—Buenos días —saludó. Cada célula de su cuerpo se puso alerta cuando Terry se levantó.
Haber mantenido relaciones sexuales con él había aumentado la sensación que le producía su cercanía. Incómodamente consciente del íntimo dolor que sentía entre los muslos, sintió que se ruborizaba. Terry le dedicó una mirada que no reveló nada más allá de la fría seguridad que tenía en sí mismo.
Tras sentarse a la mesa, Candy se sorprendió al comprobar el apetito que tenía. Tomó un buen desayuno antes de preguntar.
— ¿Va a venir el niño aquí?
—No. Nos espera con su niñera en Londres.
—Espero gustarle —murmuró Candy.
—Por supuesto que le gustarás —dijo Terry a la vez que la miraba con evidente aprecio masculino—. También tiene suerte de que esta mañana te haya dejado salir de la cama —añadió a la vez que apoyaba una mano en el muslo de ella para que volviera el rostro hacia él—. Habría querido tenerte despierta toda la noche. La moderación no es precisamente mi estilo..
Consciente del evidente deseo que reflejó la mirada de Terry, Candy se inclinó hacia él instintivamente para acelerar el encuentro de sus labios. No habría podido explicar qué la impulsó a hacer aquel movimiento, pero aquel espontáneo beso fue increíblemente dulce y embriagador e hizo que cada célula de su cuerpo respondiera con vibrante energía. Unos instantes después Terry la tomó en brazos. Candy experimentó una intensa excitación mientras la llevaba de vuelta al dormitorio.
......
Le bastó una mirada para reconocer hasta qué punto se parecía su hijo biológica a ella. Tenían el mismo pelo y los mismos ojos. ¿Sería aquel parecido lo que despertó la inseguridad de karen como madre? El niño alzó la mirada al oírlos y se fijó en Terry. Pero, en lugar de correr a saludarlo, como Candy esperaba, se limitó a saludarlo con un movimiento de la mano que él devolvió.
—Siempre sonríe cuando me ve —comentó Terry, evidentemente satisfecho con el estilo de su saludo.
Candy se acercó al niño y se inclinó ante el. Mientras la miraba con curiosidad con sus ojitos verdes. Tyler alzó una mano para tocarle el pelo, tan parecido al suyo, pero la retiró enseguida.
Candy empezó a hablar para presentarse y tranquilizarlo, y unos minutos después había olvidado por completo la presencia de Terry y de la niñera que se hallaba al otro lado del salón. Cuando los recordó y se volvió, comprobó que Terry se había ido.
Un rato después un camarero llevó unos refrescos y Candy se sentó a charlar con Nancy, la joven niñera de Tyler, para que le pusiera al tanto de las rutinas del niño. Mientras hablaban hizo un sombrero con una servilleta de papel para su sobrino, que se estaba poniendo inquieto. Finalmente consintió en sentarse en su regazo para beber un poco de zumo. Al sentir la calidez y el peso del cuerpecito del niño, Candy tuvo que hacer un esfuerzo por contener las lágrimas; aquél era un momento que había temido no llegar a experimentar nunca, y sintió que todos los sacrificios que estaba haciendo merecían la pena.
Nancy tenía muchas cosas interesantes que decirle, aunque admiraba demasiado a Terry como para implicar en sus comentarios la más mínima crítica a su empleador. A pesar de todo, lo que Candy averiguó a través de sutiles preguntas la convenció de que Terry carecía de toda habilidad como padre, y de que probablemente no tenía ningún interés en rectificar aquella conducta. Para entonces Tyler se había quedado profundamente dormido en sus brazos y Candy siguió a Nancy hasta la habitación del niño.
Tras dejar a Tyler acostado, Candy fue a su habitación a tomar una ducha. No pudo dejar de sonreír mientras recordaba la tarde que acababa de pasar. Las horas habían volado mientras estaba con Tyler. Una camarera acudió a decirle que Terry la esperaba en el salón. Mientras terminaba de secarse el pelo, Candy no pudo evitar recordar la erótica excitación y el exquisito placer que había experimentado una vez más entre sus brazos aquella mañana.
—Cambio de planes —anunció Terry cuando se reunió con él—. Volamos a París dentro de una hora.
— ¿A París? ¿Por qué?
—Unos amigos celebran una fiesta y estoy deseando mostrarte a todo el mundo.
—Pero Tyler está en la cama y agotado —le recordó Candy, incómoda.
Terry se encogió de hombros.
—Puede dormir durante el vuelo. Los niños son muy resistentes. Para la edad de Tyler yo ya había dado varias veces la vuelta al mundo con mis padres. ¿Qué tal te has llevado con el?
—Muy bien, pero nos llevará un tiempo crear los lazos afectivos necesarios.
—A pesar de todo, seguro que serás mejor madre de lo que Karen lo fue nunca.
Asombrada y enfadada por el tono despectivo de Terry, Candy saltó de inmediato en defensa de su hermana.
— ¿Por qué dices eso?
—No me asusta la verdad, y la muerte no convierte en santo a nadie. Nunca debiste aceptar donar a tu hermana tus óvulos. Karen fue incapaz de asimilarlo. Habría sido preferible que hubiera elegido una donante anónima.
— ¿De qué estás hablando? —preguntó Candy, irritada.
Terry no ocultó su impaciencia.
—No me digas que no sabes que karen estaba terriblemente celosa de ti. La superabas en belleza e inteligencia, y encima atrajiste mi interés.
— ¡Eso es una tontería!
—No lo es. Karen trató de atraparme mucho antes de sentirse atraída por Harry, pero yo no piqué el anzuelo.
Candy se quedó totalmente desconcertada. ¿karen se había sentido atraída por Terry? Nunca se le había ocurrido pensar en aquella posibilidad.
— ¿Eso es cierto?
Terry frunció el ceño.
— ¿Por qué iba a mentirte? No me gustó que karen empezara a salir con Harry, pero mi primo estaba totalmente loco por ella.
Candy se puso pálida. De pronto, toda una serie de detalles que no había entendido, pero que le habían producido una sensación inquietante, adquirieron sentido; los constantes e indiscretos comentarios de su hermana sobre la incapacidad de Terry para mantener la fidelidad cuando ella había estado saliendo con él; sus repetidas acusaciones de que no sabía apreciar lo que tenia..
.
—Hiciera lo que hiciese karen, Harry la perdonaba porque la amaba. Pero cuando tú hiciste posible que tuvieran un bebé y karen lo rechazó, Harry no pudo aceptarlo.
Continuará...