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—Está aquí, ha llegado
—¿Quién?
—El que va a asesorar al dueño de todo esto para que nos saque de nuestras piezas.
—¿Cómo es?
—Es un hombre rudo y sin corazón
—¡Eh! —murmuraron todos al unísono a excepción de su hermano quien era el mas razonable de todos.
—¿Cómo puedes estar seguro que lo sea? ¿A caso lo trataste?
—Bueno... no... —rascó su cabeza —pero tiene un rostro de mármol.
—Tomando en cuenta las características del mármol significa que es refinado.
—No lo digo por eso —rodó los ojos. Si era honesto con el mismo su hermano tenía razón, el hombre lucía refinado hasta la médula.
—Y entonces, ¿por qué la comparación?
—Su rostro es duro e inexpresivo.
—¿Conversaste con él?
—No... pero...
—Pero nada —lo interrumpió —Archie, ¿cuántas veces te he dicho que no puedes juzgar a las personas por su aspecto físico? —suspiró — cientos de veces ¿verdad?
—Pero Stair, el tipo se ve que es un arrogante y a juzgar por su acento, apostaría que es Inglés —resopló —y seguro es de esos ingleses que se creen la última coca cola en el desierto.... ¡bah! —bufó con fastidio —este es nuestro territorio, nuestro País y no vamos a permitir que ningún extranjero venga a asesorara al dueño para que nos eche como perros callejeros de nuestros hogares.
—¿Y cómo piensas impedirlo? —cuestionó su hermano mayor —si él viene a asesorar al dueño y este considera que sus consejos son lo mejor para sus finanzas, puede hacer lo que se le plazca con sus propiedades ¿no te parece?
—Bueno si, pero, no puede venir así nada mas echarnos de nuestros departamentos, jamás nos hemos retrasado en nuestros pagos.
—Aunque así sea, él puede perfectamente llegar a un acuerdo con nosotros e instalarnos en otro sitio, demoler este complejo de departamentos y los edificios restantes para construir unos nuevos cómodos, lujosos y extremadamente costosos, los cuales dudo mucho nosotros podamos pagar por muy bien que nos vaya en nuestros negocios.
—Pues no la tendrá fácil... o ustedes que opinan vecinos —inquirió mirándolos.
—Yo apoyo a Archie —Annie se acercó a él.
—Archie tiene razón —murmuraron los demás —además tenemos un comité de resistencia y no permitiremos que nos desalojen del que ha sido nuestro hogar durante mucho tiempo, y contamos con el apoyo del licenciado Ardley, él peleará nuestros derechos.
Mientras todos discutían la manera como le harían frente al posible enemigo que acababa de arribar, Terrence junto a Anthony caminaban por los alrededores.
Sin perder detalle de todo a su alrededor, el joven Granchester seguía a Anthony mientras éste le hacía un breve resumen de los inquilinos del edificio Magnolia.
—Así que no quieren marcharse.
—La verdad los entiendo señor, no es nada fácil marcharse de un lugar en donde han vivido por años y por ende lo consideran su hogar —ladeó ligeramente el rostro para mirarlo —durante todo este tiempo, han sido puntuales con el pago de sus utilidades, ademas, cada uno tiene un pequeño negocio en aquel otro edificio —lo señaló.
—¿Que tipo de negocio tienen? —preguntó Terrence con un poco de intriga.
—Los hermanos Cornwall son dueños de tres negocios; Allistair, es dueño de una tienda de electrónicos, Archiebald es dueño tienda de ropa masculina, y una tintorería, Annabella Brighton es maestra de piano, Patricia O’Brian tiene una academia de balet y coreografía, Flammy Hamilton es dueña de un restaurant, el cual atiende junto a su hermano Sam con quien pelea todo el tiempo, y Mark es dueño de una pequeña fabrica de Whisky Escocés el cual vende en su establecimiento.
—Mmm, hay una gran variedad
—Así es señor.
