Vengo a dejarles la anécdota de una sexy y fogosa Rebelde, muy al estilo Biblioteca...
Pasen y lean su... Romántica historia
La mas odiosa es la hija.. Eliza… tuve la desdicha de conocerla en el San Pablo. Por Dios, que mujercita más detestable… En fin, con los ánimos por los suelos y unas expectativas de que pasaría las peores vacaciones de mi vida, llegamos a la casa de playa de los Leagan. Quién diría que por una jugarreta del destino, estas serían las mejores vacaciones… y que conocería al hombre que robaría más que mis sueños.
Siendo buenos anfitriones, Neal y Eliza me invitaron a pasar el día en la playa, tomar sol, y divertirnos en los distintos deportes acuáticos que se podían realizar.
A mi me tomó un poco de tiempo prepararme ya que una de mis maletas se perdió en el camino… y pues me tocó llevar un traje de baño algo incómodo, ya que era una talla menos que la mía (cortesía de Eliza). Hacía que mis atributos fueran mas resaltantes y que atrapara miradas no tan inocentes. De verdad en un momento tuve miedo, pero en un instante todo pasó, ya que lo vi… un precioso espécimen salía del mar como todo un rey… atrapaba miradas y suspiros ¡¡¡y se dirigía hacia mi!!! Bueno no hacia mí directamente, porque era otro invitado de los Leagan… ¿Su nombre? MICHAEL… era simplemente perfecto… Alto, con un cuerpo preciosamente esculpido, esa V que se pronunciaba debajo de esos abdominales de fuego ¡¡¡me quemaban!!! Llevaba unos shorts muy peculiares que hacían notar más sus atributos… mi mente voló pensando en las mil y unas cosas que podría hacer con ellos… pero lo mas extraño fue el sentimiento que me caló fuerte dentro del alma, como si un trueno me hubiera golpeado.
—Bonjour Mademoiselle, Vous êtes très belle, puis-je connaître votre nom? (Buenos días Señorita, es usted muy bella, ¿podría saber su nombre?)
Me quedé de una sola pieza al ver que su francés era perfecto. ¿Espera, que? Noooooooo, acaso él…
— Es-que vous êtes français, Monsieur? (¿Es usted francés, Señor?)
—Bien sûr. (Por supuesto)
— Je m'appelle Ella. C'est un plaisir de vous connaître. (Me llamo Ella. Es un placer conocerlo)
—Le plaisir est tout pour moi (El placer es todo mío)—Dijo acercándose a mí, tomó el dorso de mi mano y lo besó. El fuego en mis mejillas se elevó en 1000000%. Tomándome de sorpresa otra vez, en vez de soltarme, jaló mi mano haciendo que sus labios llegaran a mis oídos y susurró lentamente:
—Si por besar tu dorso tus mejillas explotaron en carmín, no quiero ni imaginar cómo sería besar otra parte de tu hermoso cuerpo.
Yo literalmente me derretí... ¡¡¡Si... Me derretí!!! Fue el halago mas sexy y a la vez más atrevido que me habían dado en mi vida. Sólo atiné a contener la respiración y mirar hacia otro lado. Él tranquilamente se sentó a mi costado, entre Eliza y yo para ser exactos. Esta última no perdió el tiempo y lo sostuvo del brazo en todo momento y empezó a conversar con él, con su francés a medias; sonaba tan ridícula, pero gracias a ello, me entere que mi adorado estaba estudiando para ser medico y que luego ingresaría a la milicia, así fue como comprendí el porqué del cuerpazo que tenía. También resulto que vivía en París, que conoció ahí a Neal y que de esa manera coincidieron en estas vacaciones.
La mañana no se dio con mayores novedades más que las miradas intensas que Michael me daba, esas miradas que me hacían sentir sexy y a la vez tímida. No se qué tenía ese hombre que nublaba mi pensamiento y me hacía sentir completamente fuera de mi centro.
