SI ELLA SUPIERA
POR JillValentine
CAPÍTULO 16
UNA FAMILIA.
—No es justo que te apartes de mi de esta manera. —Hice una mueca cuando la oyó alzar la voz. Será la madre. Pero Katherine no se acercaba a ella. No sabía que hacer y soltó un bufido . El sonido llamó la atención de la mujer, que primero dirigió sus ojos hacia mi cuerpo y luego hacia mi rostro .
—Buenas tardes —le dije tanto de colocar a Katherine para enfrente. La mujer la observó.
— Eres la niñera?
Qué? niñera? Estaba hablando enserio. No pude evitar e hice una mueca a la mujer.
—Pues. Dije dubitativa, y vio que la mujer la miraba más detalladamente, o sea que la observaba con más detenimiento. Yo había apartado la mirada pero de reojo incluso comprobó que apenas podía contener la irá . Joder, alguien que no tiene paciencia. Por un momento temí que aquella mujer, que a simple vista estaba ávida por entrar, la empujase y entrara a la fuerza una vez la puerta del ascensor estuviese abierta. Sin embargo no parece peligrosa. Si es la madre, no entiendo el por qué no la dejan entrar. Alta y delgada, con la tez clara, supuso que algo palida si no llevase maquillaje.
No tarde en girarme a Katherine y se me rompió el corazón cuando la ví llorando
— Estás bien corazón. — Dije olvidándome de la presencia de su madre
—¿Sabes que es un privilegio cuidar a una Grandchester? —me dijo la mujer, ya a un metro de mi
—La verdad es que es una niña adorable —dije con amabilidad.
—No lo digo solo por eso —replicó la mujer—. Es la hija de una artista, una artista muy famosa en todo el mundo. Es un honor y una responsabilidad hacerse cargo de su educación. No tenía intención de aclararle quien era yo, dejaría que fuera ella quién hablara.—En todo caso te deseo suerte —le dijo y esta vez sonrió. Una sonrisa forzada y falsa.— Cumplir con las exigencias del señor es complicado. La mujer la rebasó para subir al elevador.
—Hasta otro día. —Dije y me alejé
—Como te diga otra ves así le dices quien eres, ¿eh?. Candy. No te dejes avasallar porque te va a tomar por imbécil. ¿Me escuchas? —Albert parecía que lo habían insultado a él.
—Albert, tranquilo que no ha sido para tanto. —Intentaba tranquilizarlo.
—¿Qué no? Conozco a la gente así, sé cómo son. pequeña, he crecido entre ellos. Piensan que el resto del mundo ha nacido para servirlos. Piensan que son superiores simplemente porque nacieron con más facilidades. ¿Y sabes qué? Que la mayoría apenas saben principios. Escucha, Candy. No es que ese tipo de mujeres traten bien a las personas normalmente, suelen ser indiferentes. Pero si ha hecho eso contigo, es por alguna razón. Algo de ti ha llamado su atención o la atención de que no te cree con ese derecho simplemente porque seguramente cree que no perteneces a su círculo. Pero más que nada, ve en ti lo que ella no tiene
—No creo que vea algo que no tiene, es una mujer muy hermosa. Y por supuesto no soy de su círculo—respondió.
—Puf…
—No pienso dejar que me afecte nada de lo que ha dicho. Ahora llevaré a Katherine con su abuela.
— Esa es mi abogada.
— Si, si...
— Y tienes el amor de la niña.
Volvió a recordar a la madre de Katherine y resopló.
Más tarde casi entrando la noche. Bajó hasta el salón para la cena. Era mucho más acogedor que cenas anteriores. Albert había decorado y dispuesto cada estancia según la función que tenían. Una vez que Candy se comenzaba a familiarizar con la presencia de Terry, se dio cuenta de que nada era diferente. Se convivía en perfecta armonía y reflejaba lo que su sentimientos querían transmitir. El salón producía paz, tranquilidad y hasta sueño. Desconocía cómo sería la velada donde tendría que cenar junto a Terry, No era la primera ves que lo hacían, pero sintió algo en su corazón al pensar en la niña. Le haría una velada perfecta para pasar los últimos momentos del día antes de ir a dormir. Terry estaba a un lado de la mesa circular, con la niña a su lado. Albert frente a él. La empleada ya había servido la sopa. Los cuatro se sentaron.
