Art.Betty Graham
Sus labios encontraron los míos y se movieron ávidamente. Con un gemido, me acercó, profundizando el beso. Rodeé su cuello con mis brazos, permitiéndole explorar, memorizando su sabor y cómo se sentía. Se apartó, apoyando su frente en la mía.
"¿Qué dices?"
"Llévame de luna de miel, Terry. Quiero conocer a mi esposo. Todo de él."
Terry estaba de buen humor. Lo había estado desde que aterrizamos en su isla. Desapareció el cabello peinado hacia atrás y la expresión severa. Sin gel, su cabello resplandecía bajo la luz del sol, sus ojos azules danzaban con felicidad, y se reía. Habíamos pasado los últimos dos días explorando. Me mostró todos sus lugares favoritos en la isla, tomando mi mano y a menudo besándome.
Pero eso fue todo. Por la noche en la oscuridad su brazo me rodeaba, abrazándome con fuerza pero eso era todo. Había esperado que nuestra relación progresara. En vez de eso, la había detenido. Estaba confundida, frustrada y sintiéndome desequilibrada.
"Preparé panqueques," sonrió, presentando un plato con una pila alta. Su pecho estaba desnudo, presumiendo sus definidos pectorales y anchos hombros. Sus pantalones cortos llegaban a la parte baja de sus caderas, con su firme estómago y esa tentadora V prominente.
Tuve que desviar la mirada. "Gracias."
Frunció su ceño.
"¿Te gustaría algo de jugo? Lo exprimí yo mismo."
"Que hogareño de tu parte," le dije, con tono mordaz. "No, gracias."
Me miró con el ceño fruncido, comiendo sus panqueques en silencio.
Yo empujé los míos por el plato.
"¿Te gustaría hoy intentar con el buceo?"
"Lo que tú quieras."
Cruzó sus brazos. "Mi esposa parece presuntuosa esta mañana."
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"¿En serio?"
"No me gusta. No me gusta tu tono o el puchero en tus labios."
Sabía que estaba actuando como una niña, pero no me importó. Él me hizo enojar, y yo quería hacer lo mismo. Deliberadamente, saqué más mi labio inferior.
"Haz eso de nuevo, y lo morderé."
Rodé mis ojos. "Bueno, eso sería un progreso."
Sus ojos se entrecerraron. "¿Hay algo que quieras, Candy?"
"¿Importa?"
"Sí. Dime qué quieres. Puede que lo consigas."
Estrellé mi mano sobre la encimera. "¡A ti, Terry! ¡Maldita sea! ¡Te quiero a ti! Quiero que me hagas tuya.
Estaba sobre mí antes que la última palabra dejara mi boca.
Voy hacerte mia, Candy. voy a llevarte a nuestra habitación y . Voy hacerte el amor hasta que no puedas recordar nada más que a mí. Tu cuerpo no querrá nunca a nadie más que a mí. ¿Entendiste?".
Me besó, Profundo, Intenso. Húmedo. Su lengua reclamó mi boca, robándome las palabras. Sus manos desgarraron mi bata, y su boca descendió, lamiendo mis pechos. "Eres jodidamente hermosa."
Grité su nombre cuando tocó mi intimidad, su toque posesivo. "Este es mío ahora. Tú eres mía."
"¡Sí!"
Solo pude lloriquear.
Tiró de mi ropa interior, y deslizó sus dedos sobre mí. "Estás mojada, pecosa. Tan mojada para mí."
Me arqueé contra él, perdida en sus palabras y sus caricias. Él era como una pitón, lista para atacar. Me tocó como un violín, sus dedos sabiendo exactamente dónde tocarme, cómo prolongar mi placer. Su boca cubriendo la mía a medida que mi primer orgasmo florecía, apoderándose de todo mi cuerpo.
"Mi nombre, Candy. Grita mi nombre."
Hizo eco en la habitación.
Pasó su boca abierta por mi torso, tentando mi estómago con sus labios. Me apoyé en su pecho, tratando de recuperar el aliento.
Levantó mi barbilla. "No he terminado contigo. Bajó el tono de su voz. "Mírame, esposa."
Abrí mis ojos, observándolo. Estaba desnudo, su piel suave y firme bajo la luz. Su entrepierna estaba rígida, larga, dura, y lista por mi. Me eché hacia atrás, con Terry siguiéndome, su boca demandante sobre la mía. Se empujó hacia adelante, posecionandose de mi y lentamente comenzó a entrar en mi interior. Contube el aliento al sentir una punzada de dolor, la cual en unos segundos se convirtió en algo placentero. Con su movimiento ritmico, entrando y saliendo una y otra vez, hasta que llegó lo más dentro que podía.
Lo envolví con mis brazos, perdida en todo lo que él era. Su calor, su fortaleza, su lujuria. Lo tomaría todo por él.
Levantó su cabeza, pasando sus dedos sobre mi boca. "Ahora eres mía."
"Ya lo era, Terry," repliqué.
Sus caricias cambiaron. Se volvieron suaves, gentiles y complacientes. Su boca estaba caliente y tentaba mi piel. Sus palabras eran en voz baja, llenas de adoración, y llegaron a mi corazón. Lo abrieron, y lo acepté de la misma forma en que mi cuerpo aceptó el suyo. Nos movimos juntos como si lo hubiéramos hecho por miles de años. El mundo se resumió a solo nosotros dos.
"Creí que no eras gentil."
"Tú despiertas eso en mí." Se movió para mirarme a los ojos. "Pero es algo que solo verás en privado. Necesito que entiendas eso, Candy."
"Lo hago."
"¿En qué estás pensando?" Preguntó con suave beso.
"Qué tal vez debería ser presentuasa más a menudo… cuando estemos solos por supuesto."
Se rio entre dientes. "Por supuesto."
"¿Por qué esperaste?"
"Quería saber que estabas lista. Que me deseabas tanto como yo a ti."
"Te deseaba. Te deseo."
Presionó su boca a mi oído. "Te amo, Candy Grandchester. Estoy ansioso porque te unas a mí a esta vida. Voy a ser aún más fuerte contigo a mi lado."
"Te amo, Terry," respondí. No estaba segura cuándo ocurrió, pero era verdad.
Me acercó a él. "Te mantendré a salvo. Siempre, mi inocente pecosa."
Me acurruqué. "Lo sé."
Nos quedamos dormidos.
Juntos.
Continuará....
Sorry si encuentra errores en la entrega, me cuesta y no quise esperar por ayuda..