Candice finalmente había podido llegar a su hogar. Stewart bajó el equipaje y lo llevó adentro de la casa, ella entristeció al no encontrar a nadie esperándola; asumió que cada quién tendría sus propios compromisos, y se resignó a verlos más tarde.
Entró a la sala de estar, también encontrándola vacía, asomó la cabeza en la cocina, ya que por lo regular la nana Pony y Dorothy siempre se hallaban ahí; pero de nuevo, no había nadie.
Mientras todos se reportaban o aparecían, se relajaría en el jacuzzi, porque buena falta le hacía. Empezó a subir las amplias escaleras de mármol en forma de caracol, y se detuvo al escuchar unas risitas y murmullos, regresó buscando el lugar de dónde provenían. Y cómo no podía ser de otra manera, en el jardín trasero, estaban a sus hijos esperándola para darle la bienvenida.
El primero en estrecharla entre sus brazos y darle un beso fue Terius, le entregó un lindo arreglo de rosas; después la saludó Mía, la chica la abrazó e hizo lo posible por no derramar lágrimas, por eso se apartó pronto; Ellie sostenía múltiples globos de colores, y no se reprimió en besar repetidas veces, cada una de las mejillas de su mamá, y la apretujó en un gran abrazo. Los cuatro permanecían abrazados, y cuando la nana Pony se incorporó, Candice ya estaba llorando como una Magdalena, por el emotivo reencuentro.
Dorothy volvió, ya que había ido a recibir el pedido de las pizzas, y después de saludar a su jefa, se quedaron a comer de manera informal en las mesas del jardín. A Terius le hubiese gustado permanecer platicando con todas ellas, pero debía irse pronto, así que se terminó de beber lo que quedaba de su Coca-Cola y se despidió. Dorothy y la nana también se retiraron, dejando a madre e hijas solas.
Candice estaba agotada, así que subieron con pasos lentos a su recámara, Mía se ofreció en prepararle el jacuzzi, pues a la chica castaña de ojos celestes, le encantaba mezclar las botellitas de esencias, hasta sacar bastantes burbujas de espuma. Ellie, en cambio, la ayudó a desvestirse y colocarse una bata, luego con mucha delicadeza le cepilló los rizos, y la desmaquilló al final.
—¿Ya viste a papá? — le preguntó Ellie. Candy no pudo evitar sonrojarse al recordar el candente reencuentro que tuvieron.
—Lo vi, a eso del medio día.
—¿Comieron juntos? —De nuevo Ellie cuestionó.
—No mi amor, cada uno estuvo en sus asuntos.
—Hum... Eso de trabajar juntos y casi no verse, no mucho me gusta. Cuando yo me case, le pediré a mi esposo que compartamos oficina, así estaremos viéndonos todo el tiempo—. La muchacha dijo con ensoñación.
Candice esbozó una pequeña sonrisa, —Yo también pensaba así, y por eso me postulé para trabajar en GAQUIM. En ese entonces, creía que estaría 24/7 al lado de tu papá. Pero no fue así, de hecho, parecía que tu bisabuelo, estaba empeñado en mantener a su nieto en la empresa viviendo como un ermitaño.
—¿En serio mami? ¿Y eso por qué? —Mía preguntó desde el cuarto de baño, quién había estado atenta a la conversación.
Candice y Ellie entraron al cuarto de baño, para incorporarla a la plática.
—Pues, como ya saben, su papá asumió la presidencia de manera inesperada. Y los viejos directivos, que por muchos años fueron los “supuestos” amigos de su bisabuelo, quisieron manipularlo, y a la larga renunciaron en conjunto. Por lo que las nuevas contrataciones, entramos en la parte más difícil en la historia de GAQUIM. En ese entonces, quienes se disputaban el puesto para asistente de presidencia, eran Frannie y Michael; ambos egresados de la universidad como dos o tres años antes que su papá. A mí, en cambio, me designaron como supervisora de sucursales, y la verdad no podía quejarme, en ese entonces necesitaba mucho el dinero y el puesto en el que estaba a prueba, era muy bien pagado, por lo que era uno de los más codiciados. Muchos murmuraban de que sí lo conseguía, sería por la relación sentimental que tenía con Terence y no por mi capacidad. No se imaginan lo mucho que detestaba escuchar esos comentarios, porque sinceramente me esforzaba y daba todo lo mejor de mí.
