The Society of the devil, presenta el tercer capítulo de la Antología: Los Crímenes de la Sociedad del Diablo
AVARICIA
Esperamos lo disfruten
La edición fue realizada por Saadesa a quien agradezco por permitirme usarla
Recuerden comentar en cada pecado para llevar una hermosa firma de infarto
Se levantó frunciendo el ceño y maldiciendo a quien se atreviera a interrumpir su descanso. Esta vez sonaron tres golpes sobre la puerta, lo que crispó a Neil, pues no era necesariamente conocido por ser un hombre tolerante. Se apresuró a abrir para poner en su lugar al responsable de irrumpir en su casa, jaló la manija con tan fuerza que casi la arranca, todo para encontrarse con el rostro calmo de su compañero de trabajo Terrence Granchester quien sin inmutarse le miro mientras soltaba el humo del cigarrillo que sostenía entre sus dedos.
—¿Qué demonios te pasa, Granchester?
—Deja las rabietas Leagan, y apresúrate que tenemos un caso
—Maldita sea, ¿no pudiste decir que no por esta vez?
—¿Qué, acaso arruine algún plan romántico? —Se mofo el castaño
—Vete al mierda estúpido engreído, siempre queriendo figurar en todos los casos. Tu mejor época ya paso, Granchester, asúmelo. —disparó ácidamente el moreno.
—Cállate ya imbécil, —respondió el castaño lanzando el cigarro al suelo y pisándolo hasta casi pulverizarlo, —además en este caso fuimos requeridos especialmente por la parte afectada.
Neil dejo de lado lo que pensaba responderle, la cara seria de su compañero le hizo saber que no podían seguir perdiendo más tiempo en discusiones infantiles. Lanzó al sillón el control remoto que todavía sostenía, tomo su abrigo y salió cerrando la puerta.
—¿De qué trata este caso?
—Lo sabrás en cuanto lleguemos al lugar, lo único que te puedo adelantar es que la víctima era alguien muy influyente en el universo financiero.
Sin perder más tiempo se dirigieron a las oficinas del JP Morgan Chase & Co ubicado en el 345 de Park Avenue, siendo este el banco más importante en Estados Unidos, Neil entendió el porqué de la celeridad y confidencialidad con que se tenía que manejar este asunto, y no era para menos, pues los accionistas de esta firma eran gente sumamente importante y con recursos infinitos.
Una vez que llegaron descendieron con premura del auto del castaño, observaron el majestuoso rascacielos que se erguía frente a ellos y se dirigieron hacia la entrada principal de este donde ya eran esperados por el guardia quien, al ver las credenciales de estos, los guio hasta una de las oficinas principales. En esta se encontraba el subsecretario George Villers, quien era mano derecha del director ejecutivo de la asamblea de accionistas. Su rostro denotaba una preocupación que se contradecía con la escena que ellos observaban.
Ante sus ojos se encontraba una oficina vacía, con una lampara de luz volteada sobre unos documentos que descansaban aún sobre el escritorio. Algunos lápices se encontraban esparcidos por el escritorio y otros tantos por el suelo, el teléfono inalámbrico se encontraba fuera de su base y esta había sido desconectado de un tirón. La silla se encontraba más o menos a unos dos metros del mueble, y sobre esta se encontraban los documentos personales de Jaimie Dimon el director ejecutivo de los accionistas.
El primero en romper el silencio fue Granchester,
—Señor Villers, buenas tardes, hemos venido apenas nos han avisado.
—Se lo agradezco mucho teniente, como podrá ver no hay muchas pistas de lo que sucedió, excepto que no hemos podido localizar al Sr. Dimon desde ayer por la tarde. Su esposa se comunicó conmigo esta mañana para saber si él estaba conmigo, por supuesto, yo no le había visto desde que me despedí de él el viernes por la tarde mientras él se encontraba revisando los mismos papeles que todavía se encuentran sobre el escritorio. Intenté pensar en donde podría estar, hasta que se me vino a la mente que podría estar en la empresa, lo llame a su oficina, pero el teléfono marcaba ocupado, lo cual me hizo pensar que algo no andaba bien, por esa razón preferí venir en persona a inspeccionar. Cuando llegué, Joel el guardia, me recibió y le pregunté si había visto al director, él me respondió que no lo había visto ese día, más aún que ese día nadie se encontraba laborando. Le agradecí su respuesta, sin embargo, decidió acompañarme hasta la oficina principal. La puerta estaba cerrada pero no con llave por lo que pudimos ingresar y así nos encontramos con la misma escena que ustedes observan ahora.