El que los inquilinos del edificio Magnolia no quisieran marcharse, y que estuvieran organizados para hacerle frente a la situación, representaba un obstáculo para Terrence, y en ese momento, lo que menos quería era meterse en una pelea legal con ellos, ya que significaría permanecer mas tiempo del que se propuso estar en aquella ciudad; y eso, era algo que no estaba en sus planes.
—¿Puedes llevarme al edificio en donde se encuentra la otra puerta secreta?
—Por supuesto señor Granches... —perdón, Graham —se corrigió al instante —sígame.
—Es aquí.
Los ojos del joven Inglés se ampliaron al leer el rótulo que colgaba frente a la puerta.
—¿Es una broma verdad?
—No señor —respondió Anthony —No tuve corazón para negarles el arrendamiento. ¿Cómo podría hacerlo? Mire sus caritas tan felices.
—Centro de apoyo para niños abandonados —leyó Terrence una vez mas en voz alta, sintiéndose de pronto y por primera vez desarmado ante una situación adversa ya que de cierto modo él sabía lo que era no contar con la protección de una madre, y de no haber sido por su padre, hubiese terminado en un lugar como el que estaba frente a él.
—Lo siento señor Graham, sé que esto interfiere aún mas en sus planes.
—No te disculpes Anthony, cualquier persona en tu lugar habría hecho exactamente lo mismo —respondió sin apartar la vista de los niños en el interior del lugar —ahora y por el bien de ellos debemos buscar la manera de agilizar las cosas y encontrar un lugar seguro para que se muden.
—Se refiere a los inquilinos del edificio Magnolia o solo a los niños de este centro.
—A todos naturalmente, no quiero que comiencen a cuestionar la razón por la cual solo derribaré un solo edificio —respondió Terrence fijando su mirada azul en su interlocutor que le veía perplejo —no soy un despiadado Anthony, a pesar de ser quien soy y de haber crecido en una ambiente diferente, no soy un monstruo, no levanto mi mano en contra de ningún inocente y mucho menos en contra de mujeres y niños indefensos, eso es algo que mi padre me enseñó. No soy un asesino a sangre fría, si he levantado mi mano en contra de alguien, es porque se lo merecían o porque mi vida estaba en peligro —se encogió de hombros —ley de supervivencia, es así como lo llaman ¿no?
Anthony asintió.
—Hola buenas tardes, ¿les puedo ayudar en algo?
—No, sor María —respondió Anthony a la dama frente a ellos que vestía un hábito —solo le estaba mostrando el lugar al señor Graham.
—Encantada de conocerlo señor Graham —sonrió.
—Lo mismo digo —se obligó a responder Terrence.
—¿Está aquí para adoptar a un niño o solo de visita?
—Digamos que de visita
—¿Viaja solo?
《¿De que se trataba todo aquello?》 —se preguntó Terrence internamente en tanto erguía su postura. En su vida lo habían cuestionado tanto, y de no ser porque quien lo hacía en ese preciso instante era una religiosa a cargo de un centro de apoyo para niños abandonados, la hubiese mandado al mismísimo infierno desde hacía rato.
—El señor Graham ha venido para asesorarme con respecto a la venta de los edificios, Sor María —se apresuró a responder Anthony al darse cuenta de la incomodidad de su acompañante.
—Oh —musitó con sorpresa la religiosa mujer —Señor Graham debe persuadir al señor Brower para que no venda este edificio —su voz era suplicante —¿Que será del futuro de estos niños si lo hace?
—Tenga la seguridad que buscaremos la mejor solución a todo esto —Terrence ahogó un suspiro. Cuando viajó desde Londres a New York, tenía claro lo que haría para sacar lo que le pertenecía, pero resistencias de algunos inquilinos y la existencia de aquel lugar cambiaba las cosas de una manera inesperada para él.
—¿Le gustaría hacer una donación? —preguntó la religiosa de pronto sin perder el tiempo —lo poco o mucho que done nos será de gran ayuda.
—Si claro —Terrence sacó su billetera y le entregó todo el efectivo que tenía en ese momento.
—¡Oh Por Dios! —Exclamó la mujer con sorpresa al darse cuenta que era una suma alta dijo : —Esto es mucho dinero señor Graham, ¿está seguro que quiere donarlo todo?
