CAPÍTULO VIII, DOLOR
PARTE 2
Candy luchó para zafarse, pero no podía, el calor de él era como una llama abrazadora, que terminó por atraparla para ceder a ese beso, que al principio fue bestial, pero que deseaba desde, que lo había visto limpiándose esos labios sensuales que la atraían inevitablemente. Ambos comenzaron a disfrutar del momento, sin embargo, el joven la soltó para tomarle el rostro y pegar su frente a la de ella para murmurar. — ¡¿Acaso has cambiado tanto, pecosa?! ¡Sólo dímelo! ¡No me importa que hayas sido de otro!, ¡No me importa nada! — Murmuraba, aguardando, que sus palabras le sacaran esas ideas y confesarle, que estaba ahí por ella, para no separarse nunca más. Candy sintió como si una lanza le atravesara el pecho, sí era cierto que su situación con Archie era más por precaución, que, por amor, después de todo, su prometido la había respetado, ¿En qué se basaba Terry para decir eso?, ¡No lo entendía!, pero la decepción se dejó ver en su rostro, ¡Amaba a ese hombre, tanto que prefirió dejarlo para que no sufriera!, pero él, ¿Qué pensaba de ella? ¿Acaso en tal mal concepto la tenía? Las expresiones de la chica fueron cambiando de acuerdo a sus emociones, primero fueron de incredulidad, después de dolor para finalmente ser de enojo, con los ojos fieros miró al actor para decirle. — ¡Según tu percepción de las cosas yo he cambiado tanto como para ser cómo tú crees!, pero ¡Es algo que no voy a discutir y menos contigo! ¡Si me caso por el motivo que sea es asunto mío!, pero ¡En algo tienes razón, Terry!, ¡Sí he cambiado desde la última vez que nos vimos! — Proseguía con la voz entrecortada. — ¡En contra de mi destino me hice más fuerte, independiente para sentirme bien conmigo misma, para olvidar que dejé mis sueños en las escaleras de un hospital!, ¡Mientras el hombre que amaba se había decidido por otra mujer!, ¡Que me dejó ir sola bajo la nieve!, ¡Que, a pesar de no querer perderme, nunca tuvo la confianza para decirme lo que estaba pasando!, ¡Que sólo con un abrazo por la espalda pensó que era suficiente!, ¡Que no tuvo la entereza para negarse a cargar a una mujer que no amaba y decir que tenía novia…! — Entre sollozos Candy iba sacando toda la frustración que tenía guardada. La furia, que momentos antes expresaba el inglés en su rostro, con todo lo que decía la joven se iba disipando, ahora con la mirada ausente, veía sin ver la cara de ella, quien continuaba diciendo. — ¿Y ahora qué Terry? ¡¿Vienes a preguntarme el por qué me voy a casar?!, ¡Cuando yo me enteré de tu compromiso por la prensa y por una carta que tu querida prometida me mandó burlándose de mí! ¡¿Sabes cómo me sentí?! ¡Quería gritar, encerrarme a llorar!, ¡Quería borrar tu recuerdo en mil pedazos!, ¡Olvidar todo para tener la fuerza de volver a empezar…! ¡Cómo puedes ver tus preguntas están de más! ¿No crees? ¡Ahora yo haré mi vida, te guste o no!, ¡Al igual que yo dejé que hicieras la tuya me gustara o no! ¡Es mejor que te vayas!, ¡Tu prometida te espera! — Concluía la rubia para dirigirse nuevamente a la puerta. Como despertado por una alarma Terry le cercó el paso, para decirle. — ¡No tengo más prometida, Candy! — Decía, pero fue interrumpido por la joven que no había bajado la guardia. — ¡Si tienes o no, ya no me importa Terry! ¡No tiene sentido que sigamos hablando! ¡Vete, por favor! — Sin embargo, el castaño no se apartaba del camino; — ¡No! ¡No me has contestado lo que te pregunté! ¡Por favor, Candy, pecosa, dime! ¿Amas a Archie? — Preguntaba acercándose más a la chica, pero ella lo apartó, su pregunta le molestó más y conteniendo los sollozos respondió. — ¿Eso qué importancia tiene, Terry? ¡Regresa a Nueva York con Susana y olvidémonos!, ¡Recuerda que acordamos ser felices! — Pero, ¡Candy! — ¡Pero nada Terrence! — Increpó la chica con mirada desafiante.
