Art.Betty Graham
Escuché que Neal entró al garaje. "Buen intento, Candy. No puedes salir. Pero sin duda, aquí hay muchas cosas que puedo utilizar para castigarte."
Me arriesgué a asomarme por encima del coche. Neal sostenía su teléfono, ahora grabando en video cómo me cazaba para torturar a Terry.
Me negaba a permitir que eso ocurriera. Ignorando el dolor que me causaba, me arrastré por el suelo, raspando mis rodillas, avanzando con cautela hacia el otro extremo. Sabía que Neal caminaba por el garaje, sin preocupaciones, diciéndole a Terry todas las cosas que iba a hacerme cuando me atrapara. Traté de bloquear sus viles y aterradoras palabras, permitiendo que mis lágrimas cayeran en silencio mientras trataba de escapar. Casi había llegado al coche cuando él apareció detrás de mí, levantándome por el cabello, provocando que gritara por el dolor en mi cuero cabelludo. Comenzó a arrastrarme hacia la larga mesa de trabajo en la parte de atrás, y recordé las cosas de defensa personal que me enseñó Felix.
"¡Usa el elemento sorpresa, Candy! ¡Siempre!"
Neal me arrojó hacia la mesa, y agarré el borde, evitando golpearme con fuerza en ella. Él colocó su cámara sobre ella y aproveché la milésima de segundo en que su concentración no estaba en mí para agarrar la cosa más pesada en la mesa. Cuando se volvió otra vez, lo golpeé con una llave de tuercas y le di en la cabeza.
Fue su turno de aullar del dolor.
Aproveché y empecé a correr directamente al coche. Estaba dentro, con las puertas cerradas con seguro, justo cuando él agarró la manija. Me fulminó con la mirada, bajando su rostro hacia la ventanilla.
"Acabas de empeorar diez veces las cosas para ti, perra. Abre la puerta y olvidaré que esto ocurrió."
"Vete a la mierda," le grité y con una silenciosa plegaria, le di vuelta a la llave. El motor chisporroteó, luego rugió a la vida. Neal se echó a reír. "¿Qué es lo que vas a hacer? ¿Estrellar este coche en la puerta del garaje? ¡Es acero reforzado a prueba de balas! No puedes atravesarlo, estúpida mujer." Me dijo con una mueca de desdén, para luego levantar su arma. "Aunque esas ventanillas no son a prueba de balas. Apágalo y sal de una puta vez del coche."
Levanté la vista y leí el código de seis dígitos, introduciéndolo en el remoto. La puerta del garaje empezó a subir, y Neal miró boquiabierto hacia la entrada, luego empezó a correr hacia el panel, y sabía que intentaría anular el código. Puse la palanca en directo, pisando el acelerador. Las llantas chirriaron, y el coche se disparó hacia adelante con tanta velocidad, que apenas podía controlarlo. La puerta se detuvo a mitad de camino, empezando a cerrarse de nuevo, y cerré mis ojos, dejando que el coche avanzara, decidiendo que prefería morir de esta forma que permitir que él nos lastimara. El coche salió disparado por la entrada, la parte de debajo de la enorme puerta del garaje raspando el techo, el sonido fuerte y desgarrador. Continué. Llegué a la reja, abrí la puerta y empecé a gritar. Las balas pasaban silbando junto a mí y corrí a ciegas, dirigiéndome hacia los árboles, zigzagueando para hacer que Neal fallara.
Un ardiente dolor intenso y agudo, atravesó mi pecho, haciéndome caer. La sangre escurría por el agujero mientras yacía en el suelo, mis jadeos resonando en mis oídos. Hubo gritos, fuertes obscenidades y más disparos mientras me hacía un ovillo, sosteniendo mi estómago, la vida dejándome. La oscuridad se acercaba mientras acunaba a mi bebé, esperando que Terry sobreviviera cuando llegara aquí. Que de algún modo continuara con su vida.
Escuché que gritaron mi nombre, y me quedé quieta, permitiendo que la oscuridad se apoderara de mí. Si estaba muerta cuando Neal me encontrara, ya no podría lastimarme o a Terry .
La sensación de manos gentiles y una voz llena de amor y preocupación llamando mi nombre fue lo último de lo que fui consciente.
El ángel que me recibió sonaba muy parecido a Terry .
~oOo~
Desperté poco a poco, con dolor de cabeza, mi cuerpo en llamas, y la más extraña sensación en mi brazo. Mis ojos se abrieron, parpadeando en la luz tenue. Estaba rodeada de máquinas que pitaban y daban vueltas. Fruncí el ceño, confundida. ¿Por qué el cielo se parecía a una habitación de hospital?
Miré en esa dirección y descubrí la fuente de la extraña sensación. Terry estaba dormido, con su mano envolviendo la mía, su mejilla descansando en mi antebrazo. Mi brazo y mi mano estaban entumecidos por el peso de su cabeza. En la esquina, Felix dormitaba, su cuerpo enorme ocupando la mayor parte del sofá.
"¿Estoy soñando?" Pregunté, mi voz baja, ronca y confundida.
La cabeza de Terry se levantó de golpe, y Felix se levantó, apresurándose hacia la cama.
"Candy," Terry, susurró, sus manos pasando por mi rostro y mis brazos. "Oh Dios, cariño. Gracias a Dios que estás despierta."
"¿No estoy muerta?"
"No," sacudió su cabeza. "No estás muerta."
En pánico, bajé la vista, con mi mano volando hacia mi estómago. Terry descanso su enorme mano sobre la mía. "Nuestro pequeño está bien, pecosa. Hemos estado esperando que despiertes."
"¿Por cuánto tiempo?"
"Una semana. Te golpeaste la cabeza cuando caíste, y perdiste mucha sangre," explicó Terry, sus manos todavía recorriéndome en un movimiento constante. "El doctor me aseguró que estarías bien. Dijo que habías sufrido un gran trauma, y tu cuerpo necesitaba tiempo para recuperarse." Los ojos de Terry se humedecieron bajo la luz tenue. "He estado justo aquí, esperando a ver que tus hermosos ojos se abrieran para mí." Tocó mi mejilla. "Y aquí estás."
Continuará..
Disculpen algunas fuertes palabras, pero creó que eran necesarias