Aunque digas que has cambiado Candy, sé que no es así, aunque ahora estés con él, sé que es de una manera errónea. Los dos delatamos nuestro amor con tan solo mirarnos, siempre fue así. Si he de raptarte lo voy hacer pecosa…
Se que piensas en mi, no lo puedes negar, ¡¿que locura es esa de querer ser monja?! espere demasiado tiempo para mandar esa carta. Todo por querer guardar un estúpido luto y apariencia.
Mi sorpresa fue grande cuando fui a tu hogar y aquellas mujeres me invitaron a tomar nuevamente un té. Ellas también piensan que es una locura la decisión que has tomado.
Lo que has hecho es una tontería, solo por querer olvidar y enterrar tus sentimientos hacia mi. Si, tus madres me lo dijeron con toda la intención de hacerte recapacitar de esta locura.
Mi sorpresa fue grande al enterarme que Anthony Bower Ardlay, ¡está vivo! y es sacerdote, ese jardinerito vuelve estar en medio de los dos y no solo es un fantasma ¡¿acaso has seguido sus pasos por que lo amas?! Y es la única manera en la que puedes estar cerca de él. «¡No! ¡No!» Cuando lo pensé la hermana Maria pareció leer mi mente.
—No joven Terry, ella no está ahí por él, ni ha seguido esos pasos por el joven Anthony, es verdad que ella tuvo un gran cariño por él, desde niños y lo tiene aún ahora, eso es innegable, fue una gran sorpresa saber de la existencia del joven Anthony.
El no murió, estuvo en estado de coma y la señora Elroy lo oculto a toda la familia por mucho años, sería una historia muy larga por contar, pero lo que sí debe saber es que ese muchacho, decidió ser padre por vocación no por desilusión o tratando de huir de algo o alguien como lo hiciera Candy. La parroquia donde él sirve tiene un pequeño internado donde las novicias sirven al cuidado de los niños, ahí se encuentra nuestra niña, le digo esto porque usted es el único que será capaz de hacerla entrar en razón, entendemos la razón por la cual usted ha tardado tanto en buscarla; en unos días ella tomara los votos, dejará de ser novicia para convertirse una monja, de hecho contactamos a la hermana Margaret del colegio San Pablo para que hablara con ella, pero aun así no cambió de parecer es muy necia.
Salí de tu hogar, subí a tu colina de Pony, aquella que viera una vez cubierta de nieve, esta vez es verde por los brotes de la primavera, tienes razón no se compara a la colina del Real colegio San Pablo. Te pienso y te sueño desde el día de nuestra separación y ahora parece que te desvaneces de mi vida, nuestros destinos no coinciden. Pero de algo si estoy seguro, es que el destino cambia por nuestras elecciones, haré lo imposible para detenerte, yo te amo mi pecosa atolondrada y no te permitire cometer esa locura.
Averigue todo sobre la parroquia del sagrado corazón y su horfanato, las horas en que las novicias llevaban a los niños hacer sus oraciones diarias. Te reconocí a lo lejos aunque trajeras esa ridícula ropa. Y supe la hora en que Anthony oficiaba misa, decidi que debía hablar primero, si alguien permitirá que hablara con ella ese era él, no me hace mucha gracia tener que buscar su ayuda, ¡pero que remedio carajo!
Entró a la parroquia sin hacer ruido, los últimos rayos del sol se filtraban por los vitrales de esta, nunca he sido devoto, ni creyente; quizá porque mi padre me obligaba y yo odiaba todo lo que él quería que hiciera. Camino por la lateral donde hay oscuridad, me detengo y me recargo sobre uno de los muros en modo de ocultarme para no ser visto, puedo escuchar unos pasos acercándose al atrio.
—Por favor Candy recapacita —escucho decir—. Me asomo tan solo un poco y ahí estás tú parada frente a él. Mi corazón palpita de tan solo verte, trato de contenerme y respirar tranquilo, quiero escuchar la conversación. Tal vez lo amas, ¿será eso posible? no, no puede ser la señorita Pony y la hermana Maria dijeron que no es así.
—Te equivocas Anthony esta es mi vocación, ayudar a los demás es lo que más me gusta —le respondes a él.
—Tu lo has dicho Candy, tu vocación es ayudar a los demás, siempre lo has hecho desde que tengo uso de razón, por eso estudiaste enfermería, pero esto no es vocación es un llamado y tu no lo tienes estás aquí por qué huyes.
—No, es mentira, yo no huyo de nadie, y tú ¿porqué estás aquí? eres joven y buen mozo.
Mi pecho arde al escuchar eso, Dios si existes detenme porque estoy seguro cometeré una locura.
—Candy, me respondes con una pregunta, pero te lo contestare, cuando estuve en coma yo vi a mi madre tuve una experiencia que si te la contara no lo creerías, solo se que estoy aquí siendo sacerdote por amor, por que tengo un llamado, más sin embargo tú mi querida Candy, estás aquí por un gran dolor, las ventanas de tus ojos no mienten. Nunca me has contado sobre él.
