RECUERDOS Y PICARDÍAS
Por Rossy Castañeda & MaxineWinters19
Parte II
A la mañana siguiente, Emilia Elroy se despertó más temprano de lo usual, la causa: ardientes sueños que le hicieron levantarse en más de una ocasión, sueños en donde el tiempo le recordo lo que era ser poseida por un hombre.Y no fue cuando sintio que todo su ser ardía que supo que, García había regresado para enloquecer sus pensamientos y volverla loca.
Sentía un vapor en todo el cuerpo, así que, era momento de un buen baño con agua fría y que mejor lugar que las cristalinas aguas del río que tantos deliciosos recuerdo de juventud le traían. Dicho río corría por la parte trasera de la casa de campo, muy cerca de la cabaña del bosque… 《Mmm , si esa cabaña hablara, que no diría 》 Emilia Elroy apretó las piernas ante aquellas palabras.
Aprovechando que todos en casa dormían, o eso era al menos lo que pensaba, la remilgada mujer, rebuscó entre los cajones de su armario aquel traje de baño que le traía tantos recuerdos agradables; suspiró… los años no habían pasado en balde. Por el tamaño de aquella pieza, era más que evidente que su cuerpo sufrió los cambios del tiempo; con otro suspiro de resignación, sacó otro traje de baño, y tras retirar su ropa de dormir, se colocó este, para posteriormente vestirse con su ropa diaria, tomó una toalla y salió de su habitación.
Con paso seguro y andar elegante, la matriarca Ardley bajó las escaleras, se detuvo a mitad de la sala de estar al recordar que Garcia rondaba la propiedad. No iba a exponerse a encontrarse a solas con aquel desagradable hombre, antes muerta que dedicarle una sola palabra.
《No pensabas de ese modo hace treinta años, por el contrario, acosabas al hombre para que te hiciera todas aquellas cosas》—Su yo interno le recriminó
--Eso es parte del pasado –replicó la mujer —Él no es ni la mitad de lo que era entonces.
《¿Acaso tu lo eres? Tú misma te diste cuenta por el tamaño del traje de baño 》
—Es muy diferente.
《¿Qué le hace diferente?》
—¡Yo soy una dama y él es un simple y vulgar empleado sin educación! –sus labios formaron una línea recta al tiempo que se llevaba una mano al pecho.
《Lo era antes y eso no te importó 》
—Pero ahora si importa y mucho.
《No deberías ser tan exigente, en su lugar aprovecha que el hombre aun quiere compartir su berenjena contigo 》— rio entre dientes al recordar la forma como Garcia llamó a su entrepierna.
—¡Maldición! —Farfulló Emilia Elroy en voz alta, agitando los brazos, estaba más que enfurecida de que su propia mente le recriminara lo que el cuerpo quería y ella le negaba.
—¿Se encuentra bien, señora Ardley? –fue la pregunta de una joven mucama al escuchar maldecir a su patrona.
Emilia Elroy giró ligeramente el rostro, ahí estaba Dorothy con gesto preocupado observando a la matriarca, Elroy recobro la compostura, se arregló el pelo, carraspeó y le habló:
—Si... Si. Deja eso y acompáñame –le ordenó a Dorothy quien por orden del Tío Abuelo William, fue asignada para asistir a Candy.
—Pero yo debo...
—¡Obedeceme, Dorothy! —Dice de nueva cuenta. La joven rueda los ojos y no le queda de otra que hacerle caso a la señora Elroy. Preparo sus cosa y acompaño a la mujer a sabría Dios dónde.
......
Tras la muerte de sus padres, aquel era su lugar favorito. Solía refugiarse en él cada vez que se escapaba de la estricta vigilancia de la que era víctima por el hecho de ser el patriarca de la familia, sin embargo, dejó de hacerlo no por voluntad propia, sino porque fue enviado a Londres para prepararse para el papel de su vida –suspiró ante el pensamiento de que toda su existencia ya estaba arreglada.
Ahora, a sus veintidós años de edad y dispuesto a disfrutar de la libertad que se le negó cuando era un joven, decidió refugiarse allí sin imaginar lo que encontraría al abrir la puerta de la habitación y revisar un poco esta.
