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Decidida a enfrentar a su padre, Candy ingresó a la oficina de este, en compañía de su hermanos mayor sin llamar siquiera. Se le veía indignada.
—¿Qué haces aquí, no me digas que quieres negociar al igual que tu hermano lo hizo? —miró al susodicho —porque si has venido a eso, puedes irte por donde viniste, de ya te digo que mi conciencia no tiene precio.
—No digas tonterías, papá —respondió negando con la cabeza —vine para que me expliques, ¿qué significa esto? —colocó los documentos sobre el escritorio.
—Ah esto —William Ardley suspiró —no me interesa ser el padre de ninguno de los dos —miró a uno y luego al otro.
—¿Te avergüenzas a caso de ser el padre de un exitoso abogado y a una de las mejores farmacoquimica del país?
—No lo haría si lo emplearan de la mejor manera —los vio nuevamente —ambos son unos traidores.
—¿¡Traidores!? —los ojos de Candy se abrieron desmesuradamente.
—No veo la razón de tu sorpresa, y menos después de prestarte a testificar en corte.
—Papá, una cosa no tiene nada que ver con la otra. Albert solo me pidió que explicara cual es la función de un paramédico.
—Pudiste negarte.
—No vi razón para hacerlo.
—Lo que Albert hizo en corte es inhumano y lo sabes, Candy.
Candy negó con la cabeza.
—Escucha, papá, comprendo tu punto de vista y tu posición, sin embargo tú tienes que entender que Albert no estudió leyes para defender a perdedores como lo haces tú.
—Esas personas a las que te refieres tan despectivamente, son mil veces mas decentes que las personas con las que Albert y tú trabajan.
—Pero es gracias a ellos que mi hermano y yo tenemos solvencia económica muy buena, vivimos en nuestros propios espacios, y ya no dependemos mas de ti. ¿Es eso lo que te molesta?
William Ardley negó con la cabeza. Escuchar hablar así a su niña le partió el corazón.
—A penas puedo creer en el monstruo que te has convertido por dinero.
Candy se preparaba para responder cuando alguien ingresó a la oficina.
—Licenciado Ardley, licenciado Ardley, tiene que ayudarnos —decía muy agitado
—¿Que pasa Archie?
—Hay unos hombres afuera colocando unos unas hojas en la pared en donde se puede leer claramente "Clausurado". Nos engañaron, el señor Brower y ese odioso Inglés nos engañaron a todos.
—¿De qué hablas?
—Vendieron tan pronto firmamos el acuerdo.
—¿Qué? —fue la única respuesta de William Ardley antes de salir a toda prisa seguido de Albert, y un agitado Archie. Candy que no entendía una sola palabra de lo que Archie acababa de decir, y como el chisme no le gustaba pero la entretenía, corrió detrás de ellos. Al llegar, se paró junto a su padre y escuchó atentamente lo que las personas frente a ellos decían.
—Mi nombre es Carl Stuart, representante de la mejor compañía de construcción del Pais, la Constructora King —se presentó —mis hombres se encargarán de hacer los trámites correspondientes para que cada uno proceda a desalojar el edificio a la cuenta de ya.
—No vamos a desalojar.
—Es mejor que lo hagan por las buenas, o mis hombres usarán la fuerza —amenazó —y no queremos eso ¿verdad?
Dispuestos a luchar para no ser echados, los inquilinos se juntaron.
—Ustedes los quisieron así —Stuart se encogió de hombros e hizo una señal a sus hombres para que procedieran.
Candy dio un paso al frente cuando aquella manada de hienas pretendían usar la fuerza en contra de los inquilinos y cuando quien se suponía era el jefe de aquellos bárbaro, amenazó con agredir a su padre dijo:
—Ni se te ocurra ponerle una mano encima.
—¿Y tú quien eres?
—Soy Candice Ardley, hija de este hombre a quien pretendes agredir.
—Tu no eres mi.... —Candy gruñó interrumpiendo al testarudo de su padre.
—Me importa una mierda quien seas.
—Mide tus palabras —Albert dio un paso al frente
—¿Y tú, quien demonios te crees para darme órdenes?
—Soy Albert, abogado del bufete Marlowe —respondió omitiendo su apellido.
—¿Qué hace un abogado del bufete Marlowe en este lugar?
—Ese no es tu asunto —fue su respuesta —¿Con que derecho vienes a agredir a estas personas? Estas no son las formas de hacer las cosas.