—Pensábamos que ya no vendrías. —La voz de Terry llevaba un tono juguetón que Candy tuvo que bajar la cabeza abochornada por el retraso.
—¿La mujer del otro día es la madre? —preguntó mientras Terry se disponía a abrir la puerta del coche. Habían tenido una cena agradable, y Terry y la niña estaban por marcharse. Candy no pudo evitar acompañarlos y tampoco pudo seguir fingiendo que no ocurría nada .
Lo vio abandonar la acción y girarse hacia ella serio, y con la mandíbula apretada y con la mirada fija en sus ojos.
—La mujer del otro día, jamás, bajo ningún concepto, debe ni siquiera acercarse mi hija ¿entiendes? —Fue tan rudo que Candy abrió los ojos todo lo que le permitieron sus párpados.
—¿Te dijo algo? —preguntó con interés. Candy negó con la cabeza de manera lenta. Todavía aturdida por su reacción
—Lo siento, no quería hablarte asi —respondió. Lo vio tomar aire con rapidez. Le transmitía su tensión, o lo que fuera que le provocara lo que sintiera por aquella mujer. Candy intentó alejarse con rapidez.
—Susan y yo, no llevamos bien el matrimonio desde hace cuatro años. Me quedé de piedra al escuchar a Terry— Ella quiso la separación después de que naciera Katherine pero llegué a un acuerdo con ella. —Dijo y apoyó los antebrazos sobre la puerta del carro—. Una vida de lujo y se quedaría conmigo.
Candy dio un leve paso atrás. Primero se asombró de las palabras, luego fue consciente de lo que Terry sentía por su esposa, si él estuvo dispuesto a proponer eso. Entonces comprendió el por qué Terry le contaba aquello, estaba haciendo un perfil del tipo de mujer que se encontraría si es que se daba la ocasión de a volver a verla. Pero que demonios por qué iba a querer saber de ella, y por que pensaba que volverían a encontrarse. Terry estaba consiguiendo que su barrera se agrietara con rapidez.
—Susan se volvio una desconocida a pasó grande pasaba meses sin ver a la niña—continuó—. Pero hace unos días abandonó a su hija y por eso no creí que se mostrará más interesada en Katherine o en mi ahora. De todos modos hablé con ella y ya se lo que quiere, Candy.
Que mierda le digo, solo asentí.
—La verdad es que debes saber que siempre te pensé a ti como madre de Katherine. —Negó con la cabeza mientras se llevaba una mano a la frente.
— A mi? Estaba alucinando —Pero amas a tu esposa?, no?
— No.te voy a mentir, lo que sentía por Susan fue atracción, desde el principio fue así. Que te hace pensar que la amo?
— Acabas de decir que le ofreciste un trato con tal de que no se fuera.
— Lo hice por Katherine, creí que con la niña viera su lado materno. No te voy a mentir, creí que con esfuerzo podríamos ser una familia.
— Y no fue así.
— No, no fue así. Él bajó la cabeza evitando la mirada de Candy—. Katherine no tiene ningún referente femenino cercano, nunca lo tuvo. Solo cuidadoras que se mantienen al margen, pero tú eres cercana y familiar.
Con los dias siguientes Candy se maravillaba cuando Terry reía con su hija, el rostro le cambiaba por completo. Las mejillas se le alzaban y acentuaban el ángulo que formaba su cara. Jamás se había fijado en la dentadura de dientes pequeños, alineados y blancos que tenía. La punzada en el pecho esta vez le provocó una estela, un remolino de plumas que daban vueltas sin parar. En la locura están las risas, la ignorancia de lo malo que te depara la vida, la verdadera felicidad. Todos tenemos una etapa loca en la vida, normalmente en la primera juventud. Bendita locura. Recordó a sus madres. Ellas habían amado sus locuras y por eso le encantaban.
—Anda, subid a cambiaros, os espero —ordenó con cariño. Me libro de Albert y ahora tengo que aguantarlo a él.
La película terminó al fin. Las luces se encendieron Salieron como una familia y Candy así se sintió. El camino fue silencioso, pero llegaron pronto a casa de Albert.
Dejarían a Katherine con Albert y ellos saldrían a cenar solos. Candy se dispuso a subir las escaleras para cambiarse, en casa de Albert , Alli ella tenía un guardarropa y una habitación.