—¿¡Eh!? —Exclamó al toparse con viejo y polvoriento cuaderno —¿Qué demonios?
Sus ojos amenazaron en salir de sus cuencas al leer que se trataba del diario de su querida Tía. Su curiosidad fue más fuerte que el sentido de la prudencia, y como si se tratara de la mejor de las novelas, abrió el libro y comenzó a leer.
Querido diario:
Hoy fue un día espectacular, el mejor de todos, el más emocionante y excitante. Jijiji
Finalmente, convencí al mozo de cuadra para que me acompañara a dar una cabalgata.
El pobrecito no sabia lo que le esperaba, sin embargo, al final del día lo disfrutó tanto como yo… y como no hacerlo, no todos los días puedes cabalgar con la hija de los patrones delante de ti completamente desnuda…
¡Ay por Dios! Realmente sentir la… ¡Ah si! Si, ya lo recordé jejejeje, la tensa berenjena de Garcia rozando mis nalgas cada vez que él caballo saltaba, fue realmente delicioso, su forma de tocarme mientras el caballo corría a todo galope fue exquisito, sublime. Sus manos rozando mis erectos pezones fue delicioso… ¡Ay por Dios del cielo! Y cuando descendieron por mi torso y se posaron en la parte baja de mi vientre, creí que moriría… ciertamente si hubiera sucedido, hubiese muerto con una enorme sonrisa en mis labios.
—¡Por todos los cielos! —Estalló en ruidosas carcajadas. –Quién lo diría —continuó leyendo importándole un pimiento invadir la privacidad de la estricta mujer que cuidó de él tras la muerte de sus padres.
Debo admitir que las manos de Garcia son mágicas, y sus dedos bastante ágiles. Jamás en mi vida imaginé sentir tanto placer… Garcia es un experto en las artes amatorias, yo disfruto cada cosa que me hace no solo con sus manos, también con su lengua… o sí, porque esa lengua no solo es ávida para chasquear mientras llama a los caballos, sino para otros placeres.
¡Oh Dios! Si mi padre se enterará de las cosas que hago con el mozo de cuadra, con seguridad me mete en un convento por impúdica y a Garcia como mínimo lo despelote o me lo deja sin berenjena, que por cierto es la más deliciosa que jamás haya comido en mi vida… Jijijiji…
PD: Bueno, tú mejor que nadie sabes que tampoco es que he comido otra, porque de haber sucedido, tú, serias mi cómplice querido diario.
Emi E. A.
—Vaya, vaya, que bien escondido se lo tenía –dijo tras finalizar de leer todo lo escrito en aquel par de hojas viejas. Sin embargo, para deleite decidió llevarse el diario para disfrutar un poco más de las páginas y los diversos adornitos que la anciana había plasmado dentro de este. En especial, algo que parecía una pluma de penacho.
.....
Elroy llega caminando de mano de Dorothy al río que años atrás había sido testigo de sus múltiples aventuras juveniles, si esas aguas cristalinas pudieran hablar dirían que a esa mujer que ahora trataba de ponerse el velo de la serenidad y decencia le encantaba jugar a pecar y de una forma muy atrevida e indecorosa.
—Aqui estoy bien Dorothy, puedes ir si quieres a preparar algo para comer aquí.
—Me lo hubiera dicho antes de salir para no...
—¿Estás acaso renegando una orden mía?
—¡No! En lo absoluto... ya regreso —Dice la chica poniéndose roja como un tomate. Si no hacía caso a lo que Elroy le había dicho la iba a mandar derechito a la granja de México sin derecho a pataleo.
Apenas Elroy se aseguró de quedarse sola en el lugar, se quitó la ropa para quedar solamente con el traje de baño. Volvió a mirar que nadie más estuviera ahí y fue metiéndose lentamente en el agua, estaba fría y le gustaba mucho eso.
—¡Aaaaah! Esto si es vida —Menciona al tiempo mientras empezaba a flotar en el agua. Y de nuevo su mente empezó a jugarle tretas, porque García le había enseñado a flotar, a contener la respiración y además de ello otras cosas muy divertidas y deliciosas que solamente en el agua podían hacerse.