La forma en la que lo miraba y la manera de responder hicieron creer al castaño que todo era cierto, ella ya no lo amaba, que la había perdido, de nada sirvió su plan para alejarse de las Marlow, pensaba esto mientras el dolor, la frustración y el coraje emergían de nuevo, haciendo florecer de nuevo su carácter rebelde e indomable. — ¡Cierto es entonces! ¡Muy bien señorita Ardlay! ¡Tiene razón, no tenemos nada más que hablar!, ¡Como siempre tiene la última palabra, como aquella vez en Broadway!, ¡Donde fue usted, quien decidió que todo terminara!, ¡Sin darme la oportunidad de hablar, de valorar la situación, de buscar alguna solución juntos!, ¡No le importó que al irse despedazara mi vida dejándome solo, al acecho de unas arpías! — Reclamó él tensando la mandíbula, observándola con la mirada fría y voz gélida.
— ¡Claro! ¡Y yo pensando que a usted era la única persona a la que le había importado!, ¡No fue así!, ¡Incluso cuando intenté llevarla a la estación de tren, no quiso, huyó!, ¡Se fue sin mirar atrás! ¡Tampoco a usted le importó todo lo que padecí desde ese día, en lo que me convertí!, ¡Hasta dónde tuve que caer!, pero ¡Yo en mi loco inconsciente, a pesar de haber dado mi promesa de quedarme al lado de una mujer que no era más que una compañera de trabajo, no pude sacarle de mi corazón!, porque ¡Con su partida se lo llevó!, Tampoco dejó mi inspiración para actuar, ¡También se llevó a la musa que llenaba mis sueños!, ¡Por la que me esforcé para que se sintiera orgullosa de mí!, ¡Que logré mi posición sin ayuda de nadie!, ¡Todo para usted y solo para usted! Usted nunca supo que desde ese momento ¡Nada tuvo sentido!, ¡Me dejé llevar por el alcoholismo!, ¡Se había desmoronado todo eso que construí para nosotros! Pero ¡Es obvio que no le interesó!, ¡Simplemente buscó olvidar, volverse en esta mujer fría, mientras yo me sumía en la desesperación! — Proseguía él con un nudo en la garganta que le provocaba emitir una voz más grave.
— ¡Si, Candy! ¡Cuando té esforzabas por olvidarme, yo no podía sacarte de mi mente!, ¡Para mí la vida perdió sentido!, ¡No tenía fuerzas para continuar!, ¡Vagué por mucho tiempo!, ¡Poco a poco fui cayendo en un hoyo sin fondo! ¡Siempre embrutecido por el alcohol para fugarme de mi realidad!, ¡Trabajé donde podía por algunas monedas para comprar solo botellas de vino! ¡Deambulé de un lado a otro, hasta que llegué a Rockstown a un teatro ambulante de mala muerte y poca monta! ¡Si, yo! ¡El famoso Terrence Graham! ¡La promesa de Broadway! ¡Actuaba ebrio sólo para tener dinero y mantenerme embriagado! ¡Para no sentir!, ¡Para adormecer mi amor frustrado!, ¡El infortunio que me rodeo durante toda mi vida!, ¡Pero hasta en esos momentos, lo único que me mantenía vivo era tu recuerdo!, ¡El tal vez, algún día…! —Decía con la voz ya un tanto apagada.
Dándose la espalda, continuó. — ¡Tú siempre en mis locos anhelos por verte, por regresar a los tiempos del colegio! — Se detuvo por un momento, bajando aún más el timbre de su voz. — ¡En tanto que tú…! — Sacudió su cabeza y prosiguió, — ¡Así como estaba mi alucinada mente creí verte!, ¡En ese momento la pena de que tú me vieras en esas condiciones hizo que despertara de mi letargo!, ¡Que tomara el valor para enfrentar mi destino! ¡Tú, siempre, has sido el motor que inspiró mi vida a partir de que te conocí! ¡Bah! ¡Estupideces mías! ¡Vete Candy!, ¡Tienes razón, ya no tiene caso aclarar nada!, ¡Los dos tenemos fracturada el alma!, pero ¡Al menos tú, si pudiste olvidarme! — Concluía él, sin voltear, mirando a el fuego que ardía en la chimenea. Para ella todo era llanto, que ya no quiso detener, nunca había pensado en todo lo que pasó Terry, sin poder evitarlo rebatió. — ¡Nunca me avergoncé de ti! ¡Siempre supe que saldrías adelante! — Terrence de inmediato se volvió para mirarla y sorprendido preguntó. — ¡¿Me viste?! ¡¿Quieres decir que no estaba alucinando?! — ¡Sí! — Confesó ella. Él recordó por un momento la imagen de ella mirándolo, la vergüenza y la ira brotaron como cual dique rebasado por la tormenta, tomándola de los brazos para sacudirla insistió. — ¡¿Me viste así?! y ¡¿Me dejaste ahí?! ¡Maldición, Candy! ¡Todo hubiera imaginado menos que ¡Tú la buena, la benevolente, que ayudas a todo el mundo!, que para todos tienes caridad! ¡¿Te importé tan poco para dejarme ahí?! ¡Era una piltrafa humana, Candy! ¡No lo puedo creer!, ¡Yo volviéndome loco por ti!, en tanto ¡Que tú no tuviste un poco de piedad, ya no digo amor, tan solo humanidad para tenderle la mano a un pobre desdichado! ¡Carajo! ¿Qué estuve pensando todos estos años? — Maldijo soltando abruptamente a la rubia.
