Una voz femenina se escuchó: —¡Tranquilo Ness! No me hagas correr con mis Manolo, se pueden arruinar, mejor será que sigas caminando con tu amo — La figura femenina se sentó mientras dejaba la correa en las varoniles manos de quien no solo era el dueño del perro, sino también de una piel bronceada que se notaba cuidaba con esmero, unos cortos cabellos café rojizo y los más hermosos ojos café amielados que se pudieran imaginar, una estatura de 1.85 m y un cuerpo que denotaba, por donde se le mirara, que su dueño invertía varias horas en el gimnasio, además de cuidar con ojo estricto todo lo que comía, era un todo un Adonis de canela.
El sujeto vestía unos jeans azules, camisa violeta, y un abrigo casual color gris Oxford, zapatos italianos, y usaba una colonia amaderada que dejaba una sutil fragancia a su paso, no solo tenía buen físico, si no que exuda elegancia a cada paso y él lo sabía, mientras caminaba por los senderos del parque con el teléfono móvil en la oreja —Que si Paul, ya había dejado autorizados esos cheques y si en vez de estarle viendo las piernas pusieras atención a los informes que te pasa Maryann, estarías enterado, te lo he dicho siempre, la nómina no se toca, pero te empeñas en enredarte con cuanta mujer se te pone enfrente, ya hemos cambiado cinco veces de asistente por tu incapacidad de controlar lo que tienes entre las piernas…. ¡No quiero más excusas, podemos ser todo lo cabrones que queramos, pero la nómina es sagrada! — espetó.
Estaba tan distraído con su conversación que no se fijó cuando Ness divisó una paloma aparentemente herida y siguiendo sus instintos de caza corrió a atraparla dándole un jalón a su dueño, haciéndolo chocar con una guapísima joven que paseaba a un hermoso y grande San Bernardo que gracias al impacto se vio de pronto libre del agarre y salió disparado junto con Ness.
El apuesto joven solo atinó a soltar un —Luego hablamos— a su interlocutor antes de ir en busca de ambos perros ante la mirada divertida de unos ojos color café con vetas doradas rodeados de espesas pestañas negras, no les duró mucho el gusto a los canes ya que en breve fueron atrapados por el atlético joven quien los llevó de regreso a donde la guapísima castaña dueña del San Bernardo los aguardaba.
—Gracias por recuperar a Ness— dijo la joven —¿Tu perro se llama Ness?, ¡qué casualidad, el mío también!— Exclamó asombrado mientras ella lo tomaba de la mano para hacerlo sentar en un banco y pudiera tomar un respiro después de la carrera, respiro que no hacía falta en absoluto, pero ella quería ser amable con tan guapo sujeto. Estuvieron un buen rato sentados bajo el árbol. Él le contó que es empresario, dueño de una afamada cadena de hoteles y que la verdad, es novato en el asunto de cuidar perros ya que es la primer mascota que posee y a quien le puso Ness porque al cachorro le gustaba chapotear en los lagos igualito que el monstruo del Lago Ness —Muy simple y hasta infantil, lo sé— Dijo mientras se oía la cantarina risa de la joven sentada junto a él. Ella le contó muy divertida que el nombre de su Perro se debía a Eliot Ness el famoso detective de los años 20, que debido a su trabajo viaja constantemente y se ha hospedado varias veces en los hoteles de su cadena, le contó que desde siempre su familia se ha dedico a la cría de perros, así que le compartió varias recomendaciones para el cuidado de su mascota, ambos estaban sorprendidos y divertidos por tantas coincidencias en sus vidas.
Mientras ella hablaba, él la observaba atentamente pasmado por tanta belleza: era alta pero no tanto como él, de piel ligeramente bronceada de forma natural, quizá producto de algunas vacaciones o actividad al aire libre, una larga, sedosa y ligeramente ondulada cabellera color castaño, sus hermosos ojos café con sus vetas doradas que eran sinceros y de mirada amable, y su voz tan sensual y candorosa al mismo tiempo que lo hipnotizaba, lo que más le sorprendía de ella era su amabilidad y fácil trato que hizo posible que él se sintiera cómodo en su compañía, cosa que prácticamente nunca sucedía; después de una dramática y humillante decepción amorosa, decidió cerrar su corazón y enfocarse en los negocios, para él las mujeres eran solo un desestresante necesario de vez en cuando debido a su ajetreada vida de hombre de negocios, pero en ese mismo momento se sentía tan placentero y agradable la conversación y la compañía que perdió la noción del tiempo, después de un largo rato de amena plática se despidieron con un cálido apretón de manos.
Irradiando una sonrisa de oreja a oreja, él regresó donde su acompañante original lo esperaba sentada en un banco y lo observaba fijamente con sus ojos felinos —Creo que he encontrado el amor— le dijo con ensoñadora voz, —No te imaginas lo agradable que es, y eso que casi la tiro al piso del empujón que le di gracias al zopenco de Ness— Una carcajada emanó del pecho de la chica quién divertida le dijo —No tienes idea de nada en la vida por estar siempre metido en tus negocios, no es necesario que me cuentes nada, yo lo vi todo desde aquí y solo puedo decirte algo…— intrigado le dirigió una mirada inquisitiva a la pelirroja que lo veía fijamente con un dejo de burla en su mirada —Estabas hablando con la gran estrella Karen Klaise que vino a Chicago únicamente a promocionar su nuevo filme y tú ni en cuenta hermanito, ¿Le pediste acaso su número o ella insinuó volverse a ver?— El abochornado muchacho negó con la cabeza y de nuevo la carcajada burlona de su hermana se oyó seguido de —Eres un pendejo Neil—