—Él, ¿quién él? de qué me hablas Anthony?
—Oh vamos Candy, no te hagas que la virgen te habla, yo he platicado con mi tío Albert y Archie, ellos me han contado todo. Y sé perfectamente de tus sentimientos por Terrence Grandchester.
—¡Anthony….!
—Mueres de amor por él, ¿acaso no lo ves? vas a cometer una tontería, ni siquiera te has dado la oportunidad de hablar con él. Tu corazón le pertenece a él. Albert me dijo que tan solo con mirarse ambos delataban lo que sienten el uno por el otro.
—¡Es que tu no entiendes!
Escuchó su conversación recargado entre las sombras del muro.
Si, yo también te amo y he jurado serte fiel Candy, nunca pude besar a Susana, cumplí una promesa pero sin amor.
—¿Qué es lo que no entiendo Candy? —replicó Anthony—. Te has alejado de la realidad por este amor, dime ¿que harias si él se presentará y dijera que te ama?
—Este, bueno…, yo.
—Vez titubeas, yo tengo razón, vamos Candy, meditalo con la almohada esta noche, no cometas un error tan grave mañana al profesar sus votos como Monja.
—Nada me hará cambiar de parecer, mi decisión está tomada, —se alejó—. Hasta mañana padre Anthony.
Sin querer hice un pequeño ruido, no me moví en el intento de no ser descubierto.
—Ya puedes salir de ahí hijo —dijo él—. Anda sal de ahí, vamos todo el tiempo supe que estabas escondido.
Di unos pasos saliendo de entre las sombras, él se acercó a mí y sonrió.
—Ven vamos, te invito un café hijo.
—¡No me llames hijo! no soy su hijo
—Yo se quien eres, tu eres Terrence Grandchester, Albert me enseño una foto tuya de un diario, anda deja de replicar, ven vamos, no tengo un licor fuerte pero que tal un rompope de las monjas, platiquemos por favor.
El sabe quien soy, me pudo delatar y no lo hizo.
Le hablaba sobre mi a Candy, soy un tonto.
—Está bien, aceptó un té.
Me llevo a su pequeña casa modesta. Me dió el té y se sentó frente a mi en la mesa.
—Bien, dime ¿qué piensas hacer para detener la locura que va a cometer Candy.
—¿Coma haz dicho?
—Vamos, tu sabes que debes detenerla, todos coincidimos que tu eres el único capaz de hacerlo. La amas ¿no es así? ¿Por eso estás aquí?
—Si, la amo más que a nada en el mundo.
—Bueno pues manos a la obra, esto harás….
*****
Es una locura el plan del padrecito, pero si no hay otro remedio lo haré, él la conoce muy bien, y si piensa que es mejor de esta manera, que remedio lo haré.
Me preparo vistiendome todo de negro, no puedo creer lo que haré, raptare a Candy, más vale que tengas razon Anthony, o este será mi funeral, esa pecosa me matara a golpes estoy seguro. Son las doce del día y la ceremonia está apunto de empezar. Encapuchado me dirijo a la puerta de la iglesia.
Entró gritando y modulando mi voz para sonar todo un bandido, vaya que la actuación sirve para algo, trato de aguantar la risa.
—Lo siento pero me llevaré a esta mujer, —las mujeres gritan y el padre Anthony solo me guiñe el ojo.
Reconozco sentado a Albert y Archie sin embargo, no se paran ni tratan de oponerse a que me la lleve, pongo una soga alrededor de su cuerpo y la cargo como costal para llevarla a mi auto. Ella solo grita como loca
—¡Déjeme por favor! mi familia pagará lo que usted quiera ¡por favor no me haga daño!
—Cállate —le digo poniendo un trapo en su boca.
Por Dios, si existes ayúdame, Candy no me perdonará esto.
—¡Callate! —la subo a la parte trasera del carro y la depositó en el asiento, me subo a toda prisa y antes de arrancar el motor digo:
—No te haré daño, hoy a la medianoche te dejaré libre solo debo hablar contigo.
Maneje por un largo tiempo a las afueras de un lugar llamado Lakewood, en una cabaña que me dijera Anthony, estaría preparada para ambos.
Detengo el auto y ella solo se queja. La cargó nuevamente y la llevó hasta la pequeña cabaña, es muy bella y de verdad está limpia, hay viandas de fruta en la mesa. Me dirijo a la chimenea para encenderla, está apunto de anochecer.
Retiró la capucha con la que cubri su rostro, la misma que yo use para sacarla de la iglesia, no se dio cuenta de quién era pues la tomé por la espalda.
Me mira con sus ojos grandes y verdes aquellos que soñara tantas veces, está sorprendida de verme, desató la mordaza de su boca.
