[SI ELLA SUPIERA
POR JillValentine
CAPÍTULO FINAL
QUIERES SER MI ESPOSA
Los sentimientos siempre son correctos. Somos nosotros los que le damos el sentido negativo. No busques excusas, no las hay. Ahora hay dos caminos —continuó—. No hace falta que yo te los diga, tú ya los conoces y te da pánico reconocerlo. Uno es el que dices, volver a alejarte de él. La huida y el escape son respetables. El otro es quedarte. A lo mejor esto queda ahí como una anécdota y todo vuelve a la normalidad. Pero sinceramente, pienso que hace mucho tiempo que lo amas, y temes ser la amante . Y que un día u otro llegué a casa su esposa, o cualquier otra. Y eso sí que sería verdaderamente incómodo para ti. Has iniciado algo que, precisamente con tu escasa experiencia en hombres, no puedes controlar. Podría decirte muchas más cosas que pienso —añadió Albert—. Pero no quiero influenciarte. Sé que tú sola harás lo correcto.
Meses después estaba frente a la sala de tribunal
—Al principio vendrás al tribunal conmigo, observarás y solamente observarás.
—Entendido —dijo Terry—. Solamente observación. Por la forma en que me miraba fijamente, sabía que le gustaba mi apariencia. Pretendí no darme cuenta.
—La sala de audiencias está vacía —dijo justo antes de que entrásemos.
—El tribunal de conyugal para lectura de divorcios siempre lo está —dije.
—Fijaré la audiencia para dentro de tres semanas a partir de hoy. ¿Está bien? —El juez le preguntó a Terry y al Fiscal de distrito. Ambos aceptaron la fecha sin inconveniente
—Su Señoría, sobre, mi cliente solicita respetuosamente que reduzca el monto de manutención a más asequible. La exmujer de mi cliente tiene una profesión con buenas ganancias,
—¿Alguna objeción? —le preguntó el juez al Fiscal de distrito.
—Recomendamos veinte mil —dijo el fiscal. Terry no discutió.
—La mensualidad se fija en quince mil —dijo el juez.
—Gracias, Su Señoría —dije. Me senté, sintiéndome humilde y agradecida. Terry agregó:.
—Gracias. Su señoría.
Caminamos hacia afuera y nos sentamos en un banco de madera que ha estado allí más tiempo que los años que Terry y yo sumamos de vida. El lugar era espeluznante no quería estar aquí sola. Al principio había estado fresco, pero después de la audiencia enérgica, me sentía bastante bien.
En un momento Terry tuvo que irse, no podríamos hacerlo juntos, ni acercarnos más de lo que una abogada puede hacerlo con su cliente, podría dar motivos para que el trámite se viera afectado.y con eso su divorcio.
Cuando por fin llegó la fecha del último citatorio. Cual Candy tuvo mucho éxito. Terry había conseguido la custodia completa por Katherine GrandChester, sólo la madre de Katherine tendría dos visitas a la semana y una manutención de quince mil dólares mensuales. En esta ocasión Terry no tuvo que presentarse en la corte. Solo su abogada recibo el acta dónde estaba firmado y aprobado por un juez, Terry era un hombre divorciado, Sin embargo no pensaba que Susan llegara en aquel momento.
Cuando la vi bufe agachando mi cabeza fingiendo que no la había visto.
—Sigues por aquí. —Hizo una mueca. —Supongo que cuidando a Katherine —Enseguida me hice la sorprendida por la reacción de su cara. Candy le hizo un gesto con la cabeza para quitarle importancia.
— Mi hija no es un juego al que puedes recurrir para tus propósitos. —Bajo mi punto de vista, los niños debían quedar al margen de los conflictos entre adultos pensé. No es su madre. Ella solo fue una incubadora. —¿Y Terry está aquí? —preguntó con frescura. Candy entornó los ojos. Era evidente que Susan estaba impaciente y conocía la razón. Numerosos billetes de color verdoso que llenarían su cuenta. Candy levantó la mirada hacia ella.
— No, Terry no tiene por qué estar aquí. El juez ya fijo tu mensualidad.