—¿Qué se puede esperar de los bufones de la constructora King, los que hacen el trabajo sucio por ellos? Asquerosas ratas que viven de los intereses de los demás.
—Escuche viejo, no voy a permitir que le hable mal a mi jefe.
—Y yo no te voy a permitir que te dirijas en esos términos, a mi padre —espetó Candy con las mejillas encendidas.
—¿Y que piensas hacerme si lo hago nuevamente? —le dio un leve empujón
—¡Ja! —chilló Candy.
—Atrévete a tocarla una vez mas y te juro que haré que te arrepientas toda tu miserable vida —amenazó Albert con el entrecejo fruncido.
—Que importa la cantidad de dinero que pague por tu demanda, lo haré con gusto luego de enseñarle modales a esta revoltosa —alzó la mano dispuesto a agredir a la joven rubia.
—Baja tu asquerosa mano —se escuchó una potente voz como un trueno detrás de los agredidos, quienes se giraron al escucharla. Con paso firme, elegante y una mirada indescifrable, Terrence pasó por en medio de todos.
—¿Y tú quien eres?
—Terrence Graham —se presentó.
—Terrence ¿qué? —preguntó Candy en un susurro.
—Graham, doctora —murmuró Karen a espaldas suyas.
—¡Ah! —susurró — ¿Quién es y de dónde salió?
—El señor Graham es el asesor legal del señor Anthony Brower, llegó ayer de Inglaterra —concluyó Karen.
—¡Oh! —respondió la rubia abogada mirando con detenimiento al castaño frente a ella. 《Na mal》 —pensó —tiene buen porte y es muy guapo... T.G. como Tigre... ¡Rrrrrr! —Sacudió la cabeza ante los pensamientos que la invadieron.
—¿Quien es el jefe? —preguntó Terrence con voz firme mirándolos a todos.
—Soy yo —Stuart dio un paso al frente —te escucharé por puro placer porque nada de lo que digas me interesa. Vine aquí a cumplir una orden y no me marcharé hasta que haya hecho mi trabajo
—Pues deberías —Terrence se acercó a él —la constructora King adquirió los edificios de manera irregular.
—Ese no es mi problema, yo solo cumplo órdenes —se encogió de hombros Stuart.
—Lárgate ahora mismo y llévate a tus hombres antes que se me agote la paciencia —respondió Terrence con ira contenida.
—Ui que miedo. Golpéame —se burló Stuart.
—Al cliente lo que pida —Terrence le propinó un fuerte puñetazo que lo envió al piso. Stuart se puso en pie inmediatamente con la intención de devolver el golpe, pero un fuerte puñetazo en la nariz lo hizo lagrimear.
—Me quebraste mi bella nariz, idiota —se quejó
—Y te quebraré mas que eso si no te largas junto a tus hombres ahora mismo.
—Que hacen allí parados como estatuas de sal —dijo Stuart dirigiéndose a sus hombres haciendo caso omiso a las palabras amenazantes de Terrence —delen una lección a este fanfarrón para que aprenda a respetar.
Un error por demás garrafal.... Antes que dieran un solo paso, Terrence rodeó el cuello de Stuart con un trozo de cable, y lo apretó un poco.
—Un pasó más y su jefe se muere —advirtió a quienes amenazaban en acercarse a él.
—Señor, señor, guarde la calma —intercedía Stuart aterrando.
—Estoy calmado.
—Por favor, hablemos.
—¡Ah! Ahora si quieres hablar —Terrence sonrió de medio lado.—Te escucho, aunque me temo que lo haré por puro placer, porque no me interesa lo que tengas que decirme —respondió el castaño repitiendo las mismas palabras que hombre había expulsado minutos atrás. Aquello no era cierto, pero ellos no tenían por que saberlo.
—Podemos llegar a un trato que nos beneficie a ambos. Se ve que usted es una persona inteligente.
—No necesito tus adulaciones.
—Diga, ¿cual es su precio y acabamos con esto?
—No me interesa tu dinero.
—No, no, no, —suplicó Stuart con dificultad ante la falta oxígeno — no me mate, soy muy joven para morir en estas circunstancias —rogó Stuart aterrado cuando Terrence presionó un poco más el cable.
—Hagan algo, detengan a ese loco o va matar a nuestro jefe —dijo John, mano derecha de Stuart.
