Un día, la Bibliotecaria Máster nos pidió que hiciéramos un escrito para publicarlo en el periódico mural y escolar, y representar al Colegio, como siempre, sucedió que dejamos pasar el tiempo, y no logramos entregar esa tarea por estar en la garulla. Hubiéramos sido la burla de los demás colegios, sino hubiera sido por está chica, quién, durante todo el mes, nos deleitó con sus preciados e interesantes escritos, cautivando a toda la comunidad escolar, y aún más a la Bibliotecaria.
Esta chica se fue a las grandes ligas por tan maravillosa manera de escribir, al grado de publicar ya algunos libros en las editoriales más renombradas de Londres.
Increíblemente, ella no nos repelió, sino que quiso ser parte del equipo Rebelde, siendo ella misma quien se lo propusiera a la Bibliotecaria Máster, así que, a dos manos la tomamos
Así de esta manera, conozcamos la anécdota en la que, todas, fuimos partícipes.
Hace dos horas pasé por tu lado, no me viste. Subimos juntos al elevador, con otros huéspedes indeseables, pero me paré junto a ti mientras revisabas tu móvil. Por suerte, tu colonia se quedó impregnada en mi ropa. Ojalá me dure hasta el final del día. A veces, cuando me despido de mis amigas, las Rebeldes con quienes vine a este sitio para vacacionar, siento que necesito escabullirme a tu habitación. Me echo en la cama y cojo tu camisa, la misma que dejaste olvidada en la playa cuando te vi por primera vez. La camisa aún me huele a ti, es del color que te gusta, azul, como tus ojos. Lo sé porque siempre llevas prendas azules puestas, en todos los tonos —¿ves las cosas que aprendo de ti?— La aprieto contra mi cara pensando que estás conmigo en la habitación, en mi cama.
Cómo me gusta mirarte cuando paseas por la playa, la manera en que caminas, ríes, y tomas esos cócteles cítricos que tanto te gustan.
¿Por qué no te hablo, Terry? Pues bien. Soy obsesiva.
No busco ser una de tantas como las que te rodean a diario. No te hagas al sorprendido. Así es el hombre: Aprovechan lo que se ofrece al máximo. Eres muy hermoso, Terry, y por ende, deseado.
Él helado se me ha descongelado en la mano. Es porque me olvido de todo cuando te miro. No puedo evitar hacerlo cada vez que sonríes, cuando paseas con la toalla del gimnasio aún sobre los hombros. Me da rabia que no me conozcas, pero debo seguir con el plan, mi plan, el que te incluye en todas las formas.
Hoy es el gran día. Hoy sabrás quién soy.
He venido siete días seguidos al bar de la playa con mis amigas. Hoy estás más bello que nunca, y esta vez, no me quedaré observándote desde las sombras. Estoy con las rebeldes y me están ayudando con el juego, me acerco a ti, lo suficiente. Tú estás de espaldas, pero pronto girarás con tu copa. Por favor, Terry, voltea. Derrama tu vodka sobre mí.
¡Bingo!
Lo hiciste. Manchaste mi vestido.
Estás apenado. Yo actúo como si estuviera sorprendida. Ya imaginarás qué papel tienen mis amigas, vienen todas y escucho exclamaciones.
Tú estás más tenso aún. Mírame, Terry, estoy manchada por tu culpa. Ahora quiero tu ayuda.
Una de mis amigas dice que debo ir a cambiarme, mis otras cómplices dicen que debes ser tú quien me acompañe al hotel. Yo me hago la desentendida, como si me diera igual. Y tú, todo un caballero, te levantas de la barra y me ofreces el brazo.
Salimos caminando.
Ya me conoces. Yo te conozco.
No fui como otra del montón, como las que te persiguen, se ofrecen.
Un inicio distinto era lo que quería. Ahora el destino se encargará de todo, o mejor dicho, yo me encargaré de todo.