De tu mano
Historia época alterna
CAPÍTULO 3
—Perfecto, hoy tenemos cita con su doctor, debo escuchar lo que él recomienda, alistese lo espero para partir.
Ella sabía que no era necesario que él fuera a esa cita médica, pero mentía, lo hacía por sacarlo por primera vez en meses de su departamento, después lo llevaría a caminar por el maravilloso lago de la ciudad de Chicago.
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Ella daba una ojeada a todos los papeles del consultorio del Medical Center, que le diera la doctora Vanesa Mckee, mientras ella leia el expediente Neil la observaba con un uniforme anodino de color azul, que muy ligermente dejaba ver sus curvas.
—Cuando me levanté de esta silla, mi tío Albert y Candy me la pagarán —mencionaba en el carro camino a su departamento.
—Me alegra escuchar eso, quiere decir que será muy pronto su recuperación, así que empecemos por tomar aire fresco —dijo burlona—. Por favor llevenos al lago michigan, el señor Neil y yo daremos una pequeña caminata —pidió Jade al chófer. Cuando Neil iba a replicar ella le dijo:
—Todo esto servirá para deshacerte de mí, recuérdalo.
Ella caminaba al lado de él en su silla de ruedas.
—Esto es realmente hermoso, uno de los grandes placeres de la vida —le dijo—. Sentir como golpea el viento en nuestras caras y el hermoso atardecer de colores anaranjados y ocres reflejados en el agua, pinturas que crea Dios para alegrar el alma.
A él le sorprendió escucharla expresarse así, todas las mujeres que conocía hablaban de marcas, bolsos, lujos, cosas superficiales a las que él mismo estaba acostumbrado y escuchar sus palabras es como si sintiera un pequeño calor surgir de su pecho.
Nunca se había puesto a meditar sobre un atardecer, “los placeres de la vida” «creo que nunca he disfrutado de ellos, ni siquiera había valorado el poder caminar» pensó.
—Pues nunca lo había visto de esa manera sabes, la única manera en que me gustaba disfrutar el viento en mi cara era cuando… —se quedó callado, desde el accidente no había recordado su moto ni correr en ella.
—¿Cuando que…? —preguntó ella.
—Olvidalo, no quiero hablar de eso, quiero volver a casa. —contestó molesto.
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Los días pasaron y Jade empezó con las fisioterapias por las mañanas, ella no podía negarse al encanto que salía de él por cada poro de su piel, era muy atractivo con una piel bronceada y sus ojos color miel. Ella no era inmune, era una mujer que reconocía que estaba frente a un hombre guapo pero con un carácter de los mil demonios. Para ella era natural, sin embargo había algo que la seducía. En la camilla de masajes, ella tomaba sus piernas las levantaba desde la cadera, extendía su rodilla durante veinte segundos para después regresar a su posición, deslizaba su talón de arriba hacia abajo.
—Una pregunta —dijo por fin Neil—. ¿Alguno de tus pacientes, antes que yo, se han filtreado contigo?
—Algunos lo han intentado sin éxito —Contestó secamente.
La primera semana ella había tratado tal vez de entablar una amistad, él se había cerrado a esa probabilidad y siempre le contestaba cortante; lo que la hizo a ella darse por vencida fue que después de tres semanas preparo una cena y lo invitó a comer con ella; él simplemente la rechazó, entendió que solo debía ser una relación de paciente fisoterapista, nada mas; aunque le pudo haber dicho que eran primos políticos por ser hermana de Candy, prefirió no hacerlo, después de ese trabajo tal vez volvería a Londres, no lo sabía y ahora de la nada quien se creía para preguntarle de su vida personal.
—Vaya así que se trata de un desafío —mencionó mirándola.
—Aunque a ti te parezca, yo más bien lo calificó de intento inutil.
Él levantó la vista.
—¿Así que eres de arrojar el guante?
Ella lo miró a los ojos.
—Mira no te burles de mí, si se trata de arrojar los guantes tu eres mi gran ejemplo señor Neil Leagan.
—Estoy haciendo terapias y todo lo que tú me dices.
