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—No te atrevas si quiera a nombrar a mi madre en esto, padre —escupió con resentimiento y se preparaba para arremeter contra aquel a quien consideró un ejemplo a seguir, cuando fueron interrumpidos.
—Licenciado, hasta que lo encuentro —su voz sonaba agitada.
—¿Y ahora qué? —preguntó irritado.
—La licenciada ... —apretó los labios al percatarse que no estaba solo —solicita su presencia —concluyó.
—Anda, ve con tu amo. —William Ardley hizo una ademán con las manos instándolo a que se marchara —Mas temprano que tarde te darás cuenta que mal paga el diablo a quien bien sirve.
—Tú y yo no hemos terminado aún —respondió el rubio de ojos azules.
—Por mi parte si —replicó William Ardley.
—En la próxima audiencia acabaré contigo, padre —sentenció el rubio arrastrando la última palabra.
—Me aseguraré que no vuelvas a llamarme así —respondió William Ardley cuando él se giró consiguiendo que se parara en seco.
—¿Y como piensas hacerlo?
—Voy a repudiarte, no me interesa tener un monstruo como hijo —replicó provocando que los azules ojos de su hijo mayor se abrieran ampliamente. Desde la muerte de su esposa, Albert y él no tenían una buena relación, él lo culpaba de todo lo sucedido aquella fatídica noche y lo acusaba de no quererlo lo suficiente y fue esa la razón por la cual en día, cuando menos lo esperó, su primogénito tomó su camino, uno que no le agradaba en lo absoluto a él ya que para nadie era un secreto que el bufete de abogados en donde trabajaba, era una guarida de forajidos y ladrones sin escrúpulos y conciencia. Eran capaces de hacer lo que fuera para conseguir victorias en los tribunales sin importarles aplastar a los mas débiles e indefensos a quienes él representaba.
—No te atreverías a hacerlo —replicó él tras recomponerse.
—¿Quieres apostar?
************
—Felicidades Albert, sin duda alguna eres el mejor abogado dentro del bufete, estuviste estupendo.
—Solo hice lo que se esperaba de mi licenciada.
—Hiciste mas que eso, sabía que podía confiar en ti.
—Gracias por su confianza licenciada.
—Si te soy honesta, al principio dudé un poco en dejarte al frente de este caso porque creí te dejarías llevar por el sentimentalismo ya que te enfrentarías a tu propio padre, pero con tu actuación en el tribunal, me has dejado claro que eres un abogado frío, calculador y capaz de hacer lo que sea por ganar un caso, tal y como se requiere en esta firma —sonrió —si sigues así llegarás muy lejos.
—Hago lo mejor que puedo para demostrar hacía donde apunta mi lealtad.
—Haces bien Albert —palmeó su hombro —supiste utilizar los medios que puse en tus manos y gracias a eso, el abogado demandante se ha quedado sin pruebas, sin testigos y sin chance alguno de ganar este caso —sonrió —confío en que lo destrozaras en la próxima audiencia.
—Así será, cuente con eso —respondió el rubio con un dejo de tristeza en lo mas profundo de su corazón. No le era del todo agradable enfrentar a su padre y desestimar sus pruebas y testigos de la manera que lo había hecho, ya que si era honesto con él mismo, había jugado sucio para ganar aquella batalla. Su padre tenía razón, se estaba convirtiendo en un monstruo en su afán de desquitar su rabia con la vida en contra de su progenitor sin importarle arrastrar a su propia en hermana para ponerla en medio del campo de batalla entre su padre y él.
*********************
Tras negarse a ser llevado dentro de una patrulla, Terrence tomó otro taxi. El agua estaba suficiente revuelta como para moverla un poco más, lo que menos necesitaba en ese momento era llamar la atención, entre mas desapercibido pasara, sería mejor para cumplir sus planes y luego largarse de aquel Pais para disfrutar a plenitud de su "pequeña fortuna".
—Lamento no haber ido por usted al aeropuerto como estaba previsto, pero surgió un pequeño inconveniente —Anthony le salió al encuentro en cuanto lo reconoció. Frente a los inquilinos que aun quedaban en el edificio Magnolia, él era el propietario aunque la verdad era otra muy distinta, una verdad que solo conocían Terrence y él.
