su familia intentando hacerme caer en algo más, pero ¿En qué más podrían hacerme caer? Prácticamente me tenían en sus manos, en segundo, ellos no actuaban anónimamente, de hecho, se jactaban de atemorizar a cuanta persona quisieran, por lo que descarté que fueran ellos y respondí el mensaje, citándome con la persona.
Al llegar me lleve una gran sorpresa, pues quien me había citado era nada más y nada menos que Candy la prima de Elisa, con quien si mal no recuerdo no tenia una buena relación. Recordaba haberla visto en alguna que otra reunión a la que acudí, pero jamás entablé alguna conversación con ella, por lo que no entendí que era lo que buscaba citándome a mí.
—¿Tú? —Exclamé frunciendo el ceño.
—Hola Terry, ¿Cómo estás?
—He estado mejor, créemelo. —Respondí con fastidio— Dime ¿porque me has citado? ¿Es esto una broma, no se han cansado de joderme la vida?
Se que ella no era la responsable de mis problemas, pero ya a estas alturas mi cabeza era una olla en ebullición a punto de estallar, no podía más con todo lo que se me venía encima.
—Lo siento Terry y por supuesto que no, —aclaró ella vehemente— solo quiero ayudar, estoy absolutamente en contra de lo que Elisa intenta hacer, es por ello por lo que, —se giró para tomar su bolso y extraer algo de este—, toma, grabé una plática muy comprometedora de mi familia donde tocan el tema de lo que paso en el bar, como lo hizo Elisa, quien la ayudo, y lo más importante el motivo del porque lo hizo.
Tome el USB atónito, no lo podía creer, de repente sentía que se disipaba esa oscura neblina que me venia persiguiendo desde que esto paso.
—Muchas gracias, en serio, no sabes lo que esto significa para mí.
Ella solo sonrío y tomo su bolso para retirarse.
—Candy, yo, lamento mi recibimiento. —Dije algo avergonzado por mi exabrupto.
—Descuida, —contestó alegremente— cuídate mucho y dales su merecido —murmuró señalando el pendrive.
La vi alejarse y agradecí internamente que alguien en esa familia tuviera decencia. A los pocos días Elisa se contactó conmigo para ver los preparativos de la boda, fue entonces que felizmente le dije que no me casaría con ella, aunque fuera la última mujer en este mundo.
Ella empezó a amenazarme y a soltar un sinfín de improperios, hasta que le rebele lo que tenía en mi poder y le pedí que se dejará de molestarme y renunciará a su capricho conmigo, o de lo contrario, me vería en la penosa necesidad de hacer publica dicha conversación que no solo la expondría a ella sino a toda su familia.
Al parecer a Elisa no le intereso tener dicha publicidad, por lo que, a regañadientes, tuvo que dejarme en paz y buscarse otro padre para el hijo que ella esperaba, lo cual, si era real, pero, por supuesto, no era mío.
Por fin mi vida volvía a su calma habitual. Después de eso yo me volví mucho más reservado, casi no salía y si lo hacía solo era en casos excepcionales. Siento que perdí un poco de mi alegría por vivir con esa situación, aunque adquirí un poco mas de madurez.
Vaya que tenía un karma con las mujeres: primero mi madre y su desinterés como tal, después mi madrastra y su odio irracional hacia mí, y finalmente Elisa y su amor enfermizo y tóxico. Todas ellas habían causado algo en mi interior, al final había sido el receptor de sus propias frustraciones.
Puse el vaso sobre la barra donde había estado recargado y me incorporé para retirarme. Una hermosa castaña de ojos marrón y mirada traviesa, al otro lado del bar, me sonrío cuando retiro mi vaso. Karen se leía en el gafete que colgaba de su delantal.
Sonreí devolviéndole el gesto y camine hacia la puerta mientras en mi mente surgía la siguiente pregunta ¿Volvería a dejar que otra de ellas me usara a su antojo? Voltee hacia la barra y ahí estaba ella, sonriente y dispuesta.
Ya veremos, me dije, ya veremos.
FIN