—No tienes ni idea de quién soy —le dijo la mujer. Candy tenía que reconocer que el azul de sus ojos, su tez clara y su pelo rubio, la hacían angelicalmente llamativa. Susan volvió a mirarla de arriba abajo. —Conozco a Terry mejor que todos los incapaces que lo rodeáis. No es un Dios, aunque él lo crea. —Se burló—. Haría lo que fuese por mantener sus normas y sus reglas. Susan ladeó la cabeza y sus ondas reflejaron los rayos del sol en un abanico de mechas de distintas tonalidades. —Esa es la razón por la que yo ocupé un lugar que no ha vuelto a ser de nadie —añadió. Tú sigue provocándome dije en mi mente. —Y es la razón por la que Katherine existe. —Lo dijo como si fuesen trofeo y no su propia hija. Miró de reojo a Candy. —Pero qué vas a entender tú de todo esto. —Hizo una mueca—. Te mueves en otro mundo. —Levantó la mano hacia Candy—. Tienes la pinta de una niña de barrio pobre que hace advertencias sin tener ni idea de cómo llevarlas a cabo. Comenzó a reír. —Tengo al autoritario de mi marido en mis manos , con la cosa que más le duelen: su hija, Susan suspiró.
—¿Y qué precio le has puesto esta vez? —le preguntó Candy y Susan se giro, mirándola como si fuese una estatua que acababa de hablar por primera vez. Susan alargó sus labios, dejando entrever sus dientes.
—¿Qué dices? —dijo como si Candy hubiese dicho una estupidez.
—¿Que cuánto vale tu hija dentro de ese cerebro ? —le aclaré con frescura.
—Eres realmente entrometida para ser una niñera. ¿Sabes qué puedo hacer que Terry te despida? Tus groserías pueden hacerle perder más dinero. De hecho, ya le advertí sobre ti. Pareces necia, pero realmente eres aún más necia decidiendo enfrentarte a mí. ¿ Candy alzó las cejas. —No me molesta que mi ex tenga “amigas” que frecuenta siempre que ellas no se entrometan en mis asuntos. —Hizo una mueca—. Mi precio depende de lo atrevidas que sean. Susan rio. —Y tu atrevimiento me hizo negociar un nuevo precio con el padre de mi hija. —Se pasó la lengua por los labios—. Realmente debería de estar agradecida contigo. Y ya ves, sigues por aquí, y yo estoy esperando mi cheque.
— Y en tú cerebro de mosquito no te has preguntado por qué estoy aquí. Por que se la cantidad del juez y por qué se cuanto vas a recibir de mensualidad. Y déjame decirte que no es ni la primera parte de lo que querias. Y anda que el fiscal pidió veinte pero está niñera, que tú piensas es abogada y tú mensualidad la bajo a quince mil. Y mira aquí está la orden firmada. No tienes nada que apelar por qué entonces saldría tu abandonó a tu hija y con eso perderás todo. Pero Terry es tan generoso que te dará quince mil. A otra cosa. en unas semanas sale tu divorcio.
—Te sientes de la familia, ¿verdad? —continuó—.. Pero no es tu familia. Ellos son los Grandchester, tú solo eres una mujercita cualquiera. No perteneces a su mundo, nunca serás parte de ellos. Este no es el sitio que te corresponde. Es importante que te quede claro y lo asumas cuanto antes.
— Añadí— No ocupo ningún lugar que no me corresponda. Solo ocupo el lugar que ellos me dieron desde el primer momento.
Vi cómo a Susan le brillaron los azules ojos mientras cogía aire con intensidad. Susan se giró y se marchó a toda prisa. Candy supuso que para que no la siguiera viendo en aquel estado.
—La casa de los Grandchester siempre estará abierta para ti —dijo Terry sin dejar de abrazarla. Candy la apretó con fuerza. Se separó de él y bajó los escalones con su portafolio. Vio a Katherine. . Tenía un sobre en la mano.
—Es para ti —le dijo al dárselo. Candy lo cogió sin apenas detenerse en el sobre, pero no pudo contener el impulso y abrazo a la niña.
. —Hasta luego. —le dijo Terry. Ella esbozó media sonrisa. Huye antes de romper a llorar aquí en medio. Katherine tampoco ayudaba, no dejaba de sollozar.
—Vas a volver? Candy solo la niraba —¿Y si tu carro se estrella? —preguntó Katherine angustiada. Terry alzó las cejas.
—Yo viajo en carro cada día de la semana y ni os inmutáis —reprochó a su hija, contuvieron la risa. Katherine miró a su padre con vergüenza. Candy la abrazó.
—Prometo que te llamaré, ¿vale? Además, esta noche antes de cenar podemos vernos en vídeo, ¿os parece bien? Katherine saltó asintiendo.
—Y mañana por la mañana también —pidió.
Huye. Penso Candy que trató de sonreír, asintiendo. Terry se puso frente a ella, entre su hija.