Ella no sabía que decir, no obstante, se acercó a él para decirle. — ¡No, Terry! ¡No es así, déjame explicarte! — Pero el chico impidió su avance, — ¡Vete Candy! ¡Evítame la molestia de sacarte! ¡No cabe duda, que lo estúpido no se me quitará! — ¡Pe…! — ¡Vete! — Gritó el actor saliendo de la cabaña. Ella intentó seguirlo, pero se arrepintió y se fue corriendo hacía la mansión, mientras entre gruesas lágrimas decía. — ¡Sí no me acerqué fue porque tenía que cumplir mi promesa de no verte!, ¡Sabía que de hacerlo ya no podría dejarte ir jamás!
Stear que iba llegando observó cómo la joven corría llorando, le gritó, pero ella no lo escuchó. El chico observó una luz que provenía de la cabaña, preguntándose quién estaba ahí, se encaminó en esa dirección, estaba a punto de entrar, cuando percibió el humo de cigarro proveniente de entre los árboles, al acercarse se dio cuenta de que era Terry. Fue entonces que entendió porque su prima iba a toda prisa. Sin más le gritó, — ¡Terry, amigo! ¡Pero qué gusto! ¡Hace tanto tiempo! ¡Dame un abrazo! — Decía al tiempo que abrazaba efusivamente al castaño, quien a pesar de estar todavía alterado respondió cortésmente al saludo de su ex compañero de colegio.
Así como era Stear comenzó a platicar con el actor recordando los tiempos vividos, no se cansaba de agradecerle a pesar del paso del tiempo que le permitiera volar aquél avión durante las vacaciones en Escocia, la charla se prolongó, así que a Terry no le quedó otra más que invitarlo a pasar a la cabaña para continuar hablando con mayor comodidad. Fue ahí cuando el mayor de los Cornwell aprovechando que entraron en confianza le cuestionó tímidamente a su amigo, no se le olvidaba el fuerte carácter del inglés. — ¿Terry, imagino que ya sabes el compromiso entre mi hermano y Candy? — ¡Si Stear, lo sé! Pero ¡No te preocupes!, si piensas que haré algo para impedirlo, estate tranquilo, ¡No haré nada! — Reconoció el castaño con cierto tono de fastidio. El inventor reaccionó, — ¡No Terry! ¡Yo no lo digo por eso!, sino porque quiero preguntarte ¿Si a ti no te parece extraño ese compromiso?, ¡Todos sabemos el amor que existe entre ustedes!, y que su separación no fue algo que los dos hubiesen querido. — El actor levantó una ceja examinando la franqueza de su interlocutor para después inquirir, — ¿Por qué piensas eso Stear? ¡Ya somos tres los que pensamos lo mismo!, ¡Tu, Albert y yo! — ¡Y George!, recuerda que el tío abuelo no da un paso sin que su segundo de a bordo lo sepa. — Repuso el inventor.
Sin proponérselo Terry relató todo lo que había pasado desde la separación de su novia, así como todo lo que hizo para regresar por ella, incluyendo el fin de la relación con Susana, le comentó que no podía atarse a una mujer que no amaba. Además de la discusión que recientemente había tenido con la rubia. Stear no daba crédito a tantos malos entendidos, por lo que estaba decidido a ayudar a sus amigos, pero sobre todo a su hermano para evitar que cometiera un error al casarse por un motivo equivocado, pensaba que de realizarse ese matrimonio tanto él como Candy serían infelices, ella porque nunca llegaría a amarlo y él porque no podría soportar la compañía ausente de la que sería su esposa. Después de la media noche terminó la charla, sin embargo, al salir de la cabaña Stear dijo a Terry. — ¡Hablaré con Archie! Para saber qué pasó, pero ¡Tú tienes que prometer que te tranquilizarás!, ¡Así no lograrás nada!, ¡Menos tratándose de Candy! — Finalizó. Se dirigió de inmediato a la habitación de su hermano era muy importante saber lo que pasaba entre él y su prima, no le preocupaba esperar a Patty, ya que ella se encontraba en casa de Annie Briter, quien le mandó un telegrama, diciéndole que tenía urgencia de hablar con ella, tal vez, sería su novia la que se enteraría primero de los acontecimientos que orillaron a ese enlace de voz de una de las protagonistas de ese enredo.