—¡Terry! ¿cómo te atreves? ¡eres un idiota!
—Uy que diría el padre Anthony de escuchar a una novicia expresándose así, —solté una carcajada, es increible como puedo ser tan sarcástico con ella. Es mi defensa.
—Suéltame, quiero irme.
—Lo haré, pero primero tendrás que escucharme, creo que me debes eso pecas.
—Yo no te debo nada, ¡suéltame ahora!
—No, ya te lo dije, primero me tendrás que escuchar. Varias veces te metiste en mi vida, ¿lo recuerdas? cuando me pidieras hablar con mi madre, años después me enteré que hablaste con el Duque y por eso me dejó vivir en América. Después cuando te vi en Rockstone, pensé que eras una visión, lo pensé así durante un largo tiempo hasta que miadre me dijera no lo fue, tan solo ese hecho me hizo darme cuenta que tu eres una entrometida en mi vida, hoy me estoy cobrando una de esas. No puedes ser monja, ¡me entiendes!
—¡Qué te pasa! ¿por qué me hablas así? Es una decisión que tomé hace tiempo.
—Si, lo sé; es una decisión que has tomado erróneamente por qué huyes de algo.
—¿Cómo dices?
—Si, tú huyes de mí, de los sentimientos que sientes, la señorita Pony me lo dijo.
—¡¿Hablaste con ella?
—Si, hablé con tus dos madres, de igual modo con la hermana Maria, dijo lo mismo. Hace unas semanas fui a buscarte al hogar de Pony. Te soltaré, si prometes no salir corriendo, solo te pido me escuches, si después de lo que tengo que decirte decides irte, yo mismo te llevaré de regreso al convento. — ella sólo asintió con la cabeza. La solté y preparé un té para ambos.
—Ven sentémonos aquí —le dije señalando la chimenea.
En un tapete ambos nos sentamos frente al fuego en silencio como lo hicimos hace varios años atras, no hay palabras en este momento pero sé que nuestras almas se conectan y ella lo sabe. Después de un largo tiempo mirando el fuego hable:
—Sé que te prometí ser feliz, perdóname pero no pude serlo, traté de hacerla feliz hasta su último aliento. Pero la realidad es que me quede con ella por un deber y una promesa a ti, después de su muerte quise correr a buscarte, pero sabía que no debía, no era lo correcto. Después vinieron seis meses de mi indecisión, acaso debía buscarte y perturbar tu vida, que tal si tu si eras feliz o casada. Esta es la carta que tantas veces quemó mis manos —la saqué del bolsillo de mi saco y se la entregué. Observe cómo rasgó el sobre y leyó en silencio, el reflejo en su rostro del fuego es tan perfecto, lágrimas empezaron a salir de sus ojos y rodar por sus mejillas.
—Nada ha cambiado en ti.
—No, nada ha cambiado en mí, Soy el mismo que se quedó con este amor tan grande por ti, tu fuiste la luz en medio del túnel que llegara a mi vida en ese barco en año nuevo, te metiste tan profundo en mi corazon, solo tu y yo conocemos la historia entre ambos, nos entendíamos en un lenguaje secreto y se que esa noche del estreno de Romeo y Julieta en New York, tu entendiste por que solo fueron dos boletos los que envíe, el del estreno y el de tren de ida, era porque ya no regresarías te retendría en mi vida, te haría mi esposa mi mujer. Mis brazos pesaron como plomo ese día que cargue a Susana en la azotea de aquel hospital. Candy yo te amo, por favor démonos la oportunidad de ser felices, ¿acaso no lo ves? aquí y ahora está esta oportunidad frente a nosotros, cambiemos nuestros destinos con la decisión que tomemos hoy.
—Si, yo te amo Terry —me dijo llorando y me abrazó como una niña, solo acaricie su cabeza y en un movimiento quite del hábito de su cabeza dejando al descubierto su cabello.
—¿Por qué querías cometer esta locura Candy?
—Pensé que solo así encontraría la paz.
—Ay pecosa —dije abrazándola y besando su frente.
—Pero eres un tonto, dio un golpe en mi pecho.
—Bueno mi querida pecosa, le doy los créditos al padrecito Anthony, —solté la carcajada.
—No, es mentira él…
—Así es, él es mi cómplice al igual que Albert y Archie, acaso no te preguntas porque no hicieron nada por detenerme, piensalo. —solo vi el reflejo de asombro en sus ojos.
—Ahora dime, —le tomé el rostro—. Dímelo otra vez ¿me amas?
—Si —musito con pena y toda sonrojada de sus mejillas.
En ese instante solo la jale hacia mi y choque mis labios con los de ella, fueron besos dulces llenos de amor, la ausencia y el dolor se quedaron atrás. Hoy ella y yo empezamos a escribir una nueva página de este amor.
FIN
Última edición por Saadesa el Dom Abr 10, 2022 11:11 pm, editado 3 veces