Saber que has encontrado al hombre más guapo y caballeroso que jamás hubieras imaginado que existiera y que del susodicho solo sepas su nombre además de las sensaciones que el toque de sus labios dejaron en las terminaciones nerviosas de mis frágiles manos y que después de esa velada no queda nada, es saber que estás jodida.
La verdad nunca me he considerado una mujer con suerte, cuando era pequeña siempre compraba números de rifas me limitaba a observar como otros se llevaban cada uno de los premios. Después, cuando recibí mi primer salario pensé lo intentaré y compre un número de la lotería y adivinen... nada otra vez.
Y respecto al amor, atendiendo las locuras de mi compañera de cubículo, Karen Kleis, descargue esa famosa App de citas y acepte la invitación de un tal Roger algo y que creen me dieron las once de la noche sentada en aquel lujoso restaurante y ni sus luces.
Así que al conocer a ese magnífico caballero de ojos azul mar, no pude alejar de mi mente la idea que en cualquier momento se desvanecería ante mis.ojos. Y así fue en cuanto salimos de aquel Bistro.
Aaaaaa suspiro, descargando algunos documentos que envié a revisión cuando de repente me llega un correo electrónico en mi bandeja de un tal Teruce T, solo leer ese nombre hace que rememore aquellos ojos azul mar que en durante esa velada me dijeron mucho y a la vez nada.
Teruce suspiro con ilusión pues a cada poco vuelvo a mi bandeja de correo a leer aquellas pocos letras que causan en mi ilusión y sueños hasta que ensimismada en mis pensamientos dejo caer el lápiz que siempre muerdo por la goma dentro de mi tasa de café salpicando mi blusa y al percatarme del desastre empujó mi taza en un movimiento involuntario produciendo en cuestión de segundos un alboroto monumental en mi cubículo.
Rayos me recriminó y escucho a mi compañera y amiga decir:
Dios Candy! Pero qué?
Llevas semanas en este estado... reniega
No te muevas me dice halando la silla en donde estoy sentada alejándome de aquella catástrofe como si fuera una niña reprendida por su madre.
No te preocupes, me dice, no hay nada que un par de paños no puedan arreglar, así que ve tranquila ve a los sanitarios ocúpate de esa blusa, me señala, que yo me encargo de esta situación.
Y no olvides que debemos hablar...
Como toda una autónoma me dirijo a los sanitarios meditando en lo absurdo de mi reacción al leer ese nombre que desde aquella noche ha robado mi paz y ahora mis movimientos, sin duda sigo sin suerte.
Tratando de tomar control de la situación, vuelvo a mi lugar el cual ha quedado limpio y ordenado, por lo que decido salir al pasillo y comprar una de esas barras de semillas que tanto le gustan a mi amiga comprendiendo al fin, que no me libraré de esa "charla" suspiro agotada.
Marco el código, escaneo mi tarjeta y nada... definitivamente sé que la suerte ha huido de mi presencia pienso con cansancio cuando la máquina expendedora a pesar de todo no me entrega mi compra.
Gruño frustrada berrinchando cual cria y clamando al cielo coloco mi frente en el frio vidrio de tal maquina esperando un milagro, cuando sin abrir los ojos me percato que alguien se coloca a mi lado introduciendo un nuevo código de compra.
No funciona le digo derrotada sin mirarle
Es así? Me pregunta
Así es? Le Susurro sin dar la cara y con cansancio.
Si que eres una impaciente pecosa, le escucho decir y su voz me suena bastante familiar por lo que decido prestarle atención y verle.
Pecosa? Yoooo? Le pregunto distraida pues me he dado cuenta del mote utilizado.
E impaciente, me dice con una risa burlona precionando un último botón.
Toma, esta es tu compra y esta, me dice presionando nuevamente el mismo botón, es la mía.
Hasta luego pecosa, le escucho decir mientras se aleja
Es él? Músito consternada... De verdad era él? Veo mi mano con incredulidad.
Quien? Escucho a Karen atrás de mí
Nadie le digo tratando de sonar normal.
Esto es para tí... le entrego la golosina y niego comprendiendo que talvez la nube gris de mala suerte se esta evaporado y dudo si fue real.
El día vuelve a pasar sin más...
Terruce exclamo viendo nuevamente el email que he movido a una carpeta de asuntos importantes.
