Miren lo que esta talentosa Rebelde vivió en su momento de ensueño
Cierro los ojos y aún puedo sentir la adrenalina en estado puro, el ruido, el aire fuerte e intenso golpeando mi cuerpo a una velocidad indescriptible, todos mis sentidos a flor de piel, como si al fin estuvieran vivos...
Herbie, mi instructor, un ejemplar masculino, en sus veintes le calculo yo, ¡con lo que me encantan maduritos! Se presenta ante mí usando su jumpsuit solo de la cintura
para abajo y con las mangas de este colgando a sus costados, dejando así asomar los múltiples tatuajes en sus fornidos brazos, bajo su pegada camiseta manga corta, alto, ojos azules, corte de cabello estilo militar y con una sonrisa encantadora ¡Qué más podía yo pedir!
La explicación rutinaria de la actividad me pasó desapercibida con semejante personaje frente a mí, afinamos los últimos detalles entre pláticas espontáneas acerca de nuestras bandas favoritas de rock; yo me sentía en el séptimo cielo ¡Esto no podía ponerse mejor! O eso creía yo...
Ya una vez en la avioneta PACXL750, fuimos los primeros en abordar. Nos sentamos en una posición nada decorosa, muy pegaditos, con las piernas de par en par, una a cada lado de la larga banca, yo delante de él, con movimientos rápidos conectó nuestros arneses y en un santiamén fui arrastrada por él hasta el fondo ¡Vaya
que eso me sorprendió!
Poco a poco, el resto de los pasajeros uno a uno subieron hasta quedar prácticamente tan apretados como sardinas. Yo solo tragaba saliva cada que sentía los tirones que Herbie daba a mi arnés para levantarme y no ser aplastada por la persona delante de mí, posicionándome precisamente sobre esa parte de su cuerpo que por más que quisiera me era imposible no sentir, causando una serie de escalofríos recorrer mi tan vulnerable cuerpo, no sabría decir si eran de sorpresa, susto, o gozo.
Había convivido con los chicos en el San Pablo por algún tiempo, y a pesar de la cercanía, esto era muy diferente. - "¿Qué diría la hermana Grey si pudiera verme?" -Fue lo primero que se me vino a la mente antes que un escandaloso ruido se colara en mis oídos, producto de la pequeña, pero dinámica PACXL750 en movimiento, y
así en medio del aturdimiento y la éxtasis del momento, la hermana Grey y sus benditas reglas abandonaron mis pensamientos tan rápido como habían aparecido. Por fin me encontraba libre de sus absurdas reglas y no pensaba desaprovechar la oportunidad, aunque no pasara de unos simple tallones.
Despegamos sin inconvenientes. Lo interesante vino a la hora de saltar, los nervios se apoderaron de mí, sin embargo, ya estaba decidido, como digna Rebelde, yo saltaba porque saltaba.
La caída libre consta de 50 segundos aprox. Es aire puro y ensordecedor golpeándote insolentemente, seguido por los quince minutos más valiosos de toda la experiencia, el paseo por los cielos, especialmente si se cuenta con guía de turista personal, tal como Herbie que se tomó muy en serio su papel y me habló de los lugares más sobresaliente del paisaje de la ciudad de Mulino, OR., mientras descendíamos formando espirales en el cielo. Todo hubiera sido perfecto, yo volando por el cielo pegada a un fuerte pecho, pero los fluidos tenían que venir a hacer de la suya... Así es...
Mientras el aire golpeaba mi rostro, no pude mantener la boca cerrada, haciendo que litros de baba salieran por ella, misma que se mezcló con los mocos que decidieron saltar de mi nariz, dejando mi rostro, y el de Herbie, mojado...
¡¡¡Horror al oso!!! Cuando bajamos, él tomó esto como algo sin relevancia, pero yo moría de vergüenza pensando en que me recordaría como "la chica moquibabosa".
Pese a ese horrible oso aéreo, no puedo más que decir que saltar en paracaídas ¡ha sido lo máximo! Y todo gracias a un obsequio de cumpleaños. Puedo decir que ha sido lo más emocionante que haya experimentado, tan refrescante y liberante, que le ha dado una nueva perspectiva a mi vida.
Fueron unas vacaciones excepcionales, llenas de aventuras y viajes, rodeada de seres queridos y amistades, sin duda alguna las más inolvidables.
Sin embargo, aquí vamos de nuevo, preparándome para un tedioso y largo viaje de regreso al San Pablo, a no ser que... ¿Acaso esa es Felícity? ¡Sí, es ella! Y el resto de las Rebeldes.
–¡Chicas, esperen!...
De esta manera recibamos a nuestra tímida y querida...
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