Capítulo 2 -Parte 1
By Rossy Castaneda
Edición de Cici Grandchester
Con un andar seguro, Terrence subió al avión privado que aguarda por él.
Horas mas tarde, cuando el piloto le avisó que habían llegado, bajó de la aeronave y salió del aeropuerto observando todo a su paso de manera discreta.
Revisó su reloj. Le pareció extraño que quien se suponía iría a levantarlo no estuviera en el lugar a pesar de saber la hora exacta en que arribaría al aeropuerto internacional de New York.
—¿Necesita un taxi señor?
—No —respondió secamente.
—Puedo llevarlo a donde me indique.
—Le he dicho que no —su voz era inflexible.
—Vamos señor estoy libre, y no he tenido un buen día —intentó tomar su maleta
—Escuche, en caso de necesitar transporte, yo mismo lo buscaré —respondió. Tanta insistencia de parte de aquel extraño no le agradó. Se alejó de él, lo que menos quería en ese momento, era llamar la atención, y si se enfrascaba en una discusión con aquel hombre sin duda alguna lo haría.
Su celular comenzó a sonar, sacó este del bolsillo de su pantalón y respondió
—¿Cómo va todo?
—Igual, señor.
—Bien, háblame si hay alguna mejoría —ahogó un suspiro y estaba a punto de finalizar la llamada cuando escuchó hablar a su interlocutor.
—Señor
—¿Sucedió algo nuevo? —cuestionó alarmado.
—No —respondió —es solo que... —hizo una pausa.
—Di lo que tengas que decir —lo urgió.
—¿No cree que debió esperar unos días?
—Me hubiera encantado hacerlo, pero las cosas se me fueron de las manos y no tuve mas por hacer que adelantar mis planes, y tú lo sabes mejor que nadie —respondió con toda la sinceridad que le fue posible—. Por cierto, agradezco que me hayas avisado sobre los planes de ese mal nacido, de no haber sido por ti a esta hora no la estaría contando... te debo una.
—No fue nada señor, sabe que mi fidelidad, obediencia y respeto le pertenecen solo a usted... la verdad me hubiera gustado acompañarlo.
—Lo sé, Charlie, pero tú eres mi hombre de confianza, eres mi sobra en la oscuridad, mis oídos y ojos en esa cueva de chacales, además, nadie mejor que tú para seguir mis órdenes al pie de la letra, sé que aunque todos me traicionen, tú no lo harás nunca, me lo has demostrado mas de una vez, y, lo que estas haciendo ahora mismo por mi, me confirma que no me equivoqué contigo.
—Estoy a su servicio, señor
—Bien, debo dejarte ahora. Márcame si hay alguna mejoría.
—De acuerdo, señor.
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Después de treinta minutos más esperando, finalmente Terrence decidió tomar un taxi. La paciencia no era una de sus virtudes y esa vez esperó mas de lo que en su vida lo había hecho.
Tras entregar la dirección de su destino final, Terrence se sumergió en sus pensamientos. Cerró los ojos y comenzó a recordar el motivo por el que había regresado a aquel País en donde cinco años atrás se juró no volvería. Tenía sus motivos y no se le apetecía recordarlos. En ese momento, centró sus cavilaciones en su propósito a cumplir.
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Años atrás...
Siguiendo las órdenes de su progenitor, Terrence viajó a Irlanda para brindarle asesoría al amigo y socio de su padre.
—Gracias por venir Terrence —lo invitó a tomar asiento —Richard me dijo que tú eres la persona correcta para esta misión.
—Agradezco la confianza —respondió el castaño tras acomodarse —Usted dirá señor McGregor
—Necesito un lugar seguro en donde resguardar mis mas preciados tesoros —lo miró a los ojos y comenzó a explicar lo que quería sin revelar mas de lo debido. Terrence lo escuchaba atentamente y tomaba nota mental de los detalles que revelaba, no le fue difícil descifrar que el hombre frente a él le ocultaba información, y eso no le afectó en lo absoluto entre menos supiera sería mejor para él.
—¿Conserva aún el negocio de bienes raíces en New York? —preguntó el castaño cuando el hombre mayor concluyó.
—Si, tengo algunos edificios comerciales y residenciales.
—¿Que tan lejos se encuentra uno del otro?
—Están relativamente uno al lado de otro.
—¡Perfecto! —Terrence extendió sus largas piernas cuan largas eran y se acomodó en la silla —De acuerdo a lo que ha revelado —comenzó a decir el joven castaño —la mejor opción es que use esos edificios.
—Creo que no me has entendido... —comenzaba a decir el hombre cuando Terrence lo interrumpió con un carraspeó de garganta.
—Le aseguro que he comprendido a la perfección lo que desea señor McGregor —lo miró a los ojos —permítame explicarle.
—Te escucho.
—Lo primero que debe hacer es conseguir una persona de su entera confianza que sea ciudadano Norteamericano y que radique en la ciudad de New York, alguien que pueda servirle como un comprador ficticio para llevar a cabo una compra/venta. ¿Cuenta con alguna persona que reúna esos requisitos?
—Si, tengo al hombre perfecto para llevar a cabo lo que propones.
—En ese caso le aconsejo que se ponga en contacto con él a la brevedad posible y si acepta, comience los trámites de compra venta y pida al broker que esté al frente de la transacción que escriba las siguientes cláusulas —Terrence sacó de su portafolio papel y pluma y comenzó a escribir una a una las cláusulas que protegerían al señor McGregor de no ser expropiado de sus propiedad y tesoros. Cuando había dinero de por medio lo mejor era no tentar al diablo y tomar sus precauciones. Le explicó luego lo que debía hacer y como debía hacerlo.
"El dinero corrompe y es capaz de romper lazos de amistad y familiar, si lo sabría él".
Gracias por leer