—Lo estoy —respondió Terrence asintiendo con la cabeza, su cuerpo erguido y sus labios firmes en una linea recta.
—Dios le multiple al ciento por uno, señor. Hoy en días hay muy pocas personas con su generosidad —tomó sus manos —disculpen debo marcharme ahora, me encuentro sola, la señora Paulina quien es la directora del refugio, fue a recoger algunos donativos y los niños reclaman mi atención —dijo con una cálida sonrisa luego que una pequeña criatura tirará de su hábito —me dio gusto conocerlo señor Graham, y está demás decirle que es bienvenido a este humilde lugar.
—Gracias.
Terrence asintió con la cabeza. Observó detenidamente el lugar en donde se encontraba sentado uno de los niños. Suspiró. Aquel pequeño tenía su trasero sobre el lugar preciso en donde estaba situada una de las entradas secretas al largo tunel que aconsejó al señor William McGregor diseñara para que, además de esconder su fortuna, le sirviera como via de escape en caso de necesitarlo.
Dicho túnel estaba conectado con todos los edificios de su propiedad y contaba con varias puertas de entrada y salida, pero solo dos de ellas llevaban a la bóveda en donde se encontraba lo que al él le interesaba, pero, había un pequeño problema, el precavido William McGregor había cambiado la clave de acceso a espalda suya, y tras re programarla, mandó a silenciar a la única persona que después de él sabía la clave, y gracias a eso, no había forma de abrir aquella maldita entrada sin ocasionar daños colaterales, así que no le quedaba mas remedio que derribar uno de los dos edificios, pero todo comenzaba a complicarse. Según Anthony, un grupo de inquilinos se negaba a abandonar uno de los edificios en donde estaba una de las puertas de acceso al lugar de interés, y como cereza del pastel, este pequeño grupo de niños se convertía en otro impedimento mas para ingresar por la otra.
Gracias por leer
Retaliación
Capítulo 4 Parte 1
Por Rossy Castaneda
Capítulo 4 Parte 1
Por Rossy Castaneda
—Está aquí, ha llegado
—¿Quién?
—El que va a asesorar al dueño de todo esto para que nos saque de nuestras piezas.
—¿Cómo es?
—Es un hombre rudo y sin corazón
—¡Eh! —murmuraron todos al unísono a excepción de su hermano quien era el mas razonable de todos.
—¿Cómo puedes estar seguro que lo sea? ¿A caso lo trataste?
—Bueno... no... —rascó su cabeza —pero tiene un rostro de mármol.
—Tomando en cuenta las características del mármol significa que es refinado.
—No lo digo por eso —rodó los ojos. Si era honesto con el mismo su hermano tenía razón, el hombre lucía refinado hasta la médula.
—Y entonces, ¿por qué la comparación?
—Su rostro es duro e inexpresivo.
—¿Conversaste con él?
—No... pero...
—Pero nada —lo interrumpió —Archie, ¿cuántas veces te he dicho que no puedes juzgar a las personas por su aspecto físico? —suspiró — cientos de veces ¿verdad?
—Pero Stair, el tipo se ve que es un arrogante y a juzgar por su acento, apostaría que es Inglés —resopló —y seguro es de esos ingleses que se creen la última coca cola en el desierto.... ¡bah! —bufó con fastidio —este es nuestro territorio, nuestro País y no vamos a permitir que ningún extranjero venga a asesorara al dueño para que nos eche como perros callejeros de nuestros hogares.
—¿Y cómo piensas impedirlo? —cuestionó su hermano mayor —si él viene a asesorar al dueño y este considera que sus consejos son lo mejor para sus finanzas, puede hacer lo que se le plazca con sus propiedades ¿no te parece?
—Bueno si, pero, no puede venir así nada mas echarnos de nuestros departamentos, jamás nos hemos retrasado en nuestros pagos.