Serás tú? Le pregunto a mi máquina sosteniendo mi barbilla con mi mano.
No pecosa, leo en un mensajito emergente.
El es Teruce, y yo Terruce.
Salto asustada de mi lugar esto definitivamente no es normal pienso y recogiendo presurosa mis efectos personales me dispongo a retirarme de este lugar. Pues nuevamente me he quedado hasta tarde absorta en mis pendientes.
Mis pasos resuenan en los pisos ceŕamicos de aquel pasillo y se hacen bastante pesados a tal punto que creo que nunca llegaré a la salida y mi corazón... atendiendo a la adrenalina y al miedo late a mil pulsaciones por minuto.
Que exagerada dirán pero estoy realmente asustada.
Es cierto que cuando me quedo hasta tarde todo lo que pienso sale por mis labios y es audible, pero recibir respuesta a mis propios diálogos esta de locos.
Hey, escucho a mis espaldas...
Pecosa...
Mi dios grito desesperada ahora escucho su voz exclamo y me reprendo empezando una carrera.
Basta Candy ya para, piensa en cosas buenas ... en cosas buenas trato de retomar el control.
Pecosa... espera me vuelven a gritar
Soy Terry, recuerdas el Bistro, me dice tratando de alcanzarme.
Y es ahí en ese momento que me doy cuenta de la realidad, no es una alucinación. Es él... El chico, no no que diga el hombre de quien pienso a cada momento.
Vaya, me dice agachados sosteniendo sus rodillas y respirando con dificultad, si que sabes correr, en la universidad fuiste atleta? Me pregunta.
Atleta? Ummm No no, respondo bajando libros de mi memoria y sin más me doy cuenta de mi error y le confieso:
Perdona es que soy algo paranoica. Le digo bastante avergonzada.
Te disculpo con una condición. Me suelta arqueado una ceja.
Ese gesto me pone la piel de gallina y me pierdo observando todo ese magnífico torso varonil que se marca bajo la sexy camisa blanca que lleva puesta y que por la carrera lleva abierta en los dos primeros botones.
Trago en seco al percatarme que mi escrutinio ha descendido hasta la cinturilla de su pantalón gris y madre santa, enrojecida por mi atrevimiento vuelvo mi vista a su rostro asintiendo a que? Ni idea, pero algo debo hacer.
Ahora es mi turno, le escucho decir con una sonrisa retorcida.
Eh? Es lo único que atino a decir cuando siento como su mirada desciende desde mis ojos, boca, por mi cuello y poco a poco baja por mi torso situación que me estremece y en un acto pudoroso llevo una mano a mis senos pues sé que bajo la suave tela de mi blusa color beige únicamente porto un delicado sostén de encaje que no deja mucho a la imaginación y ante tal reconocimiento de parte del adonis que tengo al frente hay un par de circunstancias que se han erguido en respuesta.
Eres hermosa le escucho decir con esa voz grave y sensual que ha encendido no solo mis mejías sino mi ser por completo.
Yo yo no... balbuceo
Lo sé .. me responde y contigo ... quiero ir despacio, me indica casi en un susurro mientras se va acercando.
Me gustas, sigue susurrando
Y mucho roza mi oreja colocando un mechon de cabello tras ella, provocando miles de sensaciones que para mi son nuevas.
Quieres salir conmigo a... a cenar, me invita.
¿Es una cita? Le pregunto envalentonada pero casi en un susurro.
Y el asiente dejando un beso en mi enrojecida mejía.
Toma, me extiende mi blazer. Lo has dejado en tu lugar.
Ha, Gracias le digo tomando la prenda sin intensión de utilizarla pues siento el ambiente bastante cálido.
Úsalo, me pide y agrega en un susurro y no te lo quites si quieres conservar tu virtud está noche, me incordia guiñando un ojo.
No doy crédito a su atrevimiento pero acepto y sin rechistar le entrego mi bolso para atiender su petición, meditando muy muy para mis adentros, ahora si, que no me opondría a semejante invitación, pues el también me gusta y mucho.
Oh por Dios! Exclamo, me gusta pienso y mucho y yo a él, la suerte tocando a mi puerta medito alegremente.
Y acá voy, en su auto, quien sabe a donde y quien sabe como terminará mi noche, pero de algo estoy muy segura, ese hombre que de momento a momento me dirige una mirada cargada de muchos sentimientos es a quien estoy segura espere toda una vida.
