RECUERDOS Y PICARDÍAS.
By: Rossy Castaneda & MaxineWinters19.
RESUMEN: La buena y honorable tía abuela Elroy también tuvo sus días locos. Y esa tarde de verano él se lo hizo recordar.
NOTA DE LAS AUTORAS: Está belleza es meramente para reírnos xD
......
Era una tarde de cálido verano cuando Emilia Elroy paseaba por los coloridos jardines de la casa de campo de la familia Ardley, ubicada en el pequeño pero pacífico pueblo que tantos recuerdos de juventud le traían.
¡Lakewood! Un suspiro involuntario se escapó́ de sus labios. Cerró los ojos y aspiró el delicioso aroma de las rosas, permitió́ que sus fosas nasales se impregnaran de aquel exquisito aroma. De pronto, el recuerdo de uno de los empleados llegó a su mente. Abrió́ los ojos con premura. ¿Cómo había sucedido tal cambio? Ella lo recordaba apuesto y ahora, el hombre parecía un espantoso barril sin fondo. ¡Aaaah! Si ella hubiese sabido que sufría tal cambio, jamás habría le habría permitido ciertas libertadas. Ahora 30 años más tarde, García, el antiguo jefe de cuadra había aparecido en su vida, pidiendo... O mejor dicho, exigiendo, retomaran la aventura que iniciaron cuando jóvenes.
—¡Lo que me faltaba! —farfulló la remilgada Emilia Elroy al recordar esos escenarios de juventud, cuando las bragas se le humedecían y se sonrojaba ante los actos que de cuando en cuando le daban vergüenza, el cuerpo respondía al enorme placer carnal que esos recuerdos le provocaban. —Solo falta que un pájaro me cae en el rostro.
Como si sus palabras hubiesen sido una invocación, una pequeña paloma mensajera que salía de la habitación de uno de sus sobrinos voló́ sobre su cabeza. Desplego las alas en un vuelo elegante que la anciana no pudo evitar admirar en un breve instante, hasta que en su admiración, siente algo espeso y húmedo caer sobre su frente precisamente, haciendo ojos bizcos cuando a su mente llega lo que es evidente.
Sobresaltada, Emilia Elroy comenzó́ a correr de un lugar a otro provocando que la pequeña ave se enfadara y fuera tras ella.
—¡Auxilio, auxilio! —los gritos de Elroy llegaron hasta los oídos de sus sobrinos, quienes al escucharlos, temieron lo peor
Los muchachos jugaban del otro lado una partida de polo y escuchando el escándalo de su tía abuela corren a su auxilio, sorprendiéndose por el motivo de los gritos de la anciana que seguía corriendo de un lado a otro por causa de la pequeña avecilla.
—¿Por qué́ gritas, tía? —Pregunta Anthony con rostro desencajado. Archie trata de contener una risa escandalosa al descubrir lo que su tía abuela tenía en la frente.
—¡Ah, caray! Creo que a un ave le dio por dejar sus regalos —Se burla el joven sin dejar de mirar a su tía abuela —¿Sabe algo, tía? Dicen que es de buena suerte cuando un ave caga a alguien encima
—Buenas tardes.
Emilia se tensó́ al escuchar aquella voz detrás de ella, pudo sentir como su cuerpo reacciono a ese hombre y por un instante deseo que la partiera un rayo. <>— pensó́ —la vida no podía ser tan cruel con ella, se da la vuelta con el temor de verle a la cara… Y se arrepiente de haberlo hecho porque ahí estaba ese hombre, mostrando sus dientes con residuos de cebolla y cilantro por la taquiza que se había comido en el camino, García se acercó́ a todos.
—Tu sobrino tiene razón querida, yo soy la prueba de ello. Soy sin duda tu buena suerte —le guiñó un ojo.
—¡Eh! —cuatro voces gimieron ante aquellas palabras.
—Tranquila dulzura, yo no vengo a cagarte. Bueno, no de la manera que lo ha hecho esa ave, sino de una que tú y yo sabemos.
Stear, Archie, Anthony y la misma Candy se miraron entre sí con rostros desencajados, y quizás habría sido por el escandaloso sonrojo que pinto el rostro de la tía abuela o por el comentario de García que ahora toda su atención se había centrado exclusivamente en la pareja.
—¿La tía Elroy y el señor García? Vaya ¿Quién lo diría? —Archie estalló en carcajadas.
