BANDOLERAS DE TERRY / JillValentine. SI ELLA SUPIERA
CAPÍTULO 10
Arrepentimientos.
Candy
No había visto a la señorita Pony ni a la hermana Maria, en más de un año. Hablábamos por teléfono, no frecuentemente pero con la suficiente frecuencia. La conversación siempre era la misma. ¿Por qué no vivía yo en un apartamento cerca de ellas? ¿Por qué vivía con un hombre lo suficientemente mayor para ser mi padre? Yo sabía que ellas solo me estaban cuidando, pero no podría explicar. No necesitaba su preocupación. En mayo, obtuve mi Doctorado y estaba apunto de conseguir el (JD) tal como lo había planeado.
El juez no asistió a mi graduación, pero Albert, estuvo allí. Me costó mucho terminar la universidad tan rápidamente. Comencé un programa de dos años. Podría haberme retrasado, pero tuve suerte. Después de la ceremonia Albert se marchó diciendo que me esperaba en la mansión tenía algo para mí . Me dediqué entonces a mis madres. Más tarde la señorita Pony y la hermana Maria me llevaron a un almuerzo tardío. Estoy contenta de que mi familia estuvo ahí, por suerte pude retirarme antes de que me hubiesen interrogado como siempre después de poner en sus manos un sobre con dinero dentro. Las amo.
Terry.
En los siguientes días, Susan apenas habló. Lo que dijo era que estaba buscando trabajo como actriz y de sus diversas entrevistas. Explicó que era porque no quería ser una mujer de esas que se quedan en casa a esperar al marido , pero parecía contenta ,pero cuando le hablé que podía pasar más tiempo con Katherine , estaba francamente distraída. Sentí que era como una señal. El viernes por la mañana, cuando acababa de entrar en la cocina, oí que el móvil de Susan empezaba a sonar. Katherine estaba a la mesa, comiendo cereales. Susan miró el número y se fue hasta el patio de atrás antes de responder.Supuse que era su madre, porque era la única que le llamaría un domingo, me serví una taza de café.
—Hola, cariño —saludé a mi hija.
—Hola, papá. Mamá dice que será una estrella en el cine.
—Ella ha dicho eso. Aquello era demasiado elaborado para pensarlo antes de haberme tomado la primera taza de café. —¿Cuándo ha ocurrido esto? Se encogió de hombros sin responder y, una vez más, pensé en lo mucho que mi hija necesitaba a su madre. En ese momento, Susan volvió a entrar en la cocina, con un ligero rubor en la cara.
—¿Estás bien? —pregunté. No supe si me había oído pues no dijo nada.
—Sí —contestó después de un minuto —. Estoy bien.
—¿Tu madre?
—Supongo que sí. No he hablado con ella. ¿Por qué preguntas por mi madre?
—¿No era con ella con quien estabas hablando?
—No —respondió esperé a que se explicase.
—Entonces ¿quién te ha llamado? —acabé preguntando.
—Robert .
—¿Quién?
—Es el productor y el director. Tuve una entrevista con él el miércoles. Susan añadió nada más. Yo esperé, en vano.
—¿Y por qué te llamaba? —suspiré cuando fui yo el que volvió a preguntar.
—Me ofrecen el puesto —dijo—. Quieren que empiece el lunes, en un ensayo . No supe si debía felicitarla, pero de todos modos lo hice. Lo que no imaginé es que aquello iba a trastocar por completo nuestro matrimonio. Más tarde mientras Susan se memorizaba un personaje para la entrevista, yo limpié la casa y ayudé a Katherine a prepararse para dormir. Llené la bañera. le cepillé el pelo y me quedé con ella en la cama leyéndole varios cuentos. Pensé que desde que había nacido nuestra hija Susan nunca vino a darle un beso de buenas noches, ni leerle un cuento. Cuando me reuní con Susan la encontré en el estudio, me dijo que tenía para varias horas.
Al siguiente día la cosa no fue mejor. Al regresar a casa y al igual que otros días. Katherine estaba bajo el cuidado de la niñera y Susan no se encontraba. Llegó al entrar la noche. Esta vez mi humor era monumental y quería explicaciones.