—Aunque así sea, él puede perfectamente llegar a un acuerdo con nosotros e instalarnos en otro sitio, demoler este complejo de departamentos y los edificios restantes para construir unos nuevos cómodos, lujosos y extremadamente costosos, los cuales dudo mucho nosotros podamos pagar por muy bien que nos vaya en nuestros negocios.
—Pues no la tendrá fácil... o ustedes que opinan vecinos —inquirió mirándolos.
—Yo apoyo a Archie —Annie se acercó a él.
—Archie tiene razón —murmuraron los demás —además tenemos un comité de resistencia y no permitiremos que nos desalojen del que ha sido nuestro hogar durante mucho tiempo, y contamos con el apoyo del licenciado Ardley, él peleará nuestros derechos.
Mientras todos discutían la manera como le harían frente al posible enemigo que acababa de arribar, Terrence junto a Anthony caminaban por los alrededores.
Sin perder detalle de todo a su alrededor, el joven Granchester seguía a Anthony mientras éste le hacía un breve resumen de los inquilinos del edificio Magnolia.
—Así que no quieren marcharse.
—La verdad los entiendo señor, no es nada fácil marcharse de un lugar en donde han vivido por años y por ende lo consideran su hogar —ladeó ligeramente el rostro para mirarlo —durante todo este tiempo, han sido puntuales con el pago de sus utilidades, ademas, cada uno tiene un pequeño negocio en aquel otro edificio —lo señaló.
—¿Que tipo de negocio tienen? —preguntó Terrence con un poco de intriga.
—Los hermanos Cornwall son dueños de tres negocios; Allistair, es dueño de una tienda de electrónicos, Archiebald es dueño tienda de ropa masculina, y una tintorería, Annabella Brighton es maestra de piano, Patricia O’Brian tiene una academia de balet y coreografía, Flammy Hamilton es dueña de un restaurant, el cual atiende junto a su hermano Sam con quien pelea todo el tiempo, y Mark es dueño de una pequeña fabrica de Whisky Escocés el cual vende en su establecimiento.
—Mmm, hay una gran variedad
—Así es señor.
El que los inquilinos del edificio Magnolia no quisieran marcharse, y que estuvieran organizados para hacerle frente a la situación, representaba un obstáculo para Terrence, y en ese momento, lo que menos quería era meterse en una pelea legal con ellos, ya que significaría permanecer mas tiempo del que se propuso estar en aquella ciudad; y eso, era algo que no estaba en sus planes.
—¿Puedes llevarme al edificio en donde se encuentra la otra puerta secreta?
—Por supuesto señor Granches... —perdón, Graham —se corrigió al instante —sígame.
—Es aquí.
Los ojos del joven Inglés se ampliaron al leer el rótulo que colgaba frente a la puerta.
—¿Es una broma verdad?
—No señor —respondió Anthony —No tuve corazón para negarles el arrendamiento. ¿Cómo podría hacerlo? Mire sus caritas tan felices.
—Centro de apoyo para niños abandonados —leyó Terrence una vez mas en voz alta, sintiéndose de pronto y por primera vez desarmado ante una situación adversa ya que de cierto modo él sabía lo que era no contar con la protección de una madre, y de no haber sido por su padre, hubiese terminado en un lugar como el que estaba frente a él.
—Lo siento señor Graham, sé que esto interfiere aún mas en sus planes.
—No te disculpes Anthony, cualquier persona en tu lugar habría hecho exactamente lo mismo —respondió sin apartar la vista de los niños en el interior del lugar —ahora y por el bien de ellos debemos buscar la manera de agilizar las cosas y encontrar un lugar seguro para que se muden.
—Se refiere a los inquilinos del edificio Magnolia o solo a los niños de este centro.
—A todos naturalmente, no quiero que comiencen a cuestionar la razón por la cual solo derribaré un solo edificio —respondió Terrence fijando su mirada azul en su interlocutor que le veía perplejo —no soy un despiadado Anthony, a pesar de ser quien soy y de haber crecido en una ambiente diferente, no soy un monstruo, no levanto mi mano en contra de ningún inocente y mucho menos en contra de mujeres y niños indefensos, eso es algo que mi padre me enseñó. No soy un asesino a sangre fría, si he levantado mi mano en contra de alguien, es porque se lo merecían o porque mi vida estaba en peligro —se encogió de hombros —ley de supervivencia, es así como lo llaman ¿no?