CONTINUARÁ???? No lo sé, ustedes que piensan.
La verdad nunca me he considerado una mujer con suerte, cuando era pequeña siempre compraba números de rifas me limitaba a observar como otros se llevaban cada uno de los premios. Después, cuando recibí mi primer salario pensé lo intentaré y compre un número de la lotería y adivinen... nada otra vez.
Y respecto al amor, atendiendo las locuras de mi compañera de cubículo, Karen Kleis, descargue esa famosa App de citas y acepte la invitación de un tal Roger algo y que creen me dieron las once de la noche sentada en aquel lujoso restaurante y ni sus luces.
Así que al conocer a ese magnífico caballero de ojos azul mar, no pude alejar de mi mente la idea que en cualquier momento se desvanecería ante mis.ojos. Y así fue en cuanto salimos de aquel Bistro.
Aaaaaa suspiro, descargando algunos documentos que envié a revisión cuando de repente me llega un correo electrónico en mi bandeja de un tal Teruce T, solo leer ese nombre hace que rememore aquellos ojos azul mar que en durante esa velada me dijeron mucho y a la vez nada.
Teruce suspiro con ilusión pues a cada poco vuelvo a mi bandeja de correo a leer aquellas pocos letras que causan en mi ilusión y sueños hasta que ensimismada en mis pensamientos dejo caer el lápiz que siempre muerdo por la goma dentro de mi tasa de café salpicando mi blusa y al percatarme del desastre empujó mi taza en un movimiento involuntario produciendo en cuestión de segundos un alboroto monumental en mi cubículo.
Rayos me recriminó y escucho a mi compañera y amiga decir:
Dios Candy! Pero qué?
Llevas semanas en este estado... reniega
No te muevas me dice halando la silla en donde estoy sentada alejándome de aquella catástrofe como si fuera una niña reprendida por su madre.
No te preocupes, me dice, no hay nada que un par de paños no puedan arreglar, así que ve tranquila ve a los sanitarios ocúpate de esa blusa, me señala, que yo me encargo de esta situación.
Y no olvides que debemos hablar...
Como toda una autónoma me dirijo a los sanitarios meditando en lo absurdo de mi reacción al leer ese nombre que desde aquella noche ha robado mi paz y ahora mis movimientos, sin duda sigo sin suerte.
Tratando de tomar control de la situación, vuelvo a mi lugar el cual ha quedado limpio y ordenado, por lo que decido salir al pasillo y comprar una de esas barras de semillas que tanto le gustan a mi amiga comprendiendo al fin, que no me libraré de esa "charla" suspiro agotada.
Marco el código, escaneo mi tarjeta y nada... definitivamente sé que la suerte ha huido de mi presencia pienso con cansancio cuando la máquina expendedora a pesar de todo no me entrega mi compra.
Gruño frustrada berrinchando cual cria y clamando al cielo coloco mi frente en el frio vidrio de tal maquina esperando un milagro, cuando sin abrir los ojos me percato que alguien se coloca a mi lado introduciendo un nuevo código de compra.
No funciona le digo derrotada sin mirarle
Es así? Me pregunta
Así es? Le Susurro sin dar la cara y con cansancio.
Si que eres una impaciente pecosa, le escucho decir y su voz me suena bastante familiar por lo que decido prestarle atención y verle.
Pecosa? Yoooo? Le pregunto distraida pues me he dado cuenta del mote utilizado.
E impaciente, me dice con una risa burlona precionando un último botón.
Toma, esta es tu compra y esta, me dice presionando nuevamente el mismo botón, es la mía.
Hasta luego pecosa, le escucho decir mientras se aleja
Es él? Músito consternada... De verdad era él? Veo mi mano con incredulidad.
Quien? Escucho a Karen atrás de mí
Nadie le digo tratando de sonar normal.
Esto es para tí... le entrego la golosina y niego comprendiendo que talvez la nube gris de mala suerte se esta evaporado y dudo si fue real.
El día vuelve a pasar sin más...
Terruce exclamo viendo nuevamente el email que he movido a una carpeta de asuntos importantes.
Serás tú? Le pregunto a mi máquina sosteniendo mi barbilla con mi mano.
No pecosa, leo en un mensajito emergente.