Mientras flotaba, Emilia Elroy no se había percatado de dos cosas importantes esa mañana. Que sus sobrinos habían salido desde temprano a pescar con Candy y Annie Brighton río arriba y de que un par de ojos morenos habían seguido a la matriarca desde su salida de la mansión hasta el río. Entre los arbustos espiaba como Emilia flotaba placida, tal como él le había enseñado, la veía y sus memorias le llevaron a la muchacha que lo sonzacaba a cada rato para salir y divertirse.
Si, no tenía el mismo cuerpo de antes... Él tampoco pero aún hacia que su fiel compañero de batalla se levantará firme ante la imagen de la mujer que, aún en su vejez seguía volviendolo loco. Decidió salir de su escondite y quitarse la ropa aún cuando Elroy no se había percatado de su rebozante acompañante que se había metido al agua junto con ella.
Unos metros cerca de ellos, Candy, Anthony y los Cornwell venían riendo y hablando de todo lo que habían pescado, quizás le dirían a la cocinera que les preparara algo con todo lo que habían traído esa mañana. Entre risas, Archie se da cuenta que en el río hay alguien flotando y abre los ojos cuando enfocando su vista descubre quién es.
—..Mu.. muchachos ¿Esa no es la tía abuela?
—¿Eh? —Mascullan los cuatro acompañantes de Archie. Dirigen su vista al punto que señala el elegante y en efecto, ahí estaba, pero Anthony es el más sorprendido al ver a la segunda figura en el río.
— Y no está sola ¡Vamos! —El cuarteto con diligencia y sigilo se acercan más y más hasta alcanzar a llegar a los arbustos que bordean el río, tratan de hacer silencio. La tía abuela nisiquiera se había percatado de que la observaban.
—¿Está usando un traje de baño? —Pregunta Candy observando fijamente —Porque se le ven las lonjas.
—¿Pero lonjas de que? —Pregunto Anthony haciendo en su imaginación otro escenario que no fuera tener que ver a la tía abuela en traje de baño. Y no es hasta que aparece la otra figura junto a Elroy y está grita con todas sus fuerzas, chapoteando en el agua y perdiendo la concentración.
—¡Es García! —Vocifera Stear, siendo derribado al suelo y sintiendo tres manos posarse sobre su boca.
—Cierra la boca. Si nos descubren seremos menos que carnada para peces —Reclama Anthony son el rostro sonrojado. Definitivamente no podía creer que estaba viendo todo eso de parte de su querida tía Elroy quién empezó a gritar improperios y otras obsenidades a García.
Unos metros más adelante, el joven rubio iba caminando por la orilla del río, distraído mientras releía y lanzaba jocosas carcajadas ante las aventuras de la tía abuela y su Sancho Panza. Que irónico podía ser todo eso, que alguien que vivía pregonando buenas costumbres y decencia tuviera un lado tan salvaje y oscuro... Y quizás aquello era heredado. Justo en el preciso instante en el cual se había antojado de querer hundir las piernas en el agua para relajarse, y al descubrir que había gente en los alrededores decide esconderse sin dejar de mirar a los invasores que flotaban en el río, abriendo los ojos cuando los ve y cubriéndose la boca cuando descubre a su tía abuela Elroy ¡Con García!
—¿Qué diablos está haciendo usted aquí?
—El rio es un lugar público.
—¡Pero está en mis tierras!
—Eso no lo decías antes Emy. Este río me trae muchos recuerdos.
—Pues... ¡Creo que no recuerdo! —Finge la anciana tratando de cubrirse mientras sale del río, y detrás suyo, García chorreando agua.
—Vamos, no te hagas —Se acerca para abrazar a la anciana por la espalda, provocando que la piel se le enchinara a Elroy —Bien disfrutabas de mi berenjena aquí.
—¿Berenjena? —Pregunto Annie curiosa ente los arbustos —¡Me encanta la berenjena! No sabía que la exportaban desde México.
—Pues la verdad no lo creo, Annie —Contesta Candy rascándose la cabeza. Aún no entendia a qué se referían con eso de la berenjena. Del otro lado del río, Albert con ojos bien abiertos observaba la escena, de modo que aún tenían sus andaban, y lo que veía era la prueba ferviente.