—Te he llamado y te he mandado mensajes, pero tú no has contestado.
—Tenía el teléfono en el bolso y no lo he oído. No he visto los mensajes ni me he dado cuenta de que habías llamado hasta cuando llegaba.
—Podrías haberme llamado.
—Te acabo de decir que he estado corriendo todo el día.
—¿Tanto que ni siquiera podías mirar el teléfono?
—Lo dices como si estuviera estropeándote tu noche—dijo con un suspiro—. De todas maneras no es como si tienes algo que hacer. — Una vez más tuve que controlar mi furia por Katherine.
— Está bien. ¿Pedimos la cena?
—Ya he comido —informo
No supe que decir pero me quede pensando que lo que en realidad yo quería era que mi mujer hubiera echado de menos estar con su familia.
— Katherine estuvo todo el día con la niñera.
— Lo se. ¿ Que tiene eso ?
— A ella le hubiera gustado ir de compras con su mamá.
— No voy a estar cargando con una niña que sólo hace preguntas.
— Se supone que eso hace una madre. Si tan solo...
— No. Para.
— Que pare que?
—Tienes que dejar de actuar como si yo fuera la mala. Tú tampoco eres perfecto.
—Nunca he dicho que lo fuera.
—Entonces para de poner reparos a todo lo que yo hago.
—Yo no… Susan había dado media vuelta para salir de la estancia dejándome con la palabra en la boca. Sentí ganas de golpear algo , pero Katherine me miraba con los ojos abiertos completamente asustados. Respire lentamente para calmar mi enfado.
— No pasa nada. Mamá está un poco apresurada por darse un baño.
— Mamá está molesta por que no le gusta estar conmigo?
— No— me acerque rápidamente a mi hija — A mi me encanta estar contigo y a mamá también. Lo qué pasa es que mamá piensa que si te lleva, seguramente te vas a aburrir. Las compras pueden ser aburridas.
— Cuando la abuela Elynor va de compras, y me lleva con ella, me divierto muchísimo.
— Si? La abuela es muy divertida. Pero mamá no va a las tiendas donde te lleva la abuela.
— Entiendo.
Pasamos la siguiente semana evitándonos. O más bien era ella la que me evitaba a mí; siempre se le había dado mucho mejor, a pesar de que traté en hacer una conversación y en detectar una mejoría en su humor, mientras me preguntaba por qué no podíamos hablar de nada sin acabar discutiendo. Nuevamente pensé en Candy. Dejarla sigue siendo la peor decisión que he hecho. Y si a eso añado que fui quien le rompió su corazón. Entonces merezco el infierno que vivo en mi matrimonio.
Sentía que necesitaba a alguien con quien sacar un poco de todo lo que me axifiaba, de modo que tomé la decisión espontánea de ir a visitar a mis padres. .
—Cómo va todo? —preguntó mi padre. Katherine corrió a la parte del jardín. A mí madre le encantaba cuidar de sus rosas.Y al parecer Katherine había heredado aquello.
—Sin cambios —reconocí.
—Ya me lo figuraba. No es fácil mantener un matrimonio en la fase de recién casados.
—¿Tienes algún concejo?
—No te desesperes. Hemos hablado cien veces de eso —Suspiro. —No?. —No era la primera vez que le respondía a aquella pregunta.
—Detesto que Susan no comparte tiempo con su hija. Siempre tiene excusas. No comprendo a mi mujer. —Ese era uno de los motivos por los que yo siempre trataba de evitar el dramatismo.
—Ya lo sé. Ya me lo habías dicho. Richard empezó a levantarse de su sillon lentamente. Mirar a mi padre poniéndose de pie era como mirar una montaña que se elevaba a causa de una colisión de placas tectónicas.
—Has lo que haces hasta ahora.
—Que es eso?
—Sigue siendo un buen padre..
— Me estoy preguntando si la separación es lo mejor. Pero no quiero que mi hija pague por las malas decisiones de sus padres. Quiero a mi mujer, pero...
—Ya sé que la quieres. — Me interrumpió. —El problema está más bien en que no la quieres como se tiene que querer a tu compañera de vida.