—¿Tiene que ver con quienes quieren comprar?
—Así es. Al parecer no van a quitar el dedo del renglón. Están decididos a comprar. Ya han compensado económicamente a la mayoría de los dueños de los edificios de los alrededores y planean hacer lo mismo con los restantes, afortunadamente los habitantes del edificio Magnolia están muy bien organizados y cuentan con el apoyo del licenciado William Ardley quien de alguna manera los está representando.
—Ya veo —replicó Terrence achicando los ojos. Tanto interés le parecía extraño. —¿Hábleme mas sobre el licenciado William Ardley, ¿quién es él?, ¿en dónde vive?, ¿tiene familia? —Indagó. Si iba a enfrentarse a él, necesitaba por lo menos conocer a su adversario.
—El licenciado Ardley es un abogado de alta reputación en el estado de New York, se caracteriza por ser defensor de los mas desvalidos, en este momento está representando a un grupo de personas que entabló una demanda en conjunto en contra de una prestigiosa farmacéutica quien a su vez es una de los tantos tentáculos del prestigioso consorcio que insiste en comprar sus propiedades para derribarlas para construir una edificación mas de su lujosa e inmensa cadena de hoteles y centro comercial.
El abogado William Ardley vive en una amplia casa no muy lejos de aquí, pero alquila la oficina de la planta baja del edificio Magnolia, en donde tiene establecido su bufete, cuenta únicamente con un empleada, Karen Kleiss quien es una abogada inexperta, un poco distraída pero una muy buena persona. Sus únicos familiares son su hija Candice y su hijo Albert —suspiró —para desgracia del hombre, su hija es científica de la farmacéutica en cuestión y su hijo, abogado como él, es parte del bufete que los representa y es con quien se enfrente en los tribunales.
—Vaya, vaya —Terrence curvó sus labios —sería interesante ver a padre e hijos en una lucha campal defendiendo sus respectivas posturas, pero lo dejaré para otro momento —dijo poniéndose serio nuevamente —dígame algo señor Brower, ¿Cómo consiguió quitarse de encima al comprador que le hizo la última propuesta de compra/venta?
—Le dije que pensaría en su propuesta... ya sabe, necesitaba ganar tiempo en tanto usted llegaba y se hacía cargo del asunto, después de todo usted y yo sabemos que yo no soy el dueño real de todo esto —señaló —yo solo soy un testaferro y al fallecer el señor McGregor, la propiedad pasó a sus manos como estaba escrito en una de las cláusulas que debemos hacer efectiva lo mas pronto posible.
—Durante el viaje, tuve la oportunidad de meditar al respecto y considero que no hará falta hacer los trámites correspondientes, ya que eso implicaría que debo permanecer por más tiempo de lo que planeo en este Pais, así que lo mejor es seguir con el plan inicial de recuperar lo que es mío por derecho y luego, si esa molesta constructora desea comprar los terrenos, se los vende y usted puede quedarse con el dinero de la venta como una pequeña paga por sus servicios, a parte de lo que prometí le daría por sus servicios, claro está.
—No hace falta señor, no hice todo esto por dinero, lo hice para demostrarle a usted que soy una persona confiable.
Anthony formó parte de la organización luego del atentado que William McGregor sufriera unos años atrás. En poco tiempo demostró su perspicacia y sangre fría las cuales combinó con una gran delicadeza y cortesía en las esferas del crimen organizado, ganándose de aquella manera la confianza tanto de su padre y la de William McGregor.
Darle caza a los atacantes de William McGregor fue una de las cosas que le abrieron camino, silenciar a las autoridades de New York de manera misteriosa, le ayudó a asumir gradualmente la dirección de las múltiples actividades que William McGregor tenía en el bajo mundo, dándole la tranquilidad para permanecer aislado completamente de los negocios ilícitos y centrarse en los lícitos. Pero, no todo era perfecto. Bajo aquella piel de cordero, Anthony. escondía un secreto, uno que estaba dispuesto a ocultar el mayor tiempo posible.
