SI ELLA SUPIERA
CAPÍTULO 14
QUE FUE LO QUE OCURRIÓCAPÍTULO 14
Terry.
Cuando regrese a la sala de estar, Susan ya se había refugiado en el dormitorio. Por temor a lo que pudiera decir evité hablar con ella. Como no quería estar a su lado, me obligué a repasar lo sucedido aquella noche, pese a que no era bueno para mí por más que trate de no hacerlo , solo veía el rostro de Candy. No puedo, tengo familia. En un momento oí moverse a Susan en la parte superior, pero solo fue un instante. Oí sus pasos mientras se alejaba hacia el armario, donde sabía que iba a llenar las maletas. Trabajaría por dos dias sin llegar a dormir a casa. Me quedé en el mismo lugar por una hora, y luego otra y después otra más. Susan acudió para ver qué hacía. Creo que la tomó por sorpresa el hecho de que no hubiera ido a buscarla. Conociéndome, preveía que después de haber estado con katherine, habría querido hablar del incidente con ella. Aquella vez, sin embargo, la dejé preguntándose qué ocurría, tal como había hecho tan a menudo ella conmigo. No tardo en acudir a mi.
—¿Vienes a la cama? Preguntó con voz tranquila.
—Dentro de un rato —respondí sin volverme—. Tengo trabajo.
—Se está haciendo tarde.
—Ya lo sé —contesté.
—No debería haberle gritado. —Dijo.
—No vuelvas a hacerlo —dije.
—Estaba disgustada. No volveré a hacerlo. Yo seguí dándole la espalda. Ella siguió esperando, pero no añadí nada.
—Bueno —concluyó por fin con un suspiro—. Buenas noches. En ese mismo momento, empecé a sospechar que aquello tal vez era un adiós. Transcurrieron cuatro días antes de que mi sospecha fuera evidente.
—Un momento —Dijo mi padre. Después de que hubieran pasado cuatro días, y yo me presentará en la oficina por la mañana, había venido a mi despacho, donde estábamos sentados en ese momento en el escritorio frente a la ventana.
— ¿O sea que simplemente… se fue?
—Hace cuatro días —confirmé.
—¿Te dijo al menos lo que pensaba hacer?
—No. —Sacudí la cabeza—. Ni siquiera puedo… eh… es decir… que…
No pude terminar las palabras que giraban violentamente dentro de mi cabeza. Richard me observaba preocupado. Al igual que los días siguientes a la partida de Susan, yo era incapaz de recordarlo. De lo único que me acuerdo era que miraba el reloj y esperaba a que Susan llamara, cosa que no ocurrió.
—Me ha abandonado. Dije.
—Ya lo sé —contestó Richard.
—Ella debería hacer que intentáramos arreglar las cosas.
—Ya lo sé.
—¿Por qué? ¿Qué fue lo que hice mal?— Me derrumbé
—Yo no creo que hicieras nada mal. Lo que pasa es que las relaciones son difíciles y, para que funcionen, hace falta que se impliquen los dos. Pese a que era un acertado, no me procuró ningún alivio.
Miraba el móvil con la esperanza de tener noticias suyas, de que hubiera algún mensaje o llamada perdida. Llevaba el teléfono a todas partes. Quería oír su voz diciéndome que había cometido un error y que deseaba volver a casa. Quería que me dijera que me quería. Quería que me pidiera que la perdonara, pero, ¿realmente lo quería?
Un mes después una mañana, vi que Susan me había dejado mensajes en el móvil.
Ya sé que quieres hablar y hablaremos, pero solo cuando estes en condiciones de aceptar que ya no siento nada por ti. No sé qué más te puedo decir. No lo hice a propósito, y se que te hago daño. Preferiría que no fuera así, pero tampoco te quiero mentir. En estos momentos en el teatro tenemos un trabajo de locos con lo de la gira, el grupo de presión de Rob y todos los viajes que eso exige. Por Katherine se que sera mejor que se quede contigo, No puedo hacerme responsable de ella. Tú eres un padre exelente, a hora no tengo tiempo de hacerme cargo de una niña. Se que no sirvo para ser madre, me di cuenta después de que Katherine naciera. Aunque lo intente. Tengo sueños que pronto haré realidad, y tener una familia no es lo que quiero. Susan.