—Sí, bueno… Lo que quiero decir es que ella tampoco es una persona fácil con la que estar casado.— Richard me miraba con una ceja blanca y poblada alzada, sin decir nada, así que continue —Eso es porque se hizo madre muy pronto.
—¿Te tengo que recordar con quién estás hablando? Dudé un instante.
—¿Crees que cometí un error al casarme? Pregunté
—No empieces a tirarte piedras por el pasado. A menos que estuvieras dispuesto a irte sin hacerte responsable de tu hija, no tenías alternativa. Y además, tengo el presentimiento de que todo va a acabar saliendo bien. Asentí y me dispuse a cambiar de tema.
—Por cierto— Dije— recibí invitación para la fiesta en honor a los mejores alumnos en derecho.
— Eso es fantástico, puede que allí este la solución para la empresa.
— Así lo concidero también.
—Puedes llevar a Susan. Quizás pasar un tiempo con ella sea lo que necesites. Dudaba de que pasar tiempo con Susan salvará nuestro matrimonio. Pero tenía que intentarlo de todos modos.
Candy.
Cuando regresé a casa, había un pastel sobre la mesa del comedor. «Felicitaciones Candy» estaba escrito en chocolate. Albert me comentó que había alguien esperando por mi. Mi cara debió ser graciosa porque Albert se rió. Eran John con su mayordomo quién parecía ser su escolta. Tras los saludos el juez, que era John me entregó dos regalos en cajas Cartier: un bolígrafo Cartier, y un brazalete de diamantes, los diamantes lo suficientemente grandes para volverlo exquisitamente hermoso.
—Eres demasiado generoso —le dije.
—Para nada —dijo—. Eres una mujer de negocios y con un máster en negocios ahora. Estoy tremendamente orgulloso de ti. Y no puedes negarte a ir a la fiesta que daré a los graduados, pero aquí entre nosotros es por tí. —Mi sonrisa era espectacular. A pesar de que no quería ningún evento de reconocimiento.
—Necesitas un poco de diversión. — Dijo Albert sonriendo —Imagino que estás agotada. Lo mire con los ojos muy abiertos por su intromisión pero me abstuve de comentar algo por su comentario, aún así dije.
—Fue difícil, pero hubiese sido imposible sin el soporte financiero y mi mentor. —le dije con una sonrisa y viendo a Albert. Yo sabia que John quería algo más íntimo conmigo y sus celos hacia Albert eran evidented, y mis insinuaciones eran motivos para que pensara así. Lo se, no era un comportamiento adecuado y podrán juzgarme. Sin embargo soy una mujer a la que le rompieron el corazón y aún así sigue roto por la misma persona que lo rompió. Sigo soltera y se que mi aspecto es atractivo. Entonces ¿por que no dejarse consentir? Al fin y acabo no le debo fidelidad a nadie. Los años siguen pasando. Llegará el día que deje de ser joven y hermosa y si para entonces seguiré amando al mismo hombre que hizo que me volviera así, por lo menos habré intentado olvidarme de él.
—Ahora viene el máster en del Colegio de Abogados —dije—. Tengo que prepararme para aprobar. Necesito aprobar.
—Aprobarás —dijo Albert . Pero el juez me sorprendió con lo que dijo después.
— Tengo dos tutores preparados esperando para ti. Ambos son mentes legales brillantes. Ambos fueron asistentes míos, y están disponibles para tutoría particular. Espero que escojas a uno de ellos para que te acompañe durante el proceso de preparación. Intente que mi cara no se viera como me sentí por dentro. Creo que pude recomponerme por que Albert pareció de acuerdo con mi postura y mis siguientes palabras.
—John, gracias. Yo había planeado concurrir a una clase de preparación. Apuesto a que es bastante caro su servicio.
—No me permitiste pagar por tu universidad. Por favor, déjame pagar este pedacito.
De reojo vi a Albert y los dos llegamos a la misma conclusión . Esta vez no iba a decirle que no. Llevaba un año conociendo a John y aunque no rechazaba sus regalos, me había negado a que él pagará por mis estudios. Albert estuvo de acuerdo.
