¡Hola habitantes del Ciber Hogar de Pony! Estoy sumamente feliz de poder participar un año más en este lindo evento, al lado de mis amigas "Bandoleras de Terry". Espero que pasemos gratos momentos, y pues, aprovecho en desear:
¡Feliz 25 Aniversario al Foro Rosa!
Mis queridas lectoras, en esta ocasión les traigo un escrito algo dulcito como las uvas, y desde ya, gracias por acompañarme en esta aventura.
TU AMOR ME SABE BIEN
Capítulo 1.
Después de largas horas de camino, finalmente las chicas habían llegado a uno de los viñedos de la familia de Annie Brighton. Brighton y Ardlay eran muy buenas amigas, compartían apartamento, y estaban recién graduadas como médicas especialistas, Candice en Pediatría, y Annie como Cirujana Plástica.
Un jeep Wrangler, había sido el obsequio de graduación departe de Will el hermano mayor de Candice, quien era su encargado, ya que sus padres habían perecido en un trágico accidente unos cuantos años atrás. Por ese motivo es que las muchachas quisieron estrenarlo en ese viaje celebrando sus triunfos profesionales.
Desde Chicago a California según el itinerario, les tomaría alrededor de dos días en llegar. Pero se demoraron más, al conocer lugares en el camino que les parecieron atractivos.
Cuando finalmente llegaron a California, fueron recibidas por Pony la ama de llaves de la hacienda, y al lado de la amable mujer, se encontraba un joven alto, de buen porte y con atuendo vaquero, quién acomedido fue a ayudarlas a bajar del jeep. Annie se quedó sin habla, al encontrarse con el joven moreno de cabellos castaños, quién lucía mucho más apuesto que antes; y de Pony, pues, de ella solo podía decir que casi no había envejecido. Abrazó con mucha emoción a la mujer y luego recibió el abrazo del joven, en seguida hizo las presentaciones —Candy ella es Pony y él es Tom.
—Hola, soy Candice Ardlay, pero pueden decirme Candy— Dijo sonriente y saludó primero a Pony, quién le respondió con un apretado abrazo, y luego saludó con un beso en la mejilla al moreno.
—Es un gusto conocerla doctora Ardlay, perdón, Candy— Se corrigió él con algo de pena, pero de inmediato se interesó en Brighton a quién tenía años sin verla.
Pony carraspeó para sacar del trance al muchacho, él reaccionó, y les dedicó una de sus encantadoras sonrisas, pidió las llaves del auto para encargarse del equipaje. Ellas se las entregaron, y siguieron a la ama de llaves para entrar a la hacienda.
—Pues, feíto como me lo describiste, no es—. Murmuró la rubia.
—No, ya veo que nada que ver, es que, no lo recordaba muy bien—. Le respondió la pelinegra algo abochornada, pues durante el camino le contó a Candice sobre el muchacho, pero no se imaginaba que en esos cortos años, él hubiese cambiado para bien, físicamente—. Ya ves, no te verías tan mal a su lado… —La ojiazul le dijo emocionada, luego le guiñó un ojo— Bueno eso sí, solo tendrías que usar tacones un poquitín más altos, para que no te veas tan chaparrita—. El comentario hizo enfurecer a su amiga.
—¡Cállate Annabeth! — Ordenó Candice mirando a todos lados, esperando a que nadie hubiese escuchado las tonterías de su amiga, que por más que ella le pidiera, no dejaba de hacer el papel de casamentera—. Mira Annie, ni se te ocurra estar de cupido con cualquiera que veas por ahí, yo vine a disfrutar y a relajarme. ¿Entendiste? — Alzó su ceja izquierda con semblante amenazador.
—¡Ba! Qué amargada eres, si sigues así te vas a llenar de telas de arañas. Además de una vez te advierto que no sentiré culpa alguna al dejarte sola, cuando Archi y yo nos escapemos por ahí.
—¿Escaparse por ahí? Oh vaya, se nota que ya tienes planeado todo…— Candice respondió con fingido dolor— Y, no te preocupes, seguramente encontraré algo mejor que ser un mal tercio—. Indignada se alejó, dejando atrás a su amiga mientras que Pony las conducía a una preciosa sala.
—Acomódense señoritas, ahora les mando algo de beber—. La mujer mayor se retiró con una amplia sonrisa.
—Annie, esto es bellísimo—. Con asombro exclamó la rubia al acercarse a las vidrieras repletas con botellas de vino de diferentes diseños y tamaños. Todas de edición limitada.
Brighton tardó en responder, porque también estaba atónita —La última vez que vine con mis papás, no recuerdo haber visto tantas.
—¡Wow! Y mira todos esos reconocimientos—. Observó los cuadros que pendían de la pared.
—Pues, no por nada es uno de los mejores viñedos de Estados Unidos. —Le respondió con orgullo—. Sabes Candy, me da nostalgia, no quisiera que mis tíos lo vendieran.
Candice trató de animarla y le dio un abrazo lateral—Creo que lo único que puedes hacer, es aconsejar a tu tío, para que los compradores sean buenas personas, y sigan velando por los ideales de tu familia.