Mientras Terrence se encontraba conversando con Villers, el detective Leagan no perdió tiempo y se puso a recolectar pruebas. Recogió huellas que se encontraban sobre el escritorio, la silla, los posa brazos de esta, los lápices, el teléfono e inclusive sobre algunos documentos. Pasó el cepillo para recolectar fibras que pudiese haber en la alfombra roja que cubría el piso de esa oficina. Apago las luces y roció todo con luminol, nada, el luminol no mostró presencia de sangre, por lo tanto, si alguien se había llevado a Dimon de ahí él se encontraba vivo y en buenas condiciones. Lo que Neil no se explicaba era por qué se había dejado llevar sin oponer resistencia. Otra cosa que le intrigaba era ¿Cómo había entrado el intruso? Por lo que podía observar, tenían un riguroso sistema para acceder inclusive a la recepción.
Había varias cosas que no le cuadraban, pero era muy temprano para hacer conjeturas, por lo que siguió recolectando evidencias y tomando fotos y notas de lo que él observaba.
…
En el sótano frio de una gran mansión, sobre un colchón viejo y desvencijado, se encontraba un tipo de unos sesenta años, cabello canoso, vestía un traje en color oscuro el cual se encontraba un poco rasgado y bastante sucio, la corbata había desaparecido y a la camisa le faltaban los primeros dos botones de arriba, estaba amordazado y maniatado, sus ojos se encontraban enrojecidos y húmedos como señal de que había estado llorando. Todavía no podía entender la situación actual que estaba viviendo. No daba crédito a lo que había acontecido el día de ayer. Como era su costumbre se había quedado después del horario laboral para terminar de revisar unos documentos financieros que debía presentar en la siguiente junta de accionistas. Se encontraba tan ensimismado en lo que hacía que no escucho en qué momento la puerta se abrió y cuando levanto la vista ya era demasiado tarde para hacer nada más. Solo alcanzó a tomar el teléfono el cual tuvo que soltar de inmediato al ver como este era desconectado de un jalón por la persona que acababa de ingresar. El hombre que se encontraba frente a él le apuntaba con una pistola, él se quedó petrificado al ver de quien se trataba, este le hizo señas de que se pusiera de pie y sin darse cuenta volcó el portalápiz dejando caer por todos lados los lapiceros que contenía.
No estaba consciente de cuánto tiempo llevaba ahí, el lugar era oscuro y sin ninguna ventana que le diera a saber si era de día o de noche. Tampoco podía distinguir ningún tipo de ruido, había estado antes en esa casa, pero jamás en esa parte, de hecho, ni siquiera se imaginaba que esa casa tan acogedora pudiera tener un lugar así. El ruido de una puerta abriéndose le distrajo de sus pensamientos, por este ingreso un hombre alto de cabello negro con algunas canas con una bandeja en las manos. El hombre en el colchón lo observo hasta que su visitante quedo frente a él. Este le quito la mordaza para darle algo de agua.
—¿Qué crees que estás haciendo Anderson? —cuestionó una vez liberado.
…
Granchester y Leagan se encontraban en su oficina respectivamente, ya hacía dos días que estaban trabajando en el secuestro del director de JP Morgan. La familia Dimon no había recibido ninguna llamada de rescate, ellos habían intervenido los teléfonos de la casa y mientras esperaban a que algo pasara, se dedicaban a revisar minuciosamente cada detalle del caso. Neil aun se encontraba en espera de los resultados de las muestras que había recolectado.
El detective se dirigió hacia la oficina de su superior, quería conversar con él ciertos puntos que le llamaban la atención. Le encontró ensimismado, revisando los papeles que se encontraban sobre el escritorio del desaparecido.
—Curioso, ¿no crees? —mencionó Neil entrando por la puerta y sentándose en la silla que se encontraba frente al escritorio.
Terrence siguió en lo suyo haciendo caso omiso de la presencia de su compañero y del comentario que había quedado en el aire. Al parecer eso a Leagan le importo un comino pues prosiguió como si el otro le hubiera pedido que se explicará.