Lo que Stear no observó era que Neal Leagan percatándose de su reunión con el actor estuvo merodeando alrededor de la cabaña y había escuchado parte de la conversación, tampoco se equivocaba, ya que en ese momento Patty tocaba a la puerta de la habitación de Annie, quien no se extrañó de verla en el umbral, sin decir nada y en medio de un mar de lágrimas se echó a sus brazos casi convulsionada por el llanto. Patty estaba conmovida al ver el sufrimiento de su amiga, así que lo más suave que pudo, la apartó para preguntarle.
— ¡Vamos, Annie! ¿Qué pasa? ¿No te alegras de verme? — ¡No es eso Patty! Es que no sabes todo lo que ha pasado, ¡Archie y Candy me traicionaron! — Pero ¿Qué estás diciendo? ¡No, no lo creo! — ¡Es verdad! — Sin más, con la voz entrecortada, Annie narró todo lo que ella sabía y pensaba. La chica Obrien no daba crédito a lo que le contaba su amiga, cualquier cosa se podía esperar, menos que Candy la hubiese traicionado, si siempre la cuidaba, tampoco creía que las cosas hubieran pasado como se lo explicaba la pelinegra, no fue hasta que le mostró el diario y le explicó la situación comprometedora en que los encontró, que Patricia horrorizada abrazó a su compañera de colegio para decirle dulce y comprensiva. — ¡Cálmate Annie! ¡Sé que es difícil la situación por la que estás pasando!, pero si no te calmas enfermarás. — ¡Eso quisiera, en verdad! No tienes idea de cómo me siento. — Repuso la castaña. — ¡Ohh Patty! — Sollozó otra vez al tiempo que se abrazaba con mayor fuerza a la joven de lentes para separarse después, y decir. — ¡Esto que me ha sucedido, no se lo deseo a nadie!, ¡Me siento humillada, lastimada, herida!, Además… — No pudo seguir porque experimentaba la sensación de ahogarse, tapándose la cara con las manos reanudó la plática con los ojos ya, tremendamente inflamados. — ¡Además, me siento despreciada como mujer!, ¡Creo que no soy lo suficiente femenina para hacer que un hombre me ame, yo, yo…! ¡Estaba dispuesta a perder mi virtud, si Archie me lo hubiera pedido!, pero ¡Ni aún insinuándome, él me hizo caso!, ¡Como mujer que le ofrecía su virginidad me despreció! ¡¿Entiendes ahora cómo me siento?! —
Patricia no alcanzaba a comprender ese amor, que por momentos le parecía obsesión, ella amaba a su novio, él siempre la había respetado, pero tampoco hubo ocasión de exponerse a un rechazo, al contrario, era él quién tenía la fuerza de voluntad para detener sus avances a tiempo. De tan solo pensar en la vergüenza que pasaría, sí la despreciara, su corazón se encogía. Fue en ese instante, que comprendió lo que Annie le decía, pero a tiempo creía que Archie se portó como un caballero al no hacer algo, que dañara la reputación de la joven.
— ¡Annie! — Dijo en tono comprensivo, — ¡Puedo imaginar lo que sientes!, pero ¿Estás segura de haber visto eso? ¡Debe haber una explicación!, ¡Creo que debes hablar por lo menos con Candy! — ¡Ni loca haría eso! — Pero ¡Es tu mejor amiga, casi tu hermana! ¡Debe existir un por qué de lo que viste! — ¡No, Patty! ¡Una hermana no hace eso, respeta ante todo la amistad, el cariño! ¡Y eso no le importó a ella!, ¡Por el contrario!, ¡Le confesó que lo ama!, ¡Yo lo escuché! — Entonces ¿Qué harás? — ¡Me vengaré! ¡Esos dos se arrepentirán de haberme dañado tanto! ¡Gracias a ellos soy la mujer más desdichada! — Terminó por decir Annie.
Continuará...