Después de los ensayos estaba agotado, amaba el teatro pero algunas veces pensaba que este le absorbía demasiado y no le permitia tener una vida propia. En el camerino se cambio sin prisa, el sudor provocado por el calor de las luces hacía que la ropa se sintiera pegada a su cuerpo, odiaba eso pero debía soportar hasta llegar a su hogar, donde, a pesar de ser un lugar bastante pequeño, podría tomar un baño y descansar al fin de un día lleno de contrariedades. Si, a decir verdad no habia sido un día muy bueno.
Entrada la noche llego hasta la puerta teniendo la sensación de traer un peso extra en sus hombros, accedio al interior, escuchando solo el ruido la llave y de sus pasos lentos y cansados, se dio paso en medio de la oscuridad dejando a su paso el abrigo y la bufanda, sin pensar en nada mas comenzó a llenar aquella tina adquirida de segunda mano la cual coloco en medio de su minúscula sala al no tener otro lugar donde hacerlo, abrio la ventana para observar el exterior y entonces alejándose de la misma, comenzó deshacerse de su ropa, eliminando así, algo del peso que le provocaba el ser adulto. Se paseo un poco por la sala buscando los enseres para el baño sin importar si alguien le mirara desde afuera, al fin y al cabo vivía en un decimo piso, se fue introdujendo de a poco en la tina hasta acomodarse de tal forma que se sintiera comodo, su rostro lucia molesto, era imposible no estarlo despues de discutir con el director y la actriz de turno, no haber comido y además saber que todo aquello que le fustraba seguiría en su interior al no poder quejarse con nadie mas, estaba solo y así se sentía al llegar a aquel sitio que llamaba casa. Intento calmar sus pensamientos mientras observaba el azul oscuro de la noche y las estrellas que se escapaban entre las nubes.
Aquella tina de baño fue una gran idea, al menos ahí se hundía sus pensamientos y lavaba su frustación.