Ya sé que tu sagacidad también te ha llevado a darte cuenta de los detalles faltantes en este caso, como, por ejemplo, el lugar de entrada del intruso, el hecho de que el guardia no haya visto a nadie ajeno a la empresa el viernes, mucho menos el sábado que era un día no laborable. La persona que se llevó a Dimon conocía muy bien la empresa, tan así, que sabía la rutina del susodicho y así pudo planificar el momento perfecto para llevar a cabo su cometido. Por lo tanto, no me es difícil conjeturar que la persona que ha cometido el secuestro es alguien que pertenece a la empresa, y que como Dimon…
—Forma parte de la asamblea de accionistas —confirmó el teniente— y creo saber quién es. He estado revisando estos estados financieros que tenia en su poder la víctima, el responsable del secuestro no ha de haber pensado que eran algo importante, sin embargo, ha sido un error muy desafortunado para él y muy fructífero para nosotros.
Neil le observó esperando saber más acerca de los documentos en cuestión.
—Verás, la razón del porque Dimon se ha quedado a revisar estos documentos es porque demuestran que ha habido malos manejos financieros por parte de un accionista. Como es algo demasiado delicado por lo que implica, entiendo que él no haya querido dar a conocer esta situación hasta no estar cien por ciento seguro. Antes de que tu llegarás, me comuniqué con el Sr. George y le solicité el directorio de accionistas, aunque se mostró un poco renuente al principio, al final accedió cuando le dije que eso podía hacer la diferencia entre hallar a Dimon a tiempo o no.
—¿Y entonces, ya tienes la lista? —cuestionó un Neil ansioso por dar con el responsable
—No, Villers quiso venir personalmente a entregarla. No debe demorar en llegar.
….
—¿Tu qué crees Dimon? Asegurándome de que la junta jamás se entere de mis desvíos de fondos. —respondió la persona que sostenía el vaso.
Thad Anderson era uno de los accionistas mas antiguos de la firma JP Morgan, y uno de los mejores amigos de Jaimie, era alguien que gozaba de una situación económica envidiable, o por lo menos, era lo que todos creían. Gustaba de la buena vida, de viajar en avión privado, de hospedarse en los mejores hoteles y de comer en los lugares mas exclusivos. Su vida ostentosa competía con la de las grandes estrellas, aunque siendo un accionista en tan importante compañía nadie se lo cuestionaba. Sin embargo, era un ludópata desde hace algunos años, razón por la cual le fue imposible para cuando empezó perdiendo pequeñas cantidades de dinero hasta que la situación se le fue de las manos. Él se resistía a renunciar a su estilo de vida, no podía hacerle eso a su familia, una cosa así seria un suicidio social y no pensaba permitir eso. Por ello empezó de a poco a desviar fondos de la empresa a diferentes cuentas alrededor del mundo. Todo iba bien, nadie desconfiaría de un veterano como él que había hecho tanto por la firma.
No obstante, en una ocasión que encontró a Dimon en su oficina este le confesó que le parecía que alguien estaba haciendo mal uso de los recursos de la empresa y por lo cual había solicitado una auditoría interna. Thad quedó congelado con esa revelación, se apresuró a despedirse y huyo a refugiarse en su casa. Desde ese día no dejo de pensar en que podría hacer para evitar ser descubierto. Era inminente que con la auditoria saliera a la luz el robo que había estado llevando desde hace varios años, ¿cómo podía salvarse? Era la pregunta que merodeaba su cabeza cada noche causándole insomnio. Hasta que una de esas noches una idea descabellada se instaló en su cabeza y él reconociendo que era su única salvación no tuvo reparos en llevarla a cabo.
—No seas estúpido Thad, tarde o temprano se darán cuenta de lo que has hecho —espetó.
—Sí ciertamente, pero por ahora estarán mas preocupados por encontrarte, después, cuando te encuentren sin vida, estarán ocupados en descubrir al asesino y posteriormente cuando las cosas vuelvan a la normalidad yo habré tenido tiempo de maquillar los documentos necesarios para que nadie se de cuenta de la realidad.
—Sin duda eres algo fantasioso, la empresa no se paralizará por mi desaparición, la auditoria de igual forma se llevará a cabo, esa fue la última orden que le di a George y como que lo conozco que seguirá mis indicaciones al pie de la letra.
—No te preocupes, yo me encargaré de ordenarle que desista de eso en respeto a tu memoria —mencionó burlón.
—No subestimes a George, Anderson, podría darte una sorpresa.
—Si claro, —respondió con sorna— no es más que tu empleado de confianza, así que dudo que no estando tu tenga algún peso su opinión.
Jaimie esperaba que Thad no tuviera razón y que George revelará en su momento lo que habían descubierto en los informes contables, tal vez eso le diera una idea a la policía por donde debían ir.