—¿Te has vuelto loco? —preguntó Candy —nos estamos divirtiendo de lo lindo de ver lo frágil y llorón que resultó tu jefe —rió con burla.
—Señor, yo solo sigo las órdenes... sin embargo, haré lo que me pida —rogó Stuart cuando sintió que Terrence aplicaba un poco mas de presión.
—¿Me das tu palabra?
—¿Es necesario que lo jure?
En respuesta, Terrence presionó más.
—Está bien, está bien, lo juro. Pero que quede claro que yo solo hacía válidas las órdenes de los nuevos dueños.
—Mise an neach-seilbh iomlan air a h-uile càil, agus tha mi a' dol a thoirt air ais e, ge bith dè a bheir e. (El dueño absoluto, soy yo, y voy a recuperarlo todo, cueste lo que me cueste) —respondió Terrence en Gaélico haciendo un ademán con su mano libre.
Los habitantes del Magnolia estaban maravillados con el proceder de Terrence. En menos de lo que canta un gallo, tenia sometido al despreciable enviado de la constructora King. Minutos atrás Carl Stuart se comportó de manera déspota con ellos y ahora y suplicando por su vida.
—Mark, tu hablas Gaélico, viviste en Escocia por muchos años, dinos pues, que es lo que el señor Graham le a dicho.
—Eh, eh —Mark se aflojó su corbata, el aire le era insuficiente. La verdad era que jamás había estado en Escocia, se había inventado toda aquella historia para formarse un nombre y poder vender la variedad de Whiskies que elaboraba. Había aprendido la manera de hacerlo luego de trabajar durante algunos años en una fábrica Escocesa ubicada en Pittsburg de donde era oriundo. Conocía una que otra palabra, pero no dominaba el idioma como les había hecho creer, para su desgracia ninguna de las palabras pronunciadas por el inglés, era una de ellas, así que no le quedó mas remedio que improvisar basándose en el gesto de su mano.
—Ha dicho que él cuidara de todos y que para echarnos tendrán que pasar sobre su cadaver —respondió finalmente.
Gracias por leer
Retaliación
Capítulo 6 Parte 2
By Rossy Castaneda
Capítulo 6 Parte 2
By Rossy Castaneda
Decidida a enfrentar a su padre, Candy ingresó a la oficina de este, en compañía de su hermanos mayor sin llamar siquiera. Se le veía indignada.
—¿Qué haces aquí, no me digas que quieres negociar al igual que tu hermano lo hizo? —miró al susodicho —porque si has venido a eso, puedes irte por donde viniste, de ya te digo que mi conciencia no tiene precio.
—No digas tonterías, papá —respondió negando con la cabeza —vine para que me expliques, ¿qué significa esto? —colocó los documentos sobre el escritorio.
—Ah esto —William Ardley suspiró —no me interesa ser el padre de ninguno de los dos —miró a uno y luego al otro.
—¿Te avergüenzas a caso de ser el padre de un exitoso abogado y a una de las mejores farmacoquimica del país?
—No lo haría si lo emplearan de la mejor manera —los vio nuevamente —ambos son unos traidores.
—¿¡Traidores!? —los ojos de Candy se abrieron desmesuradamente.
—No veo la razón de tu sorpresa, y menos después de prestarte a testificar en corte.
—Papá, una cosa no tiene nada que ver con la otra. Albert solo me pidió que explicara cual es la función de un paramédico.
—Pudiste negarte.
—No vi razón para hacerlo.
—Lo que Albert hizo en corte es inhumano y lo sabes, Candy.
Candy negó con la cabeza.
—Escucha, papá, comprendo tu punto de vista y tu posición, sin embargo tú tienes que entender que Albert no estudió leyes para defender a perdedores como lo haces tú.
—Esas personas a las que te refieres tan despectivamente, son mil veces mas decentes que las personas con las que Albert y tú trabajan.
—Pero es gracias a ellos que mi hermano y yo tenemos solvencia económica muy buena, vivimos en nuestros propios espacios, y ya no dependemos mas de ti. ¿Es eso lo que te molesta?
William Ardley negó con la cabeza. Escuchar hablar así a su niña le partió el corazón.
—A penas puedo creer en el monstruo que te has convertido por dinero.
Candy se preparaba para responder cuando alguien ingresó a la oficina.