Lo que no podía sospechar la furiosa Emilia Elroy es que quien había criado aquella justiciera paloma era nada más y nada menos que la señorita Candice White A. Los jóvenes sabían perfectamente que la joven no usaba su propia mano para esas bromas pesadas. Y ese espectáculo lo disfrutaban los primos.
La piel de Elroy se erizo apenas escucho la voz de ese hombre, dio la vuelta lentamente, y aún bajo el escrutinio de sus sobrinos las piernas se le hacían gelatina.
—¡Ese cuento no lo sabíamos! —Bramo Stear divertido —¿Le puedo preguntar algo, señor García?
—¡Alistear! —Reclamo la anciana sintiendo como el cuerpo se le calentaba de la rabia.
—¿Necesita alguna receta especial para quitarle lo amargada a la tía abuela o solo tiene el gancho ideal?
El hombre volvió́ a sonreír al tiempo que se rascaba la cabeza y la tía abuela ahora quería que la tierra se la tragara.
—Es un cuento muy largo de relatar y no creo que sea apropiado comentarlo con chicos de su edad ¿O tu qué crees, Emy? —se dirigió́ a la rígida mujer.
La cagada en la frente Elroy era una mancha insignificante en comparación de lo que había hecho en el pasado. Pero ella, no iba a admitir nada y menos delante de sus sobrinos.
—¡Lárguese de esta casa ahora mismo! Y asegúrese de no volver jamás o le pesará —dijo amenazante Elroy en tanto retiraba la cagada de su frente.
—No me iré́ hast...
—¡Que se largue ahora mismo! —lo interrumpió́ con histérico grito.
—No me iré́ —García se cruzó de brazos encima de la barriga retándola.
—¿Ah no? —Elroy camino a grandes zancadas hasta el interior de la casa, regresando unos minutos después alebrestada y con algo entre sus manos.
—Tía Q… ¿Qué va hacer? —Preguntó Anthony con los ojos muy abiertos al ver que Elroy sostenía una escopeta la cual tras quitarle el seguro, empuñó y apuntó directamente en medio de las piernas del robusto hombre que había palidecido.
—¡No te metas, Anthony! —fue su respuesta sin apartar la mirada de su blanco. —Ahora sí, atrévase a repetir todas sus lisonjas —lo retó.
—Perdón señora Elroy, en estos últimos días no sé que pasa conmigo, he estado sufriendo alucinaciones.
—¿Alucinaciones? ¿Eso le da derecho de regar nuestras intimidades frente a mis sobrinos?
—¡Uuuuuuuhhhhh! —Exclamo el trio con sorpresa pegándose el uno con el otro ante la sorpresa inédita de la tía abuela.
—Esto se pone bueno —Dice Archie a su hermano.
—Vamos Emy... —volvió a decir García, sabía que ese diminutivo era su punto débil —¿No olvidas nuestros días de buenas bebidas y música?
—¿Cómo? —Grita Anthony con una sonrisa — ¿Dice que ella salía a beber?
—Si, y lo hacía como marinero. A espaldas de su padre cuando se cansaba por momentos de ser una dama.
Los recuerdos felices de juventud se hicieron presentes en la cabeza de Elroy. Poco a poco, fue bajando el arma que sostenía ¿cómo podía destruir a la única arma que le generó placer en aquellos preciosos años? Cerró los ojos y de pronto, a su memoria vinieron aquellos delicioso momentos. Presa de las remembranzas, Elroy caminó hasta García ante la mirada atónita de sus sobrinos, pero a la vez lucían divertidos de presenciar tal acto digno de una representación de teatro
—¡Panseo y Prieta! —estalló en carcajadas Archie abrazándose asimismo y tratando de no tirarse al suelo para seguir riendo.
—¡Sshh! Mira que si no lo mata a él nos mata a nosotros —Se burla Anthony sin dejar de presenciar el escenario.
—Emy... ¿No te has olvidado de aquella vez que te metiste a nadar en el lago por completo desnuda y me pediste que te limpiará la espalda?
La anciana se sonrojo al recordar eso ¡Sí! Había sido una de tantas locuras de juventud que ni su padre supo. Porque si no, estaría retorciéndose en su tumba.
—¿Y LE LAVO LA ESPALDA? —estallo Stear ahogando las risas.
—Sí, estaba muy ebria, tiene poca tolerancia al alcohol.
