II PARTE
Candy llego a aquel hogar creyendo que tendría una familia, equivocadamente. Pasaba sus días intentando ser parte de la misma, pero Eliza y Neal le hacían la vida simplemente imposible. Tal vez por ello no se había percatado en los objetos de la casa, los muebles, los floreros, los cuadros que colgaban en las paredes.
Nunca había entrado a aquel lugar, el estudio era algo prohibido para los niños, pero después de las semanas y los meses ella dejo de ser una niña y no por que hubiese crecido sino porque paso de alguna forma a ser parte de la servidumbre perdiendo completamente aquella infancia a la que aun pertenecían Eliza y Neal y siendo solamente parte de aquellos que hacían lo que les ordenaban.
El estudio era un cuarto enorme con libreros en las paredes, un escritorio fino y muy grande, unas sillas que al verlas pensó que serían de un gigante, para su tamaño era más que comprensible. Al pasearse con aquel canasto de flores que adornarían la mesita que descansaba en el ventanal se percató de aquel cuadro enorme en la pared, aún era muy pequeña para saber quién era aquel chico del cuadro, le parecía familiar, pero nunca lo ubico como su príncipe de la colina y es que en el chico se veía tan adulto, tan serio y viéndolo bien no se parecía a su Anthony. Acababan de colocarlo unos días atrás, ella vio cuando un grupo de hombres lo cargaban de tan pesado que era, posiblemente era alguien importante pero en realidad no le importo, y no se enteró que justamente ese día le habian nombrado jefe de la familia Andrew, dejo las flores en la mesita, sacudió un poco y salió del despacho sin grabarse aquella imagen. Sin saber que aquel chico sería una parte importante de su vida y su destino.