Era insoportable. Consciente de que no podía afrontar otro día como los anteriores, me dije que tenía que hacer algo, lo que fuera. Aunque no tenía ni el más mínimo deseo de trabajar, me obligué a ir. En cuanto me senté frente al escritorio y vi una foto de Susan, Katherine, y yo , me di cuenta de que no me convenía seguir engañando . Había demasiadas cosas que volverían a poner en marcha el tren de mi vida.
— Diga?
—Albert, soy Terry. —Dije sintiéndome estúpido — Estás ocupado?
—Para nada hombre, estaba esperando tu llamada— Sonaba sincero—, te mando mi dirección, al menos que prefieras otro sitio.
— Tu dirección me parece bien.
Llegamos hasta lacocina mientras no paramos de charlar de forma cordial. Albert estaba interesado en que había algo en mi, y no tarde en contarle lo que había sucedido con Susan y en su nueva vida como estrella de teatro. Intentó animarme en aquel sentido tan optimista que lo caracteriza, aunque fuera con mentiras piadosas.
No hablamos de Candy. Aunque tenía curiosidad, no me parecía adecuado sacar el tema cuando acababa de terminar mi matrimonio. Algo bueno salió y era la ayuda que necesitaba mi compañía. Con la aportación de Albert podía levantarme.
Candy.
Había viajado con John a Cannes, John iba para el festival cinematográfico, y yo para hacer negocios. Después de haber abandonado una de las fiestas. John no había tardado en buscarme. Con Albert decidimos que necesitaba un tiempo para poner mis sentimientos a salvó. Necesitaba tomar el control y la seguridad en mi que Terry había derribado en un segundo.
Me sentí afortunada de que hubiese estado solo dos días después de que hubiese terminado el viaje a Cannes, pero aún así, como todo lo demás en la vida, se acabaron las vacaciones y las posibilidades de hacer dinero con gente importante. Los negocios bajaron en la última noche, no tanto dinero, no tantas horas, y a pesar de que pensé que era loco, John me entretuvo un último día completo visitando todos los lugares posibles. Tienes que imaginarte que siempre entrábamos al amanecer y luego necesitábamos dormir por lo menos hasta la una. Es lo que había hecho desde que llegamos a Cannes. Divertirse, hacer negocios y visitar Night Clubs, restaurantes, mansiones, Yates. Luego dormir cuatro horas. Mientras en la suite grande quería usar cada minuto despierta para disfrutar de la suntuosidad de todo eso, especialmente el jacuzzi en el gimnasio privado ubicado en la suite. Pero ya era momento de volver. Y así sucedió. El teléfono sonó, y me despertó. No tenía idea de la hora del día, gracias a las persianas blackout que mantienen la habitación como si fuese medianoche. Agarré el teléfono sin mirar.
—Buenos días, hermosa — Dijo Albert feliz en el saludo. Descolgué los pies de la cama, caminé a la ventana, y abrí la persiana y cortinas. El cielo no estaba tan brillante, pero me perforó los ojos como si fuese un vampiro.
—Buen día, también. Me puse una bata y caminé hacia la sala.
—Sabía que volverías finalmente.
— Tengo un desayuno con John. Es necesario poner distancia. Si continúo dejando que se tome libertades, no podré detenerlo nunca.
John hablo acerca de que quería avanzar con Candy, mantener una relación más cercana, le dijo que quería su retiro con Albert. Había considerado prorrogar otro año, pero tenía una cantidad de negocios en Francia que lo necesitaban, y quería que ella se fuera con él, Ella no podia simplemente retirarse. No pregunté qué negocios. No recordaba de improviso qué negocios tenía por afuera.. No importaba, lo único que no disfruté de la cena y la conversación.