—Licenciado Ardley, licenciado Ardley, tiene que ayudarnos —decía muy agitado
—¿Que pasa Archie?
—Hay unos hombres afuera colocando unos unas hojas en la pared en donde se puede leer claramente "Clausurado". Nos engañaron, el señor Brower y ese odioso Inglés nos engañaron a todos.
—¿De qué hablas?
—Vendieron tan pronto firmamos el acuerdo.
—¿Qué? —fue la única respuesta de William Ardley antes de salir a toda prisa seguido de Albert, y un agitado Archie. Candy que no entendía una sola palabra de lo que Archie acababa de decir, y como el chisme no le gustaba pero la entretenía, corrió detrás de ellos. Al llegar, se paró junto a su padre y escuchó atentamente lo que las personas frente a ellos decían.
—Mi nombre es Carl Stuart, representante de la mejor compañía de construcción del Pais, la Constructora King —se presentó —mis hombres se encargarán de hacer los trámites correspondientes para que cada uno proceda a desalojar el edificio a la cuenta de ya.
—No vamos a desalojar.
—Es mejor que lo hagan por las buenas, o mis hombres usarán la fuerza —amenazó —y no queremos eso ¿verdad?
Dispuestos a luchar para no ser echados, los inquilinos se juntaron.
—Ustedes los quisieron así —Stuart se encogió de hombros e hizo una señal a sus hombres para que procedieran.
Candy dio un paso al frente cuando aquella manada de hienas pretendían usar la fuerza en contra de los inquilinos y cuando quien se suponía era el jefe de aquellos bárbaro, amenazó con agredir a su padre dijo:
—Ni se te ocurra ponerle una mano encima.
—¿Y tú quien eres?
—Soy Candice Ardley, hija de este hombre a quien pretendes agredir.
—Tu no eres mi.... —Candy gruñó interrumpiendo al testarudo de su padre.
—Me importa una mierda quien seas.
—Mide tus palabras —Albert dio un paso al frente
—¿Y tú, quien demonios te crees para darme órdenes?
—Soy Albert, abogado del bufete Marlowe —respondió omitiendo su apellido.
—¿Qué hace un abogado del bufete Marlowe en este lugar?
—Ese no es tu asunto —fue su respuesta —¿Con que derecho vienes a agredir a estas personas? Estas no son las formas de hacer las cosas.
—¿Qué se puede esperar de los bufones de la constructora King, los que hacen el trabajo sucio por ellos? Asquerosas ratas que viven de los intereses de los demás.
—Escuche viejo, no voy a permitir que le hable mal a mi jefe.
—Y yo no te voy a permitir que te dirijas en esos términos, a mi padre —espetó Candy con las mejillas encendidas.
—¿Y que piensas hacerme si lo hago nuevamente? —le dio un leve empujón
—¡Ja! —chilló Candy.
—Atrévete a tocarla una vez mas y te juro que haré que te arrepientas toda tu miserable vida —amenazó Albert con el entrecejo fruncido.
—Que importa la cantidad de dinero que pague por tu demanda, lo haré con gusto luego de enseñarle modales a esta revoltosa —alzó la mano dispuesto a agredir a la joven rubia.
—Baja tu asquerosa mano —se escuchó una potente voz como un trueno detrás de los agredidos, quienes se giraron al escucharla. Con paso firme, elegante y una mirada indescifrable, Terrence pasó por en medio de todos.
—¿Y tú quien eres?
—Terrence Graham —se presentó.
—Terrence ¿qué? —preguntó Candy en un susurro.
—Graham, doctora —murmuró Karen a espaldas suyas.
—¡Ah! —susurró — ¿Quién es y de dónde salió?
—El señor Graham es el asesor legal del señor Anthony Brower, llegó ayer de Inglaterra —concluyó Karen.
—¡Oh! —respondió la rubia abogada mirando con detenimiento al castaño frente a ella. 《Na mal》 —pensó —tiene buen porte y es muy guapo... T.G. como Tigre... ¡Rrrrrr! —Sacudió la cabeza ante los pensamientos que la invadieron.
—¿Quien es el jefe? —preguntó Terrence con voz firme mirándolos a todos.
—Soy yo —Stuart dio un paso al frente —te escucharé por puro placer porque nada de lo que digas me interesa. Vine aquí a cumplir una orden y no me marcharé hasta que haya hecho mi trabajo
—Pues deberías —Terrence se acercó a él —la constructora King adquirió los edificios de manera irregular.
