No habían obstáculos y quién soy yo para no hacerle caso al destino, porque estaba claro que era eso, en cuanto me vio, sus mejillas se enrojecieron, él muy tiernamente lo atribuyó al imponente sol del verano y ya que en Florida estaba mas activo que nunca, preferí que pensara que le creía.
Siempre me causó curiosidad, pero como su novia Paty estaba detrás de él, no le presté mucha atención en el colegio, aunque sus lentes y su aire intelectual, era lo más sexi que había visto en mi vida.
Hay que tener en cuenta que estábamos loquitas por ese irreverente inglés, pero ya qué se podía hacer, tenía dueña y eso era irrevocable, no piensen mal, me alegro por los dos, ¡que viva el amor!
Volviendo al ahora mas interesante que nunca “chico de los anteojos” llamado Stear, el cual me miraba como si me hubieran salido tres ojos, al principio me intimidó, pero cuando vi su sonrojo me dije: “Oh Didi, aquí esta tu sueño de verano”.
—Stear que sorpresa encontrarte aquí -dije con tono algo inocente.
— Bu..bueno es que mis padres están pasando una temporada en este lugar y ya que Archie anda ocupado pues vine a visitarlos—respondió algo nervioso.
Se veía realmente tierno cuando balbuceaba, solo pensaba cuánto iba a disfrutar y cómo lo quería pervertir, mi intimidad se humedeció ante la promesa de un prospecto de amante.
Y es que, ¿cómo no fantasear si su cuerpo estaba bien formado? Llevaba una camisilla pegada al cuerpo con un logo de “yo amo la química” escrita en él, sus pantaloncillos eran clásicos, pero se pegaban peligrosamente a su entrepierna que, por alguna razón, se veía más abultada, sonreí en mis adentros al imaginar que yo era la causa.
Sus cabellos azabaches, que por lo general estaban bien peinados, tenían un desorden que a mí en particular me encendía, sus piernas y brazos, fuertes y varoniles, sin dejar de lado su rostro tallado por los dioses, su nariz angular parecida en cierta forma a la de su hermano, y esos ojos cafés que centellaban con cada palabra que pronunciaba en esos apetecibles labios.
Sí, en definitiva, era algo que no podía dejar pasar, sería un sacrilegio, pero antes de lo que pensé y como adivinando mi siguiente pregunta, me dijo sin tapujos.
—Terminé con Paty- mi mirada se oscureció, abiertamente me estaba diciendo que estaba libre, eso me gustó, aunque fingí un poco de indiferencia, si se les demuestra demasiado a los hombres se les hincha el ego y ahí es donde te pueden lastimar y eso no lo permitiría, hay que hacerse desear.
—Lo siento tanto – respondí con un dejo de tristeza en mi tono, más por dentro gritaba de emoción, hasta ahora habían sido unas vacaciones muy aburridas, sí, los hombres estaban buenazos, pero abrían la boca y solo salían idioteces, no hay como poder mantener una conversación interesante, y para colmo no eran muy buenos en sus artes amatorias, no duraban ni dos minutos y pensaban que eran lo máximo, tremendo fiasco habían sido hasta ahora las dichosas vacaciones.
Pero en el momento en que mi radar detectó a Stear las cosas cambiaron.
—Me preguntaba si quisieras tomar un helado conmigo- preguntó muy temeroso pensando que mi respuesta fuera negativa.
— Me encantaría Stear- le guiñé un ojo y me regaló una sonrisa que me embobó por un instante.
Después de eso solo fueron risas y más risas, conversaciones profundas, me platicó de sus experimentos, sus sueños y todo lo que esperaba para un futuro, no quería depender de la fortuna de su familia quería hacerse así mismo y eso era asombroso.
Los siguientes días solo superaron al anterior, tomados de la mano paseábamos a través de la playa a veces en una lucha de quien mojaba a quien.
Para ser sinceros estaba un poco desesperada, pues a veces parecía querer comerme a besos, pero sabía que se estaba conteniendo por alguna razón.
Y entonces una noche en particular, donde el calor hacía mella en nuestros cuerpos, luego de una cena muy romántica decidimos ir a la playa de incógnito. Ésta estaba desierta, empezamos a juguetear hasta que caímos y nos mojamos por completo, yo llevaba un vestido de tiras con mucho vuelo en su falda y sin sujetador, pues nunca se sabe si tendré suerte, sus ojos se posaron en mis pechos, su autocontrol se fue al carajo y me besó, fuerte, carnoso, excitante, sus manos volaron a mi falda y a la vez las mías a su camisa, pero entonces paro y eso me desconcertó.
—No Didi, aquí no, no quiero ser uno más, quiero ser el último— Y como todo un caballero salimos del mar tomados de la mano y me condujo a mi habitación.
Al llegar ahí, mi cuerpo estaba demasiado encendido, estaba completamente perdida en Stear y en las ganas de que me hiciera suya, abrí la puerta y lo arrastré adentro.
—Serás el último, sólo si me demuestras qué tan importante soy para ti ahora mismo —dije con toda la pasión que me embargaba en el momento.
La penumbra de la habitación, alumbrada solamente por las luces del exterior, daban un ambiente bastante sugestivo, tomé mi ya arruinado y mojado vestido y lo saqué por la cabeza, mientras sus ojos recorrían mi cuerpo semidesnudo.
Sin pensarlo más se levantó y se puso frente a mí, su excitación era mas que evidente, tomó mi rostro y con suavidad se acercó a mí.