—Si, pero lo haces porque no quieres que me vaya con las manos llenas de tu fortuna, estás progresando, pronto pasaremos a las barras tus piernas se han fortalecido bastante después a cargar peso, subir y bajar escaleras, de ahi solo serán unas semanas y me tendras fuera de tu vida.
Si lo supiera él, claro que su piernas se habían fortalecido al principio era inmune a las manos de ella no tenía sensibilidad, pero poco a poco la fue recuperando y cuando tocaba la hora del masaje, el sentía perfectamente todo, tanto que las últimas veces debió controlarse, era tan placentero la forma en como lo masajeaba, sentir sus suaves manos… él cerraba los ojos y por instantes pensó «cómo sería si fuera haciéndole el amor» sacudió su cabeza y trató de sacar esas imágenes de su mente.
Pero escuchar que en unas semanas estaría fuera de su vida lo hizo sentir un vuelco en su estómago.
La mejoras en Neil fueron sorprendentes lo único que necesitaba era poner de su parte, después de esa noche Neil se empezó hacer presente en la cena cosa que a Mary le sorprendió muchísimo y se alegraba pero lo que fue un balde de agua fría para él, es cuando se presentó en el comedor y vió a Jade levantarse de la mesa con su plato en mano y decirle:
—Me alegra muchísimo señor, que usted se anime a venir a cenar no quiero interrumpir e invadir el espacio de su casa, me queda claro que soy servidumbre, me retiro a mi habitación —dijo caminando, si darle la oportunidad de hablar y dejándolo totalmente sorprendido.
Con el paso de las semanas sus piernas se fortalecián más, empezaron a pasar a la barra de equilibrio ahí poco a poco el empezó a dar sus primeros pasos; cuando logró el primer recorrido sin ayuda de su fisoterapeuta al llegar a la meta la abrazó con gran fuerza. Ella lo felicito.
—Bien hecho señor Leagan, me alegra tanto, yo sabía que usted lo lograría. —ella se separó de él poniendo fin al abrazo y por unos instantes ambos se miraron a los ojos. Él pudo percibir el dulce aroma que emanaba de su cuerpo.
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Al sentir las manos de ella sobre sus bíceps él se estremeció luchó por controlar su erección que era evidente, ella lo miraba con deseo poco a poco empezó a besar de su vientre hasta llegar al lugar donde solo el pudo dar un gemido ahogado haciéndolo despertar de su sueño con un fuerte dolor en la entrepierna. «maldita sea, este sueño otra vez» dijo transpirando.
En las últimas terapias empezaba a sentir un fuego dentro de él, al contacto de las manos de ella, empezaba a ser una tortura.
Acabó aceptándolo, días atrás donde aquel sueño se repetía una y otra vez, él la hacía su mujer y despertaba cuando él estaba a punto de llegar al éxtasis. «Esta reacción es solo por qué mi cuerpo está mejorando y hace mucho que no he estado con una mujer» se lo repitió todas las veces con aquellos sueños incompletos.
Reconoció que todos querían verlo bien excepto su madre y su hermana, lo tenía claro mientras ellas siguieran recibiendo la mensualidad que les mandaba, parte de la herencia que su padre había estipulado. Para ellas la salud de él era lo menos importante y comprendió un dicho “Los verdaderos amigos y las personas que te aman se conocen el la cama de un hospital y en la cárcel” empezó a valorar a su familia y el cariño de su tío.
Trato de ser más sociable con Jade, pero ella había formado un muro entre ambos ¿Acaso podía culparla por aquello? Él sabía que se había comportado muy grosero y varias veces le había recalcado que tomara su lugar como empleada.
Aún en su silla de ruedas salió de la habitación a oscuras, no podía dormir, al llegar al comedor observó la puerta del balcón abierta.
—Ay Mary olvidaste cerrar la puerta —su sorpresa fue grande al verla a ella recargada en la baranda, su cabello castaño ondeaba con el viento. El trago saliva al observarla de esa manera. Carraspeo haciéndole voltear y dar un pequeño grito
—¡Oh señor Lagan! pensé dormía —dijo apenada y deprisa cerró el albornoz que tenía encima de un pequeño camisón—. ¿Necesita algo?