—Ese no es mi problema, yo solo cumplo órdenes —se encogió de hombros Stuart.
—Lárgate ahora mismo y llévate a tus hombres antes que se me agote la paciencia —respondió Terrence con ira contenida.
—Ui que miedo. Golpéame —se burló Stuart.
—Al cliente lo que pida —Terrence le propinó un fuerte puñetazo que lo envió al piso. Stuart se puso en pie inmediatamente con la intención de devolver el golpe, pero un fuerte puñetazo en la nariz lo hizo lagrimear.
—Me quebraste mi bella nariz, idiota —se quejó
—Y te quebraré mas que eso si no te largas junto a tus hombres ahora mismo.
—Que hacen allí parados como estatuas de sal —dijo Stuart dirigiéndose a sus hombres haciendo caso omiso a las palabras amenazantes de Terrence —delen una lección a este fanfarrón para que aprenda a respetar.
Un error por demás garrafal.... Antes que dieran un solo paso, Terrence rodeó el cuello de Stuart con un trozo de cable, y lo apretó un poco.
—Un pasó más y su jefe se muere —advirtió a quienes amenazaban en acercarse a él.
—Señor, señor, guarde la calma —intercedía Stuart aterrando.
—Estoy calmado.
—Por favor, hablemos.
—¡Ah! Ahora si quieres hablar —Terrence sonrió de medio lado.—Te escucho, aunque me temo que lo haré por puro placer, porque no me interesa lo que tengas que decirme —respondió el castaño repitiendo las mismas palabras que hombre había expulsado minutos atrás. Aquello no era cierto, pero ellos no tenían por que saberlo.
—Podemos llegar a un trato que nos beneficie a ambos. Se ve que usted es una persona inteligente.
—No necesito tus adulaciones.
—Diga, ¿cual es su precio y acabamos con esto?
—No me interesa tu dinero.
—No, no, no, —suplicó Stuart con dificultad ante la falta oxígeno — no me mate, soy muy joven para morir en estas circunstancias —rogó Stuart aterrado cuando Terrence presionó un poco más el cable.
—Hagan algo, detengan a ese loco o va matar a nuestro jefe —dijo John, mano derecha de Stuart.
—¿Te has vuelto loco? —preguntó Candy —nos estamos divirtiendo de lo lindo de ver lo frágil y llorón que resultó tu jefe —rió con burla.
—Señor, yo solo sigo las órdenes... sin embargo, haré lo que me pida —rogó Stuart cuando sintió que Terrence aplicaba un poco mas de presión.
—¿Me das tu palabra?
—¿Es necesario que lo jure?
En respuesta, Terrence presionó más.
—Está bien, está bien, lo juro. Pero que quede claro que yo solo hacía válidas las órdenes de los nuevos dueños.
—Mise an neach-seilbh iomlan air a h-uile càil, agus tha mi a' dol a thoirt air ais e, ge bith dè a bheir e. (El dueño absoluto, soy yo, y voy a recuperarlo todo, cueste lo que me cueste) —respondió Terrence en Gaélico haciendo un ademán con su mano libre.
Los habitantes del Magnolia estaban maravillados con el proceder de Terrence. En menos de lo que canta un gallo, tenia sometido al despreciable enviado de la constructora King. Minutos atrás Carl Stuart se comportó de manera déspota con ellos y ahora y suplicando por su vida.
—Mark, tu hablas Gaélico, viviste en Escocia por muchos años, dinos pues, que es lo que el señor Graham le a dicho.
—Eh, eh —Mark se aflojó su corbata, el aire le era insuficiente. La verdad era que jamás había estado en Escocia, se había inventado toda aquella historia para formarse un nombre y poder vender la variedad de Whiskies que elaboraba. Había aprendido la manera de hacerlo luego de trabajar durante algunos años en una fábrica Escocesa ubicada en Pittsburg de donde era oriundo. Conocía una que otra palabra, pero no dominaba el idioma como les había hecho creer, para su desgracia ninguna de las palabras pronunciadas por el inglés, era una de ellas, así que no le quedó mas remedio que improvisar basándose en el gesto de su mano.
—Ha dicho que él cuidara de todos y que para echarnos tendrán que pasar sobre su cadaver —respondió finalmente.
Gracias por leer