—¿QUE MAS PASO? —Esta vez fue Anthony quien pregunto, y eso dejó fría a la anciana ¿Por qué precisamente él tenía tanta curiosidad por saber sobre sus aventuras de juventud? —¿No me diga que metió́ más mano de la debida?
—¿Quieres que vomite? —exclama Archie, la tía abuela se cubre el rostro con una mano y vuelve a empuñar el arma. Estaba revelando más de lo que debía y no iba a permitir que dijera más de sus intimidades.
—¡Oh si! Y debo decir que tuvo el placer de tener una berenjena la entrada de su tra…
—¡Silencio! —Elroy da un disparo al cielo que alarma a todos. Su rostro sigue sonrojado, pero bien que podía recordar cuando en plena lavada de su espalda le dio el permiso a García para deslizar su mano en aquella zona por donde no da el sol. —Delante de los muchachos eso no se habla ¡Lárgate en este instante!
—¿Desde cuándo te volviste tan remilgada, Emy? —Se acerca a ella peligrosamente, las piernas le tiemblan como gelatina mientras él le sonríe lánguidamente. Ese maldito hombre seguía alterando sus sentidos 30 años después —Admite que te gusto.
—¿Una berenjena? —Dijo confundido Stear mientras se rascaba la cabeza —¿Es algún tipo de ropa interior que se llama como un vegetal?
—¿De que tamaño era la berenjena? —Pregunto Candy de forma indiscreta. Sin imaginar en su inocencia a que se refería realmente García. La tía abuela Elroy se toma a Candy con su brazo libre solo para cerrarle la boca, ella y los chicos estaban preguntando mucho.
—¿No crees que estos son temas que ellos no deben escuchar?
—¿Qué acaso tienen 5 años? Tu a la edad del joven Alistear ya me atraías para que fuéramos a las caballerizas para cabalgar en las tardes y a bailar en el pueblo —García vuelve a sonreír aprovechando sigue bajo los efectos de la media jarra de tequila que bebió con el almuerzo que lo aliviano bastante —Por cierto, creo que recuerdo aquella vez que cabalgamos desnudos. Íbamos los dos en la yegua de tu padre.
—¡NO PUEDE SER! —Grito el trío de chicos al escuchar eso. Elroy deseaba tener varios brazos en ese momento para cubrirles los oídos y la boca a sus sobrinos también.
—¿Y que hicieron después? —Pregunta Anthony con ojos bien abiertos con ganas de saber más. Hasta que Elroy aún sin soltar a Candy va y toma de una oreja a Anthony.
—¡Suficiente! Estás no son conversaciones de su incumbencia.
—Pero lo que me hiciste esa tarde no fue ninguna incumbencia, querida Emilia. Esa lengua tuya sabe hacer muchas cosas grandiosas.
El sonrojo fue más que notorio en la anciana. Y antes de que la lengua de García terminara de soltar los oscuros secretos de juventud de la matriarca Ardley, la mujer aprovecha y sale de ese lugar cubriendo la boca Candy por un lado y por el otro tironeando de una oreja a Anthony, quien no podía dejar de reír aún con el dolor de los tironea de su tía.
—Entonces... ¿García te lavo la espalda? ¿Hicieron algo con una berenjena? —Stear contaba con sus manos todo lo que García comento.—¿Qué hicieron en la yegua?
—¿Cuántas veces debo decirles que no deben meterse en las conversaciones de los adultos?
—Tiene que contarnos todo eso tía ¿De verdad usted fue una especie de Dulcinea para García? —Anthony quería seguir preguntando más y más, pero se ganó otro tirón de orejas de parte de la anciana.
—Estás castigado, Anthony ¡Y tú también Candy!
—¿Y por qué yo también? —Reclama la joven rubia cruzándose de brazos.
—Pues por.... por... ¡Porque si! —La mujer suelta al par de rubios y sigue desbarajustada caminando de retorno a la mansión, la mancha en su frente iba a la par del tono que su piel adquirió de la rabia y la vergüenza por todo lo que en un momento García había dicho en un instante.
—Muchachos, no permitan que se me olvida esto —Bromea Anthony sobándose la oreja con diversión.
—Para nada, querido primo. Pero si me gustaría saber mucho más de las aventuras de la tía vuela Elroy —Contesta Archie inclinándose sobre sus rodillas para seguir riendo a la par de Stear y Candy que ahora se revolcaban en el pasto de la risas.
LAS BANDOLERAS DE TERRY NO BUSCAMOS SUPERAR A NADIE, SINO A NOSOTRAS MISMAS