—No solo te haré gozar, sino te demostraré cuánto te quiero.
Me dio un beso, profundo, tierno al principio, pero después fue desesperado, su lengua chocaba con la mía en una lucha incesante, mientras mis jadeos y suspiros llenaban la habitación.
Con ansias desabroché su camisa nuevamente, mientras sus manos acariciaban mi cuerpo, con algo de torpeza se liberó de sus pantalones y ropa interior, y suavemente sus besos bajaron por mi cuello, hombros y su boca se entretuvo con mis senos, lamió uno de mis pezones sin dejar de masajear el otro, yo estaba demasiado excitada y a la vez sorprendida con sus habilidades. Quién iba a decir que el inventor tendría manos ingeniosas no solo para artefactos raros sino también para dar las caricias más espectaculares.
Sus manos siguieron el rumbo al sur y se introdujeron en mis bragas, poco a poco fue llegando al botón sensible de mi intimidad, gemí fuerte al sentirlo tan intenso, mi coño chorreaba de anticipación. Una sonrisa se dibujó en sus labios, satisfecho de ver mi reacción, sonreí de vuelta para ver el fuego en sus ojos cafés que tanto me gustaban.
Un susurro en mi oído hizo que mi interior empezara a burbujear.
—Te haré gritar mi nombre tantas veces hasta que olvides el nombre de los demás, mañana recordarás para toda tu vida, quién es el dueño de tu mente, tu alma, tu corazón y tu cuerpo.
Con esas palabras me levantó en vilo, haciendo que mis piernas se enredaran en su cintura, su miembro rozaba mi intimidad, sólo mi ropa interior era obstáculo para llegar al coito.
Con suma delicadeza me acomodó en el centro del lecho y me dio un largo beso, y continuó su viaje con su lengua rumbo al sur, cuando llegó a mi abdomen, mis gemidos eran muy fuertes, su mirada se encontró con la mía y con una sonrisa tomó mis bragas y de un solo movimiento las rompió, sin prisa su boca bajo poco a poco hasta llegar a mi intimidad que para esos momentos ya estaba más que húmeda, su lengua llegó a mi abertura, abriéndola, e inició una danza con su lengua en mi clítoris que me hizo desfallecer, su boca chupaba, lamía y se deleitaba con mi excitación, mi cuerpo empezó a tensarse hasta el punto de sentir una bola en mi abdomen bajo, un orgasmo se aproximaba y yo estaba empezando a subir a la luna, de repente él se detuvo, mi frustración se vio en mi mirada.
—Tranquila cariño, solo quiero que disfrutes más—su sonrisa me tranquilizó y me besó haciéndome probar mis propios jugos.
Se acomodó en medio de mis piernas, jugando con la sensibilidad de mi clítoris, y se introdujo de un solo golpe. Mi espalda se arqueó por la sensación de satisfacción, su polla se estremeció en mi interior haciéndome soltar un chillido de placer.
—Hagámoslo juntos cariño, quiero llegar contigo al cielo – decía Stear con su voz entrecortada.
Sus caderas empezaron el vaivén característico, sus embestidas poco a poco se fueron intensificando, nuestros cuerpos sudorosos chocaban una y otra vez, en un moviendo inesperado se puso debajo de mí y me instó a cabalgarlo haciendo que la penetración fuera mas profunda, mi cuerpo tomó vida propia y brincaba mientras él se entretenía con mis pezones.
—Sí Didi, así me gusta, tu cara es un poema, es como el mejor de mis inventos, la mejor medicina, somos la química perfecta. Tu cuerpo y el mío están unidos.
Bajé mi mirada donde su falo se introducía sin piedad en mi coño y entendía sus palabras, nuestros jadeos eran la mejor melodía en esa oscura habitación, luego de otro movimiento salió de mí.
—Ponte de rodillas amor que quiero ir más profundo— solo asentí con mi cabeza, estaba al borde del orgasmo y sentía como a él le ocurría lo mismo.
Volvió a embestirme fuerte, no pensé que el pudiera llegar más profundo que antes, pero efectivamente era así, su pelvis chocaba con mis glúteos mientras su polla taladraba sin piedad dentro de mí, sentí cómo sus movimientos se hicieron mas rápidos y su respiración se aceleró aún más, la mía ya estaba en el límite.
—Ven conmigo Didi, lleguemos juntos— y sólo eso tuvo que decir para que mi cuerpo se elevara por los aires, mis espasmos internos contrajeron su miembro hasta que sentí cómo chorros interminables de su semilla llenaban mi útero, su cuerpo cayó laxo sobre mi espalda y yo a su vez caí sin fuerzas en la cama, era el orgasmo más espectacular que había tenido.
Requerimos de unos minutos para que nuestras respiraciones volvieran a su normalidad, tomó una sabana y me arropó, no sin antes hacerme acurrucar a su lado.
—Eres mía Didi, de ahora en adelante solo mía-me miró con ojos ensoñadores.
—Solo tuya Stear—para qué negarlo más, este hombre me había enamorado.
Pasamos el resto de la noche demostrándonos cuánto placer y amor poseíamos, y al final del verano pidió mi mano, aunque obviamente debíamos esperar a terminar nuestros estudios, pero nuestras familias estaban más que complacidas al igual que nuestros cuerpos.
Última edición por Felicity Grand el Mar Abr 26, 2022 1:17 am, editado 1 vez