—Candy. —Terry la llamó cuando estaba a mitad de camino. La joven se giró hacia él. Le sobrevino el deseo repentino, el cuerpo se le tenso y lo sentía torpe. Se sentía pequeña, ahora entendía por que se sentía estúpida y hasta abochornada, y no sabía la razón. Miró a Terry y pestañeó, rendida. Lo observó, podía disfrutar mirándolo a pesar de haberlo tenido frente a ella durante horas. —Gracias —dijo finalmente. Sonaba con ternura—. Katherine y yo lo hemos pasado muy bien. Candy no reaccionó a sus palabras.
Más tarde ya de regreso Candy se sentía incomoda la cena había Sido romántica y Terry había Sido todo galantería y conquistador. Ella necesitaba tiempo, Terry había iniciado su divorcio y ella lo estaba representando. Si no se cuidaba podría terminar mal el asunto.
—No quiero que te vayas —añadió bajando su tono de voz. No me lo puedo creer. Notó la mano en su cuello y le colocó el dedo pulgar bajo su barbilla.
—Lo cierto es que nunca he dejado de quererte —continuó. Era un farol. Ya lo decía. Pues me he jodido bien para nada, entonces.
—Esos cimientos de mi vida —siguió hablando. Candy sentía el calor de su mano en el cuello. Se le había erizado la piel de la nuca—. Solo se tambalean cuando estás tú. Se inclinó hacia ella con rapidez y puso sus labios sobre los de Candy mientras le soltaba el brazo para rodearle la cintura. Terry sintió un empujón suave, pero con la suficiente inercia como para pegarla a la pared. Su nuca cayó sobre la mano de Terry, que la había subido desde su cuello para que no se golpeara contra la pared. No despegaba sus labios de los de ella y la invasión de su lengua recorriéndole el interior de la boca no tardó en llegar. Esto lo estaba yo viendo venir. Pero ya no tenía forma de impedirlo incapaz de despegarse de él. Terry pegó su cuerpo al de Candy por completo. Por un momento se separó de ella, solo un momento para mirarla. Ella esperó en silencio, inmóvil, mientras él contemplaba su cara. Volvió a besarla aún con más fuerza que antes. Candy esta vez también se apretó contra él, sintiendo el torso de Terry con elevada temperatura bajo aquella camisa. Esta vez fue ella la que introdujo la lengua en la boca de él y no tardó en llegar una punzada a los genitales. A la mierda el plan. Agarró el cuello de la camisa de él y tiró. Terry volvió a poner la mano en su cuello, pero esta vez para retirarla de la pared. Candy cerró los ojos mientras sentía los besos de Terry por el cuello y el hombro. Notó cómo la empujaba sin dejar de dar pasos hacia atrás y sin saber hacia dónde se dirigían. Agarró con fuerza su camisa, notaba cómo los botones se salían de los ojales y dejaba al descubierto parte del pecho que ya conocia. Madre mía. Ahora sí, seguro, a la mierda el autocontrol, a la mierda la carrera y a la mierda mi trabajo de ser su abogada r. Su abrigo cayó en el umbral de la puerta del estudio de Albert. Él cerró la puerta en cuanto entraron. Candy se giró para pegar su espalda a él. La rodeó con los brazos y recibió una suave embestida que le hizo notar algo duro en los glúteos a través del vestido. Terry la mordió en el hombro. Notó la cremallera del vestido, notó cómo la fina tela caía por sus hombros. Agradeció que no dejara detalle atrás y acompañara el outfit con una sensual lencería negra. En ropa interior podía sentir la calidez de las manos de Terry y una de ellas no tardó en dirigirse hacia su culo y apretarlo. Verlo tan excesivamente acelerado, no hacía más que encenderla cada vez más. Jamás esperó que Terry tuviera aquel lado tan sexual, tan opuesto a su otro modo de vida. Sin embargo, le estaba encantando. Cuando se giró para ponerse frente a él, ya no tenía camisa. Apretó sus hombros y se lanzó a su cuello. Terry la alzó y Candy abrió las piernas para él dándole mejor vista a su cuerpo. La llevo hasta el diván y allí la tumbó. No fue consciente del momento en que él, con gran habilidad, le había quitado la ropa interior , solo fue conciente cuando él entro en su cuerpo y ambos soltaron un suspiro de alivio. Continuará
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POR JillValentine
CAPÍTULO 16
UNA FAMILIA.
