—¡Hasta mañana!
—¡Descansa Eliza! Y felicidades por tu premio
—¡Ayyy si!, ¡Nadie mejor que tú para llevarse la medalla al buen comportamiento!
—¡Gracias, chicas! Pero ahora largo, ¡Estoy cansada de tantas felicitaciones y necesito dormir!
Todas en fila se dirigen a la puerta y por fin se largan mientras pienso en lo fastidiosas que son y tan tontas, ¡A veces me hartan! Admiro una vez más la estúpida medalla con baño de oro, ¡Ba-ño-de-oro! Con semejantes colegiaturas deberían mínimo dar una medalla de 24 kilates pero, en fin, a madre y a tía abuela les gustará un galardón más y me pondrán de ejemplo con sus estúpidas amigas, ¡De repente me dan ternura de tan crédulas que son!
Me dirijo a mi tocador para cepillar mi cabello antes de dormir y mientras lo hago pienso en lo estúpidos q son los hombres, y en general las personas, cuando se les pone al alcance de su mano lo que desean, ese idiota de Harry ¡Su cara cuando lo deje tocar mis senos! ¡Jajajaja! nunca había tocado unos, se emocionó tanto que hasta tuvo una erección, quiso darse vuelta de inmediato, pero me di cuenta, ¡Fue tan bochornoso! Pero eso me reafirma que puedo seguir usándolo a mi antojo; el muy tonto cumplió gustoso sus días en la celda de castigo, seguramente pensando en mí ¡Imbécil! Miro mis rebosantes pechos apretarse contra mi uniforme una talla menor de la que debe ser para que ajuste perfecto a mi cuerpo y sonrío maliciosamente mientras me pierdo en mis pensamientos. Recuerdo el calor que hacía en el ala noreste cuando me vi con William para darle instrucciones de como encerrar a la gentuza dama de establo; ¡El idiota me abrazó de más mientras le permití besarme! y pude sentir su corazón latiendo rápidamente junto a mi pecho; en cuanto abrí la boca y empecé a acariciar su lengua sentí la dureza de su entrepierna y aprovechando su estado de obnubilación le arranqué la promesa de nunca decir mi nombre so pena de hacerlo expulsar.
Suspiro, maravillada de lo fácil que es obtener lo que quiero al tiempo que hago recuento mental de las miradas que he recibido hoy en la premiación, casi todos me miraban embobados, estoy segura qué me envidiaban y aquel trío de ineptas tuvieron que felicitarme en clase de francés ¡Como debe ser!, ¡Las inferiores rindiéndome pleitesía!
Termino de cepillarme y empiezo a quitarme el uniforme, ¡Al fin respiro más libre! Pero es un pequeño precio a pagar por tener a los chicos a mi merced, suelto una risita entre dientes cuando recuerdo que no solo a chicos, a Luisa la vuelvo loca cada que dejo juegue un poco con ellos, la primera vez que la vi observándolos, me tomó por sorpresa, eso nunca me había pasado pero lejos de intimidarme, ¡Saqué provecho de la situación! Ella haría lo que fuera por tenerlos en sus manos o su boca y a mí, pues no me desagrada, ¡Al menos no bufa como lo hacen los muchachos! Ella es más fina y delicada en ese especto, me parece aún sentir sus manos tibias sobre mi piel la vez que con el pretexto del miedo a la tormenta vino a dormir a mi alcoba, aprovechando que cayó un relámpago se abrazó de mí y sutilmente me rozó ¡Justo en los pechos!, volteé a mirarla estupefacta, pero ella solo sonrió, poniendo ambas manos sobre mi camisón apretando mis montes, fue cuando la hice prometer que cumpliría mis más mínimos deseos y como prueba de la recompensa q obtendría al serme leal, retiré sus manos para abrir mi camisón y nuevamente colocar sus manos sobre mis sinuosidades, dejé que recorriera toda su redondez y se deleitara palpando y apretando a su antojo, me tomó por sorpresa cuando acercó su cara para inspirar mi olor y al instante mis pezones endurecieron poniéndose rectos, ella sonrió divertida, tomó uno de mis botones entre sus labios y chupó delicadamente mientras con la otra mano daba un apretón que me hizo suspirar, aprovechando mi desconcierto solo me dijo —No te preocupes, seré delicada como lo merece una princesa como tú— y me recostó en la cama para dar rienda suelta a sus caricias en mi regazo, ya no se oía la lluvia, solo escuchaba mis suspiros mezclados con sus declaraciones de amor y lealtad hacia mi dichas entre sendos besos proporcionados a mis pechos y tímidas caricias dadas a mi monte con su rodilla, después de un buen rato de solaz y un profundo beso en mi boca, me abrazó y me dijo —Duerme princesa, ¡Yo cuidaré tus espaldas a partir de ahora y para siempre como mi más preciado tesoro!—
Exhalo un suspiro, medio mareada por evocar esos recuerdos y me doy cuenta que estoy a medio desnudarme y aprieto yo misma mis senos, tal como aprendí aquella vez, me gusta ver como mis pezones color canela se endurecen bajo mi tacto y jugueteo un poco con ellos ¡Quisiera morderlos! Las luces están apagadas pero la luna llena ilumina tan bien mi habitación que procedo a quitarme toda la ropa frente al espejo de cuerpo completo me gusta admirar mi figura que vuelve locos a los estúpidos, ellos harán lo que sea con tal de poder preciarse de tocarlo, besarlo y si la ocasión lo amerita, poseerlo…
Observo mis piernas largas y torneadas unidas en una delicada intersección que esconde mi cáliz de fuego rematado por una capa de rizos cobrizos y sedosos que acaricio lentamente mientras un calorcillo empieza a invadirme, sigo mi contemplación hacia mi vientre perfecto y plano, una apetecible cintura y nuevamente detengo mis manos en estos montes que causan deleite y locura, sin dejar de acariciarlos, tomo un camisón de gasa y al ponérmelo roza mis duros botones lo que hace que mi temperatura suba más, me recuesto en la cama cerrando las piernas mientras froto mi pequeño triangulo hasta sentir como poco a poco me voy humedeciendo, es entonces que lentamente voy abriendo mis piernas para frotar ahora mis delicados labios mientras con la otra mano jalo decididamente mis pezones hasta provocarme pequeños jadeos, es entonces que abro mis labios para sentir la humedad interna que apenas puedo contener y delineo suavemente con mi dedo mi mágica abertura que empieza a agitarse sabiendo lo que vendrá, lentamente introduzco un dedo hasta empaparlo y luego introduzco otro para frotar primero suave y luego vigorosamente mi interior al tiempo que con la otra mano aprieto mis pechos y los masajeo, mi cadera se empieza a mover acompasadamente y mis respiraciones se hacen más y más profundas al igual que mis dedos se sumergen en mí misma hasta encontrar mi perla de la felicidad con la que jugueteo, eso me hace abrir las piernas al máximo, y arquear los dedos de mis pies, saco mis mojados dedos y los llevo a mi boca, me gusta paladearme e imaginar que alguien más los chupa para deleitarse con mi sabor, regreso a mi húmeda cueva para darme la estocada final que me lleve al éxtasis, soy ya un mar de humedad, entro y salgo con mucha facilidad, toco mi perla, la aprieto igual que mis pezones y voy subiendo de intensidad hasta que veo venir los fuegos artificiales, estallo en ellos con profundos suspiros que me adormecen y me hacen caer en un estado de feliz seminconsciencia por un rato del que regreso para seguir recordando mientras observo mi medalla y sonrío maliciosamente…