—Gracias por todo. —Por su expresión, temió algún gesto fuera de lugar. Últimamente se estaba especializando en la espontaneidad y llegaba a sorprenderla. Soy una influencia horrible. Se giró antes de verse ante una situación incómoda, desconcertar a la niña, y dar que hablar a los empleados. Se detuvo y se giró a mirarlos cuando bajó el último escalón del porche. No se dio prisa en observarlos con detenimiento a los dos. Me encantan los Grandchester. Levantó una mano para decirles adiós mientras abría la puerta del coche.
Aún desde la ventana no podía dejar de mirarlos, una estampa que memorizaría siempre. El coche se puso en marcha. Alejarse de la casa y de ellos hizo que una inmensa pena le invadiera el pecho. Atravesé su mundo y perdí la cabeza. Apoyó el codo en la puerta del coche e hizo lo mismo con su mano en la frente. Cerró los ojos.Ya no tenía por qué seguir viendo a Terry, todo le estaba bien . Pero ella sentía que lo perdió todo.
Tres meses después.
Su móvil emitió un sonido, pulsó el botón del auricular. Supuso que sería Albert para quedar por la tarde. Estaba sentada en un banco de madera.
—Dime —dijo directamente. Oyó una risa demasiado familiar. ¿Terry?
—En tú cara se an formado más pecas —dijo.
—¿Qué demonios…?
—Albert me ha dicho que estabas por aquí —la cortó.
¿Aquí? ¿Dónde es aquí? Miró a su alrededor mientras se ponía en pie.
—Detrás. —Lo oyó decir. Se giró con rapidez y él la sujetó antes de que se fuera de culo al encontrarlo tan cerca. Él volvió a reír.
—¿Qué es lo que te pasa? ¿Y para qué has venido hasta aquí? —le preguntó mientras caminaba hacia atrás, haciendo presión contra él.
—He venido a pedirte que vuelvas. —Candy sintió un ardor inmediato en las mejillas.—Vuelve. —Le cogió la cara, de nuevo el cuerpo y esta vez Candy tuvo que agarrarlo para que no cayera—. Necesito que vuelvas. Tienes un lugar junto a mí, en mi familia, ese lugar que sientes es tuyo. A Candy le brillaron los ojos.— Quiero que seas mi esposa.
Fin.
POR JillValentine
CAPÍTULO FINAL
QUIERES SER MI ESPOSA
Los sentimientos siempre son correctos. Somos nosotros los que le damos el sentido negativo. No busques excusas, no las hay. Ahora hay dos caminos —continuó—. No hace falta que yo te los diga, tú ya los conoces y te da pánico reconocerlo. Uno es el que dices, volver a alejarte de él. La huida y el escape son respetables. El otro es quedarte. A lo mejor esto queda ahí como una anécdota y todo vuelve a la normalidad. Pero sinceramente, pienso que hace mucho tiempo que lo amas, y temes ser la amante . Y que un día u otro llegué a casa su esposa, o cualquier otra. Y eso sí que sería verdaderamente incómodo para ti. Has iniciado algo que, precisamente con tu escasa experiencia en hombres, no puedes controlar. Podría decirte muchas más cosas que pienso —añadió Albert—. Pero no quiero influenciarte. Sé que tú sola harás lo correcto.
Meses después estaba frente a la sala de tribunal
—Al principio vendrás al tribunal conmigo, observarás y solamente observarás.
—Entendido —dijo Terry—. Solamente observación. Por la forma en que me miraba fijamente, sabía que le gustaba mi apariencia. Pretendí no darme cuenta.
—La sala de audiencias está vacía —dijo justo antes de que entrásemos.
—El tribunal de conyugal para lectura de divorcios siempre lo está —dije.
—Fijaré la audiencia para dentro de tres semanas a partir de hoy. ¿Está bien? —El juez le preguntó a Terry y al Fiscal de distrito. Ambos aceptaron la fecha sin inconveniente
—Su Señoría, sobre, mi cliente solicita respetuosamente que reduzca el monto de manutención a más asequible. La exmujer de mi cliente tiene una profesión con buenas ganancias,
—¿Alguna objeción? —le preguntó el juez al Fiscal de distrito.
—Recomendamos veinte mil —dijo el fiscal. Terry no discutió.
—La mensualidad se fija en quince mil —dijo el juez.
—Gracias, Su Señoría —dije. Me senté, sintiéndome humilde y agradecida. Terry agregó:.
—Gracias. Su señoría.
Caminamos hacia afuera y nos sentamos en un banco de madera que ha estado allí más tiempo que los años que Terry y yo sumamos de vida. El lugar era espeluznante no quería estar aquí sola. Al principio había estado fresco, pero después de la audiencia enérgica, me sentía bastante bien.
En un momento Terry tuvo que irse, no podríamos hacerlo juntos, ni acercarnos más de lo que una abogada puede hacerlo con su cliente, podría dar motivos para que el trámite se viera afectado.y con eso su divorcio.