Una muchacha se hizo presente llevando en sus manos una bandeja con bebidas y algunos platillos. Saludó con cortesía, sirvió la comida en la mesa y se retiró.
—Gracias—. Respondieron las doctoras, felices a una voz.
Ninguna de ellas eran diestras en el arte culinario y, a decir verdad, ya estaban algo fastidiadas de ordenar comida rápida, por lo cual disfrutaban al máximo la exquisita comida con el toque casero de Pony.
Tom asomó su cabeza para hacerles saber que sus equipajes estaban instalados en las habitaciones, ellas agradecieron con la boca atascada de comida, y aunque se sintieron abochornadas, ¡qué más daban los modales en ese glorioso momento! Aquello causó gracia en el moreno, pero reprimió la risa y se retiró.
Una vez que terminaron de comer, caminaron a la segunda planta, que era donde estaban las habitaciones de huéspedes. Primero inspeccionaron la habitación de Annie, era muy acogedora, de un impecable color blanco en las paredes, realzando las decoraciones antiguas. En cuanto a la habitación que ocuparía Candice, el atractivo era un precioso balcón que tenía un barandal en hierro forjado, el cual estaba cubierto con varias enredaderas, dándole un aspecto muy romántico; permanecieron en el lugar admirando la preciosa vista hacia los viñedos.
Annie vio la hora en su móvil, entonces le indicó a su amiga, que en un par de horas Tom les daría un recorrido por el viñedo; como les quedaba algo de tiempo, acordaron tomar un descanso y la ojiazul se fue a su habitación.
Dos horas después, se encontraron en el pasillo.
Brighton lucía un jumpsuit de lino en color crema—¿No será muy atrevido? — preguntó a su amiga, ya que sus generosas curvas se marcaban a la perfección.
—¡Uy para nada! Aunque estoy segura de que, si Archi estuviera aquí, te colocaría una gabardina encima—. Le aseguró entre risas— No. Espera, si mi primo te viera así, más bien creo que te encerraría en la habitación y no saldrían por el resto de las vacaciones—. Se carcajearon.
—Oye, y tú no te quedas atrás—. Annie devolvió el cumplido al observar su vestido corto, sencillo en color palo rosa, que combinaba con sandalias doradas.
La rubia llevaba el cabello suelto y esperaba que las maravillas que ofrecía aquel producto anti-friz, funcionasen—. Gracias, pero como ves, mi outfit es como yo, simple—. Candice le respondió con modestia.
—Pues, apuesto a que dejarás boquiabierto a más de alguno por ahí—. La cirujana le aseguró—Y hablando de eso, apúrate que ya tendríamos que estar en los jardines—. Pasaron por varios pasillos, hasta llegar al exterior. La diversidad de flores era de ensueño, y el aroma a mosto que impregnaba el ambiente, era realmente cautivante.
A lo lejos se encontraba Tom, rodeado de varias personas, seguramente dando las primeras instrucciones del tour.
Apresuraron sus pasos—¿A qué hora me dijiste que era la degustación de vinos y quesos? —Candice preguntó con sumo interés.
—Dios mío, acabas de venir y ya quieres ponerte borracha—. Annie rodó los ojos.
—Ja, ja, ja. No por nada venimos hasta acá…
—Definitivamente no tienes remedio.
Al llegar e incorporarse al grupo, Steves empezó con el recorrido, y conforme avanzaban, relataba los datos históricos más relevantes del viñedo. Durante el recorrido, Candice notó que había parejas jóvenes, otras ya más maduras y descubrió para su consuelo, que también había otros pobres diablos como ella, sin pareja.
Hicieron una pausa para sacarse fotografías en las plantaciones de uvas. Todo iba bien, hasta que el cielo celeste y despejado, dio paso a uno gris, trayendo consigo un aire frío e impetuoso. Sin darse cuenta la rubia y pelinegra se alejaron del grupo, gracias a la insistencia de Candice por querer conocer la bodega donde almacenaban los barriles de vino.
La lluvia se dejó caer sin piedad, estar a la intemperie no era lo mejor en esos momentos, ya que, en cuestión de minutos pasaron de ser unas preciosas señoritas, a parecer dos zanates empapados, sus calzados terminaron llenos de barro. Eran un completo desastre, pero por increíble que pareciera, para ellas esa experiencia les resultaba de lo más divertido.
Uno de los pies de Annabeth se deslizó entre el barro y antes de que cayera, Candice la sujetó, pero al final cayeron juntas entre un charco, y las carcajadas no se hicieron esperar.
—¡No recuerdo cuando reí así! — Candice agarraba su estómago por el dolor que le producía tanta risa— O sea, feliz y sobria, quise decir—. Aclaró esto último, ya que cuando se embriagaba, ella era la típica borracha… “Feliz como una lombriz”, era el alma de la fiesta. En cambio, Annie, era todo lo contrario, era la borrachita llorona y deprimente, que traía a colación recuerdos que la hacían emerger en un tremendo mar de lágrimas.
Continuará...