LEGADO GRANCHESTER.
CAPÍTULO 10.
PARTE 2
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Terius Alexander conducía su motocicleta hacia la empresa, pero dos cuadras antes de llegar, redujo su velocidad porque había un pequeño embotellamiento vehicular, él iba en el carril derecho, y en el izquierdo, iba un Toyota Yaris de color negro. De soslayo, vio a la pareja que discutía acaloradamente. Se sorprendió al reconocer a Yuliani, quién tenía la nariz roja y los ojos irritados, en clara muestra de que había estado llorando. Quiso indagar más, pero su carril avanzó más rápido que el de la pareja, así que se adelantó a la empresa.
Richard y Michael no se hicieron presentes esa mañana, porque fueron invitados a ofrecer un discurso, sobre estrategias comerciales, en un congreso para nuevos empresarios. De manera que el joven Granchester, estuvo ayudando a Jimmy Cartwriht a clasificar y preparar documentos para las próximas importaciones.
Después de lo suscitado con su papá, él no consumía alimentos preparados en la empresa, por lo que se adelantaba a pedir comida rápida, para que, al llegar la hora del almuerzo, ya estuviera su pedido listo. De esa manera bajaba a comer en compañía de algún colega.
— Nunca había conocido a alguien tan aficionado a las whopper—. Le dijo Jimmy, quién comía bistec acompañado de arroz.
—Ah, no crea que soy tan fanático, pero es lo que toca—. Terius respondió al tiempo que chupaba sus dedos, con restos de aderezo.
—De vez en cuando se me antoja comer así, pero lo malo es que, si regreso comida a la casa, mi mamá se enoja y ha amenazado en dejar de cocinarme—. Jimmy dio un sorbo a su pepsi.
—Comprendo. Y en mi caso, a mis padres no les gusta que coma tanta chatarra—. El castaño rio, al llevarse tres aros de cebollas con mayonesa a la boca.
—Bueno, mientras ellos no lo vean, usted disfrute—. Ambos rieron.
Jimmy volvió a hablar —Extrañamos a su papá. No lo tome a mal, pero…
—Yo sé, no se preocupe… — Alex y Jimmy desviaron su mirada hacia las mujeres, que de repente se habían amontonado alrededor de una de ellas.
—¡Mujeres! — Jimmy dijo y rodó los ojos— Siempre se la pasan haciendo dramas.
Terius quiso reír, pero aquello le pareció de mal gusto, al ver que quién estaba totalmente descompuesta llorando a mares, era la asistente contable. Misma que llevó a su casa aquella noche, y que horas antes, notó discutiendo dentro del auto, con un hombre rubio.
Jimmy le dijo en voz baja —¿Qué cosas de la vida, no cree? —Terius se interesó—Para nadie es un secreto que el marido la engaña cada que puede, y sí se da cuenta, fea no es.
El castaño la vio—No. No lo es—. Dijo un tanto confundido por su respuesta.
Escuchar que el tipo ese, le era infiel, lo descontroló y sintió el impulso de ir a romperle la cara, por muy casados que estuvieran, no le daba el derecho de hacerla sufrir. «Pero… Ese no es mi asunto» Se aclaró.
La hora del almuerzo estaba por terminar y todos empezaron a volver a sus puestos, las últimas que se quedaron en su sitio fueron Sandra y Yuliani, él pasó cerca de ambas ignorándolas; y no supo por qué, pero sus piernas se detuvieron y volvió a ellas. Jimmy lo vio con los ojos muy abiertos.
—¿Se encuentra bien? — Preguntó a Yuliani.
—Qué pena joven, tiene cólicos… usted sabe—. Sandra azorada, dijo lo primero que se le ocurrió, deseando que el muchacho las dejara solas.
—Entiendo, vaya a enfermería y pida algo, no me gusta verla llorar…—Reaccionó de inmediato— O sea… No me agrada ver a las personas indispuestas dentro de la compañía—. Finalizó y se alejó.
—Joven, usted sí se parece a su papá… No como su abuelo. Le apuesto que si él, hubiera estado en su lugar, seguramente ya la habría enviado a descansar, pero sin goce de salario.
—No se crea Jimmy, lo hice porque es un buen elemento y es importante que esté al cien en sus labores.
—Sí, entiendo. Porque al ingeniero Granchester, no le gustan errores contables, y máximo que estamos en época de declaraciones de impuestos.
—Sí —. Terius respondió por inercia, sin prestar atención. Pues sus pensamientos estaban con esa mujer, no entendía por qué siendo tan bella e inteligente, toleraba lo que ese patán le hacía. Ella no lo merecía. No se dio cuenta de que había empuñado su mano con fuerza, ni de qué ya estaban dentro del elevador.
Al pasar por presidencia, vio que su abuelo tenía visita, así que siguió a Jimmy, y seguir trabajando juntos.
En esa ocasión, las clases en la universidad serían hasta tarde, así que se supone saldría en el horario en que todos lo hacían, pero se atrasó mucho más, al estar discutiendo con Frannie y Jimmy, sobre los pros y contras, de importar petróleo (gasolina) para uso exclusivo de GAQUIM.
Finalmente, se despidió de la C.E.O. y su asistente, pasó de largo frente a presidencia, al escuchar voces aparte de la de Richard y Michael. Bajó y salió al parqueo, vio que ya estaba anocheciendo, así que buscó con la mirada a Dan Juskin, lo ubicó adentro de la garita, así que caminó para ir a traer su casco, que esa mañana le dejó encargado.
—Nunca firmaré esos malditos papeles—.
Terius escuchó. Llegó a la garita, y Juskin, como todo un chismoso, estaba viendo a través de una rendija, a la pareja discutir afuera de la empresa, el castaño se acercó.
—¡¡¡Pues seguiré jodiéndote, hasta que te canses de conocer, una a una de mis amantes!!!—El rubio gritó, y Terius no pudo quedarse quieto. Sin pensarlo, abrió la puerta peatonal y salió a pasos apresurados.
—Me importa una mierda lo que hagas, solo recuerda que nunca serás libre—. Yuliani le gritó más fuerte— Y sí quieres jugar sucio, yo también sé hacerlo y mejor de lo que crees—. Ella lo amenazó.
Anthony se carcajeó y se acercó peligrosamente a su rostro— ¡Mírate querida! ¿Quién quisiera estar contigo? ¡Ya no vales …
—¡Apártese de ella! — Terius se le fue encima y lo arrinconó contra el paredón de la entrada.
—Mocoso, ella es MI MUJER… Y yo hago con ella lo que se me dé la gana—. A duras penas soltó el rubio, pues Terius ejercía presión contra su cuello.
—Usted es un asqueroso patán, y más le vale dejarla en paz… O…
—¿O qué? — Anthony lo desafió.
—Se las verá conmigo—. Terius sentenció.
—¿Qué demonios estás haciendo Terius Granchester? — Otra voz recia, se escuchó.
Continuará...