Espero disfruten de estás historias y les den la bienvenida a todas las Rebeldes, las que llegaron, las que estamos y las que están en standby.
Así sin más, empezamos.
En ese proceso, era imposible no habernos dado a conocer por todas nuestras travesuras que nos costaron muchos castigos, pero bien disfrutados.
Recuerdo que en una ocasión que estuve con una súper estrés, a causa del comentario que le hice a la hermana"Sor Dera" (obvio no se llama así, pero es que siempre que yo comentaba algo, ella salía con su peculiar pregunta: "¿Qué dijo señorita Felicity?", así que le he puesto ese sobrenombre por estrategia y para no confundirla con Sor Presa y Sor Iasis), una chica que había visto en muchas ocasiones, hasta me recuerdo que se llevó algún reconocimiento súper importante en la BIBLIOTECA GRANDCHESTER, me ofreció su ayuda en esa encrucijada... Nunca creí que una chica bien portada, talentosa y súper disciplinada me dirigiera la palabra a mí, una Rebelde problemática y valemadrista... En fin, que de eso, empezó nuestra amistad.
Es una chica súper desprendida, que te regala su ayuda y apoyo en todo lo que pueda colaborar, por lo que no pasó mucho tiempo para integrarnos como un equipo que siempre trabajamos en la BIBLIOTECA; al verla siempre atenta y dispuesta a ayudar, no nos lo pensamos para invitarla a ser parte de nuestro desastroso grupo, porque obviamente necesitamos el angelito entre las diablitas , y antes de revelar su nombre, vengo a dejar lo que nos contó en el Cuarto de Castigo (ella no cayó ahí, sólo nos hizo compañía)...
A continuación, les dejo el relato de su sorprendente experiencia, porque, lo digo y lo repito, las calladitas llevan la música por dentro
Vuelvo a mi presente y ya me encuentro realizando el pago de mi tarjeta de turismo para poder disfrutar de todo lo que me ofrece esta maravillosa isla, en ese mismo instante siento que mi pulso se acelera, mi piel se eriza, me siento inquieta, giro mi rostro y veo la razón del comportamiento de mi cuerpo, ahora entiendo el por qué, es el hombre que pensé que solo estaría en mis sueños, su mirada está en mí, me sonríe y me guiña su ojo, tiene un cuerpo de ensueño, que solo he visto en las esculturas griegas, pero sus ojos son de un azul tan profundo que se puede confundir con las profundidades del mar, en este momento estoy más que convencida que mis vacaciones van a ser espectaculares, solo espero tener la dicha de volver a encontrarlo.
Me registro en el hotel, me cambio de ropa y no pierdo ni un instante para ir a la playa, cierro mis ojos para disfrutar de la brisa cálida y refrescante, siento un aroma ya conocido por mis sentidos, me siento observada, giro y lo vuelvo a ver.
—¿Tú eres la chica que vi en el aeropuerto? —me pregunta.
—No lo sé, tal vez me estas confundiendo por otra chica —le contesto.
—Estoy seguro que eres ella, estamos destinados a seguir encontrándonos. Mi nombre es Franco. —Dirige su mano hacia mí en modo de saludo.
—Me llamo Yilena, pero me puedes llamar Yile como lo hacen mis amigas —Le sonrío y aprieto su mano.
—¿Te puedo ofrecer una bebida? —No le respondo, pero asiento con mi cabeza.
Él se levanta de su silla y se dirige al bar, después de cinco minutos regresa con dos cocos decorados por unas lindas sombrillas y un par de cerezas, me entrega una y la pruebo, siento que esta bebida tiene un ligero sabor a piña mezclado con bastante alcohol. Se sonríe en el momento en que la pruebo.
—Es una bebida un poco fuerte, pero siento que eres una chica que le gusta los riesgos —me dice.
—¿Por qué crees que me gustan los riesgos? —le pregunto.
—Porque acabas de llegar a esta isla sola y te encontré sin compañía en este momento, pensé que te ibas a reunir con amigos o quizás con tu novio y no es así. —Le sonrío.
—No estás equivocado en que no tengo nadie conocido en esta isla, —Hago una pausa—, pero en un par de días llegan unos amigos, yo solo quise adelantarme y disfrutar de este paraíso un poco más.
Estuvimos hablando de más detalles de nuestras vidas, disfrutando de la vista ofrecida del atardecer, coincidimos en que estamos hospedados en el mismo hotel y me acaba de decir que solo se va a quedar tres días en la isla, quedamos en aprovechar de nuestra compañía, esa noche nos despedimos y quedamos en vernos temprano en la mañana para alquilar un auto y recorrer la isla juntos, conocimos hermosos lugares e inolvidables, muchos de los turistas con los que hemos hecho amistad creen que somos pareja.
La última noche de su estadía decidimos ir bailar en una discoteca muy recomendada y que está de moda, bailamos mucho, bebimos y decidimos no frenar más nuestra atracción, comprendiendo que tal vez no volveríamos a vernos y decidimos volver al hotel.
—Desde que te vi, te he deseado. —Suspira y continúa diciendo mientras me besa cerca a la oreja y bajando por mi cuello—. Mi cuerpo está desierto de besos y me siento morir si no te tengo esta noche, disfrutando de tu cuerpo, llevándote en mis recuerdos y en mi corazón.
—Durante estas noches me despierto abrazada a la almohada, con deseos de amarte y que me ames durante toda la noche —le digo, disfrutando de sus caricias— Siento que te conozco de toda la vida.
—No te vas a arrepentir, vas a disfrutar como nunca los has hecho en tu vida, eso te lo puedo prometer. —Empieza a quitarme la ropa que tanto nos estorba.
Al día siguiente me despierto y encuentro una nota sobre la almohada donde él descansó solo un par de horas porque lo hicimos tantas veces que perdí la cuenta.
“Gracias por regalarme esta noche maravillosa, por permitir que te llevara en mis recuerdos y llevarte tatuada en mi piel, jamás te voy a olvidar, te quiero mi Yile hermosa, sé que fueron solos unos días, pero siento que estas destinada a ser mía, espero volver a verte algún día y poder recordar juntos esta noche.
Franco.”
Suspiré anhelando que en algún momento pueda encontrarlo de nuevo porque jamás me voy a arrepentir de mi amor de verano.
Última edición por Felicity Grand el Miér Abr 13, 2022 12:28 am, editado 1 vez