A pesar de los breves momentos que compartían no le era suficiente, deseaba más. Así que ingenió un plan para verla, lo primero fue persuadir a la hermana de su amigo que invitara a la chica a tomar el té. Aquel día hablaron acerca de diferentes temas, pero a ella le llamó la atención que él mencionara que su escritor favorito era Shakespeare. Luego que terminara la reunión, Terry se ofreció a acompañarla a su casa, durante el camino hablaron acerca de sus obras y personajes preferidos.
Después de unos días más comenzaron a reunirse solos, el pretexto era compartir literatura, pero con el tiempo se volvieron más unidos, aunque las peleas estaban a la orden del día, por más que pensaba en los motivos por los que sucedían, no encontraba explicación ya que eran cosas extremadamente ridículas.
-Aquí estas- Dijo una voz dulce sacándolo de sus pensamientos, misma que reconocería en cualquier parte del mundo.
-Pensé que no vendrías pecosa- dijo despreocupadamente.
-Ya te he dicho que no me llames así- se defendió molesta mientras se sentaba a un lado suyo.
-Pero te queda muy bien- replicó mirando el vestido rosado que resaltaba sus ojos y observando como su expresión se relajaba al respirar el aire fresco. Candy se quedó en silencio, en cualquier otra ocasión empezaría una de sus acostumbradas peleas pero no tenía ánimos para hacerlo. -¿Sucede algo?- Pregunto preocupado ante el mutismo de la joven. Ella continuó en silencio, estuvo a punto de volver a preguntar pero se detuvo al percatarse de las lágrimas que inundaban sus verdes esmeraldas.
-¿Alguna vez has deseado escapar de todo?- su mirada se encontraba perdida en la nada.
-Siempre- Respondió recordando las innumerables ocasiones en las que todos le hablaban de su responsabilidad como duque, las eternas lecciones de política, economía y etiqueta, los regaños de su padre y profesores y los comentarios hirientes que recibía por no vivir bajo las normas establecidas de su sociedad.
-Estoy cansada- Su voz parecía apagada y sin vida. -Estoy cansada de ser lo que todos esperan de mí- No pudo contener por más tiempo las lágrimas, que rodaban por sus suaves mejillas. Terry acomodó un mechón de su dorado cabello tras su oreja tímidamente y la envolvió en un reconfortante abrazo. Su corazón se estrujo al verla de esa manera, ella solo se merecía lo mejor, en cambio, tenía que conocer aquellos horribles sentimientos de vivir una mentira, sentimientos que conocía bastante bien.
Ningún sonido se escuchaba, las palabras no fueron necesarias para hacerle sentirse entendida y reconfortada. -Lo siento- Dijo una vez que se había calmado, rompiendo el silencio que habían mantenido.
-Es difícil vivir cuando no estás de acuerdo con lo que han decidido para ti, pero, sigue siendo tu decisión seguir el destino que han escrito para ti o construir uno nuevo, que sea solo para ti- Dijo observando la manera en la que la suave brisa movía las hojas de los árboles. -Puedes elegir que es lo que te hace feliz, no seguir fingiendo y ser tú misma, incluso… elegir a alguien que te vea como eres y amarte a ti en lugar de la dama perfecta que muestras ser-
Espero les haya gustado este capítulo