…
George Villers ya se encontraba en la oficina del teniente Granchester, revisaban la lista de accionistas y en especial a aquellos encargados del área financiera. Neil llego tranquilamente y se posiciono bajo el dintel de la puerta desde donde los observaba revisar infinidad de papeles.
—Podrías venir a ayudar, ¿no crees? —increpó Terrence lanzándole una mirada colérica por su actitud.
—No creo, yo ya he hecho mi trabajo —contestó con su típica arrogancia.
¡Dios! Que karma estaba pagando para tener que soportar a este imbécil pensó para si mismo el teniente.
—Tal vez te interese saber que gracias a los registros que me facilito el Sr. Villers aquí presente, pude identificar las huellas que se encontraban sobre los documentos dejados sobre la silla de Dimon. Creo que el secuestrador se sentía tan invencible que olvido usar guantes antes de tocar algo en la oficina y para nuestra fortuna tuvo la osadía de quitarle sus documentos personales a su víctima y dejarlas en la escena.
Ambos le observaron instándolo a que prosiguiera con su descubrimiento,
—Las huellas solo corresponden a Dimon y a su captor… Thad Anderson. Quien es un reconocido accionista de la misma firma, no hay persona en el mundo de las finanzas que no reconozca ese nombre, pues es bien sabido que es alguien que gusta de la buena vida y los lujos en exceso. Sin embargo, hay algo que pocos conocen de Anderson y que yo descubrí, cuando estuve de infiltrado en un casino en el cual se decía que se lavaba dinero. Thad Anderson sufre de ludopatía por lo que, atando cabos, debemos suponer que ha estado desviando fondos como lo podrán corroborar con esos informes y si revisamos las cuentas de él, aunque lo más probable es que esos desvíos hayan sido enviados a otras cuentas en el exterior.
—En efecto, con el Señor Dimon habíamos descubierto que alguien estaba malversando fondos, de hecho, esta semana recibiríamos a los auditores financieros que corroborarían la información que teníamos y nos haría llegar al responsable de esto.
—Bien creo que no hay tiempo que perder, Neil reúne al equipo para hacerle una visita, mientras tanto yo iré donde la jueza para solicitar una orden de allanamiento para su casa y todas sus propiedades.
La jueza Mia revisó la información que el teniente le mostraba como prueba de la culpabilidad de Thad Anderson. Sin duda todo apuntaba a que él era el responsable principal del acto delictual del cual se le acusaba, por lo que no tuvo ningún reparo en girar la orden de aprehensión y la orden de allanamiento solicitada.
…
La imponente mansión sobresalía de las que se encontraban a sus alrededores, de grandes ventanales y murallas color arena, era de gran admiración la arquitectura tan refinada que mostraba, sin embargo, ellos no estaban ahí para apreciar el arte.
Tocaron el timbre y de inmediato el personal se hizo presente, después de mostrar la orden correspondiente pidieron ser llevados antes el Sr. Thad Anderson quien en ese momento se encontraba en la parte baja de la casa. Neil a quien se le había ocurrido traer perros para rastrear la enorme propiedad, ingresó con uno de estos a quien continuamente le acercaba una prenda que correspondía a Dimon. La ama de llaves quien se había quedado en la puerta apresuró sus pasos en dirección a donde se dirigía el perro, pero fue interrumpida y obligada a permanecer en ese lugar.
Thad se encontraba cerrando la puerta de un cuarto sumamente alejado a lo que era la casa principal, cuando escuchó la orden de que mantuviera las manos arriba donde estas pudieran ser vistas. Se le ordeno girarse y en su cara se veía el temor de que su peor pesadilla se estaba volviendo realidad. Uno de los uniformados tomo las manos de este y lo esposo. Neil Leagan paso por su lado, siendo guiado por el perro quien arremetía contra la puerta donde minutos antes había estado parado Anderson.
Al abrir la puerta no hizo falta ninguna declaración por parte del acusado. Jaimie Dimon se encontraba recostado en ese colchón maniatado y amordazado. Sus ojos centellearon de felicidad al ver que su pesadilla había terminado.
…
Thad Anderson fue declarado culpable de los cargos de malversación de fondos y secuestro agravado, por lo que fue sentenciado a treinta años en prisión. Le fueron incautadas propiedades y posesiones, por lo que su familia cayó en la ruina y el escarnio de la sociedad los llevo a huir del país con lo poco que tenían.
Última edición por Claudia Ceis el Miér Abr 20, 2022 7:51 am, editado 1 vez