Para relajar mis pensamientos y refrescarme del calor infernal, decidí darme un chapuzón en ese mar hermoso. ¡¡¡Mala Idea Ella!!! El lazo de mi ropa de baño se desató, y sentí cómo se iba deslizando poco a poco, rápidamente agarré mis pechos con mis brazos y los cubrí, pero mi sujetador estaba flotando en el mar ante la mirada de todos... Sentí que me iba a morir, pero en eso sentí unos brazos sujetarme fuertemente y decirme:
—Si no quieres que termine asesinando a todos en esta playa por atreverse a mirarte, no te separes de mi Mon petite chat —Hice lo que me dijo. Él ya había agarrado mi sujetador y me lo puso con cuidado de no soltarme de su agarre.
Cuando salimos del mar, me dio una mirada de pocos amigos y se excusó con todos. Tomó mis cosas, me alcanzó mi vestido playero y tomando mi muñeca me dijo:
—Vámonos. —Quise negarme pero me volvió a mirar de una manera fría e intimidante. El silencio reinó entre nosotros hasta que Michael se estacionó al lado de la carretera.
—¿Puedes decirme que pretendías usando un traje de baño tan ajustado? ¿O Es que acaso querías llamar la atención de todos los hombres ahí? —Yo estaba en shock, nadie en mi vida me había hablado así.
—Un momento, en primer lugar, ¿quién eres tú para reclamarme todas estas cosas? Segundo, te conozco hace que 5 horas y ¿te crees que eres mi dueño o algo así? Y por último, déjame decirte que... —Abruptamente fui interrumpida por los labios más deliciosos y suculentos que jamás me habían besado. Quise separarme, pero Michael me apresó en sus brazos, fue algo inmensamente sublime, pero a la vez excitante. Cuando trate de tomar un poco de aire, él aprovecho y sumergió su lengua en mi boca, haciendo que olas de electricidad recorrieran mi ya cuerpo caliente. Con disgusto me separé de él, me miró fijamente a los ojos y dijo:
—Desde hoy, recuerda que nadie más que yo puede verte vestida así, ni mirarte y mucho menos tocarte, ¿queda claro?
—¡¿Qué?! ¿Te volviste loco?
—¿Loco? ¡Si! desde que te vi, desde el primer momento supe que estábamos destinados. Nadie ha despertado ese sentimiento de posesividad en mí, solo tú. Fue como si un rayo me hubiera golpeado y todos mis sentidos se hubieran unido a los tuyos. Ya eres mía, Mon petite chat y no hay forma que te deje escapar.
—Pero si ni siquiera nos conocemos bien, sólo hemos intercambiado unas palabras, no comprendo…
—Dime si no sientes lo mismo que yo, dime que tu corazón no está acelerado al igual que el mío, dime si mis ojos mienten al decirte que me tienes en tus manos.
Por alguna razón desconocida, éramos dos extraños anhelándose como si fuéramos amantes de toda una vida. No comprendía, pero supe que era real, que todo lo que dijo era real, y que ya no había forma de escapar.
Me dio otro beso cargado de muchos sentimientos, que terminó por sellar nuestro lazo divino. Regresamos al auto y fuimos rumbo a la casa Leagan para conversar con mamá. Michael quería conversar con ella para pedir permiso de cortejarme, se me hizo tan raro eso del cortejo, pero mi mamá estuvo encantada. Michael sinceramente era encantador y mas que su familia eran conocidos de los Sres Leagan, pues no hubo objeciones.
Y ahora heme aquí, semi desnuda, sentada en las piernas de un futuro medico militar que cada noche, desde hace una semana, se cuela en mi habitación para vivir nuestro amor apasionado sin reparos…
Se que Él se irá, porque así como yo, debe terminar sus estudios, pero eso no impedirá que volvamos a vernos, ya que un resplandeciente diamante brilla en mi dedo anular…