Ilusionada, veía su reflejo con la sonrisa más sincera que jamás mostró, de sus esmeraldas se había ido la sombra de tristeza y fue reemplazada por un brillo soñador. Con sus manos, alisaba su blanco vestido, sintiendo la suavidad de aquella fina tela y los delicados detalles que asemejan los pétalos de las flores al caer. Su cabello estaba adornado por dos trenzas que se unían en la parte de atrás de su cabeza, de donde salía un enorme velo que llegaba hasta el suelo.
Cerró sus ojos evocando la imagen de ese hombre que tanto amaba, sus largos cabellos castaños, sus hipnotizantés zafiros, y esos labios tan suaves que la tentaban en todo momento. Todo era maravilloso y perfecto para ella, ya que ahora tenía un amor como el de los libros que leía y la libertad que siempre anhelo. Por un momento se sintió mal al recordar a su amigo de la infancia, Anthony, quien la amaba mucho y cuya intención de casarse siempre fue honesta, por eso lamentaba causarle dolor al rechazarlo.
Flashback
-¿Dónde estabas niña? Anthony lleva esperando mucho tiempo, mira como estas, ¿Qué le pasó a tu vestido? ¡ah! no importa, será mejor que vayas con él y aceptes su propuesta- La recibió su madre cuando volvió a su casa después de estar con Terry. Era irónico que horas antes la trataran como la delicada joven obediente que siempre había sido y en ese momento como a una rebelde que debían controlar, aunque, pensándolo bien, siempre fue de esa forma. Si bien antes se había doblegado a la voluntad de sus padres, ese tiempo se había terminado, con cara orgullosa, y sin mirar a sus progenitores camino dignamente.
Vio a Anthony con una sonrisa, la abrazó sin importarle que su vestido estuviera sucio pero ella no correspondió. El rubio estaba tan sumergido en su felicidad que no se percató de la actitud evasiva de Candy -Te juro que te hare la mujer más feliz del mundo, formaremos una familia hermosa y siempre haré lo que sea para que tengas todo lo que desees- Decía alegre soñando con la vida que llevarían juntos.
-Anthony- Dijo sintiendo que el aire era insuficiente. -Tenemos que hablar-
-¿Si? dime- La miró amablemente, eso hizo que Candy dudara en lo que iba a hacer.
-Yo… yo…- Dijo en un susurro, ¿por donde comenzar para que el corazón del joven no sufriera? -No puedo, sabes que siempre te he apreciado mucho- Dijo con sus ojos húmedos. -Se el hombre bueno que eres y es por eso que no mereces esto-
-¿De qué hablas Candy?- Preguntó, aunque ya anticipaba la respuesta. Desde aquel baile en que la vio con el amigo de Tom, sintió que su miedo se había materializado.
-Sé que no me faltaría nada contigo, lo tendría todo, incluso amor, pero yo no puedo darte lo mismo-
-Es por él. ¿Verdad?- Preguntó
-Perdóname, mereces más que un amor no correspondido, te conozco y tu debes estar con una mujer que te adore y te vea como lo mejor de su vida, que espere verte cada día y que disfrute cada momento a tu lado como si nunca se volvieran a repetir…-
-¿Así es como lo ves a él?- sus puños estaban cerrados, esperando una respuesta.
-Si- Al oírla se dio la media vuelta y se retiró, no sin antes desearle que fuera feliz.
Fin del Flashback
No se arrepentía de haberlo hecho, a pesar de que las semanas siguientes fueran difíciles ya que sus padres estaban furiosos con ella, además de preocupados por las amenazas de la matriarca Andley y la ausencia de su amado. Durante ese tiempo intentó hacer su vida, pero era mal vista por otras familias, tanto Candy como sus padres fueron excluidos ya que no era aceptable que ella rechazara a un Andley y mucho menos que sus padres lo permitieran. Sorprendentemente eso no la afectó lo más mínimo, al contrario, eso representó un alivio; pero la relación con sus padres se deterioró, ya que no le dirigían la palabra. Se dio cuenta de lo frágil que era y como una simple insumisión bastó para que se rompiera. Trató de arreglar las cosas pero no logró muchos avances, hasta que el duque pidió su mano.