Anthony asintió.
—Hola buenas tardes, ¿les puedo ayudar en algo?
—No, sor María —respondió Anthony a la dama frente a ellos que vestía un hábito —solo le estaba mostrando el lugar al señor Graham.
—Encantada de conocerlo señor Graham —sonrió.
—Lo mismo digo —se obligó a responder Terrence.
—¿Está aquí para adoptar a un niño o solo de visita?
—Digamos que de visita
—¿Viaja solo?
《¿De que se trataba todo aquello?》 —se preguntó Terrence internamente en tanto erguía su postura. En su vida lo habían cuestionado tanto, y de no ser porque quien lo hacía en ese preciso instante era una religiosa a cargo de un centro de apoyo para niños abandonados, la hubiese mandado al mismísimo infierno desde hacía rato.
—El señor Graham ha venido para asesorarme con respecto a la venta de los edificios, Sor María —se apresuró a responder Anthony al darse cuenta de la incomodidad de su acompañante.
—Oh —musitó con sorpresa la religiosa mujer —Señor Graham debe persuadir al señor Brower para que no venda este edificio —su voz era suplicante —¿Que será del futuro de estos niños si lo hace?
—Tenga la seguridad que buscaremos la mejor solución a todo esto —Terrence ahogó un suspiro. Cuando viajó desde Londres a New York, tenía claro lo que haría para sacar lo que le pertenecía, pero resistencias de algunos inquilinos y la existencia de aquel lugar cambiaba las cosas de una manera inesperada para él.
—¿Le gustaría hacer una donación? —preguntó la religiosa de pronto sin perder el tiempo —lo poco o mucho que done nos será de gran ayuda.
—Si claro —Terrence sacó su billetera y le entregó todo el efectivo que tenía en ese momento.
—¡Oh Por Dios! —Exclamó la mujer con sorpresa al darse cuenta que era una suma alta dijo : —Esto es mucho dinero señor Graham, ¿está seguro que quiere donarlo todo?
—Lo estoy —respondió Terrence asintiendo con la cabeza, su cuerpo erguido y sus labios firmes en una linea recta.
—Dios le multiple al ciento por uno, señor. Hoy en días hay muy pocas personas con su generosidad —tomó sus manos —disculpen debo marcharme ahora, me encuentro sola, la señora Paulina quien es la directora del refugio, fue a recoger algunos donativos y los niños reclaman mi atención —dijo con una cálida sonrisa luego que una pequeña criatura tirará de su hábito —me dio gusto conocerlo señor Graham, y está demás decirle que es bienvenido a este humilde lugar.
—Gracias.
Terrence asintió con la cabeza. Observó detenidamente el lugar en donde se encontraba sentado uno de los niños. Suspiró. Aquel pequeño tenía su trasero sobre el lugar preciso en donde estaba situada una de las entradas secretas al largo tunel que aconsejó al señor William McGregor diseñara para que, además de esconder su fortuna, le sirviera como via de escape en caso de necesitarlo.
Dicho túnel estaba conectado con todos los edificios de su propiedad y contaba con varias puertas de entrada y salida, pero solo dos de ellas llevaban a la bóveda en donde se encontraba lo que al él le interesaba, pero, había un pequeño problema, el precavido William McGregor había cambiado la clave de acceso a espalda suya, y tras re programarla, mandó a silenciar a la única persona que después de él sabía la clave, y gracias a eso, no había forma de abrir aquella maldita entrada sin ocasionar daños colaterales, así que no le quedaba mas remedio que derribar uno de los dos edificios, pero todo comenzaba a complicarse. Según Anthony, un grupo de inquilinos se negaba a abandonar uno de los edificios en donde estaba una de las puertas de acceso al lugar de interés, y como cereza del pastel, este pequeño grupo de niños se convertía en otro impedimento mas para ingresar por la otra.
Gracias por leer