Había querido tanto aquella casa, tanto como había querido a Terry. Después de vivir en la casa de su abuelo, aquello le había parecido un palacio. No había en aquel momento novia más dichosa que ella. Se sintió un poco ridícula al recordar todo.
Criadas, muebles antiguos y cuartos de baños preciosos, él había comprado la casa y los muebles antes de casarse. Fue el primero en Escocia que contrataba a una cuadrilla de gente para que le decoraran la casa. En todo lo demás, Terry se había comportado como se suponía que se tenía que comportar un novio de por allí.
-Candice... -murmuró Terry en el umbral de la puerta.
-- Fui tan feliz aquí -- susurró, arrepintiéndose nada más decirlo --. De todas maneras me tendrías que haber dicho lo de nuestro matrimonio desde el principio.
--Pensé que todavía no estabas preparada para ello -- le contestó Terry -- Habías invertido mucho en nuestra relación.
-- ¡Eso no es verdad! --Exclamó Candy, apretando los puños -- Me han dado muchos golpes en mi vida, pero ninguno como el que me diste tú --Terry se quedó mirándola, con sus ojos brillante como la noche, como si supiera que estaba mintiendo, como si supiera que le había destrozado el corazón el día que lo vio .
-- En aquel tiempo eras terriblemente vulnerable. Tenías el cuerpo de una persona adulta, pero no la experiencia. Después de cinco años viviendo aislada, lo único que conocías se limitaba a lo que ocurría en aquel pueblo -- Candy palideció y sus ojos expresivos se velaron, sabiendo que poco podía decir para rebatirle aquel argumento. Porque recordaba a la perfección lo desorientada que se había sentido nada más volver a Londres-. Si no hubieras tomado el tren aquel día, habrías continuado tus estudios --aseguró Terry con convicción -- De esa manera podrías haber superado tu amor por mí y te habrías empezado a interesar más por los chicos de tu propia edad.
-- ¿Y si no hubiera ocurrido eso, qué habrías hecho tú entonces? --exclamó Candy. Terry se encogió de hombros,
-- Pues habría resuelto la situación de alguna manera. Porque yo te tenía mucho cariño. Pero podríamos haber seguido viviendo juntos. Yo no quería correr el riesgo de terminar en la cama contigo...
-- ¡No creo! -- replicó Candy, con el resentimiento del dolor no olvidado, mientras pasaba a su lado. Terry estiró una mano y la agarró por el antebrazo, impidiéndole continuar. Sus ojos brillaban como el oro.
- -En aquel tiempo eras tan salvaje como una gitana, además de guapa y muy sensual. No te dabas cuenta de ello, pero lo tenías y eso no me dejaba pegar ojo por las noches -- le informó Terry -- Eras una tentación que me atormentaba día y noche -- Candy lo miró con ojos de sorpresa, sin poder siquiera respirar. -- Yo caminé en la cuerda floja contigo -- le recordó Terry con tristeza --Sabía que si cedía, los dos terminaríamos en una relación imposible. Me tendrían que haber dado una medalla por haber aguantado tanto tiempo sin meterme en la cama contigo. Más cuando no parabas de recordarme que eras mi mujer.
Los pulmones de Candy volvieron a llenarse de oxígeno. Apartando su brazo, corrió escaleras abajo y salió a respirar aire puro. Durante todo el tiempo que estuvieron casados, él la había querido. Candy nunca se lo habría imaginado. Lo había querido tanto. Lo había querido con una intensidad inaudita. En aquel tiempo, era incapaz de imaginarse un futuro sin él. No se había podido imaginar el daño que un amor de ese tipo podría hacerle, hasta que fue demasiado tarde. Pero Terry sí lo había sabido...
A pesar del calor que hacía, sintió frío. Le había dicho que había invertido mucho en la relación. Con aquellas palabras, Terry reconocía que ella le había pertenecido en cuerpo y alma. A Terry le había tentado su cuerpo, un cuerpo que ella había ofrecido sin pedir nada a cambio.
Pero Terry había resistido la tentación con disciplina y frialdad colosal. El molde se rompió cuando hicieron a Terry. El instinto de conservación le había mantenido fuera de la cama matrimonial. Porque había sabido que si se acostaba con ella, le habría costado mucho deshacerse de ella. De pronto sintió una mano en el hombro. Terry le dio la vuelta, sus ojos azules, mirando su expresivo rostro.
--Tus sentimientos todavía son muy intensos -- murmuró él -- Sobre todo en todo lo que se refiere al pasado. Lo que no sé es por qué me sorprende. La sangre Escocesa que llevas en tus venas es la que te impulsa a pedir venganza. Yo te hice daño. Y tú respondiste de la única forma que podías. Elegiste mentir, engañarme y robarme.
-- Yo... yo... -- empezó a decir Candy.
Continuará...