—No es justo que te apartes de mi de esta manera. —Hice una mueca cuando la oyó alzar la voz. Será la madre. Pero Katherine no se acercaba a ella. No sabía que hacer y soltó un bufido . El sonido llamó la atención de la mujer, que primero dirigió sus ojos hacia mi cuerpo y luego hacia mi rostro .
—Buenas tardes —le dije tanto de colocar a Katherine para enfrente. La mujer la observó.
— Eres la niñera?
Qué? niñera? Estaba hablando enserio. No pude evitar e hice una mueca a la mujer.
—Pues. Dije dubitativa, y vio que la mujer la miraba más detalladamente, o sea que la observaba con más detenimiento. Yo había apartado la mirada pero de reojo incluso comprobó que apenas podía contener la irá . Joder, alguien que no tiene paciencia. Por un momento temí que aquella mujer, que a simple vista estaba ávida por entrar, la empujase y entrara a la fuerza una vez la puerta del ascensor estuviese abierta. Sin embargo no parece peligrosa. Si es la madre, no entiendo el por qué no la dejan entrar. Alta y delgada, con la tez clara, supuso que algo palida si no llevase maquillaje.
No tarde en girarme a Katherine y se me rompió el corazón cuando la ví llorando
— Estás bien corazón. — Dije olvidándome de la presencia de su madre
—¿Sabes que es un privilegio cuidar a una Grandchester? —me dijo la mujer, ya a un metro de mi
—La verdad es que es una niña adorable —dije con amabilidad.
—No lo digo solo por eso —replicó la mujer—. Es la hija de una artista, una artista muy famosa en todo el mundo. Es un honor y una responsabilidad hacerse cargo de su educación. No tenía intención de aclararle quien era yo, dejaría que fuera ella quién hablara.—En todo caso te deseo suerte —le dijo y esta vez sonrió. Una sonrisa forzada y falsa.— Cumplir con las exigencias del señor es complicado. La mujer la rebasó para subir al elevador.
—Hasta otro día. —Dije y me alejé
—Como te diga otra ves así le dices quien eres, ¿eh?. Candy. No te dejes avasallar porque te va a tomar por imbécil. ¿Me escuchas? —Albert parecía que lo habían insultado a él.
—Albert, tranquilo que no ha sido para tanto. —Intentaba tranquilizarlo.
—¿Qué no? Conozco a la gente así, sé cómo son. pequeña, he crecido entre ellos. Piensan que el resto del mundo ha nacido para servirlos. Piensan que son superiores simplemente porque nacieron con más facilidades. ¿Y sabes qué? Que la mayoría apenas saben principios. Escucha, Candy. No es que ese tipo de mujeres traten bien a las personas normalmente, suelen ser indiferentes. Pero si ha hecho eso contigo, es por alguna razón. Algo de ti ha llamado su atención o la atención de que no te cree con ese derecho simplemente porque seguramente cree que no perteneces a su círculo. Pero más que nada, ve en ti lo que ella no tiene
—No creo que vea algo que no tiene, es una mujer muy hermosa. Y por supuesto no soy de su círculo—respondió.
—Puf…
—No pienso dejar que me afecte nada de lo que ha dicho. Ahora llevaré a Katherine con su abuela.
— Esa es mi abogada.
— Si, si...
— Y tienes el amor de la niña.
Volvió a recordar a la madre de Katherine y resopló.
Más tarde casi entrando la noche. Bajó hasta el salón para la cena. Era mucho más acogedor que cenas anteriores. Albert había decorado y dispuesto cada estancia según la función que tenían. Una vez que Candy se comenzaba a familiarizar con la presencia de Terry, se dio cuenta de que nada era diferente. Se convivía en perfecta armonía y reflejaba lo que su sentimientos querían transmitir. El salón producía paz, tranquilidad y hasta sueño. Desconocía cómo sería la velada donde tendría que cenar junto a Terry, No era la primera ves que lo hacían, pero sintió algo en su corazón al pensar en la niña. Le haría una velada perfecta para pasar los últimos momentos del día antes de ir a dormir. Terry estaba a un lado de la mesa circular, con la niña a su lado. Albert frente a él. La empleada ya había servido la sopa. Los cuatro se sentaron.