Cuando por fin llegó la fecha del último citatorio. Cual Candy tuvo mucho éxito. Terry había conseguido la custodia completa por Katherine GrandChester, sólo la madre de Katherine tendría dos visitas a la semana y una manutención de quince mil dólares mensuales. En esta ocasión Terry no tuvo que presentarse en la corte. Solo su abogada recibo el acta dónde estaba firmado y aprobado por un juez, Terry era un hombre divorciado, Sin embargo no pensaba que Susan llegara en aquel momento.
Cuando la vi bufe agachando mi cabeza fingiendo que no la había visto.
—Sigues por aquí. —Hizo una mueca. —Supongo que cuidando a Katherine —Enseguida me hice la sorprendida por la reacción de su cara. Candy le hizo un gesto con la cabeza para quitarle importancia.
— Mi hija no es un juego al que puedes recurrir para tus propósitos. —Bajo mi punto de vista, los niños debían quedar al margen de los conflictos entre adultos pensé. No es su madre. Ella solo fue una incubadora. —¿Y Terry está aquí? —preguntó con frescura. Candy entornó los ojos. Era evidente que Susan estaba impaciente y conocía la razón. Numerosos billetes de color verdoso que llenarían su cuenta. Candy levantó la mirada hacia ella.
— No, Terry no tiene por qué estar aquí. El juez ya fijo tu mensualidad.
—No tienes ni idea de quién soy —le dijo la mujer. Candy tenía que reconocer que el azul de sus ojos, su tez clara y su pelo rubio, la hacían angelicalmente llamativa. Susan volvió a mirarla de arriba abajo. —Conozco a Terry mejor que todos los incapaces que lo rodeáis. No es un Dios, aunque él lo crea. —Se burló—. Haría lo que fuese por mantener sus normas y sus reglas. Susan ladeó la cabeza y sus ondas reflejaron los rayos del sol en un abanico de mechas de distintas tonalidades. —Esa es la razón por la que yo ocupé un lugar que no ha vuelto a ser de nadie —añadió. Tú sigue provocándome dije en mi mente. —Y es la razón por la que Katherine existe. —Lo dijo como si fuesen trofeo y no su propia hija. Miró de reojo a Candy. —Pero qué vas a entender tú de todo esto. —Hizo una mueca—. Te mueves en otro mundo. —Levantó la mano hacia Candy—. Tienes la pinta de una niña de barrio pobre que hace advertencias sin tener ni idea de cómo llevarlas a cabo. Comenzó a reír. —Tengo al autoritario de mi marido en mis manos , con la cosa que más le duelen: su hija, Susan suspiró.
—¿Y qué precio le has puesto esta vez? —le preguntó Candy y Susan se giro, mirándola como si fuese una estatua que acababa de hablar por primera vez. Susan alargó sus labios, dejando entrever sus dientes.
—¿Qué dices? —dijo como si Candy hubiese dicho una estupidez.
—¿Que cuánto vale tu hija dentro de ese cerebro ? —le aclaré con frescura.
—Eres realmente entrometida para ser una niñera. ¿Sabes qué puedo hacer que Terry te despida? Tus groserías pueden hacerle perder más dinero. De hecho, ya le advertí sobre ti. Pareces necia, pero realmente eres aún más necia decidiendo enfrentarte a mí. ¿ Candy alzó las cejas. —No me molesta que mi ex tenga “amigas” que frecuenta siempre que ellas no se entrometan en mis asuntos. —Hizo una mueca—. Mi precio depende de lo atrevidas que sean. Susan rio. —Y tu atrevimiento me hizo negociar un nuevo precio con el padre de mi hija. —Se pasó la lengua por los labios—. Realmente debería de estar agradecida contigo. Y ya ves, sigues por aquí, y yo estoy esperando mi cheque.
— Y en tú cerebro de mosquito no te has preguntado por qué estoy aquí. Por que se la cantidad del juez y por qué se cuanto vas a recibir de mensualidad. Y déjame decirte que no es ni la primera parte de lo que querias. Y anda que el fiscal pidió veinte pero está niñera, que tú piensas es abogada y tú mensualidad la bajo a quince mil. Y mira aquí está la orden firmada. No tienes nada que apelar por qué entonces saldría tu abandonó a tu hija y con eso perderás todo. Pero Terry es tan generoso que te dará quince mil. A otra cosa. en unas semanas sale tu divorcio.
