La reunión, que se estaba dando en presidencia, llegó a su fin, de manera que los hombres presentes salieron del edificio. Juskin abrió para dar egreso a los vehículos, y el último auto era el que conducía Charlie para el señor Granchester.
Dan Juskin, empezó a alertar al joven sobre la llegada de su abuelo, pero la discusión en la que el castaño, se había autoinvitado, no le permitió escuchar. Richard vio a su nieto montando tremenda escena afuera de la empresa, y de inmediato le ordenó a Charlie que se detuviera.
—¿Qué demonios estás haciendo Terius Granchester? — gritó, apoyándose del bastón que usaba esporádicamente. Anthony, Terius y Yuliani se giraron sorprendidos de ver al imponente señor acercarse.
—¡Por un demonio! ¿No piensas responder? — de nuevo le cuestionó, y luego al reconocer a Yuliani, la fulminó con la mirada.
El castaño aflojó su agarre y soltó al hombre rubio—No pasa nada, ingeniero—. respondió dando unos cuantos pasos hacia atrás, trató de acomodarse la camisa y el saco.
—Vete a la universidad, ¡ahora! — Richard le dijo al quedar lo suficientemente cerca, para luego decirle a la esposa de Brown—. Mañana a primera hora, la espero en presidencia con su carta de renuncia—. Anthony volteó la cara ocultando una sonrisa de satisfacción, Terius lo notó, e iba a hablar, pero Richard se le anticipó—. Mañana también te espero en mi oficina—. Pasó al lado de ambos hombres y entró al auto, donde Charlie lo esperaba con la puerta abierta.
—Gracias, joven, estaré bien—. Yuliani le dijo para tranquilizarlo. Así que el castaño fue por el casco y la motocicleta, salió de la empresa furioso.
~♡~ —¡Pobrecito!, ¡me da lástima!, ¡su abuelo es un miserable!, ¡eso es una injusticia!
Estas y otras frases se empezaron a escuchar de parte del personal, cuando Terius vistiendo el uniforme que usaban en el área de comedores les despachaba la comida. Y es que, ese fue el castigo que Richard le impuso, para hacerle ver, las consecuencias de sus actos inmaduros.
—¿Estás completamente seguro de que quieres hacerte responsable de esta embarazosa situación? — Richard le había preguntado por segunda ocasión.
—Completamente ingeniero—. El joven castaño tragó en seco y conservó una postura firme, durante la confrontación.
—Por favor ingeniero, le pido, le suplico, que no sea severo con su nieto. Él sólo trató de ayudarme—. Yuliani trataba de persuadir al hombre mayor. Entonces Richard, le pidió a Terius que los dejara unos minutos en privacidad.
—Tome asiento—. le pidió y le proporcionó una botella de agua pura. Él se sentó detrás del amplio escritorio y empezó a hablarle en un tono más sereno —Mire licenciada, los problemas personales son eso, personales. Desde el momento en que usted pone un pie en esta empresa, se debe a ella. A decir verdad, no me interesa saber sobre su situación marital, pero por el respeto que le tengo, porque sé que usted lleva un récord muy bueno en mi compañía, déjeme darle un pequeño consejo…— Ella lloraba en silencio, con la cabeza agachada— Sí ese bastardo que tiene como marido, no la aprecia y valora, déjelo. Usted es una mujer bella, inteligente y es una profesional; no lo necesita.
No entiendo por qué continua a su lado, quizás sea por mantener las apariencias frente a la sociedad, a la familia, o por conservar un apellido. Piénselo por favor, yo no soy psicólogo ni mucho menos un consejero matrimonial. Pero sabe algo, es mejor que siga con su vida sola y no, por defraudar a los demás, siga exponiéndose al maltrato que ese tipo le da.
No me responda, pero quiero cuestionarle lo siguiente, ¿la casa dónde vive es de él o suya? ¿Quién compró los muebles, usted o él? ¿Quién compró el auto que usan ambos? ¿Quién sale a trabajar todo el día? No se sorprenda, leí su expediente dónde están los registros, de los préstamos que la empresa le ha facilitado. Sin embargo, esas cosas son materiales, y no es por asustarla, pero quién quita y el día de mañana empiece a golpearla…
Y sinceramente, como hombre, créame que yo entiendo a mi nieto, porque también yo me siento impotente cuando veo a una mujer sufrir. Pero como jefe, yo no puedo tolerar esas escenas. Sé que el otro día, él la llevó a su casa, y le repito, yo lo entiendo, pero también necesito que él comprenda que hay una línea muy delgada entre lo laboral y lo personal, que no se debe de traspasar. No se preocupe, no le voy a aceptar su carta de renuncia, ni la voy a despedir, porque estoy consciente que ahora más que nunca va a necesitar de su trabajo, y nosotros también la necesitamos. Somos un equipo.
Si necesita de un abogado, con gusto puede disponer de los nuestros, tenga la tarjeta, dígale que es mi referida. Eso si licenciada, no se confunda porque, hasta acá, llega mi ayuda. Le deseo suerte—.
Yuliani limpió sus lágrimas, agradeció como nunca a Richard, y se retiró más tranquila. El joven castaño entró cuando su abuelo lo llamó.
—Bien, está hecho. Ella no se irá de la compañía, pero ahora, debes cumplir con tu parte, y asumir las consecuencias de tus actos.
—Gracias ingeniero—. El muchacho estaba verdaderamente agradecido.
—Terius, espero que no me defraudes una vez más, ya deja de involucrarte con el personal. Te lo advertí desde el primer día, pero no me hiciste caso. Y mira a donde llegamos… No la eché de la empresa, porque el problema se dio fuera del horario laboral y en el exterior de las instalaciones. Pero si otro fuera el caso, no me hubiera molestado en echarla a patadas.
—Gracias—. Fue lo único que atinó a decir el joven.
—A partir de hoy, por las mañanas ayudarás en los comedores, y después del almuerzo subirás a trabajar un rato en oficina, para luego irte a la universidad. No está en discusión.
—Como ordene señor—. Terius mantenía su cabeza agachada, meditando en lo sucedido. Cuánta razón tenía su papá al decirle que, al verdadero Richard, muy pocos llegaban a conocerlo.