Flashback
-Supe que el Duque de Grandchester vendrá a escoger a una esposa- Escuchó a la servidumbre escondiéndose detrás de una pared
-¿En serio? yo escuche que es un hombre atractivo-
-Es una pena que nosotras no tengamos oportunidad- Esa frase le causó gran indignación, ¿Cómo se atrevían a hablar tan descaradamente del hombre que la amaba?
-Lo que es una pena, es que la señorita White no tenga oportunidad después del escándalo que causó- Dijo otra mujer -Tal vez se case con la señorita Britter, es una excelente dama y muy hermosa, aunque no se compare con la señorita Candy- Estaba a punto de responder cuando vio al mayordomo entró casi corriendo y anunciando la noticia que tanto espero. En ese momento su corazón se detuvo, por fin él había regresado por ella.
Salió junto con sus padres a recibir a Terry, cuando lo vio tenía ganas de arrojarse a sus brazos, lo había extrañado tanto. Ambos se miraron a los ojos expresando la añoranza por el otro y el infinito amor entre ambos jóvenes.
-¿Qué hace usted aquí?- Preguntó molesta Lady White creyendo que era una broma de mal gusto.
-Soy Terrence Graham Grandchester- Hizo una leve y elegante reverencia. -Duque de Grandchester- Su rostro demostraba seguridad, confianza y arrogancia, algo que los padres de Candy nunca habían visto en él.
-¿Es una broma verdad?-
-No me atrevería a semejante ofensa Lord White- Dijo indignado.
-A… ¿A que ha venido Duque?- Tartamudeo la dama mayor mientras que la joven sonreía embelesada.
-He venido a pedir la mano de Candy, su hija- Dijo mirando a la aludida a los ojos.
-Duque, nos honra su petición pero me temo que no tenemos dote…-
-No hace falta, para mi Candy es lo más valioso- No podía romper el contacto visual que tenía con la rubia, ella era la visión más preciosa que podía contemplar. -Y no se preocupe por el dinero, Candy será mi esposa, cuidaré de ella y de toda su familia- Dijo para afirmar su promesa.
Fin del flashback.
-Candy, querida, ya es hora- Dijo su padre extendiendo el brazo para guiarla al altar.
Ella suspiró nerviosamente. Solo se escuchaban sus pasos mientras caminaba para encontrarse con el castaño que la cautivó. Todo había valido la pena, las dificultades, las tristezas y los días de soledad que tuvo que pasar para llegar hasta ahí. Al entrar en la iglesia lo vio de pie, mirándola como si no existiera nadie más que ella. Fue el recorrido más largo que hizo, veía a todas las personas a los lados del pasillo, a sus familiares y a los padres de Terry, pero cuando este sostuvo su mano, todos desaparecieron. Ese momento era de los dos, se miraban embelesados disfrutando su momento sin ganas de apresurar el tiempo.
-Yo, Terrence te tomó por esposa Candy, para compartir nuestras vidas y sueños. Prometo reír contigo y consolarte, acompañarte en los momentos difíciles y crecer juntos todos los días de nuestras vidas. Porque te amo más de lo que puedes imaginar, y juro en nombre de ese amor, que jamás he de fallar te, juro que siempre voy a estar contigo y para ti, dándote mi cariño y protegiéndote-
-Yo Candy, te tomo por esposo Terry, y te elijo como mi compañero de vida, mi amigo, mi confidente y mi amante. Prometo ser tu refugio, la alegría de tu vida y el consuelo de tu tristeza. Juro que nunca olvidaré que este amor es para siempre y que nunca te fallare. Te amo y eres lo mejor de mi vida, por eso, me ofrezco a ti como tu esposa, porque en ti he encontrado la magia que le hacía falta a mi vida-
Tomaron las argollas que simbolizaban su infinito amor, y, al unísono dijeron: -Desde hoy el yo se convierte en un nosotros y este anillo es el símbolo de nuestra unión hasta la eternidad- Sin esperar un momento, Terry tomo la mejilla de su esposa, y con su pulgar acarició sus labios. Candy, enredó sus dedos en su cabello. Se acercaron lentamente al otro y sellaron sus promesas con un cálido, gentil y firme beso.