Continuará...
CAPÍTULO 10
Arrepentimientos.
Candy
No había visto a la señorita Pony ni a la hermana Maria, en más de un año. Hablábamos por teléfono, no frecuentemente pero con la suficiente frecuencia. La conversación siempre era la misma. ¿Por qué no vivía yo en un apartamento cerca de ellas? ¿Por qué vivía con un hombre lo suficientemente mayor para ser mi padre? Yo sabía que ellas solo me estaban cuidando, pero no podría explicar. No necesitaba su preocupación. En mayo, obtuve mi Doctorado y estaba apunto de conseguir el (JD) tal como lo había planeado.
El juez no asistió a mi graduación, pero Albert, estuvo allí. Me costó mucho terminar la universidad tan rápidamente. Comencé un programa de dos años. Podría haberme retrasado, pero tuve suerte. Después de la ceremonia Albert se marchó diciendo que me esperaba en la mansión tenía algo para mí . Me dediqué entonces a mis madres. Más tarde la señorita Pony y la hermana Maria me llevaron a un almuerzo tardío. Estoy contenta de que mi familia estuvo ahí, por suerte pude retirarme antes de que me hubiesen interrogado como siempre después de poner en sus manos un sobre con dinero dentro. Las amo.
Terry.
En los siguientes días, Susan apenas habló. Lo que dijo era que estaba buscando trabajo como actriz y de sus diversas entrevistas. Explicó que era porque no quería ser una mujer de esas que se quedan en casa a esperar al marido , pero parecía contenta ,pero cuando le hablé que podía pasar más tiempo con Katherine , estaba francamente distraída. Sentí que era como una señal. El viernes por la mañana, cuando acababa de entrar en la cocina, oí que el móvil de Susan empezaba a sonar. Katherine estaba a la mesa, comiendo cereales. Susan miró el número y se fue hasta el patio de atrás antes de responder.Supuse que era su madre, porque era la única que le llamaría un domingo, me serví una taza de café.
—Hola, cariño —saludé a mi hija.
—Hola, papá. Mamá dice que será una estrella en el cine.
—Ella ha dicho eso. Aquello era demasiado elaborado para pensarlo antes de haberme tomado la primera taza de café. —¿Cuándo ha ocurrido esto? Se encogió de hombros sin responder y, una vez más, pensé en lo mucho que mi hija necesitaba a su madre. En ese momento, Susan volvió a entrar en la cocina, con un ligero rubor en la cara.
—¿Estás bien? —pregunté. No supe si me había oído pues no dijo nada.
—Sí —contestó después de un minuto —. Estoy bien.
—¿Tu madre?
—Supongo que sí. No he hablado con ella. ¿Por qué preguntas por mi madre?
—¿No era con ella con quien estabas hablando?
—No —respondió esperé a que se explicase.
—Entonces ¿quién te ha llamado? —acabé preguntando.
—Robert .
—¿Quién?
—Es el productor y el director. Tuve una entrevista con él el miércoles. Susan añadió nada más. Yo esperé, en vano.
—¿Y por qué te llamaba? —suspiré cuando fui yo el que volvió a preguntar.
—Me ofrecen el puesto —dijo—. Quieren que empiece el lunes, en un ensayo . No supe si debía felicitarla, pero de todos modos lo hice. Lo que no imaginé es que aquello iba a trastocar por completo nuestro matrimonio. Más tarde mientras Susan se memorizaba un personaje para la entrevista, yo limpié la casa y ayudé a Katherine a prepararse para dormir. Llené la bañera. le cepillé el pelo y me quedé con ella en la cama leyéndole varios cuentos. Pensé que desde que había nacido nuestra hija Susan nunca vino a darle un beso de buenas noches, ni leerle un cuento. Cuando me reuní con Susan la encontré en el estudio, me dijo que tenía para varias horas.
Al siguiente día la cosa no fue mejor. Al regresar a casa y al igual que otros días. Katherine estaba bajo el cuidado de la niñera y Susan no se encontraba. Llegó al entrar la noche. Esta vez mi humor era monumental y quería explicaciones.