—Te sientes de la familia, ¿verdad? —continuó—.. Pero no es tu familia. Ellos son los Grandchester, tú solo eres una mujercita cualquiera. No perteneces a su mundo, nunca serás parte de ellos. Este no es el sitio que te corresponde. Es importante que te quede claro y lo asumas cuanto antes.
— Añadí— No ocupo ningún lugar que no me corresponda. Solo ocupo el lugar que ellos me dieron desde el primer momento.
Vi cómo a Susan le brillaron los azules ojos mientras cogía aire con intensidad. Susan se giró y se marchó a toda prisa. Candy supuso que para que no la siguiera viendo en aquel estado.
—La casa de los Grandchester siempre estará abierta para ti —dijo Terry sin dejar de abrazarla. Candy la apretó con fuerza. Se separó de él y bajó los escalones con su portafolio. Vio a Katherine. . Tenía un sobre en la mano.
—Es para ti —le dijo al dárselo. Candy lo cogió sin apenas detenerse en el sobre, pero no pudo contener el impulso y abrazo a la niña.
. —Hasta luego. —le dijo Terry. Ella esbozó media sonrisa. Huye antes de romper a llorar aquí en medio. Katherine tampoco ayudaba, no dejaba de sollozar.
—Vas a volver? Candy solo la niraba —¿Y si tu carro se estrella? —preguntó Katherine angustiada. Terry alzó las cejas.
—Yo viajo en carro cada día de la semana y ni os inmutáis —reprochó a su hija, contuvieron la risa. Katherine miró a su padre con vergüenza. Candy la abrazó.
—Prometo que te llamaré, ¿vale? Además, esta noche antes de cenar podemos vernos en vídeo, ¿os parece bien? Katherine saltó asintiendo.
—Y mañana por la mañana también —pidió.
Huye. Penso Candy que trató de sonreír, asintiendo. Terry se puso frente a ella, entre su hija.
—Gracias por todo. —Por su expresión, temió algún gesto fuera de lugar. Últimamente se estaba especializando en la espontaneidad y llegaba a sorprenderla. Soy una influencia horrible. Se giró antes de verse ante una situación incómoda, desconcertar a la niña, y dar que hablar a los empleados. Se detuvo y se giró a mirarlos cuando bajó el último escalón del porche. No se dio prisa en observarlos con detenimiento a los dos. Me encantan los Grandchester. Levantó una mano para decirles adiós mientras abría la puerta del coche.
Aún desde la ventana no podía dejar de mirarlos, una estampa que memorizaría siempre. El coche se puso en marcha. Alejarse de la casa y de ellos hizo que una inmensa pena le invadiera el pecho. Atravesé su mundo y perdí la cabeza. Apoyó el codo en la puerta del coche e hizo lo mismo con su mano en la frente. Cerró los ojos.Ya no tenía por qué seguir viendo a Terry, todo le estaba bien . Pero ella sentía que lo perdió todo.
Tres meses después.
Su móvil emitió un sonido, pulsó el botón del auricular. Supuso que sería Albert para quedar por la tarde. Estaba sentada en un banco de madera.
—Dime —dijo directamente. Oyó una risa demasiado familiar. ¿Terry?
—En tú cara se an formado más pecas —dijo.
—¿Qué demonios…?
—Albert me ha dicho que estabas por aquí —la cortó.
¿Aquí? ¿Dónde es aquí? Miró a su alrededor mientras se ponía en pie.
—Detrás. —Lo oyó decir. Se giró con rapidez y él la sujetó antes de que se fuera de culo al encontrarlo tan cerca. Él volvió a reír.
—¿Qué es lo que te pasa? ¿Y para qué has venido hasta aquí? —le preguntó mientras caminaba hacia atrás, haciendo presión contra él.
—He venido a pedirte que vuelvas. —Candy sintió un ardor inmediato en las mejillas.—Vuelve. —Le cogió la cara, de nuevo el cuerpo y esta vez Candy tuvo que agarrarlo para que no cayera—. Necesito que vuelvas. Tienes un lugar junto a mí, en mi familia, ese lugar que sientes es tuyo. A Candy le brillaron los ojos.— Quiero que seas mi esposa.
Fin.
Gracias nuevamente por otro año en este hermoso lugar. Espero que la historia les haya gustado. Nos vemos el próximo año, que me lanzó como solista. Gracias a las BANDOLERAS Y A LAS ESTRELLAS DE BROADWAY POR INVITARME A SER PARTE DE SU GRUPO, Y SER UNAS BUENAS ANFITRIONAS. ESPERO SEGUIR CONTANDO CON SU APOYO SIEMPRE QUE LO NECESITE. UN SALUDO A LOS ADMINISTRADORES DEL Foro ROSA. SU AMIGA JillValentine.x