Gracias por leer
Retaliación
Capítulo 3 Parte 2
By Rossy Castaneda
Capítulo 3 Parte 2
By Rossy Castaneda
—No te atrevas si quiera a nombrar a mi madre en esto, padre —escupió con resentimiento y se preparaba para arremeter contra aquel a quien consideró un ejemplo a seguir, cuando fueron interrumpidos.
—Licenciado, hasta que lo encuentro —su voz sonaba agitada.
—¿Y ahora qué? —preguntó irritado.
—La licenciada ... —apretó los labios al percatarse que no estaba solo —solicita su presencia —concluyó.
—Anda, ve con tu amo. —William Ardley hizo una ademán con las manos instándolo a que se marchara —Mas temprano que tarde te darás cuenta que mal paga el diablo a quien bien sirve.
—Tú y yo no hemos terminado aún —respondió el rubio de ojos azules.
—Por mi parte si —replicó William Ardley.
—En la próxima audiencia acabaré contigo, padre —sentenció el rubio arrastrando la última palabra.
—Me aseguraré que no vuelvas a llamarme así —respondió William Ardley cuando él se giró consiguiendo que se parara en seco.
—¿Y como piensas hacerlo?
—Voy a repudiarte, no me interesa tener un monstruo como hijo —replicó provocando que los azules ojos de su hijo mayor se abrieran ampliamente. Desde la muerte de su esposa, Albert y él no tenían una buena relación, él lo culpaba de todo lo sucedido aquella fatídica noche y lo acusaba de no quererlo lo suficiente y fue esa la razón por la cual en día, cuando menos lo esperó, su primogénito tomó su camino, uno que no le agradaba en lo absoluto a él ya que para nadie era un secreto que el bufete de abogados en donde trabajaba, era una guarida de forajidos y ladrones sin escrúpulos y conciencia. Eran capaces de hacer lo que fuera para conseguir victorias en los tribunales sin importarles aplastar a los mas débiles e indefensos a quienes él representaba.
—No te atreverías a hacerlo —replicó él tras recomponerse.
—¿Quieres apostar?
************
—Felicidades Albert, sin duda alguna eres el mejor abogado dentro del bufete, estuviste estupendo.
—Solo hice lo que se esperaba de mi licenciada.
—Hiciste mas que eso, sabía que podía confiar en ti.
—Gracias por su confianza licenciada.
—Si te soy honesta, al principio dudé un poco en dejarte al frente de este caso porque creí te dejarías llevar por el sentimentalismo ya que te enfrentarías a tu propio padre, pero con tu actuación en el tribunal, me has dejado claro que eres un abogado frío, calculador y capaz de hacer lo que sea por ganar un caso, tal y como se requiere en esta firma —sonrió —si sigues así llegarás muy lejos.
—Hago lo mejor que puedo para demostrar hacía donde apunta mi lealtad.
—Haces bien Albert —palmeó su hombro —supiste utilizar los medios que puse en tus manos y gracias a eso, el abogado demandante se ha quedado sin pruebas, sin testigos y sin chance alguno de ganar este caso —sonrió —confío en que lo destrozaras en la próxima audiencia.
—Así será, cuente con eso —respondió el rubio con un dejo de tristeza en lo mas profundo de su corazón. No le era del todo agradable enfrentar a su padre y desestimar sus pruebas y testigos de la manera que lo había hecho, ya que si era honesto con él mismo, había jugado sucio para ganar aquella batalla. Su padre tenía razón, se estaba convirtiendo en un monstruo en su afán de desquitar su rabia con la vida en contra de su progenitor sin importarle arrastrar a su propia en hermana para ponerla en medio del campo de batalla entre su padre y él.
*********************
Tras negarse a ser llevado dentro de una patrulla, Terrence tomó otro taxi. El agua estaba suficiente revuelta como para moverla un poco más, lo que menos necesitaba en ese momento era llamar la atención, entre mas desapercibido pasara, sería mejor para cumplir sus planes y luego largarse de aquel Pais para disfrutar a plenitud de su "pequeña fortuna".
—Lamento no haber ido por usted al aeropuerto como estaba previsto, pero surgió un pequeño inconveniente —Anthony le salió al encuentro en cuanto lo reconoció. Frente a los inquilinos que aun quedaban en el edificio Magnolia, él era el propietario aunque la verdad era otra muy distinta, una verdad que solo conocían Terrence y él.