—Pensábamos que ya no vendrías. —La voz de Terry llevaba un tono juguetón que Candy tuvo que bajar la cabeza abochornada por el retraso.
—¿La mujer del otro día es la madre? —preguntó mientras Terry se disponía a abrir la puerta del coche. Habían tenido una cena agradable, y Terry y la niña estaban por marcharse. Candy no pudo evitar acompañarlos y tampoco pudo seguir fingiendo que no ocurría nada .
Lo vio abandonar la acción y girarse hacia ella serio, y con la mandíbula apretada y con la mirada fija en sus ojos.
—La mujer del otro día, jamás, bajo ningún concepto, debe ni siquiera acercarse mi hija ¿entiendes? —Fue tan rudo que Candy abrió los ojos todo lo que le permitieron sus párpados.
—¿Te dijo algo? —preguntó con interés. Candy negó con la cabeza de manera lenta. Todavía aturdida por su reacción
—Lo siento, no quería hablarte asi —respondió. Lo vio tomar aire con rapidez. Le transmitía su tensión, o lo que fuera que le provocara lo que sintiera por aquella mujer. Candy intentó alejarse con rapidez.
—Susan y yo, no llevamos bien el matrimonio desde hace cuatro años. Me quedé de piedra al escuchar a Terry— Ella quiso la separación después de que naciera Katherine pero llegué a un acuerdo con ella. —Dijo y apoyó los antebrazos sobre la puerta del carro—. Una vida de lujo y se quedaría conmigo.
Candy dio un leve paso atrás. Primero se asombró de las palabras, luego fue consciente de lo que Terry sentía por su esposa, si él estuvo dispuesto a proponer eso. Entonces comprendió el por qué Terry le contaba aquello, estaba haciendo un perfil del tipo de mujer que se encontraría si es que se daba la ocasión de a volver a verla. Pero que demonios por qué iba a querer saber de ella, y por que pensaba que volverían a encontrarse. Terry estaba consiguiendo que su barrera se agrietara con rapidez.
—Susan se volvio una desconocida a pasó grande pasaba meses sin ver a la niña—continuó—. Pero hace unos días abandonó a su hija y por eso no creí que se mostrará más interesada en Katherine o en mi ahora. De todos modos hablé con ella y ya se lo que quiere, Candy.
Que mierda le digo, solo asentí.
—La verdad es que debes saber que siempre te pensé a ti como madre de Katherine. —Negó con la cabeza mientras se llevaba una mano a la frente.
— A mi? Estaba alucinando —Pero amas a tu esposa?, no?
— No.te voy a mentir, lo que sentía por Susan fue atracción, desde el principio fue así. Que te hace pensar que la amo?
— Acabas de decir que le ofreciste un trato con tal de que no se fuera.
— Lo hice por Katherine, creí que con la niña viera su lado materno. No te voy a mentir, creí que con esfuerzo podríamos ser una familia.
— Y no fue así.
— No, no fue así. Él bajó la cabeza evitando la mirada de Candy—. Katherine no tiene ningún referente femenino cercano, nunca lo tuvo. Solo cuidadoras que se mantienen al margen, pero tú eres cercana y familiar.
Con los dias siguientes Candy se maravillaba cuando Terry reía con su hija, el rostro le cambiaba por completo. Las mejillas se le alzaban y acentuaban el ángulo que formaba su cara. Jamás se había fijado en la dentadura de dientes pequeños, alineados y blancos que tenía. La punzada en el pecho esta vez le provocó una estela, un remolino de plumas que daban vueltas sin parar. En la locura están las risas, la ignorancia de lo malo que te depara la vida, la verdadera felicidad. Todos tenemos una etapa loca en la vida, normalmente en la primera juventud. Bendita locura. Recordó a sus madres. Ellas habían amado sus locuras y por eso le encantaban.
—Anda, subid a cambiaros, os espero —ordenó con cariño. Me libro de Albert y ahora tengo que aguantarlo a él.
La película terminó al fin. Las luces se encendieron Salieron como una familia y Candy así se sintió. El camino fue silencioso, pero llegaron pronto a casa de Albert.
Dejarían a Katherine con Albert y ellos saldrían a cenar solos. Candy se dispuso a subir las escaleras para cambiarse, en casa de Albert , Alli ella tenía un guardarropa y una habitación.