— Ya había tardado en demostrar sus verdaderas intenciones.
— Lo se. Espero que se lo tome bien.
— Puedo acompañarte. Se ofreció lo que me parecía tierno.
— No hara falta, John es un caballero.ante todo. Eso quería creer yo.
A pesar de haber aceptado mi explication, John se mostró molestó. Por suerte no le reprochó el haber invertido en mí. Aunque dijo que no perdía la esperanza en que recapacitara su propuesta. cuando terminó la comida con John fui a casa de Albert. No me esperabas sin en cambio ver a una niña pequeña sentada en los sofás viendo la televisión. Una pequeña que se me hacía muy conocida.
Era una niña hermosa. No podía ser de otra manera teniendo tal progenitor, su madre también debía poseer una gran belleza.Tampoco conocía cómo sería su madre, la que me había sustituido. No quería pensar en eso. De pronto fui conciente de algo. Que hacía la hija de Terry aquí? ¡Terry!
—¿Tienes novio? —preguntó la niña de pronto.
—¡Perdón! .
—Esa pregunta no es educada. Candy rio. Negó con la cabeza.
—¿Has tenido novio alguna vez?—Volvió a preguntar mientras yo negaba con la cabeza.
—Una vez lo tuve, sí — respondí. abrió la boca, pero pensó un momento antes de volver a decir algo..
—Eres muy guapa —concluyó—. No te preocupes, seguro que pronto tendrás otro novio. Mi risa aumentó con las palabras de la niña y el tono consolador que utilizaba. Como si tener novio fuera siempre algo bueno.
—Eso va a ser complicado. — Entorne los ojos.
—¿Papá está con Albert? — pregunté a la pequeña que miro de un lado a otro antes de responder.
—Si —dijo en el mismo tono con que la había interrogado.
— Están ocupado.
—¿Por trabajo o visita? —pregunte Camine en rumbo al despacho de Albert, sin dejar de ver a la niña que a su vez me observaba. El corazón se me había acelerado a causa del encontronazo, por estar demasiado cerca de él, de casi chocar contra él. Había estado tan cerca, que casi pude oler su cuello. Aun así, fui capaz de esquivarlo de una forma natural y poco aparatosa. Al fin sus pies se detuvieron a un par de metros de él. Cuando levanté la mirada hacia su cara, sentí cómo algo en el estómago se removía. No era capaz de identificar lo que era, pero algo había hecho el amago de regresar a ella. Y comenzó a darse cuenta de lo mucho que echaba de menos aquella sensación. El sentirse un terremoto, como un huracán capaz de derrumbar a los más altos edificios. Recordaba a aquella Candy que se levantaba en mitad de la clase para dar su opinión o su punto de vista sin importar si contradecía al profesor o al propio decano de la universidad. Una lengua larga y afilada, muy aficionada a los espontáneos a los que pocos eran capaces de responder. Terry siempre supo como hacerlo. Algo en el pecho le dio una punzada y lo sintió blandito. Albert miraba la escena sonriendo. Iba a matarlo
Hola. Candy. — Terry fue el primero en hablar.
— Hola — dije si saber cómo comportarme — Estáis ocupados, Os dejo.
— No hace falta, — Dijo Terry. — Ya me iba. Es bueno volver a verte. Me Dio una sonrisa que me parecía demasiado triste. Algo le ocurría, lo conocía muy bien y sabía que algo no estaba bien. Tomo la mano de si hija y se dirigió a la puerta, antes de salir completamente se giró y me miró. Casi sentí el impulso de salir tras el sin embargo frené mi impulso y mire a Albert.
—¿Hay algo que deba saber y que no me habéis dicho? —pregunté a Albert agarrando el pasamanos de la escalera.
Continuará...