—¿Tiene que ver con quienes quieren comprar?
—Así es. Al parecer no van a quitar el dedo del renglón. Están decididos a comprar. Ya han compensado económicamente a la mayoría de los dueños de los edificios de los alrededores y planean hacer lo mismo con los restantes, afortunadamente los habitantes del edificio Magnolia están muy bien organizados y cuentan con el apoyo del licenciado William Ardley quien de alguna manera los está representando.
—Ya veo —replicó Terrence achicando los ojos. Tanto interés le parecía extraño. —¿Hábleme mas sobre el licenciado William Ardley, ¿quién es él?, ¿en dónde vive?, ¿tiene familia? —Indagó. Si iba a enfrentarse a él, necesitaba por lo menos conocer a su adversario.
—El licenciado Ardley es un abogado de alta reputación en el estado de New York, se caracteriza por ser defensor de los mas desvalidos, en este momento está representando a un grupo de personas que entabló una demanda en conjunto en contra de una prestigiosa farmacéutica quien a su vez es una de los tantos tentáculos del prestigioso consorcio que insiste en comprar sus propiedades para derribarlas para construir una edificación mas de su lujosa e inmensa cadena de hoteles y centro comercial.
El abogado William Ardley vive en una amplia casa no muy lejos de aquí, pero alquila la oficina de la planta baja del edificio Magnolia, en donde tiene establecido su bufete, cuenta únicamente con un empleada, Karen Kleiss quien es una abogada inexperta, un poco distraída pero una muy buena persona. Sus únicos familiares son su hija Candice y su hijo Albert —suspiró —para desgracia del hombre, su hija es científica de la farmacéutica en cuestión y su hijo, abogado como él, es parte del bufete que los representa y es con quien se enfrente en los tribunales.
—Vaya, vaya —Terrence curvó sus labios —sería interesante ver a padre e hijos en una lucha campal defendiendo sus respectivas posturas, pero lo dejaré para otro momento —dijo poniéndose serio nuevamente —dígame algo señor Brower, ¿Cómo consiguió quitarse de encima al comprador que le hizo la última propuesta de compra/venta?
—Le dije que pensaría en su propuesta... ya sabe, necesitaba ganar tiempo en tanto usted llegaba y se hacía cargo del asunto, después de todo usted y yo sabemos que yo no soy el dueño real de todo esto —señaló —yo solo soy un testaferro y al fallecer el señor McGregor, la propiedad pasó a sus manos como estaba escrito en una de las cláusulas que debemos hacer efectiva lo mas pronto posible.
—Durante el viaje, tuve la oportunidad de meditar al respecto y considero que no hará falta hacer los trámites correspondientes, ya que eso implicaría que debo permanecer por más tiempo de lo que planeo en este Pais, así que lo mejor es seguir con el plan inicial de recuperar lo que es mío por derecho y luego, si esa molesta constructora desea comprar los terrenos, se los vende y usted puede quedarse con el dinero de la venta como una pequeña paga por sus servicios, a parte de lo que prometí le daría por sus servicios, claro está.
—No hace falta señor, no hice todo esto por dinero, lo hice para demostrarle a usted que soy una persona confiable.
Anthony formó parte de la organización luego del atentado que William McGregor sufriera unos años atrás. En poco tiempo demostró su perspicacia y sangre fría las cuales combinó con una gran delicadeza y cortesía en las esferas del crimen organizado, ganándose de aquella manera la confianza tanto de su padre y la de William McGregor.
Darle caza a los atacantes de William McGregor fue una de las cosas que le abrieron camino, silenciar a las autoridades de New York de manera misteriosa, le ayudó a asumir gradualmente la dirección de las múltiples actividades que William McGregor tenía en el bajo mundo, dándole la tranquilidad para permanecer aislado completamente de los negocios ilícitos y centrarse en los lícitos. Pero, no todo era perfecto. Bajo aquella piel de cordero, Anthony. escondía un secreto, uno que estaba dispuesto a ocultar el mayor tiempo posible.
Gracias por leer