Descubramos su especial historia
No fue fácil empezar, yo, una simple aficionada, una niñita mimada en un mundo de personas que viven por y para el arte, no importa si comieron o no en el día (o en varios días) siempre y cuando consiguieran un poco de óleo para seguir con sus creaciones ... A mis padres les dije que estaría en una escuela con señoritas de mi "clase" pero la verdadera escuela está en las calles, en los tugurios, lugares a los que una señorita de clase no puede asistir, por lo que tuve que esconder mi identidad bajo la apariencia de un chico.
Llevaba un par de semanas queriendo seguir el ritmo de los impresionistas, quería participar junto con ellos en una exposición próxima a celebrarse, lo que implicaba pintar de día y noche, hasta que el agotamiento me venciera, descubrí que era una manera perfecta de hacer magia con mi paleta... Por lo tanto en ese lapso fue muy poco lo que comí, pero no importaba, ya habría tiempo después de la exposición, me decía, mientras caminaba al establecimiento de Theodore, para comprar más óleo.
De repente lo vi: mi muso, mi inspiración, estaba frente a mis ojos, admirando los cuadros que exhibía Theodore permanentemente, era el mismísimo Terrence Grandchester, sumido en la contemplación de la obra de unos de mis "colegas" mientras yo lo admiraba a él.
De pronto él se percató de mi escrutinio y justo al momento en que giraba su miraba hacia donde yo me encontraba, emprendí la marcha y me fui de ahí lo más rápido que pude, tan desesperada fue mi huida que sin darme cuenta tropecé con una señora que llevaba unas flores, sentí tanta vergüenza pero al mismo tiempo sentía la mirada de Terrence por lo que solo me disculpé y salí corriendo.
Cayó la noche en París. Sólo daba vueltas en mi cama, tenía una mezcla de sentimientos que no me dejaban dormir, así que salí a despejarme, y no había mejor lugar que el Moulin Rouge, total yo era un chico, por lo que no tendría ningún problema... Siempre pedía un par de sodas, pero ésta vez necesitaba algo más fuerte, le dije al cantinero que me sirviera eso mismo que les servía a mis colegas, era algo verde (no tenía ni idea de qué contenía pero era tan popular que quise probarla), me sirvió un vaso y comencé a tomar, al principio sentí un ardor en la garganta, tanto que casi la escupo, pero logré retenerla.
Un rato después estaba inmersa en mis pensamientos: mis padres, mis colegas impresionistas, la búsqueda de mi estilo propio, el Colegio, mis queridas Rebeldes y.... De un momento a otro sentí el roce de un brazo al lado mío, y escuché una voz que me hizo estremecer al preguntarme:
-¿Qué hace una chica como tú en un lugar como éste?
Se me agitó la respiración, volteé tímidamente y me encontré con ese par de zafiros deslumbrantes, tanta fue mi impresión que no pude articular palabra, apenas logré decir un vago:
-¿Qué dices?
- Digo que qué hace una chica como tú en un lugar como éste, ¿tus padres saben que estás aquí?
- Yo... Cómo... Cómo sabes que...
- Te he visto en el San Pablo, eres amiga de Felícity y de mi prima Loli ¿cierto? te he visto con ellas.
Estaba muda pero intenté seguir la plática.
- Yo bueno, vine a... Estudiar pintura, yo...
- Entiendo, por eso te vistes como un chico
- Ssi... –Contesté sonrojada
Me miró un par de segundos, como analizándome:
- Eres más interesante de lo que pensé.
- Tú... ¿Qué estás haciendo aquí?
Se quedó pensativo, y después de unos momentos, respondió:
- Vine a... ver a mi pasado
- ¿Tu pasado??
- Si.....
Se quedó callado y yo no atiné a decir nada más, no dejaba de mirar mi vaso, cuando de repente dijo:
- ¿Quieres caminar?
Era como un sueño, me sentía en las nubes. Cuando salimos del lugar me di cuenta que el alcohol había hecho mella en mi, me sentí muy mareada, Terrence se dió cuenta y me ofreció su brazo, jamás me hubiera imaginado ir caminando así con él....
Anduvimos por las callejuelas, hablamos sobre muchas cosas: la vida en París, el marcado contraste entre las diferentes clases sociales, que era más que evidente en esa ciudad, la escuela, las aventuras de las Rebeldes y el dolor de cabeza que nos provocaba la hermana Grey; descubrí que teníamos más en común de lo que hubiera pensado.
Me preguntó dónde me estaba quedando, y nos dirigimos hacia ahí, yo ya me sentía en confianza y no paraba de hablar, Terrence la mayor parte del tiempo escuchaba, fue muy amable, aunque en momentos se quedaba serio, con la mirada perdida, no supe si tendría que ver con lo que me dijo, o con Candy, ya todas sabíamos que tenía sentimientos por ella, yo no quise incomodarlo con preguntas, así que solo seguí platicando de mis andanzas por la ciudad de mis sueños.
Cuando llegamos a mi guarida me dijo:
- Fue un gusto platicar contigo
- Igualmente Terrence
- Puedes llamarme Terry
- Ok Terry, así lo haré... ¿Vas a estar aquí en París más tiempo?
- No, mañana parto para Escocia, mi padre tiene una villa ahí.
- Aaah, entiendo... Buena suerte.
En eso él se asomó por encima de mi hombro, algo llamó su atención.
- Ese... Ese soy yo?
Me quedé paralizada. No recordaba que me había llevado el cuadro que pinté de él, la razón por la que mis padres me habían enviado al San Pablo, lo tenía en mi pequeño estudio improvisado.
- Yo.... No sé que decir.
- Tienes talento ¿sabes? Este cuadro refleja mucho de mí, sólo te equivocaste en una cosa, pero cómo podrías saberlo si no me has visto.
- ¿A... A qué .. te refieres? –Tartamudeé.
- Te propongo algo, poso para ti hoy, y cuando tú seas una pintora famosa me dedicas una de tus obras, ¿te parece??
El que calla otorga, solo pude asentir ...
Mientras Terry acondicionaba el lugar donde posaría, yo buscabas los pocos óleos que me quedaban, por fortuna tenía de los tonos que se requieren para la piel, y después se desnudó, tragué grueso.
En ese momento decidí olvidarme de quién era él y de todo lo que provocaba en mí, mi mente solo se enfocó en qué soy una artista y tengo que hacer mi trabajo, así comencé a trazar.... Ya estaba acostumbrada a trabajar sin descanso así que no representó un problema estar toda la noche, me di cuenta de a qué se refería con aquello de mi equivocación, estaba a años luz alejada de las dimensiones reales.
Se asomaban los primeros rayos de sol cuando terminé mi obra, la mejor y más especial que había hecho hasta el momento, Terry echó un vistazo.
- En verdad eres muy buena, vas a llegar lejos, estoy seguro.
- Gracias Terry, por tus palabras y, por haber sido mi modelo.
- Yo soy el que está agradecido, hace mucho que no pasaba una noche tan interesante...creo que la próxima vez que te vea será en el colegio.
- si, eso creo... Allá nos vemos.
- Adiós
Después hizo algo que yo no esperaba, me estiró la mano y yo correspondí al saludo, después acercó sus labios y depositó un beso, me miró y se fue.
Nunca esperé que algo así pudiera pasar entre nosotros, y muy dentro de mi esperaba que no fuera la última vez.
Veamos la anécdota de nuestra editora estrella en imagen, la gran:
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