—Estoy bien, no te preocupes, solo venía a la cocina por un vaso de agua.
—Yo se lo traigo.
—Soy capaz, no necesito…
—Lo se, disculpe eso me queda más que claro, hemos avanzado bastante en la terapia, ha logrado caminar, ya solo es fortalecimiento de músculos y ser constantes en la terapia—. Me retiro.
—¡Espera! —la sujetó del brazo—. No quise ser grosero, soy capaz de ir por el vaso de agua, no quiero molestarte.
—No tiene que darme ninguna explicación —aguanto sus lágrimas, no debía mostrarle sus sentimientos—. Estoy cansada, mañana será un día largo para mí, debo ir con el señor Archie —se zafó de su agarre y lo dejó sin palabras.
«Acaso mi primo Archie y ella» pensó y pudo sentir un dolor en el estómago de tan solo imaginarlo.
La vio alejarse, y en esos instantes quiso salir corriendo detrás de ella. Aún no podía hacerlo, pero sabía que todas sus mejoras habían sido gracias a ella, y a su fuerza de carácter que no se dejó amedrentar por su estúpido genio de querer todos fuera de su vida.
—Quisiera salir corriendo detrás de ti, y a la vez no, se que cuando sea capaz de caminar totalmente tú tendrás que irte. —Masculló para sí mismo.
Los días pasaron y cada vez su mejoría se notaba más, pero ella realmente se había convertido en un hielo, apenas si sonreía y no le dirigía la palabra. Los papeles habían cambiado ahora era ella la que comía encerrada en su recámara y el esperaba si tal vez ella quisiera acompañarlo.
A la mañana siguiente entró al cuarto de terapia y al no verla sintió un vuelco en el estómago, observó una nota en la cama de masajes.
Señor Leagan:
Esta mañana no puedo estar presente
le dejo repetir la rutina que hacemos todas
las mañanas con repeticiones de 20, cargando
peso y usando las ligas y 25 min en la
Caminadora en el nivel dos. Lo veo por la tarde.
Jade Silver White.
El apellido White le pareció conocido, pero en esos momentos no vino a su mente era el apellido de Candy, antes de ser una Ardlay, además seguramente era una coincidencia cuántas personas no tenían el mismo apellido.
Pasaron varias horas y ella aún no regresaba, no paraba de ver el reloj en su muñeca cada cinco minutos.
—¡Qué se cree! —musitó.
—Me decías algo Neil —preguntó Mary en la cocina acabando de recoger los platos de la cena.
—Eh…, No, nada puedes irte cuando termines Mary.
Dos horas más y ella no aparecía, «¿Acaso es que le pudo pasar algo? pensó mirando una vez más su reloj, casi eran las doce de la noche. En esos instantes escuchó la cerradura de la puerta y su alma sintió alivio. Ella estaba bien.
—¡Vaya hora de llegar! —mencionó en la oscuridad de la sala, haciéndola pegar un grito.
—¡Señor Leagan! ¿Qué hace usted aquí? Y ¿a estas horas?
—Esta es mi casa y puedo estar donde yo quiera y a la hora que desee; respóndeme ¿Dónde estabas y con quién?
—Vaya, no sabía que debía reportar todos mis pasos con usted; le voy a contestar por respeto y no porque deba hacerlo. Desde que trabajo para usted solo un día he salido y fue hace dos meses para ver algunas cosas del contrato con Archie y el señor Ardlay. No he tenido un solo día de descanso cuando se supone los fines de semana son libres para mí; yo quise que nos enfocaremos lo más posible en su rehabilitación, entre más pronto fuera, me tendría fuera de su vida, ¿No es eso lo que quiere? Me lo recalcó desde el día que lo conocí.
—Deja de parlotear tonterías y responde ¿Con quién estabas?
—No debiera responder, pero no lo dejaré con la duda, salí a visitar a Candy y a la bebé, pasé la tarde con ellos y me encontré con Archie, me invitó a tomar una copa y acepté. Él es un caballero disfruto mucho de su compañía y la plática fue tan amena que no mire el reloj y el tiempo se pasó rápido. ¿Está contento con mi respuesta?