—Candy. —Terry la llamó cuando estaba a mitad de camino. La joven se giró hacia él. Le sobrevino el deseo repentino, el cuerpo se le tenso y lo sentía torpe. Se sentía pequeña, ahora entendía por que se sentía estúpida y hasta abochornada, y no sabía la razón. Miró a Terry y pestañeó, rendida. Lo observó, podía disfrutar mirándolo a pesar de haberlo tenido frente a ella durante horas. —Gracias —dijo finalmente. Sonaba con ternura—. Katherine y yo lo hemos pasado muy bien. Candy no reaccionó a sus palabras.
Más tarde ya de regreso Candy se sentía incomoda la cena había Sido romántica y Terry había Sido todo galantería y conquistador. Ella necesitaba tiempo, Terry había iniciado su divorcio y ella lo estaba representando. Si no se cuidaba podría terminar mal el asunto.
—No quiero que te vayas —añadió bajando su tono de voz. No me lo puedo creer. Notó la mano en su cuello y le colocó el dedo pulgar bajo su barbilla.
—Lo cierto es que nunca he dejado de quererte —continuó. Era un farol. Ya lo decía. Pues me he jodido bien para nada, entonces.
—Esos cimientos de mi vida —siguió hablando. Candy sentía el calor de su mano en el cuello. Se le había erizado la piel de la nuca—. Solo se tambalean cuando estás tú. Se inclinó hacia ella con rapidez y puso sus labios sobre los de Candy mientras le soltaba el brazo para rodearle la cintura. Terry sintió un empujón suave, pero con la suficiente inercia como para pegarla a la pared. Su nuca cayó sobre la mano de Terry, que la había subido desde su cuello para que no se golpeara contra la pared. No despegaba sus labios de los de ella y la invasión de su lengua recorriéndole el interior de la boca no tardó en llegar. Esto lo estaba yo viendo venir. Pero ya no tenía forma de impedirlo incapaz de despegarse de él. Terry pegó su cuerpo al de Candy por completo. Por un momento se separó de ella, solo un momento para mirarla. Ella esperó en silencio, inmóvil, mientras él contemplaba su cara. Volvió a besarla aún con más fuerza que antes. Candy esta vez también se apretó contra él, sintiendo el torso de Terry con elevada temperatura bajo aquella camisa. Esta vez fue ella la que introdujo la lengua en la boca de él y no tardó en llegar una punzada a los genitales. A la mierda el plan. Agarró el cuello de la camisa de él y tiró. Terry volvió a poner la mano en su cuello, pero esta vez para retirarla de la pared. Candy cerró los ojos mientras sentía los besos de Terry por el cuello y el hombro. Notó cómo la empujaba sin dejar de dar pasos hacia atrás y sin saber hacia dónde se dirigían. Agarró con fuerza su camisa, notaba cómo los botones se salían de los ojales y dejaba al descubierto parte del pecho que ya conocia. Madre mía. Ahora sí, seguro, a la mierda el autocontrol, a la mierda la carrera y a la mierda mi trabajo de ser su abogada r. Su abrigo cayó en el umbral de la puerta del estudio de Albert. Él cerró la puerta en cuanto entraron. Candy se giró para pegar su espalda a él. La rodeó con los brazos y recibió una suave embestida que le hizo notar algo duro en los glúteos a través del vestido. Terry la mordió en el hombro. Notó la cremallera del vestido, notó cómo la fina tela caía por sus hombros. Agradeció que no dejara detalle atrás y acompañara el outfit con una sensual lencería negra. En ropa interior podía sentir la calidez de las manos de Terry y una de ellas no tardó en dirigirse hacia su culo y apretarlo. Verlo tan excesivamente acelerado, no hacía más que encenderla cada vez más. Jamás esperó que Terry tuviera aquel lado tan sexual, tan opuesto a su otro modo de vida. Sin embargo, le estaba encantando. Cuando se giró para ponerse frente a él, ya no tenía camisa. Apretó sus hombros y se lanzó a su cuello. Terry la alzó y Candy abrió las piernas para él dándole mejor vista a su cuerpo. La llevo hasta el diván y allí la tumbó. No fue consciente del momento en que él, con gran habilidad, le había quitado la ropa interior , solo fue conciente cuando él entro en su cuerpo y ambos soltaron un suspiro de alivio. Continuará
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