Terry ya estaba hablando por el teléfono fijo de la casa a la vez que salía de la cama. Se interrumpió para preguntar:
-- ¿Lucas ha agredido a tu madre? ¿Qué ha pasado?
-Lo que pasa siempre --respondió Candy con hastío -- Después de beber más de la cuenta le culpa de todo lo malo que le ha sucedido en la vida y la golpea. El está en la cama y ella en el parque que hay al otro lado de la casa. ¿Por qué te estás vistiendo?
-Voy contigo.
Candy ya se estaba poniendo un par de pantalones.
-No creo que sea buena idea.
-No pienso dejar que te enfrentes sola a esta situación. Tu padrastro se ha ido hecho una furia de mi casa esta tarde y yo soy el responsable de ello.
-Tú no eres responsable de nada. Aquí el único malo es Lucas. Te advierto que mamá no querrá saber nada de denunciar su agresión a la policía. He tratado de persuadirla muchas veces para que lo haga, pero siempre se niega. Es como una adicta -murmuró Candy-. No quiere renunciar a él.
- ¿Piensas llamar a tu hermano?
-Haré lo que mamá quiera que haga.
Veinte minutos después Candy se encaminaba hacia el banco en el que se hallaba acurrucada su madre como una vieja alfombra descartada, con los hombros hundidos y la cabeza gacha.
Cuando Candy pudo ver su rostro tuvo que reprimir una exclamación. Con el rostro hinchado y un ojo casi cerrado. Helen estaba prácticamente irreconocible. Tenía un labio partido y sostenía con evidente dolor uno de sus brazos.
- ¿Qué te sucede en el brazo? --preguntó Candy.
-Vamos a llevarla antes al coche --dijo .
- ¿Has venido con él? -- preguntó Helen, horrorizada.
-No he podido evitarlo -Candy ayudó a su madre a levantarse y la condujo hacia la limusina. Una vez en el interior se inclinó para ver el brazo de su madre y dedujo rápidamente que tenía la muñeca rota-. Tenemos que ir al hospital.
-Al hospital no. Prefiero ir a un hotel, o a algún...
-No tienes elección -dijo Candy -. Van a tener que operarte la muñeca, y cuanto antes mejor. ¿Quieres que llame a Jonny?
Helen negó con la cabeza.
-No tiene sentido disgustarlo también a el.
Terry alzó una ceja pero no hizo ningún comentario. Durante el trayecto al hospital, y tras su llegada, Candy no pudo evitar sorprenderse ante lo atento que se mostró con su madre, que nunca había sido precisamente una de sus mayores admiradoras.
Fue una larga noche. Tras hacerle unas cuantas placas de rayos X, Heken fue detenidamente examinada por el médico. Candy se quedó consternada al ver los moretones que había en el delgado cuerpo de su madre. Evidentemente, las agresiones de su padrastro se habían vuelto más y más violentas a lo largo de los años. Los preparativos para operar la muñeca se pusieron en marcha de inmediato. La policía llegó antes de que comenzara la operación y Candy se preparó para enfrentarse a los habituales esfuerzos de su madre para evitar que su marido acabara arrestado y procesado. Terry pidió hablar con Heken a solas un momento y Candy salió de la habitación, intrigada, pero tan adormecida que agradeció la oportunidad de moverse un poco para despejarse.
Cuando regresó se quedó asombrada al averiguar que, finalmente, su madre estaba dispuesta a presentar cargos contra Lucas. También parecía más fuerte, firme y menos temerosa que un rato antes. Mientras operaban a Heken, Terry hizo una serie de llamadas.
- ¿De qué has hablado con mi madre? -preguntó Candy cuando vio que colgaba el teléfono.
-Quiere cambiar el rumbo de su vida y le he hecho ver que no podrá hacerlo sin denunciar a Lucas, porque ésa será la única forma de lograr que la deje en paz. También he tratado de hacerle comprender que podría morir a causa de una de sus agresiones. Le he pedido que se mude con nosotros para recuperarse, pero quiere quedarse con tu hermano hasta sentirse mejor. Lo he llamado. No tardarán en llegar.
Candy se sintió decepcionada al averiguar que su madre no iba a acompañarlos a casa, pero sabía que a Helen le encantaría dedicarse a mimar a su hijo adulto durante unas semanas. Le asombró que Terry hubiera triunfado allí donde ella había fracasado tantas veces. Saber que, finalmente, su padrastro iba a ser acusado supuso un gran alivio para ella.
Permanecieron en el hospital hasta que Helen salió del quirófano y recuperó la conciencia en una habitación del hospital. La operación había sido larga y complicada, pero exitosa. Candy se quedó dormida en la limusina durante el camino de regreso, y sólo se despertó cuando Terry la dejó sobre la cama.
-Te has comportado maravillosamente con mi madre esta noche -murmuró, adormecida-. La verdad es que no lo esperaba.
-No siempre soy el miserable que me consideras -replicó Terry con calma.
Candy contempló un momento su duro y atractivo rostro.
-No soy ninguna estúpida, Terry -murmuró-. Los leopardos nunca pierden sus manchas.
La isla de Gales había sufrido pocos cambios desde la última vez que Candy había estado en ella, cinco años atrás. La población de la isla habitaba en un pequeño pueblo de casitas que ascendían en hileras . Más allá del pueblo se extendían las verdes colinas, olivos y cipreses.
-La última vez que estuvimos aquí me dijiste que querías casarte en una iglesia de aquí -murmuró Terry.
- ¿En serio? -de pie junto a la barandilla de cubierta mientras el yate atracaba, Candy aun se sentía adormecida por la falta de sueño de la noche anterior. Aquel recordatorio estuvo a punto de hacer que se atragantara con el café que estaba tomando para despejarse-. No lo recuerdo.
-Me gustaba que no te molestaras en sopesar cada palabra que decías cuando estabas conmigo. Mis padres se casaron aquí, en la iglesia del pueblo. A mi madre también le gustó la idea.
-Gales pertenecía originalmente a su familia, ¿no?
-Sí. Fue hija única y supuso una gran decepción para su familia que habrían querido tener un hijo varón.
-Recuerdo su retrato en la casa. Era una mujer muy guapa.
Continuará..