-No es magnífico Tom- le cuestiono a su hermano al ver como el lugar comenzaba a cobrar un aspecto diferente.
-¿La fiesta o tu futuro novio?- No perdió oportunidad de molestar a la morena al ver la presencia de cierto caballero Andlay.
-Eres odioso Tom- Refunfuño y volteo su mirada en una clara señal de disgusto.
-Cálmate hermana, o pensará que eres una gruñona, ¡auch!- se quejó ante el pellizco que le fue propinado. -Es broma, ¿sabes? has hecho un maravilloso trabajo, debo irme, llego mi invitado- Sin darle tiempo para responder se marchó al encuentro de su mejor amigo.
-Terrence-
-Tom- Ambos hombres se saludaron y abrazaron. Se conocieron en el colegio en Londres, Terry era un “buscapleitos” y para Tom fue algo genial que alguien pensara como él: que las normas de su clase eran ridículas, que todo eso a lo que otros llamaban éxito fuera solo una prisión para aquellos que tienen sueños, metas y ganas de vivir su propia vida.
-Espero que tengas un buen motivo para hacerme venir a este lugar- Dijo de manera despectiva, pues odiaba asistir a bailes; la razón, eran muchas y cada una con un nombre diferente que lo asediaban como si fuera el único hombre sobre la tierra.
-Cálmate Grandchester, tómalo como unas vacaciones de tu ocupada vida de duque-
-¡Shhh!, se supone que nadie sabe quién soy- miro preocupado a los lados rezando por que nadie los hubiera escuchado.
-Amigo, te traje para que te diviertas un poco en un lugar donde nadie te conoce, así que, volvamos a los viejos tiempos durante una semana, después seguirás la búsqueda de una esposa- El inglés lo miró con ira, pero terminó riendo junto a Tom.
Para su buena suerte, era un baile de máscaras, así que le era más fácil pasar desapercibido para todas esas madres que hacían de casamenteras para sus hijas. Se estaba divirtiendo viendo a todos los jóvenes que intentaban escapar de las damas, pobres, al menos por esa ocasión él no era el protagonista de tales escenas. En un rincón del salón observaba a Tom quien bailaba con una chica de cabellos oscuros, los miraba atentamente para poder molestar a su amigo después, pero en su mirada se cruzó una joven, la más hermosa que había visto, pero, lo que captó su atención fue la mirada que poseía. Sus ojos eran bellos, de color esmeralda que ocultaban un secreto, secreto que el fue capaz de descubrir. A pesar de su amplia sonrisa que lucía ante ese muchacho con el que bailaba, vio la soledad y la desesperación a su rostro.
En la oscuridad de su habitación, el castaño no podía dormir. En su mente permanecía imborrable la imagen de esa mujer… ¿Qué rayos le estaba pasando? Últimamente no era el mismo, después del baile en casa de su amigo, este le había propuesto ir a cabalgar, practicar esgrima y mil cosas más que disfrutaba hacer, pero le había pedido asistir a más eventos de los que odiaba y, ¿con qué fin? ni siquiera él podía saberlo, la semana estaba por llegar a su fin y decidió quedarse más tiempo, ¿para qué? no hacía más que verla a la distancia. Estaba exasperado consigo mismo, no entendía cuál era la causa de tanta conmoción “¿te gusta?” recordó la pregunta de su amigo la misma noche en que llegó a escocia.
Flashback
-Por hoy ya he tenido suficiente de bailar- Comentó cansado de que su madre le buscara parejas pero se detuvo al notar que su amigo no estaba en el mismo lugar que él. -¿Terry?- Confundido por la falta de respuesta, siguió la mirada del joven duque, entonces encontró la causa del mutismo en el que se encontraba. Sonrió pícaramente -Su nombre es Candice White- Las palabras se repitieron en su cabeza como un eco, “Candice, Candy, que bello nombre” de un momento a otro su mente quedó en blanco. -Es la hija de una prestigiosa familia-
-No me interesa- dijo cortantemente pero sus ojos aún estaban fijos en ella, analizando cada movimiento y cada gesto que hacía.
-Si como no, acaso, ¿te gusta? Si es así deberías ir a hablar con ella-
Fin del flashback.
No conocía ese sentimiento, pero verla le provocaba un nudo en el estómago y cada noche en los eventos sociales la buscaba hasta encontrarla, al hacerlo no la perdía de vista. ¿Es eso a lo que llaman amor? o ¿acaso una simple atracción física? “En que estoy pensando, debería olvidarme de ella” se regañó a sí mismo, pero por más que intentaba hacerlo, esos ojos verdes lo volvían a hipnotizar y su sonrisa dulce y triste al mismo tiempo hacía que su corazón se encogiera. Aunque lo negara, deseaba que por un instante, fuera él a quien le sonriera.
Continuará…
Gracias por su apoyo en el capítulo anterior