—Te he llamado y te he mandado mensajes, pero tú no has contestado.
—Tenía el teléfono en el bolso y no lo he oído. No he visto los mensajes ni me he dado cuenta de que habías llamado hasta cuando llegaba.
—Podrías haberme llamado.
—Te acabo de decir que he estado corriendo todo el día.
—¿Tanto que ni siquiera podías mirar el teléfono?
—Lo dices como si estuviera estropeándote tu noche—dijo con un suspiro—. De todas maneras no es como si tienes algo que hacer. — Una vez más tuve que controlar mi furia por Katherine.
— Está bien. ¿Pedimos la cena?
—Ya he comido —informo
No supe que decir pero me quede pensando que lo que en realidad yo quería era que mi mujer hubiera echado de menos estar con su familia.
— Katherine estuvo todo el día con la niñera.
— Lo se. ¿ Que tiene eso ?
— A ella le hubiera gustado ir de compras con su mamá.
— No voy a estar cargando con una niña que sólo hace preguntas.
— Se supone que eso hace una madre. Si tan solo...
— No. Para.
— Que pare que?
—Tienes que dejar de actuar como si yo fuera la mala. Tú tampoco eres perfecto.
—Nunca he dicho que lo fuera.
—Entonces para de poner reparos a todo lo que yo hago.
—Yo no… Susan había dado media vuelta para salir de la estancia dejándome con la palabra en la boca. Sentí ganas de golpear algo , pero Katherine me miraba con los ojos abiertos completamente asustados. Respire lentamente para calmar mi enfado.
— No pasa nada. Mamá está un poco apresurada por darse un baño.
— Mamá está molesta por que no le gusta estar conmigo?
— No— me acerque rápidamente a mi hija — A mi me encanta estar contigo y a mamá también. Lo qué pasa es que mamá piensa que si te lleva, seguramente te vas a aburrir. Las compras pueden ser aburridas.
— Cuando la abuela Elynor va de compras, y me lleva con ella, me divierto muchísimo.
— Si? La abuela es muy divertida. Pero mamá no va a las tiendas donde te lleva la abuela.
— Entiendo.
Pasamos la siguiente semana evitándonos. O más bien era ella la que me evitaba a mí; siempre se le había dado mucho mejor, a pesar de que traté en hacer una conversación y en detectar una mejoría en su humor, mientras me preguntaba por qué no podíamos hablar de nada sin acabar discutiendo. Nuevamente pensé en Candy. Dejarla sigue siendo la peor decisión que he hecho. Y si a eso añado que fui quien le rompió su corazón. Entonces merezco el infierno que vivo en mi matrimonio.
Sentía que necesitaba a alguien con quien sacar un poco de todo lo que me axifiaba, de modo que tomé la decisión espontánea de ir a visitar a mis padres. .
—Cómo va todo? —preguntó mi padre. Katherine corrió a la parte del jardín. A mí madre le encantaba cuidar de sus rosas.Y al parecer Katherine había heredado aquello.
—Sin cambios —reconocí.
—Ya me lo figuraba. No es fácil mantener un matrimonio en la fase de recién casados.
—¿Tienes algún concejo?
—No te desesperes. Hemos hablado cien veces de eso —Suspiro. —No?. —No era la primera vez que le respondía a aquella pregunta.
—Detesto que Susan no comparte tiempo con su hija. Siempre tiene excusas. No comprendo a mi mujer. —Ese era uno de los motivos por los que yo siempre trataba de evitar el dramatismo.
—Ya lo sé. Ya me lo habías dicho. Richard empezó a levantarse de su sillon lentamente. Mirar a mi padre poniéndose de pie era como mirar una montaña que se elevaba a causa de una colisión de placas tectónicas.
—Has lo que haces hasta ahora.
—Que es eso?
—Sigue siendo un buen padre..
— Me estoy preguntando si la separación es lo mejor. Pero no quiero que mi hija pague por las malas decisiones de sus padres. Quiero a mi mujer, pero...
—Ya sé que la quieres. — Me interrumpió. —El problema está más bien en que no la quieres como se tiene que querer a tu compañera de vida.