—Vamos Emy, no te hagas la que no quiere —Garcia con cuidado comienza a quitarle el traje de baño a Elroy ante la mirada del cuarteto que los veía a escondidas entre los arbustos y de su sobrino Albert que estuvo a punto de gritar por la grotesca escena que se pintaba.
—Tu... usted es un... atrevido.
—No dijiste eso cuando te baile aquella vez frente al fuego ¿Recuerdas? —El hombre se acerca más y lame el lóbulo de la oreja de Elroy —Yo me puse un penacho y te hice la danza del fuego con mi berenjena al aire. Incluso guardaste una pluma del penacho como recuerdo.
Albert rápidamente saca de su bolsillo el diario que había encontrado en la cabaña y encuentra la pluma, no tarda en sonrojarse más, en especial cuando ve que García le había quitado el traje de baño a su tía abuela quedando como Dios la trajo al mundo.
—Usted... usted... ¡No pretenda que le siga el juego!
—Oh, Emy. Este juego lo iniciaste tu hace 30 años. Yo solo quiero retomarlo —Garcia empieza a acariciar a Elroy de un modo tan lascivo que todos los que alrededor se escondían no tardaron en arrugar la cara. Sobre todo Albert ¿Esa era la mujer que se había encargado de educarlos?
—¡Voy a vomitar! —Exclama un Anthony entre los arbustos con el rostro pálido ante lo que estaba viendo. Poniéndose de pie y haciéndose descubrir por la tía abuela y García.
—¡Anthony! —Grita alarmada la tía abuela escondiéndose detrás de García que tenía una sonrisa boba en el rostro. Albert casi salta del arbusto al descubrir a Anthony, pero sobre todo que no estaba solo.
—Que carajos... —Albert se alarma mucho más ¿Qué hacía Anthony ahí? Y fue peor al ver que otro cuarteto de jóvenes, en los que se incluía Candy estaba con él observando esa escena.
—¡Fiuuuu! Creo con lo de ayer, lo visto hoy no pudo ser más verídico —El inventor se rasca un oído mientras da una risa nerviosa —¿Significa que pronto la tía abuela dejara de sér una solterona? —Comenta Stear, recibiendo un golpe en la cabeza por parte de Candy.
Albert aún escondido sabe que en cualquier momento iba a ser descubiertos, decide huir del lugar, pero ahora con una convicción acerca de la educación de sus sobrinos y que debían cambiar ciertas cosas.
Pero en su huida, algo se salió de uno de sus bolsillos.
—¿Qué no ves que le salta una vena del cuello? Está más que enojada, no invoques al diablo.
—¿Se le pone así cuando se enoja? —Pregunto Annie confundida.
—Peor. A veces parece un todo de rodeo —dice Candy a lo bajo tratando de no echarle más leña al fuego.
—Ustedes... ¡Vayan a la casa! —Grita la señora Elroy recogiendo su ropa para intentar al menos cubrirse.
—Tia usted... usted... ¡Ay no! —Archie y Anthony se dan la vuelta para no tener que ver a la anciana en su desnudez. Y tampoco era del placer tener que ver a García, sin embargo, Annie estaba más que sorprendida porque nunca había visto a un hombre desnudo y menos a uno con una barriga tan grande.
—Muchachos, creo que lo mejor es que le hagan caso a su tía. Cuando se enoja la nariz se le pone como la de un tomate y no la espalda le suda.
—Maldicion ¿Quieres callarte? ¡Una palabra mas y hare pure tu berenjena! —Ante el exabrupto grito de Elroy y su amenaza , los muchachos sabian que era momento de huir sino querían ser víctimas de la ira de Emilia Elroy.
Salen de los arbustos, tomando así sus cañas de pescar para escapar lo más pronto posible, sabían que en casa les esperaría algo peor de lo que ya habían visto. Sin embargo, en la huida, Anthony encuentra un pequeño cuaderno tirado en el suelo, se agacha para tomarlo, le da curiosidad, por lo que lo guarda entre sus cosas y sigue a los demás de camino a casa.
Continuará...
LAS BANDOLERAS DE TERRY NO BUSCAMOS SUPERAR A NADIE SINO A NOSOTRAS MISMAS.