El es Teruce, y yo Terruce.
Salto asustada de mi lugar esto definitivamente no es normal pienso y recogiendo presurosa mis efectos personales me dispongo a retirarme de este lugar. Pues nuevamente me he quedado hasta tarde absorta en mis pendientes.
Mis pasos resuenan en los pisos ceŕamicos de aquel pasillo y se hacen bastante pesados a tal punto que creo que nunca llegaré a la salida y mi corazón... atendiendo a la adrenalina y al miedo late a mil pulsaciones por minuto.
Que exagerada dirán pero estoy realmente asustada.
Es cierto que cuando me quedo hasta tarde todo lo que pienso sale por mis labios y es audible, pero recibir respuesta a mis propios diálogos esta de locos.
Hey, escucho a mis espaldas...
Pecosa...
Mi dios grito desesperada ahora escucho su voz exclamo y me reprendo empezando una carrera.
Basta Candy ya para, piensa en cosas buenas ... en cosas buenas trato de retomar el control.
Pecosa... espera me vuelven a gritar
Soy Terry, recuerdas el Bistro, me dice tratando de alcanzarme.
Y es ahí en ese momento que me doy cuenta de la realidad, no es una alucinación. Es él... El chico, no no que diga el hombre de quien pienso a cada momento.
Vaya, me dice agachados sosteniendo sus rodillas y respirando con dificultad, si que sabes correr, en la universidad fuiste atleta? Me pregunta.
Atleta? Ummm No no, respondo bajando libros de mi memoria y sin más me doy cuenta de mi error y le confieso:
Perdona es que soy algo paranoica. Le digo bastante avergonzada.
Te disculpo con una condición. Me suelta arqueado una ceja.
Ese gesto me pone la piel de gallina y me pierdo observando todo ese magnífico torso varonil que se marca bajo la sexy camisa blanca que lleva puesta y que por la carrera lleva abierta en los dos primeros botones.
Trago en seco al percatarme que mi escrutinio ha descendido hasta la cinturilla de su pantalón gris y madre santa, enrojecida por mi atrevimiento vuelvo mi vista a su rostro asintiendo a que? Ni idea, pero algo debo hacer.
Ahora es mi turno, le escucho decir con una sonrisa retorcida.
Eh? Es lo único que atino a decir cuando siento como su mirada desciende desde mis ojos, boca, por mi cuello y poco a poco baja por mi torso situación que me estremece y en un acto pudoroso llevo una mano a mis senos pues sé que bajo la suave tela de mi blusa color beige únicamente porto un delicado sostén de encaje que no deja mucho a la imaginación y ante tal reconocimiento de parte del adonis que tengo al frente hay un par de circunstancias que se han erguido en respuesta.
Eres hermosa le escucho decir con esa voz grave y sensual que ha encendido no solo mis mejías sino mi ser por completo.
Yo yo no... balbuceo
Lo sé .. me responde y contigo ... quiero ir despacio, me indica casi en un susurro mientras se va acercando.
Me gustas, sigue susurrando
Y mucho roza mi oreja colocando un mechon de cabello tras ella, provocando miles de sensaciones que para mi son nuevas.
Quieres salir conmigo a... a cenar, me invita.
¿Es una cita? Le pregunto envalentonada pero casi en un susurro.
Y el asiente dejando un beso en mi enrojecida mejía.
Toma, me extiende mi blazer. Lo has dejado en tu lugar.
Ha, Gracias le digo tomando la prenda sin intensión de utilizarla pues siento el ambiente bastante cálido.
Úsalo, me pide y agrega en un susurro y no te lo quites si quieres conservar tu virtud está noche, me incordia guiñando un ojo.
No doy crédito a su atrevimiento pero acepto y sin rechistar le entrego mi bolso para atiender su petición, meditando muy muy para mis adentros, ahora si, que no me opondría a semejante invitación, pues el también me gusta y mucho.
Oh por Dios! Exclamo, me gusta pienso y mucho y yo a él, la suerte tocando a mi puerta medito alegremente.
Y acá voy, en su auto, quien sabe a donde y quien sabe como terminará mi noche, pero de algo estoy muy segura, ese hombre que de momento a momento me dirige una mirada cargada de muchos sentimientos es a quien estoy segura espere toda una vida.
CONTINUARÁ???? No lo sé, ustedes que piensan.