—¿Tú y él…?
—Eso es algo que no le voy a responder, y si así fuera no es de su incumbencia. Me retiro, estoy cansada y mañana empezamos con la última fase de su rehabilitación la hidroterapia y ejercicios en la alberca. Descanse Señor Leagan.
A la mañana siguiente Neil se vistió de traje y mandó llamar a un chófer del bufete de abogados aún no se sentía listo para manejar. En el comedor se encontró con Jade desayunando.
Ella al verlo vestido de esa manera casi se atraganta con el pedazo de pan en su boca.
—¿A dónde va? Tenemos terapia, en lugar de traje debiera estar usando traje de baño,
—Lo dejaremos para mañana, necesito ir a las oficinas. Tómate el día libre y diviértete, sé que te encanta el lago Michigan, hay unos botes que dan un Tour que atraviesa la ciudad —le guiño el ojo haciéndola sonrojar.
Cuando estaba apunto de salir, ella lo tomó por la mano.
—Espera, aún necesitas esto —le dió un bastón—. No quiero que te lastimes solo es un apoyo, pronto no lo necesitarás.
Él sintió su cálida mano, y esa sensación le agradaba, su manos eran perfectas lo había comprobado ya hace varios meses. Y sus palabras estaban cargadas de preocupación por él, así que le hizo caso.
—Te agradezco, nos vemos en la tarde.
—Espere, quien lo va llevar, no irá a manejar ¿Verdad? Yo puedo llevarte, digo yo puedo llevarle señor.
No te preocupes, he mandado pedir un chófer nos soy tan idiota, aunque no lo creas. Las lleves de mi carro están en mi habitación sobre una charola de plata, puedes usarlo si así lo deseas.
Me marcho.
«¿Qué es tan importante, que necesita ir a la oficina?» Le tomaré la palabra, iré de compras en dos semanas es el bautizo de mi ahijada, y si no aprovecho este día, seguramente no compraré nada»
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Neil Leagan caminaba a paso lento por los pasillos de la oficina, se dirigía al despacho de su primo Archibald Cornwell. Secretarías y gente lo saluda dándole la bienvenida.
—Una de las secretarias más antiguas le dijo:
—Joven Neil, es un honor tenerlo de vuelta, los juzgados lo extrañan y nosotros también, es un milagro verlo con vida y caminando.
—Gracias, es muy amable agradezco su palabras —mencionó sinceramente. Los meses de terapia lo hicieron reconsiderar y valorar muchas cosas.
A su encuentro salió su tío Albert, le extendiendo los brazos para abrazarlo.
—No sabes que felicidad me da tenerte aquí, aunque no abuses, sabes que debes recuperarte aún más.
—Gracias tío, pero no he venido a trabajar si es lo que crees, necesitas el contrato de Jade y de eso tenemos una plática pendiente, me engañaste sabías que te podría demandar por fraude y abuso de confianza.
—Deja las tonterías para otro día Neil, estoy muy feliz de verte aquí, así que demandame lo que se te pegue la gana —el rubio dió tremenda carcajada.
—Quiero ver a Archie y ese documento.
—Yo te lo pude haber llevado, no sé cuál es la urgencia. Pero anda ven vamos al despacho de Archie.
Mientras Albert abrazaba por el hombro a su sobrino y caminaban por el pasillo hasta la oficina de su primo Archibald, a lo lejos unos ojos llenos de irá miraban hacía Neil Leagan. Se maldecía por no haber hecho las cosas bien, en su bolsillo de su sacó sintió vibrar su celular y contestó.
—Bueno.
—Dijiste que no volvería a caminar, eres un estúpido, primero no lo matas y ahora ese maldito vuelve. Él estorba en nuestros planes a futuro, lo entiendes, te daré una segunda oportunidad de deshacerte de él, más vale que no falles, porque si no es así pagarás las consecuencias.
—Espera… —La llamada había sido finalizada.
—No sé cómo lo voy hacer pero esta vez no fallaré.
Continuará...
Última edición por Saadesa el Jue Abr 28, 2022 2:51 pm, editado 1 vez