Incluso, aunque no me lo crean, por algún tiempo dudé si mi relación con Terry seguía en pie, ya que casi no nos veíamos. Pasados unos meses, parecía que el rumbo de la central iba de viento en popa, claro, siempre había problemas, pero nada que no se pudiera solucionar—. Candy, hizo una pausa en su relato.
Ellie la instó a continuar —Cuéntanos más mami, me gusta escuchar su historia de amor.
Candice afirmó con la cabeza—Pues no es tanto una historia de amor, porque también involucra a la empresa—. Se rió y siguió su relato— El ingeniero Charles, o sea el bisabuelo; nos supervisaba sin anunciarse, de tal manera que ya no nos sorprendía cuando aparecía en el lugar, o ante las circunstancias menos esperadas; al principio lo hacía por lo menos una o dos veces a la semana, pero poco a poco, fue alejándose, y llegó un punto en el que pasamos meses sin verlo. Terry me contaba que con él se comunicaba a diario, pero con nosotros estaba ausente; no sabíamos que esperar, y muchos especulaban que su regreso, solo sería para despedirnos a todos. Sin embargo, Terry me daba ánimos para seguir dando lo mejor de mí, y así lo hice.
El periodo de prueba se alargó hasta los seis meses, y una tarde, sin esperarlo, recibimos una invitación a una cena de gala en un restaurante muy exclusivo. Su bisabuelo había alquilado el restaurante completo por esa noche, y al llegar a lo que según yo, sería una cena de negocios, me sorprendí de encontrarme con varios compañeros de GAQUIM. Aquello hizo que el estómago se me contrajera de nervios, Terry me había tomado de la mano y saludábamos juntos a todo el personal. Pero cuando vi sentado a la mesa principal al Sr. Charles Graham lo solté, pero él volvió a tomarla con firmeza y así permanecimos el resto de la noche.
Para no hacerles más larga la historia, les diré que esa noche se presentó la nueva planilla con directivos, asistentes, secretarías, y varios puestos más; porque finalmente formábamos parte de GAQUIM.
Festejamos nuestros logros con campaña, baile, pastel, comida y tragos, pasada la medianoche, Terry me llevaría a mi departamento, pero me pidió que lo acompañara a la compañía a traer unos contratos, ya que al día siguiente tomaría el vuelo directo a Hong Kong, para conocer a unos proveedores muy importantes.
No les mentiré, quizás fue la euforia de la noche o la champaña, no sé, pero la noticia me afectó bastante, por vez primera me pesó el saber qué pasaríamos varios días alejados. Entramos a presidencia, revisó a detalle la carpeta y la tomó; pero antes de salir lo besé como nunca, no quería dejarlo ir—. Candice tenía la mirada perdida recordando esos momentos.
Sus hijas querían seguir escuchando, pero ella las despidió—. Mis amores, mañana les sigo contando, es más, ¿les parece que vayamos juntas al salón?
—¿Y el colegio? ¿Y tu trabajo? —Mía fue la primera en preguntar.
—Me deben unos días, y sobre el colegio, dejen que yo me encargo de pedir permiso—. Sus hijas se emocionaron con la idea— Bien, mis lindas princesas, el agua del jacuzzi se congelará, si no entro ya—. Depositó besos a sus dos hijas en la frente, y ellas se fueron, como cosa rara, sin pelear entre sí.
Candice se quitó la bata, y antes de entrar al jacuzzi, tomó su celular y se detuvo a leer un mensaje de su amado, él le decía que llagaría como a las nueve, faltaban veinte minutos para eso, así que después de responderle con un “No tardes”, dejó el celular y entró al jacuzzi. Echó su cabeza hacia atrás y cerró los ojos, deleitándose en hacer absolutamente nada.
No supo cuánto tiempo pasó, hasta que unos tibios labios se apoderaron de su boca y el agua, que ya estaba casi fría, se desbordó regándose en el piso, cuando el cuerpo del apuesto hombre se incorporó en la tina.