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LIBERTAD
No cabe duda, los autos son un gran invento, aunque particularmente me gusta mucho más caminar. Menos mal que no olvidé cómo conducir y pude convencer a George para que me dejara hacerlo solo..., fue más difícil que tomar la decisión de dejar esta vida a la que le tengo tanto cariño…
- Lo siento, pero es necesario. Señor William, usted no está bien del todo, debería esperar un poco más…- dijo George en tono tranquilo pero preocupado
- Sólo serán unas cuántas millas amigo mío, necesito poner en orden mis pensamientos…
Acto seguido subí al auto y enfilé por la carretera. Lo primero que se me vino a la mente, es lo mal que me siento mintiéndole a Candy diciéndole de un trabajo que no existe. No es tonta y pronto se dará cuenta. Sé perfectamente que ya nada podrá ser como antes, debo retomar mi lugar como cabeza de la familia Ardlay; ya he vivido, disfrutado, sufrido, viajado y aprendido lo suficiente. El último viaje en el tren cuando perdí la memoria, casi me cuesta la vida. Todo este tiempo al lado de Candy ha sido como un sueño maravilloso… pero tengo que despertar. Además, no puedo seguir al lado de ella, no es correcto. Antes tenía amnesia y podíamos estar como paciente y enfermera… además está el hecho de que… me he enamorado de una mujer maravillosa…
Candy… Candy… sueño contigo a cada paso que doy, en todo lo que hago, mi único tema de conversación con George, eres tú es de ti. ¿Cómo podría seguir al lado del amor de mi vida sin demostrar mi cariño, veneración y admiración? Además, ella se escandalizaría de saber que yo soy William Albert Ardlay… ¡que estoy profundamente enamorado de ella! Todos estos años he sido su amigo, confidente y… paciente. Ya me imagino su cara si se lo dijera, la perdería de manera definitiva. Prefiero mil veces guardar este amor antes que ella se alejara de mí.
¿Tendrá razón George cuando me dijo que, aunque sea un Ardlay… soy libre de amar?
¡Ah, querida Candy!... sí supieras que el día que te fuiste a Broadway sentí como si me rompieran el corazón en dos. Muy dentro de mí sabía que ya no ibas a volver, nunca te lo dije, pero al mostrarme los boletos de tren y el teatro, entendí que Terry te quería al lado de él para siempre. Cuando te vi alejarte esa mañana que nevaba, estaba seguro de que sería la última vez en mucho tiempo que nos volveríamos a ver. Recuerdo que lloré en silencio y Puppet me consoló, ahí me di cuenta de que estaba tan enamorado de ti, que gustoso daría mi vida para que fueras feliz, porque eso significa amar, dejar que la persona que amas tenga la libertad de elegir.
Tu regreso me llenó de alegría… misma que se esfumó cuando llena de dolor me contaste de tu rompimiento con Terry. Comprendí lo fuerte y al mismo tiempo, lo frágil de tu alma… me dolió tanto verte así… quería consolarte como fuera, pero estabas deshecha física y moralmente. Por eso dejé que lloraras hasta desahogarte por completo… cualquier palabra estaba de más. Cuando me atropellaron y fuiste corriendo a verme, me sentí el hombre más feliz del mundo al saberme tan querido para ti… quién iba a decir que, por ese accidente, yo recobraría la memoria tiempo después. Si supiera que soy correspondido en este amor… ¿qué harías William Albert Ardlay?
El viento en mi rostro es la libertad de mi corazón, y este amor, es el que me da fuerza para irme y dejar que sigas siendo la Candy que siempre conocí. Tienes razón George… ¡Soy libre para amarla!... aunque sea en silencio.
La libertad del ser humano es precisamente el libre albedrío… de elegir lo mejor para uno y para los seres que ama.
No cabe duda, los autos son un gran invento, aunque particularmente me gusta mucho más caminar. Menos mal que no olvidé cómo conducir y pude convencer a George para que me dejara hacerlo solo..., fue más difícil que tomar la decisión de dejar esta vida a la que le tengo tanto cariño…
- Lo siento, pero es necesario. Señor William, usted no está bien del todo, debería esperar un poco más…- dijo George en tono tranquilo pero preocupado
- Sólo serán unas cuántas millas amigo mío, necesito poner en orden mis pensamientos…
Acto seguido subí al auto y enfilé por la carretera. Lo primero que se me vino a la mente, es lo mal que me siento mintiéndole a Candy diciéndole de un trabajo que no existe. No es tonta y pronto se dará cuenta. Sé perfectamente que ya nada podrá ser como antes, debo retomar mi lugar como cabeza de la familia Ardlay; ya he vivido, disfrutado, sufrido, viajado y aprendido lo suficiente. El último viaje en el tren cuando perdí la memoria, casi me cuesta la vida. Todo este tiempo al lado de Candy ha sido como un sueño maravilloso… pero tengo que despertar. Además, no puedo seguir al lado de ella, no es correcto. Antes tenía amnesia y podíamos estar como paciente y enfermera… además está el hecho de que… me he enamorado de una mujer maravillosa…
Candy… Candy… sueño contigo a cada paso que doy, en todo lo que hago, mi único tema de conversación con George, eres tú es de ti. ¿Cómo podría seguir al lado del amor de mi vida sin demostrar mi cariño, veneración y admiración? Además, ella se escandalizaría de saber que yo soy William Albert Ardlay… ¡que estoy profundamente enamorado de ella! Todos estos años he sido su amigo, confidente y… paciente. Ya me imagino su cara si se lo dijera, la perdería de manera definitiva. Prefiero mil veces guardar este amor antes que ella se alejara de mí.
¿Tendrá razón George cuando me dijo que, aunque sea un Ardlay… soy libre de amar?
¡Ah, querida Candy!... sí supieras que el día que te fuiste a Broadway sentí como si me rompieran el corazón en dos. Muy dentro de mí sabía que ya no ibas a volver, nunca te lo dije, pero al mostrarme los boletos de tren y el teatro, entendí que Terry te quería al lado de él para siempre. Cuando te vi alejarte esa mañana que nevaba, estaba seguro de que sería la última vez en mucho tiempo que nos volveríamos a ver. Recuerdo que lloré en silencio y Puppet me consoló, ahí me di cuenta de que estaba tan enamorado de ti, que gustoso daría mi vida para que fueras feliz, porque eso significa amar, dejar que la persona que amas tenga la libertad de elegir.
Tu regreso me llenó de alegría… misma que se esfumó cuando llena de dolor me contaste de tu rompimiento con Terry. Comprendí lo fuerte y al mismo tiempo, lo frágil de tu alma… me dolió tanto verte así… quería consolarte como fuera, pero estabas deshecha física y moralmente. Por eso dejé que lloraras hasta desahogarte por completo… cualquier palabra estaba de más. Cuando me atropellaron y fuiste corriendo a verme, me sentí el hombre más feliz del mundo al saberme tan querido para ti… quién iba a decir que, por ese accidente, yo recobraría la memoria tiempo después. Si supiera que soy correspondido en este amor… ¿qué harías William Albert Ardlay?
El viento en mi rostro es la libertad de mi corazón, y este amor, es el que me da fuerza para irme y dejar que sigas siendo la Candy que siempre conocí. Tienes razón George… ¡Soy libre para amarla!... aunque sea en silencio.
La libertad del ser humano es precisamente el libre albedrío… de elegir lo mejor para uno y para los seres que ama.