—Sí, bueno… Lo que quiero decir es que ella tampoco es una persona fácil con la que estar casado.— Richard me miraba con una ceja blanca y poblada alzada, sin decir nada, así que continue —Eso es porque se hizo madre muy pronto.
—¿Te tengo que recordar con quién estás hablando? Dudé un instante.
—¿Crees que cometí un error al casarme? Pregunté
—No empieces a tirarte piedras por el pasado. A menos que estuvieras dispuesto a irte sin hacerte responsable de tu hija, no tenías alternativa. Y además, tengo el presentimiento de que todo va a acabar saliendo bien. Asentí y me dispuse a cambiar de tema.
—Por cierto— Dije— recibí invitación para la fiesta en honor a los mejores alumnos en derecho.
— Eso es fantástico, puede que allí este la solución para la empresa.
— Así lo concidero también.
—Puedes llevar a Susan. Quizás pasar un tiempo con ella sea lo que necesites. Dudaba de que pasar tiempo con Susan salvará nuestro matrimonio. Pero tenía que intentarlo de todos modos.
Candy.
Cuando regresé a casa, había un pastel sobre la mesa del comedor. «Felicitaciones Candy» estaba escrito en chocolate. Albert me comentó que había alguien esperando por mi. Mi cara debió ser graciosa porque Albert se rió. Eran John con su mayordomo quién parecía ser su escolta. Tras los saludos el juez, que era John me entregó dos regalos en cajas Cartier: un bolígrafo Cartier, y un brazalete de diamantes, los diamantes lo suficientemente grandes para volverlo exquisitamente hermoso.
—Eres demasiado generoso —le dije.
—Para nada —dijo—. Eres una mujer de negocios y con un máster en negocios ahora. Estoy tremendamente orgulloso de ti. Y no puedes negarte a ir a la fiesta que daré a los graduados, pero aquí entre nosotros es por tí. —Mi sonrisa era espectacular. A pesar de que no quería ningún evento de reconocimiento.
—Necesitas un poco de diversión. — Dijo Albert sonriendo —Imagino que estás agotada. Lo mire con los ojos muy abiertos por su intromisión pero me abstuve de comentar algo por su comentario, aún así dije.
—Fue difícil, pero hubiese sido imposible sin el soporte financiero y mi mentor. —le dije con una sonrisa y viendo a Albert. Yo sabia que John quería algo más íntimo conmigo y sus celos hacia Albert eran evidented, y mis insinuaciones eran motivos para que pensara así. Lo se, no era un comportamiento adecuado y podrán juzgarme. Sin embargo soy una mujer a la que le rompieron el corazón y aún así sigue roto por la misma persona que lo rompió. Sigo soltera y se que mi aspecto es atractivo. Entonces ¿por que no dejarse consentir? Al fin y acabo no le debo fidelidad a nadie. Los años siguen pasando. Llegará el día que deje de ser joven y hermosa y si para entonces seguiré amando al mismo hombre que hizo que me volviera así, por lo menos habré intentado olvidarme de él.
—Ahora viene el máster en del Colegio de Abogados —dije—. Tengo que prepararme para aprobar. Necesito aprobar.
—Aprobarás —dijo Albert . Pero el juez me sorprendió con lo que dijo después.
— Tengo dos tutores preparados esperando para ti. Ambos son mentes legales brillantes. Ambos fueron asistentes míos, y están disponibles para tutoría particular. Espero que escojas a uno de ellos para que te acompañe durante el proceso de preparación. Intente que mi cara no se viera como me sentí por dentro. Creo que pude recomponerme por que Albert pareció de acuerdo con mi postura y mis siguientes palabras.
—John, gracias. Yo había planeado concurrir a una clase de preparación. Apuesto a que es bastante caro su servicio.
—No me permitiste pagar por tu universidad. Por favor, déjame pagar este pedacito.
De reojo vi a Albert y los dos llegamos a la misma conclusión . Esta vez no iba a decirle que no. Llevaba un año conociendo a John y aunque no rechazaba sus regalos, me había negado a que él pagará por mis estudios. Albert estuvo de acuerdo.
Continuará...